Melómanos Magazine | Edición #9

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Con diez canciones y en sólo 45 minutos, Bowie marcó un antes y después en su carrera, en un disco en el que se hizo acompañar por su eterno productor Tony Visconti en los controles, además de Dennis Dais en percusión, George Murray en bajo y Carlos Alomar en guitarra, habitués de varios de sus álbumes. Scary Monsters abre con “It’s No Game (No. 1)”, una rockera composición que cuenta con la participación en guitarra del mítico Robert Fripp, de King Crimson, y con los enigmáticos diálogos en japonés por parte de Michi Hirota. Luego sigue el que fue el último de los cuatro singles que se lanzaron para la promoción de este disco, “Up the Hills Backwards”, canción que tiene uno de los mejores riffs del LP a cargo del guitarrista Carlos Alomar, en un desempeño formidable con las seis cuerdas. El primer punto de inflexión es la canción que le da el nombre a la placa, “Scary Monsters (and Super Creeps)”. Con un cierto misticismo y un buen efecto vocal, Bowie pareciese transformarse en un tenebroso monstruo frente al micrófono en los coros, acechando y esperando a su próxima víctima. Siguiendo con el aura oscura y tenebrosa de la canción anterior, nos llega un mensaje del espacio

exterior. El single “Ashes to Ashes”, una suerte de segunda parte de “Space Oddity” del año 1969, narra el triste mensaje del ficticio personaje Mayor Tom y su convivencia con las drogas. La canción alcanzó el número uno en ventas en el Reino Unido y su video clip se mantiene fresco a pesar de su vanguardista propuesta ya para esos años. Digno de Bowie. En los albores de los ochenta ya se sentía en el aire el New Wave, amado por unos, odiados por otros, y Bowie no estuvo exento de ese movimiento. De hecho, su siguiente disco es una de las piedras angulares para ese estilo. “Fashion” fue su primer acercamiento al New Wave y utilizó todos los códigos de éste. Nuevamente con los asesinos riffs de Fripp y una melodía pegajosa y bailable, el Duque se luce con prestancia en otro clásico que ya está en el inconsciente pop del mundo. En esta sección, el álbum pierde un poco de fuerza, pero no deja de ser inquietante. “Teenage Wildlife” es una lento a la vieja usanza, que hasta cierto punto llega a tener un parecido a “Heroes”. Un buen equilibrio entre guitarras estruendosas, redobles de batería y la desgarradora voz de David Bowie. En “Scream Like a Baby”, Bowie se vuelve a adentrar en los efectos vocales y a descubrir el New Wave. “Kingdom Come” sigue las líneas del rockpop, con coros femeninos y los inconfundibles quiebres vocales de Bowie. Aun así es la más débil de todo el disco. “Because You’re Young” con la participación de Pete Townshend en guitarra e “It’s No Game (No. 2)” finaliza el disco que le abrió la puerta a David Bowie a una década marcada por peinados extravagantes, sintetizadores y glamour. Algo que él conoce a la perfección y llevó a un nuevo nivel.

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| Clásico Int ernacional |

Luego de experimentar junto a Brian Eno en la llamada Trilogía de Berlín (Low, Heroes y Lodger), Bowie buscó una temática más comercial, algo que fuera transversal y con algunos tintes basados en el estilo musical que predominó esa década: el New Wave. La placa fue lanzada el 12 de septiembre de 1980, alcanzando el número uno en el Reino Unido y teniendo una excelente aceptación en Estados Unidos, llegando a ser considerada por los críticos como el último gran disco que ha hecho.


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