autobiografia inconclusa

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Autobiografía Inconclusa Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey)

Prologo Los cuatro primeros capítulos de esta Autobiografía fueron escritos en el año 1945. Los Capítulos Quinto y Sexto lo fueron en 1947. Estas fechas son significativas, en relación con los acontecimientos mundiales de esa época. El primer original escrito a máquina fue copiado nuevamente en 1948, y leído y corregido por la señora Alice A. Bailey. En distintas oportunidades varias personas ayudaron a preparar el texto, y las copias de algunas partes fueron entregadas también a unas pocas, para su comentario. En algunos casos no fueron devueltas, pero de todas maneras resultaron incompletas, inexactas en ciertos detalles y, finalmente, no fueron aprobadas por ella. Tenía proyectado escribir cuatro capítulos más de esta Autobiografía, pero nunca lo hizo. La creciente presión del trabajo mundial, de cuya organización era responsable la señora Bailey; las condiciones confusas y tensas en que se hallaba la humanidad, con la que ella estaba sensiblemente sintonizada; el sentido de futilidad y, por lo tanto, de negatividad de los hombres de buena voluntad de todas partes, actitud que ella procuró arduamente contrarrestar; la tensión que implicaba la falta de finanzas para la expansión del trabajo mundial, y la frustración y decepción causadas por la incapacidad para enfrentar las necesidades y, a menudo, la imposibilidad de aprovechar la oportunidad, por falta de recursos, fueron algunas de las tensiones que produjeron en ella un estado de total agotamiento. El vehículo físico no tenía descanso. El estado cardíaco y sanguíneo empeoraba constantemente. Durante los dos últimos años de su vida luchó contra esas presiones y condiciones adversas, con una voluntad realmente férrea. Su personalidad de primer rayo, se irguió en un supremo esfuerzo por responder a la demanda de su alma. En 1946 tomó la decisión de imponerse a su invalidez. En consecuencia, según su costumbre, trabajaba diariamente hasta el límite de su capacidad física, sin preocuparse del dolor o la fatiga. Determinó pasar al más allá en plena actividad y ocupada en su tarea, y así lo hizo. Aún en sus Últimos días, 1949, internada en un hospital de Nueva York, recibía visitas, efectuaba reuniones con los miembros de la comisión directiva y escribía cartas. A la hora de su muerte, su propio Maestro K. H. vino en su búsqueda, como se lo había prometido desde tanto tiempo. A la mañana siguiente de su muerte, envié esta carta a sus miles de amigos y a los estudiantes de todo el mundo. Estimado amigo: 1


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