El Caleidoscópico. El último ciclo económico

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Esta situación conforma un cordón umbilical de mutua dependencia y amor /odio entre ambos. Lentamente el Banco Central Europeo (BCE) se está convirtiendo en el principal acreedor de España. El Gobierno y el Banco de España han atado el destino del estado a la de los bancos y ahora los bancos usan la liquidez del BCE a un interés muy bajo para financiar al estado comprando deuda pública a mayor interés (me prestan al 1% y presto al 4%) la diferencia sin riesgo me la embolso. Deuda es control; en cualquier momento, el BCE puede amenazar con cerrar el grifo de los créditos que permiten que los bancos se financien y el estado pueda colocar la deuda pública (recordad que los créditos son renovables, a 1 año o menos, o sea que el BCE no necesita pedir la devolución de la deuda, simplemente resistirse a renovarla), y poner contra las cuerdas al estado español y al sistema financiero más solvente del mundo, que no son sino las dos caras de una misma moneda. El BCE no está interesado en asfixiar a Asspain. Está interesado en que la zona euro no se desestabilice. Le interesa que los países sorteen la tormenta. También le interesa que los países no tengan déficit excesivo, y no acumulen deuda en exceso. Sabe que en España hay un problema, que los bancos privados europeos prestaron en exceso en España durante la burbuja (lo cual es en parte responsabilidad suya). Por ello al BCE le interesa el proceso de concentración de la deuda (el estado español va rescatando bancos y asume así la deuda privada, mientras el BCE da liquidez para que los bancos españoles puedan ir pagando a los bancos acreedores europeos), porque facilita la gestión de esta crisis de deuda. Menos deudores y menos acreedores facilitan la negociación a costa de que la toxicidad se concentra en el estado, que somos todos menos ellos. Cuando la deuda esté concentrada en el BCE (y no sea un problema demasiado grave para los bancos alemanes y franceses que prestaron a los bancos españoles quienes, a su vez, nos prestaron a nosotros), llegará la hora de apretarnos las clavijas. Deuda es control; si quieres más crédito, serás obediente. Metadona a cambio de soberanía. Para empezar, reducir el déficit a niveles razonables. Llamarán al poli malo, el FMI. Olvidad de subidas de impuestos que con muchísima suerte recauden el 1,5% del PIB, y recortes del gasto de otro 1,5%; las instrucciones serán recortar el déficit drásticamente, si queremos recibir el próximo crédito para pagar los sueldos de los médicos. Miren a Letonia. A la vez, a las personas -las físicas y las jurídicas-, se les ha ido permitiendo que fuesen incrementando su nivel de endeudamiento; pero eso, el monto total de la deuda personal, tiene un límite puramente físico, límite que, en muchísimos casos ha sido sobrepasado. ¿Y no se podría devolver la deuda? Preguntará alguno, ignaro de las magnitudes que se manejan. No. No se podrá. Probablemente, la mayoría de ustedes, se pierda con esas enormes cifras. Vamos a intentar reducirlas al ámbito de lo comprensible. Por ejemplo, la deuda pública y privada de España es de unos dos billones de euros. Dos billones. Con “b” de bestial. No billón usanos (mil millones equivalente al millardo) sino español (un millón de millones) Descubramos la anatomía del monstruo.


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