yo soy mi propio padre

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-¿Por qué no llamas a Rosa y la invitas también a comer? Al fin y al cabo lo mismo nos da comprar un pollo asado o dos, lo que no nos comamos, lo guardaremos para cenar. Cuando Rosa escuchó mi voz, se apuntó enseguida. ¡Cuatro mujeres para mi sólo!, seré el hombre (niño) más feliz del mundo y lo mejor de todos es que las cuatro me quieren a su manera (amor afectivo y amor de amistad). Sonó un claxon en la calle. Era Raquel, llegaba diez minutos antes de lo previsto con su R19 blanco. -Da gusto conducir por Madrid en verano, apenas hay tráfico- dijo, después de aparcar el vehículo junto a la tienda de Luisa. Cuando salió del automóvil estiró sus brazos. En un acto reflejo me abalancé sobre ella. Cogiéndome en volandas me abrazó y besó delante de todas. -¡Te quiero!- fueron sus palabras de bienvenida. -¡Y yo a ti! Y a ésta y a ésa y a aquélla. ¡Os quiero a todas! -¿Qué haces tú con el gorrito de Ana? -Me lo dio Laura. -Pues te regaló el gorrito de su hermana, compruébalo si quieres, debajo del la doblez interior tiene escrito Ana. ¡Era cierto!, ponía Ana. -¡Vámonos a casa!- insinué. -Adelantaros vosotros, voy a encargar dos pollos al asador para recogerlos dentro de un par de horas, de paso, compraré un poco de pan y otras cosillas-dijo la tita, quitándose de en medio. -¿Y tus fiebres?-le preguntó mamá. -Más que fiebre es destemplanza, tengo que tomar al día tres paracetamoles para bajar esas décimas. Hasta que no desaparezcan, permaneceré de baja. -¿Qué te paso con tu novio?-le preguntó mamá intrigada cuando llegamos a casa. -Le comenté que conocí a otro, amable, bondadoso con los amigos, guapo, sincero, educado, políglota, ¡un ángel del cielo! De esos que sólo te encuentras uno en la vida. Cuando le dije que tenía siete años, no lo creyó y el muy imbécil se largó. Ahora me alegro, os aseguro que no le echo en falta. 66


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