LINEA SUBURBANA 1

Page 1

LÍNEA

S U B U R B A N A

#1


ESTACIONES Todo tiene un por qué La importancia de ser selectivo

4

Editorial

6

Muy Tito

No e s t a b a a l a altura

10

Pablo Poveda

Los Buenos tiempos

12

Na c h o D í e z

El miedo de siempre vuelve en domingo

16

Miqui Puig

Desilusiones de la memoria

20

Pedro Luís Freitas

22

Muy Tito

Mad Men

26

Astor Guerra

Bobby Hebb

28

Helena Exquis

Hablar por hablar

30

Pablo Poveda

C L AU D I A

2


T O DA S L A S I L U S T R AC I O NES

TIENEN

C R E AT I V E ESTE

L I C E NC I A

COMMONS

PRIMER

/

NÚMERO

S E H A L O G R A D O G R AC I A S A ÍÑIGO SAPIÑA O MUY TITO

COMO

LLAMARSE

LE

G U S TA

/

N AC H O

D Í E Z / PA B L O P OV E DA / PEDRO

LUIS

ASTOR

GUERRA

F R E I TA S Y

/

HE-

L E NA E X Q U I S / A I DA M A S P O R S U I L U S T R AC I Ó N D E P O R TA DA

/

COLABORA-

CIÓN ESPECIAL DE MIQUI P U I G / L A S I L U S T R AC I O NES

DE

SON

LOS

R E L AT O S

P R O P I E DA D

B R E N DA S T UA R T

GOOD

DE

CHILD

CHADLER

/ /

STENZ / PIERRE WILLEMIN / ARI MOORE / NERO S U N E R O / T R AV I S H O R N U NG / E S TA O B R A E S TÁ P R O T E G I DA B A J O C R E A TIVE COMMONS / PUEDE DIFUNDIRSE

SIEMPRE

Q U E S E A G R AT U I TA , C O N R E C O NO C I M I E N T O

DE

AU T O R Y S I N M O D I F I C A CIÓN /

3


#

TODOTIENE UN POR QUÉ me llevó de culo. Un viaje por distintas estaciones, un pasapor te donde compartir el desencanto por la vida y reivindicar el amor por ella. Un ticket de ida pero no de vuelta. Un callejón sin salida. Jamás nos gustó el surf pero amamos San Diego; tampoco Joe a conocimos Strummer pero cantamos sus canciones. Y así con todo.

O al menos eso me dijeron cuando estudiaba filosofía en badía Un c h i l l e r. despiertas, miras el d e s p e r t a d o r, t e d a s cuenta de que llegas tarde a clase y en la despensa sólo quedan los Corn Flakes sin azúcar que compra tu hermana para que no le engorde el culo. Entonces levantas la cabeza y decides tomar con desacato las normas de casa, lo que está bien y lo que está mal, conducir por la derecha o coger un cercanías con destino a otra provincia. Y al igual que aquel día uno desayunó cereales y no galletas, en la carun encontré tera mapa de metro que

Sumergidos en una época gris densa y sacaadormecida, a cabeza la mos golpe de tecla miensaboreábamos tras marisco barato en Asturias o comprábamos cervezas en unos chinos de Alicante. 4


1 pias hecho de sentimientos y palabras, experiencias ahogadas en alcohol y heridas. Línea Suburbana es un fanzine de relatos y como tal, creemos en él.

Mucho trabajo perdido, muchas horas muertas, demasiados días delante del o r d e n a d o r. T o d o n o s consumía y conversábamos de ello en Facebook. Iniciamos revoluciones en cada despert a r.

Como recomendación para la lectura de este pequeño panf leto, estimado lector/a, encuentre un lugar cómodo, ponga dos hielos en un vaso ancho y rocíe su preciado elixir. Esperamos que disfrute leyendo como nosotros escribiendo.

El fr uto que cayó del árbol cuando no debía y se quedó sólo; el producto madeinchina de la LOGSE; postadolescentes perdidos que cerraron sus puertas al amor humano pero no al idílico. Los que bailan solos en las bodas porque prefieren beber antes de follar.

Pablo Poveda

Línea Suburbana es un fanzine de fotoco5


La importancia de ser selectivo Por Muy tito

E

l otro día salí por la noche. Si, ya lo se, salir está muy sobrevalorado y todo ese rollo. Eso de ‘’pasarlo bien con los amigos’’ son sólo patrañas, las cosas como son. Por eso es muy impor tante ser selectivo. E l t e m a e s q u e s a l í y, ¡ c r i s t o ! , é s t a v e z p i l l é y q u é d e p u tamadre y todos comentando la jugada en el garito y… Finalmente la damisela en cuestión accedió a continuar la fiesta en el apartamento de un conocido en el que, entre otras cosas, nos pusimos un poco más tibios aún. Para ser sincero no conocía a casi nadie, y todos hablaban de drogas y de viajes y de sitios deputamadre y a mi todo aquello acabó por cortarme un poco el rollo. Sin embargo ella estaba en su salsa, enriquecía la conv e r s a c i ó n y, d e v e z e n c u a n d o , l a n z a b a a l g u n a q u e o t r a pregunta trascendental que hizo las delicias de los presentes. De fondo sonaba música electro interr umpida constantemente por los anuncios del famoso programa de música ese. La verdad es que no soy muy de electrónica ni de prog ramas infor máticos, así que opté por largar me. Eran las seis y algo de la mañana, el sol aún no asomaba y, p a r a m i s o r p r e s a , l a t i p a a p a r e c i ó e n e l a s c e n s o r cuando estaba a punto de cerrar la puerta. ‘’Debe ser mi 6


día de suerte’’ –pensé-, y no estaba del todo equivocado. Me sugirió ir a uno de esos sitios tan deputamadre de los que hablaban aquello cretinos. Acepté aunque sólo f u e s e p o r l a s g a n a s d e c l a v a r, o p o r r e c o m p e n s a r e l h e c h o d e q u e m e s i g u i e s e h a s t a e l a s c e n s o r, l o c u a l f u e un detalle bastante peliculero. El sitio no estaba lejos, y había un mínimo de gente conocida, todos con caras del estilo ‘’¿quécojoneshacemosaquíyahora?’’, cosa que no me incomodó lo más m í n i m o . A n c l é r á p i d a m e n t e e n l a b a r r a y, d e s p u é s d e u n p a r d e c e r v e z a s l a c o s a p a r e c i ó c o g e r c o l o r. S o n a r o n l o s Clash, los Damned y hasta los Rubinoos. Chaparon con u n a v i e j a d e We e z e r y n o s p i r a m o s . Ya e n l a p u e r t a , y a las nueve de la mañana, los yonkis de turno cambiaban m i e r d a e n l a p u e r t a . E l l a q u e r í a p i l l a r, p e r o c o n s e g u í hacerla cambiar de idea. Le hablé de libros, de mis canciones, de algún viaje y de falacias en general –a ese tipo de mujeres les gusta toda esa patraña- y pusimos rumbo a su apartamento. Estaba en un edificio nuevo del centro, con luces de esas que se encienden automáticamente con un sensor y todas esas chorradas rollo ciencia ficción. Hasta había una pequeña pantalla en el ascensor que infor maba de las últimas noticias. Si si, una pantalla. Y s i , e n e l a s c e n s o r. E n n u e s t r o t r a y e c t o h a s t a e l q u i n t o , el aparato en cuestión nos recordó que hoy era Santa Eulalia, que hacía cuarenta años que había muerto un célebre compositor de cámara austríaco y que esa tarde jugaban dos equipos de la primera división española. Para cuando me quise dar cuenta, ya se había hecho de día y todo.

7


E n t r a m o s a s u c a s a y, s i n m á s d i l a c i ó n , m e l l e v ó a s u h a b i t a c i ó n . C u r i o s a m e n t e y o n o t e n í a g a n a s d e m e a r, por lo cual simplemente esperé allí sentado mientras ella iba a por un par de vasos de agua. No mentiré y diré que me dediqué a mirar las fotos de su mesilla de noche ni nada por el estilo, aquello era una cuestión de mutua satisfacción, por lo que se impuso la frialdad. Al cabo de unos minutos de espera, entró de nuevo en la habitación, pero ésta vez en compañía. Su acompañ a n t e e r a o t r a m u j e r, b a s t a n t e p a r e c i d a a e l l a f í s i c a mente. Me dio dos besos y empezó a hablar conmigo en un tono bastante normal. Después de dos o tres minutos de preguntas sobre banalidades para romper el hielo se despidió, diciéndome que estaba encantada de haberme conocido. Antes de cerrar la puerta volvió a dirigirse a mí para decirme que, cuando hubiésemos acabado, cogiese de la nevera lo que me viniera en gana. Antes de que mi tipa se me echase encima le comenté: <<¡qué tía más deputamadre tu compañera de piso! ¿que no?>> E l l a e s t a l l ó a r e í r y, d e s p u é s d e u n o s l a r g o s s e g u n d o s de ataque de risa acer tó a decir: <<¿mi compañera de piso? Por dios, ¡era mi madre!>>. Yo n o f u i c a p a z d e d e c i r n a d a , a s í q u e m e l i m i t é a c u m plir con mi cometido. Una vez hubimos acabado me quedé tumbado sobre la cama. Tenía bastante sueño pero, antes de cerrar los ojos le dije: <<¡qué tía más deputamadre tu madre! ¿que no?>>

8


9


N O E S TA B A A A R U T L A A L Por Pablo Poveda Era una tarde bonita y ni la lluvia podía estropearlo. Nos vimos en el café donde la conocí y le dije de comer algo. Pensar en follar me da hambre. Tenía atractivo y lucía unas gafas que pronunciaban sus ojos azules. El camarero sacaba de la bandeja varios cruasanes y dos cafés, yo preguntaba acerca de ella, de su vida, de si se divertía o no y de si había estado alguna vez en el Caribe. Me aburría y por eso pregunté, porque ni fumar con boquilla la haría interesante. Terminé mi merienda, comí sus sobras, pagué y nos fuimos. Ella prometió ser diferente y para entonces ya la había encasillado junto al resto. Anduvimos hasta el coche y me habló de lo caro que era Praga y lo difícil que era encontrar un chico que estuviera a su altura. También dijo algo sobre escribir una novela a máquina, pero yo me había quedado en Praga y sólo me interesaba encontrar el automóvil. Y es que a veces me desesperan, pero callo y conduzco como un chófer con gorra y chaqué para no abrir la 10


puerta y tirarlas de una patada en las costillas. Llegamos a casa, le dije que se pusiera cómoda y se dejó caer en el sofá del salón. Un consejo, si una tía accede a vuestro piso premeditadamente y al llegar cuestiona vuestros discos, libros, la disposición de los muebles o el contenido de la nevera, no contestéis, sonreíd, tiráosla y después deshaceos de ella, porque es lo que quiere, todo, incluso lo último. Así que volví de la cocina con un canuto de hierba y dos martinis. Fumamos y bebimos, nos acostamos y finalmente regresé a la coc i n a a p o r w h i s k y. P e n s a r d e s p u é s d e f o l l a r m e d a s e d . Una ducha fría, conté hasta diez y fui a desper tarla. Me reprochó echarla de la cama y el trato poco caballeroso. Yo a s e n t í c o n l a c a b e z a y g u i é s u c u e r p o a l a s a l i d a mientras recogía sus bragas. A n t e s d e e n t r a r a l a s c e n s o r, l e v a n t ó l a m i r a d a y d i j o : –¿Me llamarás?— –Lo siento tía, no estuve a la altura.– 11


Los buenos tiempos Por Nacho Diez

E

ra una de esos bonitos días de abril. El buen t i e m p o s e i n t u í a , s e d e j a b a e n t r e v e r, g u a r d a b a las distancias. Era ese momento del año en que sientes que, antes de lo que esperas, va a llegar el verano. Aquel día tocábamos -una vez más- en ese garito de la calle Ripa, a orillas de la ría. La verdad es que el sitio no era nada del otro mundo. Había conciertos cada vier12


nes y sábado y la lista de espera solía moverse entre los dos y los tres meses. Era normal, considerando que no había ningún requisito para subir ese escalón que separaba a los que tocábamos del resto de los mortales. Ni dinero, ni maquetas de por medio. Algunas veces, si venían grupos extranjeros, había recaudación, pero eran las menos. De lo que podía haber pasado a la historia como una gran noche, guardo especial recuerdo de los dos grandes inconvenientes que encontré: tú y el que decía ser el manager del g rupo que venía de Barcelona. Éste último estaba totalmente fuera de sí. Hablaba como si sus pupilos fueran los Rolling Stones y me estaba volviendo loco con sus preguntas y aquel tono de voz que parecía decir me "somos gente muy impor tante, chico. A g radecerás haberte cruzado en nuestro camino". En cuanto a ti, digamos que a los dos nos gustaba la bronca. Habíamos ido siempre a más y a veces quedábam o s e x c l u s i v a m e n t e p a r a d i s c u t i r. D i s c u t í a m o s y f o l l á bamos. Era una for ma de mantener la relación. No seré yo quien diga que nosotros la inventamos, pero indudablemente nuestra contribución a esta práctica bien mer e c e s e r c o n t e m p l a d a . A d í a d e h o y, c u a n d o v u e l v o l a vista atrás lo veo como algo romántico. Hasta hace un tiempo me solía poner melancólico recordándolo, pero nunca te lo he dicho por miedo a que lo malinterpretes y pienses que aún siento algo de todo aquello. Había días en los que nos peleábamos particularmente. Se trataba normalmente de días en los que uno de los dos iba a ser protagonista. Un concier to mío, las noches q u e s a l í a s f u e r t e c o n t u s a m i g a s . . . Ya e n t o n c e s s a b í a mos que no se trataba más que de celos y de la incapacidad de llevarnos el uno con el otro a una edad tan 13


corta, lo que no quitaba para que nos dejáramos la piel, el orgullo y la paciencia en cada una de nuestras disputas. R esulta que aquel día había un choque impor tante de intereses. Estaba nuestro bolo y estaba la f iesta univers i t a r i a a l a q u e i b a i s a i r. R e c o n o z c o q u e e r a m u y p r o p i o de mí subordinar todo lo tuyo a mis movidas. Mi plan e r a b e b e r a l g o , t o c a r, e s t a r c o n l a g e n t e y q u e v i n i e r a s a d o r m i r c o n m i g o a c a s a . T u c r i m e n , s a l t á r t e l o . Yo t o maba el papel de herido y pretendía que tú aceptaras haberlo provocado todo. Pero no iba a ser tan fácil. Entre llamada y llamada, el manager me seguía hablando de toda su mierda. El myspace, el puesto de camisetas, el de CDs y el de chapas. Me preguntaba por lo que se llevaba aquí por entonces, que en Santander el speed les había dejado a todos echos polvo y que, si no había otra cosa, iban a beber como cabrones hasta que el sueño les pudiera. Cuando le dije que ellos tocarían antes que nosotros se calló y salió afuera, para volver al de un rato y asegurarse de que ése era el orden definitivo. Nosotros no solíamos tener demasiado problema en tocar antes o después. Si bien empeorábamos para mejor a medida que más tarde nos tocara, teníamos un ego bastante pequeño para ser una banda de rock de ch av a l e s d e n u e s t r a e d a d . M e d i a h o r a a n t e s d e s a l i r a t o c a r, l a s p u e r t a s d e l b a r retumbaban al ritmo de las canciones de aquella gente. Tocaban uno de esos rollos -con muchos términos en inglés- por los que se vuelven locos en la redacción de la R o c k Z o n e y, s e g ú n s e d e c í a , l o h a c í a n f r a n c a m e n t e bien. Mientras tanto, la mayoría de la gente aguardaba en la calle a que terminaran y tú tomabas las riendas 14


de la situación al decirme que no vendrías a vernos, q u e n o t e d a b a t i e m p o a p r e p a r a r t e . Yo c a l l a b a y e n c a j a b a , a s i n t i e n d o a u s e n t e a l t e l é fo n o m i e n t r a s c av i l a b a la dirección de mi siguiente movimiento. Una for ma de evadirme por un rato del asunto fue apurar aquella C a r l s b e r g y a c a l i e n t e y s a l i r a t o c a r. Resultó una gran actuación a tenor del tono en que nos dijeron después lo bien que habíamos estado. Todo había salido a pedir de boca y la noche no hacía más que c o m e n z a r. S i n e m b a r g o , m i c a b e z a e s t a b a e n o t r o s i t i o . Te llamé y lo puse todo sobre la mesa. En estos casos, solía ocur rir me siempre que empezara a sentir me culpable ya desde antes de que dijeras que sí. Cuando nos encontramos, una hora y media más tarde, ambos estáb a m o s u n p o c o b o r r a c h o s . C o m o e r a d e e s p e r a r, d i s c u t i mos -poco- y follamos. Al f inal, terminamos durmiendo cada uno en nuestra casa, sin pararnos a pensar demasiado en lo que podía haber llegado a ser aquel día y en lo poco en que se había quedado después de todo. Por la mañana no tardamos demasiado en saber acerca d e a q u e l c r e t i n o y s u s c h i c o s . " P r o b l e m a s " . Yo n o q u i s e decir nada por no levantar ampollas. Pero sigo pensando que Bilbao no es el lugar más apropiado para llegar pisando fuer te. No lo es, como no lo es San Mamés, y como tampoco el Cantábrico tiene mucho que ver con el Mediterráneo.

15


El miedo de siempre vuelve en domingo Punk-rockers en pantunflas Por Miqui Puig Miedo a la muer te estilo imperio/ Eso siempre / Miles de violines y trompetas, incr ustados y astillados en el corazón / Odio a la mediocridad / Igual de enfadados pero con menos vista / Miopía / Dioptría y Jaume Sisa / Pistas de BMX abandonadas / El fantasma del pasado pedaleando con una relación corta en la cadena de la bicicleta / Mas de tres metros de estanterías / Mas de tres metros de historia que a veces quisieras olvidar / Todo lo nuevo mejorara aquello que fue una mierda / Muchas horas para tomar vinos estupendos / Menos para la meta final, para la bandera a cuadros / Sueñas despierto amigo / Sueñas en blanco y negro / Tu bulímia va en aumento / No controles, mi for ma de pensar / Tengo enemigos, tu deberías / Catalogarlos y no perdon a r n i u n d e s l i z / ¿ Ve r d a d q u e n o p e r d o n a r o n l o s tuyos?/ Triangulaciones en cor to / Tríos de formación clásica / Bajo, batería y guitarras / Dadme canciones que pueda gritar / Dadme canciones que pueda saltar / 16


Un puño al aire, una palmada bajo la pier na / Y las botas de Edwyn C. / Las botas de Malcom Rathmell y tres jóvenes que vendrán a llamar a la puerta / Intacta la ilusión / Intacta la emoción / Tocadas las rodillas / Pobrecitas / El peso de los años, el peso mismo y la culpa / Una culpa menos dejada en la cuneta de un carretera infecta cerca de un pueblo infecto donde solo había bueno algo para dopar te / Nucas despejadas / Manos sucias / Coros que hacen sha la la / Marcas / Comerciales y en la madera de la pista / Frenadas frente a casa, frente a un aparador y para no matar a un conejo blanco / Sobre la nieve el camuf laje perfecto / Sobre la mesa miles de notas que no entiendes / Sobre ti y los tuyos / Coetáneos y sabios que aseguran el mundo esta cerca de los botellines / El artesano siempre antes que el artista / El experto tiene solo veinte años / El eterno explorador de ojos abiertos un poco más de edad y canas en la barba / La elegancia hasta 17


embarrarse en una noche de noviembre / La fidelidad t o d a , c o n e c t a d a a a l t avo c e s d e b o b i n a d o a m a n o / R e c o gerte del suelo / Las veces que haga falta / Hasta mañana nada / Silencio y envidia / Fotos robadas, ideas también / No desapareces, solo te difuminas / Las horas de sueño cambiadas en un trueque truculento / Las miserias de siempre, el miedo de siempre / El sabor de siempre, casero y una mano menuda / La luz, el color verde de las ventanas / Las delicadas baldosas verdes también / Esa división, eso eterno rechazo a la matemática básica / Pura envidia, puro candor / Los insultos si no van acompañados no sirven / Como no sirve de nada quejarse / Callar y golpear es mejor / Suma más / Desplaza la carne para amoratarla después/ Justifico lo que creo / Denuncio lo que veo / A veces me pierdo en esta habitación realmente pequeña en la que se convierte todo / El mundo construido a base de palabras / Musicado y delicado / Repitiendo la parte del amor hasta que te falta aire / Aire entre ellos y tu / Cada vez mas aire, casi una pista de aterrizaje / Casi te puedo entender pero no quiero / Mañana más / Experiencia y vistas / Senderos y casas que ocupar / El tiempo en que e s c r i b o e s t o / P i e r d e s e n t i d o a m o r, e l s a b e r / A p r e n d o nuevos rezos / Para ter minar con los de siempre / Con los mismos fallos, amigos, sitios e ideales / Podría contarte más historias de las mías / Podría saber la hora exacta en la que la historia me devolverá a la casilla de salida / Pero no serviría de nada / Seguiría perdiendo el tiempo con la belleza / Acordes, motores, balones / Botones, pliegues, vibráfonos / Caras, mantas, zapatos / Cordones, androides, medias / Piedra, papel, tijera / Aquí, allí y más allá / Palabras, punto f inal.

18


19


Desilusiones de la memoria Por Pedro Luís Freitas

S

é que cada una de las cosas que he vivido y que viviré, existirán siempre sólo para mí. Sé también que la conocí durante el invierno en un tren que partió de Oslo al atardecer y que llegó a Bodø dieciocho horas después cuando supuestamente era de día. Sé que nos amamos durante las veintisiete noches polares siguientes en una cabaña junto a un lago frío. Ella también era escritora. Durante el viaje me confesó su amor por Ibsen, por el dramaturgo perfecto, por la t r a m a p e r f e c t a y l o s p e r s o n a j e s p e r f e c t o s . Yo l e h a b l é de Borges, el er udito. Ella dijo realismo, yo dije f icción. Ella veía nieve y témpanos, mientras yo miraba montañas de sal y arena. Discutimos sobre estilo y sobre su preferencia por la prosa clásica, sencilla. Creo haberle dicho que en aquel momento mi prosa sólo entendía la métrica de sus pechos y la estética de sus curvas. Recuerdo que brotaron carcajadas y me besó, me besó unas cien mil veces. Sé que la perseverancia casi siempre premia con ironía. Sé que veintisiete noches para mí nunca fueron sufic i e n t e s . S é qu e c a d a d í a e l l a av a n z a b a m á s y m á s e n s u novela, y yo apenas acababa un relato cada dos días. Nunca me dijo sobre qué escribía. T uve la tentación de leer su manuscrito una mañana mientras ella aún dormía. Recuerdo que me acerqué a la mesa y vi los papeles junto a la Olivetti que había traído conmigo. Las hojas estaban boca abajo milimétricamente ordenadas y a p i l a d a s s o b r e u n t o m o d e l L e v i a t á n d e A u s t e r. L e s d i 20


la vuelta. El primer folio estaba en blanco pero trasluc í a l o i m p r e s o e n l a h o j a p o s t e r i o r. “ D e s i l u s i o n e s d e l a memoria”, rezaba el papel, “por A.H.A.”. Pasé la página y c o m e n c é a l e e r. Sé que en algún momento perdí la noción del tiempo. Sé también que el tiempo nunca ha existido, y que cada hora y cada minuto que pasa es el más mágico de los engaños. Sé que en aquellas páginas leí mis propias palabras, leí todo lo que alguna vez había escrito. Leí todos mis relatos, todas mis novelas y un montón de cartas de amor y disculpas. Todo aquello era mío, era mi sangre hecha tinta. Vo l v í a l a c a m a m i e n t r a s e l l a a ú n d o r m í a y o b s e r v é c o m o l a s á b a n a t r a s l u c í a s u c u e r p o s u ave , f i n o y t e r s o . Comprendí entonces que mis memorias tienen nombre d e m u j e r. M e a c o r d é d e s u s b e s o s , d e l v i a j e e n e l t r e n y de cada despertar frente al lago frío. Sé que en la vigesimoséptima noche polar olvidé todo lo que alguna vez había escrito. 21


CLAUDIA Por Muy tito

Supongo que la pobre muchacha aún creía en toda aquella bazofia que le había contado el Cosmopolitan sobre hombres que arreglan cosas y después follan en posturas inverosímiles al más puro estilo Kamasutra… Los veranos en el extranjero, junto con las películas americanas que veía en su ordenador portátil, había hecho mella en ella. Las paredes de su habitación estaban cubier tas de aquellas fotog rafías… Para muchos resultarían simples recuerdos, pero para ella conformaban una realidad paralela, un lugar donde refugiarse y ubicar su futuro. ¡Oh! los viejos sueños de adolescencia… Su novio no era precisamente todo lo contrario, pero tampoco esperaba mucho de la vida. Un par de polvos a la semana cuando sus padres no estaban, alguna cena en un sitio original y ‘’tomar algo con ella’’ de vez en c u a n d o e r a n s u s a c t i v i d a d e s e x t r a e s c o l a r e s favo r i t a s . Nada del otro mundo, para ser franco. 22


Las cosas marchaban bien al principio. No resultaba demasiado complicado eso de ser pareja. Simplemente no podían estar con otras personas, eso era básicamente la idea. No había g randes planes ni demasiados propósitos… Sólo fidelidad a cambio de un buen rato. Sin embargo, y como en toda relación, llegó un punto donde aquello dejó de ser sostenible. Es en este momento de tira y af loja sentimental cuando, por primera vez, se enseñan las cartas en la relación. Hasta entonces no hay sinceridad, tan solo simple comodidad y una pizca de confianza ciega. En una relación normal, este es el punto donde se suele comunicar alguna inf idelidad o, en la g ran mayoría de casos, quejarse por fin de algo en el ámbito amatorio. Claudia parecía tener las cosas claras: quería llevar la sar tén por el mango y empezó a exigirle a Óscar cosas 23


que este no podía darle. Desde luego no estamos hablando de dinero, ni de largos paseos por la playa en g rises mañanas de Enero, sino de exigencias en el lecho. Óscar tenía una cierta experiencia para su edad, pero tampoco se consideraba un exper to amante. Digamos más bien que no era especialmente ambicioso. Claudia, al contrario que él, apenas tenía experiencia p r e v i a . Ó s c a r h a b í a s i d o s u p r i m e r n o v i o y, a d e m á s , e l primer hombre que se había adentrado en sus entrañas. La joven Claudia no tardó en ver las cosas de otra forma; como bien dije antes, ella, además de ser una lectora incondicional de diversas revistas femeninas, había visto muchas películas del otro lado del charco. Quería que Óscar la tomase de maneras no convencionales, cumplir todas sus fantasías e imitar a las anónimas jóvenes de su edad que escribían a los consultorios sexuales de su prensa de cabecera. Al aire libre, bajo el agua, llegar a puntos de excitación peritoneales… Todo eso era música para ella, pero el pobre Óscar no se veía capaz de todo aquello. No veía el sexo como un ar te, sino como un mero pasatiempo. Y lo peor de todo es que aquello era normal a su edad. Los jueguecitos, la insinuación… ¡Cristo! Él no era ningún viejo verde cansado de años y años de r utina conyugal. Para él todo eso quedaba fuera de la normalidad de las cosas. Un día, a la salida de la biblioteca en plena época de exámenes, Claudia decidió enseñarle las cartas, sin emb a r g o é l o p t ó p o r n o a r r i e s g a r. E l l a r o m p i ó a l l o r a r, y Óscar intentó consolarla, diciéndole que las cosas po24


dían seguir como siempre. Pero no, Claudia no se confor maba con eso. Una chica ambiciosa con ella tenía que pelear por lo que quería, eso era lo que le habían enseñado. Ó s c a r p u s o r u m b o h a c i a s u m o t o y, y a a m i t a d d e c a mino, se giró y preguntó a Claudia: -Clau… ¿qué me dices de un último revolcón de desped i d a ? D e l o s d e t o d a l a v i d a … Ya s a b e s , t ú t e c o r r e s y o me corro… A lo que ella –entre sollozos- respondió: -¡Déjame en paz, imbécil! Pobre idiota… Había dejado marchar lo que más le importaba, y todo por aquella mierda que había leído en una revista…

25


ada vez que veo a Ozzy Osbourne en televisión la deseo con todas mis fuerzas que se muera en ese mismo instante. Una muerte en directo, todo aquello con lo que Darby Crash soñó. Lastima, tuvo que esperar a bajarse del escenario p a r a m o r i r. M i r o a s u m u j e r, S h a r o n , n o p u e d o evitar sentir una nausea. Ella es la culpable de todo esto. Fue ella la que consiguió que se rehabilitara cuando había que la fondo, tocado consiguió poner en marcha el Ozzfest, seguro que también fue ella la que se encargó de nego-

C

26

ciar las putas condiciones de esa mierda de programa. Menuda voz de retrasado mental que le han puesto. Parece imbécil. Quizás si no le hubieran puesto esa voz, no desearía que se muriera o si. No sé. Por lo visto han instalado un sistema de control central en toda la casa. Ahora no sabe ni encender la televisión. Me da tanta vergüenza poner en pienso que otra cosa. Le grita algo a su hijo sobre que el cacharro debería llevar un programa para hacer mamadas. Irene me dijo que la culpa de que J a c k , e l h i j o d e O z z y,


Mad Men Por Astor Guerra

acabara en desintoxicación fue del programa. Una mierda. Me resulta difícil creer que la culpa del colapso familiar se deba solo a unas cuantas cámaras bail a n d o a s u a l r e d e d o r. Anuncios. Un tipo dice algo sobre el estilo de vida de Jersey Shore. Habla sobre rayos y lavandería. No entiendo que quiere decir con eso de lavandería. El tipo es imbécil, pero de una forma totalm e n t e d i f e r e n t e a O z z y. Esta tan bronceado que parece que lo han pintado con pintura dorada. Cambio de

canal. Nada, nada, nada, nada. Dibujos animados. Tengo la impresión de que todos los dibujos actuales se puede reducir a un montón colores brillantes moviéndose a toda velocidad por la pantalla. Suspiro. Por lo menos ahora no escatiman costes de producción poniendo uno y otra vez los mismos fondos. Pienso en porque nunca me gustaron los Picapiedra. Se notaba demasiado que intentaban usar el menor número de fotogramas posibles. Vuelvo a cambiar de canal. .

27


B ob b y H eb b La verdad es que no sé como había llegado a este punto: durmiendo horas contadas, emborrachándome más de lo necesario, cargando con la apatía en la parte superior de la espalda. La más mínima cosa me hacía chillar como un gato y decir sandeces mientras picaba la cebolla. Casi me rebané un dedo una vez. Había vuelto a escuchar Joy Division, cada día, casi de continuo. Bloqueada por la ansiedad, no podía escribir n i p i n t a r. Como dice un amigo mío: "No nos queda más que angustia" Ayer llegué a casa a las 3 de la mañana, dando tumbos por mi estrecho pasillo. No sé qué hice con mis gafas, porque al despertarme tres horas después no estaban en su sitio de confianza. Recordé que a la mañana siguiente - esa misma mañana, más bien- tenía que fotografiar a un grupo. La presión de tener cuatro horas p a r a d o r m i r m e i m p i d i ó d o r m i r. D e s a y u n é , e s c u c h é l a radio... nada, no había manera. Estaba claro que no iba a d o r m i r. 28


P or H el en a E x q u is Pero estaba demasiado cansada como para hacer nada más. Aún así, permanecí encamada hasta que faltó un r a t o p a r a q u e s o n a s e e l d e s p e r t a d o r. Cuando mis pies tocaron el suelo, una idea me sacudió, como si hubiera estado cargado de electricidad. Cogí el iPod, lo puse a todo volumen, busqué entre los tropecientos discos que tengo ahí almacenados. Click-click, Pasó la primera estrofa, y ahí venía el estribillo:

Of the wonderful touch of your lips, the wonderful world of desire Love is a sweet tender night & your kisses setting my soul on fire Di unos cuantos pasos de baile, que seguro que en mi cabeza pintaban mucho mejor que en la oscuridad de mi habitación a las 9 de la mañana. Algo en mi pecho se deshinchó, todo volvió a su orden cósmico. Así fue como Bobby Hebb me salvó de la Nada. Y entonces, me pude ir a la cocina a prepararme un café y desayunar por segunda vez.

29


Hablar por hablar Por Pablo Poveda

O

dio a la gente que habla demasiado sobre sí misma. Demasiadas vueltas a todo para llegar nada. Me a b u r r e n , y l e s r o m p e r í a u n a b o t e l l a e n e l c u e l l o . Yo soy así, único. Interesante ¿verdad? Debo ser el primero que se cree único respecto al resto. Algo me dice que ya lo he oído antes. Recuerdo que esperaba al tren y me mordía la uña del p u l g a r. Y c e r c a , u n g u a r d i a . L a e s t a c i ó n e r a t o s c a y g r i s , muy g ris. Aquí no somos tan modernos como en Barcel o n a . No t e n e m o s m e t r o n i t r a n v í a . T e n e m o s p a l m e r a s . L a gente pref iere autobuses y trenes. Son familiares y perm i t e n h a b l a r, h a b l a r d e a l g o . M u c h a s p e r s o n a s t i e n e n conversaciones banales e insulsas por hablar de cualquier cosa. Y se retroalimentan hasta superar cualquier c o n v e r s a c i ó n d e a s c e n s o r. P u e s e s o , a u t o b u s e s . S u b í a l t r e n y m e u n í c o n l o s q u e v e n í a n d e l s u r. Y v a y a acento más pardo. Pasé entre vagones buscando las dos plazas libres o el sillón de pasillo que estuviera junto a u n a m u j e r. A l a s m u j e r e s l e s g u s t a h a b l a r, s o b r e t o d o h a blar de algo. Después de varios aquí-no-aquí-no-este tío apesta- puse mi culo en un sitio junto a un padre y su h i j o . É l o l í a a D u c a d o s y Va r ó n D a n d y ; e l h i j o v e s t í a y h a blaba como un tarado, sonriendo demasiado para tener tanta barba. Posiblemente lo fuera. No me reí, no me hacen gracia esas cosas, ni siquiera me dan pena, pero las pienso, como todos, igual que pensé en si tendría algo en la cabeza mientras pegaba la nariz al cristal, como follar y esas cosas. También supuse que alguien podría pensar lo mismo de mí, alguien más listo. Pero eso era imposible. Al otro lado del pasillo había una mujer con rizos y falda. 30


Leía un consultorio sexual. Cuando no miraba al tonto, la miraba a ella. Me entretenía con ambos. El que olía a tabaco también observaba, sobre todo sus piernas. En una de las paradas, todos cruzamos miradas y disimulamos al mismo tiempo, excepto el que seguía pegado a la ventana. Fue gracioso. Llegué a Alicante, cr ucé entre la gente y salí a la estación. Me esperaba Lara, una chica castaña de pelo corto que vestía chaquetas vaqueras y vestidos neg ros. Me abrazó y yo seguí andando. Después me besó en la mejilla. Lara hablaba poco, por eso me gustaba, de hecho contaba tan poco que sólo supe su nombre en tres meses de citas. Tenía hambre y sed, y fuimos a un bar de empanadillas y cervezas. Nunca le preguntaba porque suponía que diría que no cuando quisiera. Lara no dijo nada. Mientras cam i n á b a m o s m e f i j é e n l o s e d i f i c i o s a l t o s d e l a av e n i d a y en toda la gente de los autobuses que hablaba por cor tesía. Lara y yo ni nos mirábamos, era incómodo pero auténtico. Me gustaba pensar que aquello funcionaba con algo superior a la comunicación. Cenamos empanada gallega y bebimos vino; ella cogió mi mano y fuimos caminando hasta su piso, donde nos amamos, practicamos sexo oral y le vomité mientras me lo hacía. No s u p e q u é d e c i r. C o m e n c é a r e í r, i b a e b r i o y e l l a n o d i j o nada. Entendí que su mirada era más que palabras. Tanto silencio era tenso. Me disculpé y no sirvió de nada. Deseé poder hablar de algo. Me acordé del tipo con la nariz en el cristal. 31


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.