El hombre y la soledad en las tierras magallánicas

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. netrada por las 4bras impalpables d e or0

que

e l sol siembra desde lo alto. E s un estremecimiento de venas ardientes y delgadas, como 10s Lilos que teje la araza. Suben y bajan desde , e l fondo de 10s canales transparentes hasta el verde, ahora tierno,de 10s Lrbolea. El agua se encalma prodigiosa de suenos, se extiende tersa igual que una lirnina. El espesor de 10s bosques que se precipitan sobre la ribera tamiza su vaho d e . algas sobre el lis0 cristal. se sabe s; el cristal es azul o es verde, tan intangible es la compenetrac?Gn d e un color en otro. A1 fondo de las abras, en Ias lejan;as,entre dos cadenas de cerros, la 1uz vibra tran-sparente, suave, semejante a una gasa de Iino celeste. Unox tras otros se suceden, tan pronto por dtilante o a nuestro costado, islas de esmeralda y canales azules. Los caEos mis estrechos se internan eptre 10s cerros boscosos y abren lagos en reposo, turquesas inmGviles, que recuerdan Ias lagunas dhrmidas entre 10s irboles, en 1,s siestas del Talle central. El viento,\ entre tanto, est6 detenido. En:edado en loe irboles o recostado en las ri-

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