Revista Libres del Sur n°1 Junio-Julio 2013

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Junio / Julio


INDICE EDITORIAL

ACTUALIDAD ¿Quién es ese tal Marcel Claude?

Por Marco Gutiérrez

LA OTRA EDUCACIÓN Construyendo la pedagogía de la revolución Por Marco Álvarez Vergara

ECOSOCIALISMO La alternativa Ecosocialista

Por Michael Löwy

FEMINISMO Carta a las mujeres

Por Clara Ema Hué

FÚTBOL La involución del balompié chileno

Por Mauricio López

TRABAJADORAS/ES El desafío para las trabajadoras/es a 40 años del golpe de estado en Chile Por Luis Mesina

REFERENTES Luis Vitale: historiador, militante y revolucionario

Por Alexis Meza Sánchez

Revista Libres del Sur Edición Nº1 Revista Libres del Sur es una publicación editada en Santiago de Chile, 2013. Edición: Movimiento Libres del Sur Diseño: Belén Ardiles / Gustavo Hermosilla Agradecemos a cada uno de los colaboradores que hicieron posible esta edición. Junio, 2013 www.libresdelsur.cl www.escuelaslibres.cl www.facebook.com/libresdelsur libresdelsurchile@gmail.com

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un Chile libre, igualitario, democrático y LIBRES popular.

DEL SUR EDITORIAL

Vivimos momentos históricos, que nos ponen en la obligación de reflexionar colectivamente. En ese camino, como lo decimos siempre “siendo un aporte más”, ya tienen en sus manos el primer número de la Revista de Libres del Sur. Una revista que tiene por objeto generar los diálogos necesarios al interior de nuestro sector, que no es otro que la izquierda comprometida con los cambios radicales. Llevamos un poco más de un año impulsando nuestra organización, la cual ha ido creciendo con una velocidad más que significativa. Un año en el que no sólo hemos crecido a nivel nacional, sino que también hemos abrazado las luchas que en el pasado siempre se contemplaron como secundarias o muchas veces no existían en el seno de la izquierda. Nuestra revista contemplará principalmente el reflejo de nuestra reflexión, que se expresa cotidianamente en nuestro accionar militante. Por eso tendremos secciones permanentes como La Otra Educación, Ecosocialismo, Feminismo, Trabajadoras/es, Movimiento Sociales, Internacional y siempre reivindicaremos a alguien que en otra época histórica hizo un aporte para el proceso de emancipación, siendo hoy un/a referente al interior de nuestro movimiento. También incorporaremos artículos de opinión y entrevistas. En nuestra Revista, el pasado, presente y futuro se mezclan para elaborar nuestra concepción política actual, debido a que una de nuestras principales tareas, como Movimiento Libres del Sur, es crear el Chile inconcluso, con los nuevos elementos del presente. Como somos una organización que surgimos con la profunda convicción de romper con el sectarismo y dogmatismo imperante en la izquierda revolucionaria, la cual ha estado sumergida en una insondable crisis de pensamiento político, abrimos nuestras páginas para el debate y solicitamos las plumas no sólo de nuestra militancia, sino que también de intelectuales, académicos y militantes de otros espacios que hoy son parte de la construcción de la otra sociedad posible. El desafío de construir la nueva alternativa político y social de las y los marginados, requiere de un accionar convertido

en experiencia, de una experiencia convertida en teoría, de una teoría convertida nuevamente en accionar. Es desde esa trinchera, la de la praxis revolucionaria, el marco en el cual se sitúa la iniciativa de la Revista Libres del Sur, la cual propone ser un aporte reflexivo a las luchas por un Chile libre, igualitario, democrático y popular. En las actuales luchas nos enfrentamos a los mismos de siempre y están insertas en un nuevo ciclo político y social, donde los movimientos sociales se han vuelto protagonistas y dueños absolutos de las calles chilenas. Con mayor notoriedad desde el año 2011, han sobresalido las lucha del movimiento estudiantil, la lucha ecologista, de las diversidades sexuales y territoriales. No obstante, aún falta camino para articular las diferentes luchas que hoy se gestan al interior de nuestro país. Por otro lado, hemos regalado la representación política a los mismos políticos corruptos de siempre. Pero también hemos decidido cambiar eso y hemos impulsado la candidatura presidencial del compañero Marcel Claude y estamos forjando a nivel nacional un movimiento social, ciudadano y popular denominado Movimiento Todas/os a La Moneda. Desde ahí se está gestando la fuerza necesaria para constituir una gran alternativa, que supere con creces la coyuntural electoral del 17 de noviembre y sobreviva hasta que se constituya un Chile muy diferente. Desde el principio dijimos que uno de nuestros principales desafíos era suprimir la asimetría que existe entre la movilización social y los espacios de representación política. Esto sólo se puede realizar intensificando las luchas populares y a la vez golpear a la institucionalidad en el propio living de su casa. Por eso nuestra Revista viene a ser parte del fortalecimiento de nuestra estrategia “Desde abajo y a la izquierda”, para luchar en los más diversos y complejos escenarios. Esta lucha la seguiremos dando con nuestra vocación de unidad, poder y mayoría.

Equipo Editorial

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Un académico, ambientalista, luchador social y candidato presidencial

ACTUALIDAD

¿Quién es ese tal Marcel Claude?

UNA BIOGRAFÍA ÍNTIMA Por Marco Gutiérrez¹

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i buscásemos en los diarios o internet, seguramente nos informaríamos de que su segundo apellido es Reyes y que nació en Santiago el 26 de febrero de 1957, que es un economista, magíster por la Universidad de Chile y Master of Arts y candidato a doctor en la misma disciplina por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Que a su regreso, en 1990 fue funcionario del Banco Central, donde en 1993 lo nombran jefe del proyecto de cuentas ambientales a partir del cual se originaron los informes sobre bosque nativo, pesca y minería. Se nos señalaría que entre 1997 y 2006 dirigió las ONG medioambientalistas Terram y Oceana para América Latina, y que escribe columnas tanto para la prensa nacional como internacional. Se aludirá además a los litigios ganados contra el estado chileno por el derecho a acceder a la información pública y contra los hermanos Zaldívar por conflictos de intereses en la discusión de la Ley de pesca, y a su compromiso con las demandas del movimiento estudiantil desde al año 2006. Finalmente se apuntaría que actualmente es candidato presidencial independiente inscrito por el partido Humanista y respaldado por organizaciones y movimientos sociales como Libres del Sur, PIU, MAIZ y varios otros colectivos. Pero sobre todo se diría que es el candidato de la ciudadanía. Sobre todo el candidato del creciente Movimiento Todas/os a La Moneda. Un académico, ambientalista, luchador social y candidato presidencial, “tal vez se trate de una persona notable” concluiríamos, pero no tendríamos la menor idea sobre la historia personal ni de las motivaciones profundamente humanas que subyacen a aquellos algo genéricos calificativos. No sabríamos que Marcel nació en el hospital J.J. Aguirre, ni que mencionar esta institución le evoca inmediatamente el recuerdo de su padre quien falleció hace unos años ahí mismo.

Qué hablar de su padre, empleado del antiguo Servicio de Seguro Social (posteriormente INP, en la actualidad Instituto de Seguridad Previsional) encargado de imprimir los cheques para los pagos de jubilados y pensionados, lo conmueve sobremanera: “nada que ver con los servidores públicos que andan en autos con vidrios polarizados”, comenta a propósito de ministros y altos jerarcas del aparato gubernamental. Tampoco tendríamos noticias de su niñez, del temperamento rebelde que lo impulsaba a permanecer en la calle, a trepar panderetas y árboles, en cuyas ramas, adquirió el gusto por su alimento favorito -las frutas- y arriba de los cuales, comenta, incluso repasaba sus materias para el colegio y de paso le causaba más de un dolor de cabeza a su estricta madre. La historia de Marcel recuerda aquella otra historia, la de Cosimo Piovasco, el protagonista de El barón rampante de Ítalo Calvino, donde en síntesis, se narran las aventuras de un jovencito que un día resuelve no volver a bajar de los árboles para sustraerse de las hipocresías de su tiempo, y que desde su autoexilio las ramas sigue luchando por la transformación de una sociedad que no tolera hasta sus últimos días. Marcel y Cosimo comparten, además de su infancia arbórea, la condición de ser unos revolucionarios fuera de todo convencionalismo, como se verá. Nos perderíamos de esa divertida anécdota que nos cuenta sobre la visita a una tía paterna un poco cuica que tenía, quien, una vez lo invitó a él y a sus hermanos con la intención de presentarles a los niños su flamante reloj cucú. El caso es que al pequeño Marcel no le entraba en la cabeza por qué el pajarito tenía que salir necesariamente del reloj a una hora determinada y no en cualquier otro momento, así que, trepado sobre una pila de cojines, decidió investigar el asunto con la

pasiva complicidad de sus demás hermanos. Saco a la fuerza al cucú de adentro del reloj y, tras repetir esta operación unas cinco o seis veces, se percató de que el pájaro ya no volvía a entrar por ningún motivo. Obviamente fue castigado por su atrevimiento, mientras sus hermanos salieron impunes. Siempre se atrevía a ser el autor material de las travesuras infantiles, comenta. Por cierto, su tía no le perdonó jamás la avería del reloj cucú. No sabríamos que, interrogado sobre su experiencia escolar, el tenaz defensor de las demandas estudiantiles no dudaría en calificarla de repugnante, y por cierto, le daríamos la razón luego de escuchar sobre aquel nefasto primer día de clases en que recibió no una, sino tres cachetadas por tomar el lápiz con la mano izquierda. Tal vez lo imaginaríamos como un alumno brillante -pues claro, después de todo estudió en Europa ¿no?pero ignoraríamos que él mismo reconoce haber sido un escolar del montón, y que solo en tercero y cuarto medio su fuerte deseo de entrar a la universidad lo hicieron sobresalir, tanto así que se ganó todos los premios de la generación 1974 del Liceo 17 de Niñas –mixto pese lo que cabría presumir por su nombre-. Tampoco sabíamos que durante el solemne acto de premiación, en que desde luego participaban los siniestros representantes de la junta de gobierno, decidió, para horror de la directora del establecimiento, tomar asiento cuando el himno nacional llegó a aquella incongruente estrofa de “vuestros nombres valientes soldados”. No nos enteraríamos del importantísimo papel que jugó el escoutismo en la formación de su carácter juvenil. Que en tal contexto afianzó su particular vínculo con la naturaleza conociendo los lagos y ríos del Sur y realizando extensas caminatas por el Norte, pero por sobre todo, que junto a los scouts aprendió a valorar la disciplina, lejos de toda lógica militarista, desde una posición crítica que recuerda mucho a la de Thoreau caminado por los bosques y negándose a pagar impuestos a un estado esclavista y que emprendía guerras sin sentido, como era la lamentablemente no muy lejana realidad de Estados Unidos en 1846. Sabríamos que Marcel recuerda con emoción las palabras de su jefe de tropa, quien en una oportunidad les explicó a él y sus jóvenes compañeritos que, pese a que era jefe y que debían obedecerle, ya que resultaría muy grave que uno de los muchachos se perdiera o se ahogue en el río, tenían el deber de preguntarle la razón de sus órdenes, y si no había una razón, no tenían por qué obedecer. Si nos remitiésemos a Wikipedia, nos encontraríamos con que “durante el régimen militar participó del Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo, y la Agrupación de Economistas Socialistas”, pero no con que sus jornadas universitarias solían terminar en una micro camino a Peñalolén donde frecuentaba círculos que buscaban combatir las atrocidades de la dictadura desde la Teología de la Liberación. No sabríamos que su experiencia europea, fuera del ámbito académico, tuvo mucho que ver con largos viajes en una vieja citroneta cuyo motor de arranque dejaba bastante que desear,

con el descubrimiento de vivir entre la más radical diversidad; Marcel llega a afirmar que en Europa conoció a África. Nos cuenta de una conversación algo trasnochada en la que un condiscípulo africano les preguntó a él y a un par uruguayo qué era lo que más les molestaba del pueblo africano, a lo que Marcel y compañía respondieron sinceramente y al unísono: el olor, y que el africano les respondió que a él le ocurría otro tanto con los latinos: tenían olor a muerte, les confesó, pues en su cultura se suele limpiar y perfumar a los cadáveres. Nada sacaríamos en limpio de cómo enfrentó Marcel su regreso a Chile. Cuenta que se pasó como dos semanas llorando, muy comprensible si pensamos en el salto que supone partir del amable mundo académico y cultural belga donde se hablaba de los efectos en Latinoamérica de la caída del muro de Berlín, de los problemas del petróleo en Medio Oriente o sobre los problemas de la postmodernidad, al gris panorama del chileno bajo la dictadura militar. Enfrentarse además al dilema, especialmente difícil para un economista, de trabajar trazando planes de negocios para grandes empresas privadas o un funcionario público en un organismo controlado desde el nivel central. Como sabemos, Marcel tomó ésta última opción desde la perspectiva del servicio público aprendida de su propio padre. Si nos limitáramos a leer los diarios o a googlear su nombre, la historia familiar de Marcel constituiría un enigma, pues no sabríamos que es padre de tres hijos, por los que profesa un amor que trasciende con creces las barreras del estereotipado rol paterno: confiesa haber sido quien los llevaba al colegio, al médico y al dentista, el que les hacía comida y por las noches los llevaba a hacer pipí y también el que les sacó los piojos cuando hizo falta. Tampoco del sufrimiento que le significó la dolorosa separación matrimonial, sobre todo el que sus hijos dejaran de formar parte de su cotidianidad-experiencia que califica como el gran dolor de su vida. Además nos enteraríamos de que vive con una nueva pareja hace casi cuatro años y que tienen piezas separadas, una forma de disposición doméstica que busca evitar de alguna manera aquel tremendo problema que Marcel identifica en la familia chilena: el reunir los males del patriarcado y del matriarcado a un mismo tiempo. No sabríamos que Marcel es una persona de carne y hueso, fuerte y frágil igual que todos y todas, ni de ese río en el que le gusta tanto pensar y por el que navega cada vez que tiene la ocasión de hacerlo. Ese río cuyo caudal fluye con una fuerza inmensa, pero que se derramaría y debilitaría si no avanzara por un cauce. Un cauce sabiamente trazado en la tierra que recorre, que dibuja su pendiente a través de montañas y valles hasta llegar al mar. Así, como el caudal de un río, la intensidad emocional del ser humano debiese estar encausada razonablemente, y en armonía con el entorno, nos dice Marcel Claude.

1 Abogado, escritor y militante del Movimiento Libres del Sur.

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¡Larga vida a las Escuelas Libres de Chile! LA OTRA EDUCACIÓN cONSTRUYENDO LA PEDAGOGÍA DE LA REVOLUCIÓN E

Por Marco Álvarez Vergara¹

l 21 de abril de 1997, Paulo Freire escribe lo siguiente: “debemos asumir con urgencia el deber de luchar por los principios éticos más fundamentales, como el respeto a la vida de los seres humanos, a la vida de los otros animales, a la vida de los pájaros, a la vida de los ríos y los bosques”2. Estas palabras son parte de la última carta que escribió antes de morir y representan muy bien el espíritu de los cuatro años de vida de las Escuelas Libres de Chile.

gobierno, sabe muy bien que somos de las Escuelas Libres, tiene la certeza que ya nos quedamos y que la queremos mucho.

Cumplir cuatro años de infinitas alegrías, tristezas varias, aprendizajes inigualables y experiencias que nos han cambiado profundamente como seres humanos, nos obliga a compartirlas con todas y todos aquellos que no han tenido la posibilidad de conocer el pulso de este hermoso proyecto. Por eso hemos decidido elaborar un libro sobre los 4 años de experiencia de las Escuelas Libres de Chile, que tendrá el nombre de “La Otra Educación: Construyendo la Pedagogía de la Revolución”.

También tendrá un espacio importante en nuestro libro, las bases teóricas que sustentan nuestro proyecto. La importancia del Poder Popular, la referencia a procesos anteriores y el diálogo constante que tenemos con el Che Guevara, Paulo Freire y tantos otros luchadores de antaño.

Recuerdo como si fuera ayer ese día que abrimos la sede de la junta de vecinos de la Población Aurora, en la comuna de La Cisterna. La Población La Aurora es como una isla de un par de cuadras a la manzana frente al cada vez mayor auge inmobiliario de esta comuna. Sus pasajes nos llevan a un Chile que nadie quiere ver, donde el tráfico, la violencia y otras cosas se imponen frente al jugar de la niñez. En el corazón de la población y a la orilla de la “multicancha” descansa una pequeña sede que alberga sólo dos mesas y un par de bancas. En ese tiempo sólo la infancia popular merodeaba la apertura del primer día de la Escuela.

De estas experiencias y otras albergará los pasajes de nuestro libro. Pero también contemplará la sistematización de nuestro proyecto. Cómo hemos llegado a desarrollar nuestra jornada sabatina. Cómo estructuramos el desayuno comunitario, el ayuda tarea, el recreo popular y la asamblea comunitaria.

Nuestro libro intentará reflejar la mirada no sólo de las y los trabajadores de la “Otra Educación”, sino también del corazón de las Escuelas, que son las y los niños que han ido creciendo bajo el paraguas de éste hermoso proyecto. Algunos llegaron casi en los brazos de su madre, algunas ya se volvieron mujeres, por regla general todas y todos crecieron. Siguen ahí, como si la lealtad fuera tan natural e indispensable para sus vidas. Muchas veces las y los monitores ya no son los mismos, pero en el paisaje constante de las Escuelas Libres se mantiene siempre la alegría de la niñez.

El primer diálogo que tengo o al menos recuerdo, es con una niña de 10 años que pregunta lo siguiente: “¿Ustedes son de la Municipalidad?” Y a lo que respondo “No. ¿Por qué?” y ella responde, con la fuerza de la experiencia: “Si ustedes son de la municipalidad, van a estar un par de semanas y nos van a dejar botados”.

El proyecto de las Escuelas Libres se sitúa en un Chile que está cambiando. Un Chile que exige a gritos las grandes y radicales transformaciones necesarias. Hoy nuestro trabajo está cruzado por diferentes movimientos sociales que hoy se organizan por un país mejor. Como Escuelas Libres no hemos, ni estaremos ajenos a ningún proceso de lucha que se geste desde el mundo popular. Estamos muy contentos como Escuelas Libres, de ser parte de una generación de jóvenes que critica a su mal gobierno, a la institucionalidad vigente y lucha por cambiarlo todo.

Creo que nunca antes un diálogo me había cambiado tanto la forma de ver las cosas. Esa niña cumplió en el mes de mayo 14 años. Esa niña ya sabe que no somos de la municipalidad ni del

La educación ha estado en el centro del debate nacional en los últimos dos años. En el año 2011, desde la calle se provocó la discusión y se obtuvo el apoyo transversal de la sociedad, en la

justa lucha por una educación gratuita y de calidad para todos y todas. En las ya históricas movilizaciones del año 2011, como Escuelas Libres nos plegamos de diferentes formas a la lucha estudiantil. Participamos de las masivas marchas, hicimos nuestras actividades habituales en universidades en “toma” y marchamos al son de los cacerolazos en nuestras poblaciones. Pero también es importante destacar, que desde el principio dijimos que nuestra lucha no estaba sujeta a reivindicaciones economicistas, sino que a la trasformación radical del sistema educativo, cambiando tanto las metodologías como los contenidos de la educación formal. Por tanto, siempre hemos dicho que nuestra apuesta está por fuera de la formalidad vigente. La otra educación sólo podrá desarrollarse a través de espacios autónomos y liberados. Pero también en el año 2011 nos dimos cuenta de la necesidad de construir una herramienta de lucha, que superara nuestro trabajo territorial. Es por esto que el año 2011, nace el Movimiento Libres del Sur, volviéndose las Escuelas Libres de Chile parte del trabajo territorial de éste. Aunque las Escuelas Libres se convirtieron en un trabajo más de Libres del Sur, militar en ella es parte de la fibra más importante de nuestra organización. Al interior de nuestra organización, contemplamos como característica fundamental del quehacer revolucionario, la condición de trabajador y trabajadora de la otra educación. La tarea de ser parte organizadamente del proceso de conciencia transformadora, es fundamental en el accionar revolucionario. Nuestra apuesta está en el boca a boca, forjando desde la población las bases sólidas en la construcción de la otra sociedad necesaria. Ser trabajador o trabajadora de la otra educación, nos compromete a un trabajo desde la base. Nuestro lema “Desde abajo y a la izquierda” no se reduce a una mera consigna, sino que toma vida al interior de este proyecto, como parte de nuestra militancia cotidiana. Por eso, para nosotras y nosotros, Libres del Sur-Escuelas Libres es una forma de vivir; una forma de comprender e intervenir la injusta sociedad en la que vivimos y continuar con la que estamos construyendo.

Constantemente nos preguntan si lo que hacemos es educación popular y para lo cual tenemos una respuesta categórica. La otra educación, integra variadas concepciones de la educación popular, pero no se limita a ella. Lo que si nos interesa es desmarcarnos de los que han tratado de monopolizar la educación popular, apegándose como dogma a ciertos pasajes de la Pedagogía del Oprimido (1969) de Paulo Freire. El mismo Paulo criticó radicalmente a quienes aplican sus propuestas y no se detienen en analizar los tiempos en los que viven. Cuando comenzamos con el proyecto de las Escuelas Libres, más de alguna vez nos dijeron que nuestros sueños terminarían con nuestra permanencia en la universidad. Nos decían que lo revolucionario se nos quitaría cuando conozcamos el trabajo asalariado. Se equivocaron, ya que mientras más tiempo pasa, mejor nos organizamos. Más tiempo transcurre y cada vez nos convencemos profundamente que el único camino posible para el cambio, es construyendo las propias carreteras de la libertad. Muchos serán los tópicos de nuestro libro, tanto como miradas que han hecho posible nuestros 4 años de historia. Si eres militante de las Escuelas Libres de Chile o lo fuiste, aporta con tu experiencia para este tan lindo proyecto. Si aún no lo conoces, súmate a ser parte de la gran familia de la “Otra Educación”. Al cumplir cuatros años de existencia como proyecto, nos hemos impuesto la tarea de construir una Escuelas Libre en cada rincón del país. Fortalecer el proyecto de la “Otra Educación”. Seguir siendo un aporte más en la construcción de un Chile justo, libre, igualitario, democrático y popular.

1 Coordinador general Escuelas Libres de Chile y militante del Movimiento Libres del Sur. 2 Paulo Freire, Pedagogía de la Indignación, Editorial Siglo XXI, pág. 83, Buenos Aires, 2012.

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ECOSOCIALISMO

LA ALTERNATIVA ECOSOCIALISTA Por Michael Löwy¹

¿Qué es pues el ecosocialismo? Se trata de una corriente de pensamiento y de acción ecológica que hace suyos los logros fundamentales del socialismo, a la vez que le desembaraza de sus escorias productivistas. Para los ecosocialistas la lógica del mercado y de la ganancia, como la del autoritarismo burocrático del difunto “socialismo real”, son incompatibles con las exigencias de salvaguarda del medio ambiente natural. A la vez que critica la ideología de las corrientes dominantes del movimiento obrero, saben que los trabajadores y sus organizaciones son una fuerza esencial para toda transformación radical del sistema, y para el establecimiento de una nueva sociedad, socialista y ecológica. El ecosocialismo se ha desarrollado sobre todo durante los últimos treinta años gracias a los trabajos de pensadores de la talla de Manuel Sacristán, Raymond Williams, Rudolf Bahro (en sus primeros escritos) y André Gorz (ibidem), así como de las preciosas contribuciones de James O’Connor, Barry Commoner, John Bellamy Foster, Joel Kovel (EE UU), Juan Martinez Alier, Francisco Fernandez Buey, Jorge Riechman (España), Jean-Paul Déléage, Jean-Marie Harribey, Pierre Rousset (Francia), Elmar Altvater, Frieder Otto Wolf (Alemania), y muchos otros, que se expresan en una red de revistas como Capitalism, Nature and Socialism, Ecología Política, etc. Esta corriente está lejos de ser políticamente homogénea, pero la mayor parte de sus representantes comparten ciertos temas comunes. En ruptura con la ideología productivista del progreso –en su forma capitalista y/o burocrática– y opuesta a la expansión hasta el infinito de un modo de producción y de consumo destructor de la naturaleza, representa una tentativa original de articular las ideas fundamentales del marxismo con los avances de la crítica ecológica. James O´Connor define como ecosocialistas las teorías y los movimientos que aspiran a subordinar el valor de cambio al valor de uso2. Organizando la producción en función de las necesidades sociales y de las exigencias de la protección del medio ambiente. Su objetivo, un socialismo ecológico, sería una sociedad ecológicamente racional fundada en el control democrático, la igualdad social y la predominancia del valor de uso. Yo añadiría que: a) esta sociedad supone la propiedad colectiva de los medios de producción y de las inversiones, y una nueva estructura tecnológica de las fuerzas productivas; b) el ecosocialismo sería un sistema basado no sólo en la satisfacción de las necesidades humanas democráticamente determinadas, sino también en la gestión racional colectiva de los intercambios de materias con el medio ambiente, respetando los ecosistemas.

1 Este artículo denominado “Escenarios de lo peor y alternativa ecosocialista” es de autoría del sociólogo y filósofo marxista, franco - brasilero, Michael Löwy y publicado en la Revista Vientos del Sur N° 10, diciembre de 2009. Los editores de la Revista Libres del Sur han seleccionado, respetando textualmente desde la página 90 a 94, una parte de este artículo de Löwy. En particular la argumentación de una alternativa ecosocialista. La traducción original corresponde a Alberto Nadal. 2 O’Connor, J. (1998) Natural Causes. Essays in Ecological Marxism, Nueva York: The Guilford Press. págs. 278, 331.

El ecosocialismo desarrolla pues una crítica de la tesis de la “neutralidad” de las fuerzas productivas que ha predominado en la izquierda del siglo XX, en sus dos vertientes, socialdemócrata y comunista soviética. Esta crítica, podría inspirarse, en mi opinión, en las observaciones de Marx sobre la Comuna de París: los trabajadores no pueden apoderarse del aparato del Estado capitalista y ponerle a funcionar a su servicio. Deben “romperlo” y reemplazarlo por otro, de naturaleza totalmente distinta, una forma no estatal y democrática de poder político. Lo mismo vale, mutatis mutandis, para el aparato productivo: por su naturaleza, y su estructura, no es neutro, sino que está al servicio de la acumulación del capital y de la expansión ilimitada del mercado. Está en contradicción con los imperativos de salvaguardia del medio ambiente y de salud de la fuerza de trabajo. Es preciso pues “revolucionarlo”, transformándolo radicalmente. Esto puede significar, para ciertas ramas de la producción –las centrales nucleares por ejemplo– “romperlas”. En cualquier caso, las fuerzas productivas mismas deben ser profundamente modificadas. Ciertamente, numerosas conquistas científicas y tecnológicas del pasado son preciosas, pero el conjunto del sistema productivo debe ser puesto en cuestión desde el punto de vista de su compatibilidad con las exigencias vitales de preservación de los equilibrios ecológicos. Esto significa, en primer lugar, una revolución energías no renovables y responsables de la polución, del envenenamiento del medio ambiente y del calentamiento del planeta –carbón, petróleo y nuclear– por energías “blandas”, “limpias” y renovables: agua, viento, sol, así como por la reducción drástica del consumo de energía (y consiguientemente de las emisiones de CO2).

Pero es el conjunto del modo de producción y de consumo -basado, por ejemplo, en el coche individual y otros productos de ese tipo– el que debe ser transformado, conjuntamente con la supresión de las relaciones de producción capitalistas y el comienzo de una transición al socialismo. Entiendo por socialismo la idea original, común a Marx y a los socialistas libertarios, que no tiene mucho que ver con los pretendidos regímenes “socialistas” que se han hundido a partir de 1989: se trata de “la utopía concreta” –por utilizar el concepto de Ernst Bloch– de una sociedad sin clases y sin dominación, en la que los principales medios de producción pertenecen a la colectividad, y las grandes decisiones sobre las inversiones, la producción y la distribución no son abandonadas a las leyes ciegas del mercado, a una élite de propietarios, o a una camarilla burocrática, sino que son adoptadas, tras un amplio debate democrático y pluralista, por el conjunto de la población. La importancia planetaria de este proceso de transformación radical de las relaciones entre las personas y con la naturaleza es un cambio de paradigma civilizatorio, que concierne no sólo al aparato productivo y las costumbres de consumo, sino también al hábitat, la cultura, los valores, el estilo de vida. ¿Cuál será el futuro de las fuerzas productivas en esta transición al socialismo, un proceso histórico que no se cuenta en meses o en años? Dos escuelas se enfrentan en el seno de lo que podría llamarse la izquierda ecológica: I. La escuela optimista, según la cual, gracias al progreso tecnológico y a las energías dulces, el desarrollo de las fuerzas socialistas puede conocer una expansión ilimitada, con el objetivo de satisfacer “a cada uno según sus necesidades”. Esta escuela no tiene en cuenta los límites naturales del planeta, y acaba por reproducir, bajo la etiqueta de “desarrollo sostenible” el viejo modelo socialista.

son movidos por deseos y aspiraciones infinitas, que hay que controlar y rechazar. Sin embargo, el ecosocialismo se basa en una apuesta, que era ya la de Marx: el predominio en una sociedad sin clases del “ser” sobre el “tener”, es decir la realización personal, por actividades culturales, lúdicas, eróticas, deportivas, artísticas, políticas, más que el deseo de acumulación hasta el infinito de bienes y productos. Éste es inducido por el fetichismo de la mercancía inherente al sistema capitalista, por la ideología dominante y por la publicidad: nada indica que constituya una “naturaleza humana eterna”. Eso no quiere decir que no habrá conflictos, entre las exigencias de la protección del medio ambiente y las necesidades sociales, entre los imperativos ecológicos y las necesidades del desarrollo, particularmente en los países pobres. Corresponde a la democracia socialista, liberada de los imperativos del capital y del “mercado”, resolver estas contradicciones. Sí, se nos responderá, es simpática esta utopía, pero mientras tanto, ¿hay que quedarse con los brazos cruzados? ¡Ciertamente no! Hay que batallar por cada avance, cada medida de reglamentación de las emisiones de gas con efecto invernadero, cada acción de defensa del medio ambiente. El combate por reformas ecosociales puede ser portador de una dinámica de cambio, a condición de que se rechacen los argumentos y las presiones de los intereses dominantes, en nombre de las “reglas del mercado”, de la “competitividad” o de la “modernización”. Ciertas demandas inmediatas son ya, o pueden serlo rápidamente, el lugar de una convergencia entre movimientos sociales y movimientos ecologistas, sindicatos y defensores del medio ambiente, “rojos” y “verdes”. Son demandas que a menudo “prefiguran” lo que podría ser una sociedad ecosocialista:

II. La escuela pesimista, que, partiendo de esos límites naturales, considera que hay que limitar, de forma draconiana, el crecimiento demográfico y el nivel de vida de las poblaciones. Habría que tomar el camino del decrecimiento, al precio de la renuncia a las casas individuales, a la calefacción, etc. Como estas medidas son muy impopulares, esta escuela acaricia, a veces, el sueño de una “dictadura ecológica ilustrada”.

El reemplazo progresivo de las energías fósiles por fuentes de energía “limpias”, particularmente, la solar;

Me parece que estas dos escuelas comparten una concepción puramente cuantitativa del “decrecimiento” o del desarrollo de las fuerzas productivas. Hay una tercera posición, que me parece más apropiada, cuya hipótesis principal es el cambio cualitativo del desarrollo: poner fin al monstruoso despilfarro de recursos por el capitalismo, basado en la producción a gran escala de productos inútiles o nocivos: la industria de armamento es un ejemplo evidente. Se trata pues de orientar la producción hacia la satisfacción de las necesidades auténticas, comenzando por la que se puede designar como “bíblicas”: el agua, la alimentación, el vestido, la vivienda –a las que hay que añadir, por supuesto, la salud, la educación y la cultura.

La lucha contra el sistema de la deuda y los “ajustes” ultraliberales impuesto por el FMI y el Banco Mundial a los países del Sur, con consecuencias sociales y ecológicas dramáticas: paro masivo, destrucción de las protecciones sociales y de los cultivos de alimentos, destrucción de los recursos naturales para la exportación.

¿Cómo distinguir las necesidades auténticas de las artificiales y falsas? Estas últimas son inducidas por el sistema de manipulación mental que se llama “publicidad”. Pieza indispensable para el funcionamiento del mercado capitalista, la publicidad está condenada a desaparecer en una sociedad de transición al socialismo, para ser reemplazada por la información proporcionada por las asociaciones de consumidores. El criterio para distinguir una necesidad auténtica de otra artificial, es su persistencia tras la supresión de la publicidad… (¡Coca Cola!).

La reducción del tiempo de trabajo como respuesta al paro y como visión de la sociedad que privilegia el tiempo libre más que la acumulación de bienes.

El coche individual, por el contrario, responde a una necesidad real, pero en un proyecto ecosocialista, basado en la abundancia de transportes públicos gratuitos, tendrá un papel mucho más reducido que en la sociedad burguesa, donde se ha convertido en un fetiche mercantil, un signo de prestigio, y el centro de la vida social de los individuos. Ciertamente, responderán los pesimistas, pero los individuos

La promoción de transportes públicos –trenes, metros, autobús, tranvías baratos o gratuitos como alternativa al ahogo y la polución de las ciudades y del campo por el coche individual y por el sistema de transporte por carretera.

La defensa de la sanidad pública, contra la polución del aire, del agua (capas freáticas) o de la alimentación por la avidez de las grandes empresas capitalistas. El desarrollo subvencionado de la agricultura biológica, en lugar de la agroindustria.

La lista de medidas necesarias existe, pero es difícilmente compatible con el neoliberalismo y la sumisión a los intereses del capital… Cada victoria parcial es importante, a condición de no limitarse a lo ganado, sino movilizar inmediatamente por un objetivo superior, en una dinámica de radicalización creciente. Cada paso adelante en esta batalla es precioso, no sólo porque ralentiza la carrera hacia el abismo, sino porque permite a la gente, a los trabajadores, a los individuos, a las mujeres, a las comunidades locales, particularmente campesinas e indígenas, organizarse, luchar y tomar conciencia de lo que está en juego en el combate, comprender, por su experiencia colectiva, el fracaso del sistema capitalista y la necesidad de un cambio de civilización.

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siglos… Hasta que en el “Siglo de las Luces” aparecieron las primeras mujeres brillantes que abrieron una senda violeta, el primer verdadero camino para la mujer y su historia.

FEMINISMO

CARTA A LAS MUJERES Por Clara Ema Hué¹

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ños de aprendizaje y luchas en mi vida, en tu vida y en nuestras vidas han pasado para que ahora yo escriba con ansias y tú, mujer, leas esto con atención. Sí, Mujer, porque esto va para ti, para la tantas veces ignorada, la históricamente ocultada y relegada Mujer. Para ti, que quizás nunca te dieron la oportunidad de escribir para alguien que no fuera tu diario de vida… o quizás nunca te dieron la oportunidad, siquiera, de terminar tu escolaridad y entrar al mágico mundo de los libros, y a decir verdad, el tiempo nunca alcanzó para algo más que no fueran las labores domésticas propias de la señorita de la casa.

Nos enseñan a cuidar nuestra apariencia apegándonos a la heterónoma impuesta por el sistema e implantada por los medios masivos que nos bombardean diariamente con más de 400 mensajes al día (sólo a través de la televisión, diciéndonos cómo debemos vernos, vestirnos, maquillarnos y un etcétera infinito. Ocultamos nuestro maravilloso ciclo menstrual porque “de esos temas no se habla”, y nos enseñan a decir que “cuando nos baja el período”, debemos decir que “nos enfermamos”, y que en esos días, nuestros mejores aliados son el guatero, analgésicos “para la mujer” y quedarse en cama, llegando a maldecir mes a mes la pesada carga de ser mujer.

Este año, como militantes del Movimiento Libres del Sur, hemos comenzado a organizarnos en torno a un movimiento llamado La Violeta Rebelde. De éste nombre podemos desprender tanto un personaje (imaginamos a una niña/mujer llamada Violeta que será nuestro rostro y portavoz a modo de ilustraciones y otras gráficas) como un camino, el feminista. Pero además, quisimos hacer un pequeño homenaje a la querida Violeta Parra: artista, cantora, mujer de pueblo, de armas y de amor. Tiñó a Chile con su voz y su dolor que era también el sentir de much@s, pero también con su rebeldía y su conciencia de clase. Durante los años de pseudo-democrácia se ha intentado instalarla como un icono tibio, de la también tibia Concertación, donde revindican y se apropian de algunas de sus canciones como Gracias a la Vida o La Jardinera, usándola casi a modo de himno en sus diferentes actos, e incluso en películas. Han intentado “blanquear” su imagen revolucionaria –sobre todo para la época- mostrándonosla como una cantora que hacía arpilleras y que fue capaz de sacar adelante a sus hermanit@s de la más cruda pobreza, pero en ese imaginario concertacionista, jamás veremos o escucharemos a la Viola Chilensis restregándonos en la cara las penas e injusticias vividas en la Araucanía (hecha para el pueblo Mapuche, llorada también por el asesinato de Rodrigo Cisternas), ni mucho menos sobre las trasnacionales que durante años han saqueado y explotado nuestros recursos naturales gratuitamente, a costa del sudor de nuestra clase trabajadora.

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Mientras escribo, pienso en cuántas mujeres en este mismo momento están siendo otra vez víctimas de la violencia del patriarcado, de las miles que han muerto sólo por ser mujeres, pienso en nuestras abuelas violetas que fueron sindicadas y satanizadas sólo por sacar la voz por la mitad de la especie humana obligadas a ser muda. Pienso en nuestras hermanas indígenas, ahogadas con la miseria que conlleva el capitalismo y su vorágine, y en las inexistentes victorias que han alcanzado desde que el Santo Hombre en la Cruz, su religión y sus imperios invadieron Abya Yala. Siglos de historia, mitos y leyendas cargamos en la espalda todas quienes hemos nacido en este sistema binario, donde la mitad es alabada y beneficiada y nosotras somos culpables desde nacer hasta concebir una nueva vida: Adoctrinadas desde que estamos en el vientre de nuestra madre, nos hacen saber que deberemos vestir de rosado, jugar a las muñecas para desarrollar nuestro instinto, usar el cabello largo y no decir malas palabras, que eso se lo dejemos a los hombres. Ya más creciditas nos hablan de princesas hermosas, arquetípicas y complacientes, pero incapaces, que deben ser rescatadas de su profundo maleficio/sueño/envenenamiento, sólo con la ayuda del Príncipe Azul, haciéndonos sentir ingenua, y casi inconscientemente, con que eso debe pasar también en nuestras vidas. Aspiramos así a vernos bellas, y en lo posible, a no tener vellos, pues es señal de que llegamos a convertirnos en una mujer adulta y madura… y la mujer, en un sistema patriarcal, nunca llega a la madurez.

Sin embargo, recordemos que no sólo recibimos educación sexista en nuestras casas, sino que en pleno Siglo XXI todavía se habla del “Hombre” para referirse a nuestra especie humana. Ocho años de estudios de educación básica y cuatro años de educación media, donde sentadas en un pupitre y con la idea de que la mejor estudiante es aquella que cuestiona menos y “aprende” más, recibimos una educación totalmente aplanadora; aprendemos desde pequeñas acerca de la Historia del Hombre, de cómo evolucionó desde el homo hábilis hasta el homo sapiens-sapiens. Escuchamos historias cautivantes de la antigua Grecia y de sus logros, de sus poetas y filósofos, alabamos su sabiduría y aprendemos de su ciencia. Absortas, imaginamos cómo fue la vida de esos maravillosos hombres. Pensamos cómo fue el momento en que Arquímedes exclamó su célebre ¡Eureka! O cómo fue que Sócrates fue capaz de idear su apología o si es más bien parte del mito. O cómo Pitágoras llegó a ser el primer matemático puro de la historia… Hey, acabo de nombrar a Pitágoras, sí. El mismo del teorema que nos “pasan” hasta el cansancio, y que de todas maneras, nunca terminamos de aprender. El mismo alabado filósofo quien afirmó que: “Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que creó el caos, la oscuridad o la mujer”. Digámoslo, eso jamás nos enseñaron en la escuela, pero señalemos también, es lo que está intrínseco en la historia de nuestra historia. Así nos han representado, hecho ver y sentir, desde que las mujeres tuvimos que quedarnos en casa a cuidar a nuestras indefensas crías por los siglos de los

Ese espíritu de tierra, pueblo y trabajo, profundamente mujer, profundamente guerrera rebelde y profundamente madre es el que queremos levantar y construir hoy, como sus hijasherederas, levantando su historia y alzándonos, esta vez, no como un grito de guerra, sino como un llamado a la unidad de género nacida de las entrañas del pueblo oprimido, que late y crece fuerte en cada una de nosotras. Hoy por hoy, no debe ser sino un deber el organizarse y empoderarse/empoderarnos como creadoras de nuestra nueva y propia historia; esa que congrega y equipara, la que revela lo escondido por las tradiciones falocéntricas. Ahora es la hora de contarle a todas y a todos la opresión de nuestras abuelas y nuestras madres, pero también, sus intentos y pequeños grandes logros emancipatorios, que nos permiten hoy poder escribir y leer, votar, participar de la ciudad, dirigir nuestras vidas, ser madres solteras, estudiar en la universidad, organizarnos sin temor a ser golpeadas, vestirnos casi y como queramos… pero a no creer que todo está hecho, amigas. La lucha es larga, empecémosla ya. Es por eso que queremos invitarte a seguir el camino de tantas, o mejor aún, empezar tu propio camino por la libertad. A estudiar, a leer y a partir por autoexaminarnos, a ver cuán arraigado está el patriarcado y las heteronormas en nuestro ser, a extirpar esta enfermedad de nosotras mismas, para seguir con el resto, a organizarse con nuestras vecinas, amigas y familiares, a pasar la voz acerca de que hoy las mujeres sí luchamos. A tomar las riendas de nuestro destino, a crear sororidad2.

Como la Violeta Rebelde, te invitamos también a conocernos3 para que podamos unir fuerzas, conocimientos y generar hermandades. Juntas, podemos hacer de este país una Matria Nueva.

1 Feminista, antiespecista y militante del Movimiento Libres del Sur. 2 El concepto de sororidad “… enuncia los principios ético - políticos de equivalencia y relación paritaria entre mujeres. Se trata de una alianza entre mujeres, propicia la confianza, el reconocimiento recíproco de la autoridad y el apoyo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer”. Ver http://rosacandel.es 3 https://www.facebook.com/lavioleta.rebelde La Violeta Rebelde (Movimiento de Mujeres)


FÚTBOL

La Involución del Balompié Chileno

Del Fútbol Romántico al Fútbol Negocio Por Carlos Mauricio López1

L

a práctica del fútbol en Chile se remonta hacia fines del siglo XIX, prácticamente al igual que en todo Latinoamérica. Traído por inmigrantes ingleses, tuvo su primer “desembarco” en Valparaíso para después regarse por los demás principales puertos del país, alcanzando rápidamente a Santiago.

Según diversas notas de prensa, el primer encuentro propiamente tal se jugó en los terrenos del colegio británico The Mackay School, en el Cerro Alegre de Valparaíso, naciendo desde esa misma institución el Mackay and Sutherland Football Club en 1882, transformándose en el primer club de fútbol en fundarse en Chile. Al poco andar, la práctica de este deporte estaba más o menos instaurada a lo largo del país, teniendo como epicentro a Valparaíso, lugar donde se fundó la primera asociación que organizó la práctica de la actividad en la nación, la Committee of Sports, la que a poco andar dio paso a Football Association of Chile, estamento que nació al alero de 6 equipos porteños en 1895: Valparaíso Football Club, Mac Kay and Sutherland, Chilian F.C., Victoria Rangers, National Football Club, Athletic, y Valparaíso Wanderers F.C., todos bajo el alero de la comunidad británica que residía en el puerto. Conforme ocurría eso en la ciudad puerto, en la capital la práctica comenzaba a dar sus primeros pasos, aunque con bastante retraso respecto de lo que ocurría en Valparaíso. Recién en 1903, y ante la gran cantidad de equipos que se habían formado en Santiago, se decidió la creación de la Asociación de Football de Santiago, principal estamento que organizó ese mismo año el primer torneo oficial de que se tenga registro en la capital. La convivencia entre las dos principales asociaciones que había en el país no era de las mejores y no fue hasta que en 1929, y por imposición gubernamental, se creó la Federación de Football de Chile, ente que tendría jurisdicción sobre todo el país, y que sería la encargada de dar vida en 1933 a los torneos oficiales de fútbol que conocemos hasta hoy. En un principio, y hasta hace muy poco tiempo, los equipos que animaron la actividad futbolística profesional en Chile nacieron principalmente al alero de instituciones educacionales, colectividades de inmigrantes, empresas o instituciones del estado y ciudades, más algunas excepciones como los casos de Santiago National, equipo que se cuenta entre los fundadores de la actividad en el país, y de exclusiva extracción aristocrática, o Colo Colo, que se fundó luego de que un grupo de profesores que militaban en Magallanes, decidieran escindirse y formar el club que a la larga se identificaría con las capas más populares de la nación. Oficializados, los clubes chilenos se regularon legalmente mediante la conformación de corporaciones de derecho privado sin fines de lucro, y la potestad recayó en una estructura societaria donde cualquier hincha podía, mediante el pago de una mensualidad, postular a cargos y, por qué no, llegar incluso a presidir la institución. Fue bajo ese sistema que se desarrolló gran parte de la historia de los clubes del fútbol chileno por más de setenta años y al alero de esa estructura que dichas instituciones se llenaron de gloria y fueron cimentando prácticamente todo el patrimonio que hoy exhiben. El tricampeonato de Magallanes en los años treinta; la

Copa Libertadores de América de Colo Colo en 1991; Cobreloa finalista dos años consecutivos en el torneo de clubes más importante del subcontinente; la final continental de Unión Española ante Independiente en 1974; o la creación del Campeonato Sudamericano de Campeones en 1948, entre otros logros. Sin embargo, el arrastre popular y, por sobre todo, el caudal de dinero que maneja la actividad futbolística, así como la alta figuración pública, fue visto con buenos ojos por el apetito insaciable de los grupos económicos, los que se lanzaron con todo por hacerse con esta “mina de oro”. La fecha escogida para iniciar el “desembarco” en el fútbol fue el 23 de enero de 2002. En aquella data, el 22º Juzgado Civil de Santiago, a cargo de la jueza Helga Marchant, declaró la quiebra de Colo Colo por 59 millones de pesos a solicitud de la Asociación Chilena de Leasing. Las cartas ya estaban echadas, aún cuando Peter Dragicevic, a la sazón presidente del club albo en aquella época, hubiese llegado a un acuerdo extrajudicial con dicha empresa para cancelar lo adeudado, la maquinaria por hacerse con el fútbol no echaría pié atrás. La jueza se negó a levantar la bancarrota, hecho que aprovecharon los demás acreedores para sumarse a la demanda y hacer irrevocable lo que ya se había zanjado en las esferas de poder: Colo Colo sería la punta de lanza para que los grupos económicos invirtieran ahora en el balompié. Los contratos de televisión, la publicidad, el merchandising, el borderó -venta de entradas-, y las ventas de jugadores, etc., eran motivos monetarios más que suficientes para que los empresarios, ávidos de riqueza, quisieran ingresar al negocio, sin embargo, la estructura legal que soportaba la actividad no se los permitía, por lo tanto, tuvieron que aplicar una “doctrina de shock”, por así decirlo, para incrustar sus garras en él, hecho que comenzó con la quiebra de Colo Colo y que seguiría con la de Universidad de Chile, la que se concretaría tan solo cuatro años después que la de su archirrival. Apoyados por el poder político, que desde un inicio alentó la quiebra de éstas entidades, argumentando que la institucionalidad deportiva estaría mucho mejor administrada en manos de sociedades anónimas gestionadas empresarialmente y no como ocurría hasta esa época, por sociedades sin fines de lucro, donde la pasión generalmente hacía que las gestiones fueran deficientes. De esta forma, “próceres” como Heraldo Muñoz, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Sebastián Piñera, Ricardo Lagos, Alberto Espina, Francisco Vidal, Camilo Escalona, Andrés Zaldivar o Jorge Burgos, entre otros, hicieron el lobby necesario entre sus pares para comenzar a darle vida al fútbol negocio que nefastamente hoy vemos en Chile, impulsando la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas Privadas, legislación que le vino como anillo al dedo al empresariado para “invadir” la actividad. Así, el 23 de julio de 2002, y a justos cinco meses de declarada la quiebra de Colo Colo, el Presidente de la República en ese momento, el tristemente célebre Ricardo Lagos Escobar, presentó a la Cámara de Diputados el Mensaje Presidencial con que se iniciaría la discusión que dio vida a la Ley N° 20.019, Ley de SADP, la que entró en vigor el 7 de mayo de 2005, 32 días antes de que Blanco y Negro SA firmara el contrato de concesión con la Corporación del Club Social y Deportivo Colo Colo para hacerse con su concesión por 30 años, iniciándose así la llegada con bombos y platillos de los grandes grupos económicos al balompié y dando comienzo así al fútbol negocio. Con la premisa de venir a sanear los clubes, a profesionalizar la actividad, transparentar las finanzas y a dejar atrás el“despelote” en cuanto a gestión que ostentaban las instituciones, las sociedades anónimas fueron haciéndose con el manejo de los equipos, amparados en una legislación perniciosa para sus intereses y que hoy exhibe que de los 32 equipos que dan vida a las dos máximas categorías del fútbol chileno, 28 estén en manos privadas y tan sólo 4 continúen siendo de sus socios e hinchas, es decir, corporaciones de derecho privado sin fines de lucro, gatillando la llegada en gloria y majestad del “libremercado” a la actividad deportiva.

De esta forma, En Santiago Wanderers, por ejemplo, llegó Larraín Vial en un principio, para dar paso después a “Inversiones Playa Ancha”, donde destaca Joaquín Lavín, Patrick Turner y Alberto Eguiguren; en O’Higgins la familia Abumohor, encabezada por el ex presidente de la ANFP, Ricardo Abumohor; en Unión Española, la propiedad prácticamente absoluta es del empresario hispano Jorge Segovia Bonet, dueño de la Institución Internacional SEK; en Universidad de Chile desembarcó José Yuraszeck, archiconocido por el “Caso Chispas”, Carlos Heller Solari, miembro del directorio de LAN, de Falabella, Sodimac, Club Hípico de Santiago y Mega, entre otras empresas, Peter Hiller, dueño del Movistar Arena; en Colo Colo Aníbal Mosa, dueño del Grupo Pasmar, propietario, entre otras inversiones, del Mall de Castro, Ramón Yavar, presidente de Moller y Pérez Cotapos, además de ex ejecutivo de Enersis, Leonidas Vial, presidente de la institución financiera LarrainVial -además de socio de José Yuraszeck en CIC-, Andrés Vicuña, presidente de Embonor, franquicia de Coca Cola en Chile, y Hernán Levy, dueño de Ceramicas Santiago,-y consuegro de Sebastián Piñera- y que llegó al club luego de que el actual Subsecretario de Deportes, Gabriel Ruiz-Tagle, le vendiera el 24,5% de su participación en la sociedad; en Universidad Católica, finalmente, Jaime Estévez, quien fuera presidente del BancoEstado -y que hace algunas semanas hiciera noticia, pues cuando él estuvo al mando de la institución bancaria se llevaron a cabo una serie de clausulas abusivas que perjudicaron a los cuentacorrentistas más pobres del organismo-, Luis Felipe Gazitúa, ejecutivo en las compañías del Grupo Matte, como Colbún y Bice, además de miembro del directorio de Corpesca y Orizon; Cecilia Karlezi, prima de Carlos Heller, quien es miembro del directorio de Falabella y Sodimac, además de socio en Inversiones Santa Filomena, Inversiones Auguri y Rentas Don Alberto Tres. Es decir, el fútbol tomó un giro hacia la derecha y se dejó guiar por las directrices que dicta el “imperio del dinero”. No obstante aquello, la panacea, como se mostraba a las sociedades anónimas no fue tal. A 5 años de su instauración, los resultados económicos del sistema son desalentadores. Si bien ha mejorado la transparencia de la industria (la información financiera es pública y está disponible en la Superintendencia de Valores y Seguros), y, según actores, se ha “ordenado la casa”, lo cierto es que los números rojos se mantienen. Desde 2007, el sistema acumula pérdidas por más de $ 30.600 millones a diciembre de 2011, equivalentes a 64 millones de dólares. Asimismo, Colo Colo, por ejemplo, hoy exhibe 21 mil millones de pesos en deuda con el fisco, el doble de lo que debía el 2002, cuando la Tesorería General de la República se hizo parte como acreedor en el proceso de quiebra, habiendo cancelado en casi 8 años apenas el 9% de la deuda total con aquel organismo. Universidad de Chile, en tanto, sólo ha cancelado 1122 millones de pesos, adeudando todavía más de 11 mil millones, convirtiéndose en el segundo club con más deudas ante el organismo, al cual, y en total las sociedades anónimas, le adeudan más de 34 mil millones de pesos. Además, y tal como lo expone el Movimiento Colo Colo de Todos en su lucha por recuperar al club de las manos privadas,“La bullada mayor transparencia se ha reducido a esporádicas, poco claras y meramente formales rendiciones ante la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), cuentas que han sido incapaces de aclarar de manera efectiva cuánto porcentaje de las deudas anteriores a las SADP ha sido efectivamente pagado por ellas. Por su parte, ni el Ministerio de Justicia ni la mencionada SVS ejercen en la práctica un rol fiscalizador que permita, al menos, investigar de manera acuciosa situaciones reñidas con el buen gusto, con la ética y hasta de plano con la ley, como las denunciadas por los accionistas minoritarios en la última junta de Blanco y Negro”. Asimismo, y en cuanto a la infraestructura deportiva, ha sido

poco el avance y en prácticamente nada han tenido injerencia las sociedades anónimas, salvo el caso de Universidad de Chile con el Centro Deportivo Azul, la Ciudad Deportiva Ñublense que se está construyendo en Chillán o la Ciudad de Campeones de Audax Italiano. Es más, ha sido el fisco el encargado de remozar o, lisa y llanamente, construir estadios para el uso y goce de instituciones privadas como lo son las sociedades anónimas. Ya en la administración de Michelle Bachelet, el Estado remodeló estadios a lo largo del país, en el marco del Plan Red Estadios Bicentenario, y ahora, con Sebastián Piñera a la cabeza, otros 13 más se están reconstruyendo dentro del Programa Chilestadios. Curiosamente, todos, a excepción del Estadio La Granja de Curicó, son utilizados por cuadros administrados por capitales privados. Además, y quizás es el punto que más escozor genera, es que las nuevas administraciones privadas han olvidado abiertamente la base social que dio vida a todos los clubes, dejando de lado a los socios y ensalzando la figura del abonado, es decir, un mero cliente que va, disfruta del espectáculo y se regresa a su casa, lejos de la labor societaria, esa que participa y decide los destinos de su club. Por ejemplo, en Universidad de Chile la figura social desapareció completamente y una vez terminada la concesión, quedará al arbitrio de la casa de estudios volver a darle vida, misma situación que ocurre en Universidad Católica. Mientras que en Colo Colo, Blanco y Negro no ha cumplido con el contrato que lo liga por 30 años a la institución que fundara David Arellano. En aquel acuerdo, la concesionaria se compromete a “incrementar la adhesión a Colo Colo y de perfeccionar y de hacer fluida la atención a los socios de la Corporación”, situación que claramente no ha ocurrido en los 8 años de gestión, y, por el contrario, se ha promocionado y fomentando la figura del abonado por sobre la del socio, categoría que, incluso, se presenta como más onerosa. Finalmente, el aspecto deportivo tampoco ha visto un gran auge. Salvo las excepciones de Colo Colo finalista de la Copa Sudamericana el año 2006 y el campeonato de Universidad de Chile en el mismo torneo el año 2011, la labor de las sociedades anónimas en este plano ha sido francamente deplorable. Muy por el contrario de años anteriores, como en los sesenta, donde en 5 oportunidades clubes chilenos disputaron semifinales internacionales; los setenta, donde Colo Colo y Unión Española jugaron la final de la Libertadores, además de que otros tres cuadros disputaran semifinales; los ochenta, donde Cobreloa repitió dos años consecutivos el vicecampeonato continental, a lo que se suma las semifinales de la Católica y O’Higgins, o en los noventa con la Libertadores, la Interamericana y la Recopa de Colo Colo, el vicecampeonato de los Cruzados, y las semifinales de la U y el propio Colo Colo, desde la llegada de capitales privados en la década del 2000, el desempeño internacional ha sido irregular. En definitiva, lo que se presentó como la cura a todos los males del fútbol chileno, resultó peor que la enfermedad. En 8 años de gestión, los fracasos deportivos, la mala administración económica y el oscurantismo se ha vuelto pan de cada día. Su arribo ha significado la privatización de la actividad futbolística y del espectáculo deportivo en el país, dejando todo en manos de las leyes del mercado y el sistema económico, -tal como prácticamente todas las demás aristas que componen nuestra sociedad- puesto que quienes están a su cargo no buscan mejorar la competencia, escribir con éxito las historia de sus clubes o profesionalizar la práctica del fútbol, si no que buscan hacer crecer sus fortunas y satisfacer sus egos a través de una actividad que en sus inicios nació como lugar de encuentro, reunión, confraternización y esparcimiento en torno a algo tan simple, pero tan hermoso a la vez, como lo es un partido de fútbol.

1 Periodista deportivo.

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El desafío para las trabajadoras/es E

l golpe militar de septiembre de 1973 se dio en un contexto muy particular para el país. Las instituciones tradicionales del Estado se hallaban en una profunda crisis; los partidos de la época habían convertido el Congreso en un campo de batalla; el poder judicial diariamente intervenía para cuestionar las acciones que el gobierno llevaba a cabo y, el Ejecutivo, con Allende a la cabeza, era objeto de presiones, tanto al interior de su coalición como fuera de ella, especialmente por sectores que reclamaban apurar el tranco de las transformaciones sociales, un sector de los socialistas; como de aquellos que llamaban a pactar con la burguesía, los comunistas. En ese marco de agudas tensiones, los trabajadores alcanzaron niveles de organización superior. Nacieron los “cordones industriales”, quizá la forma más desarrollada de participación y de democracia obrera que se conozca en América Latina. Allí, se decidían las acciones que los trabajadores emprenderían en su lucha por avanzar hacia una sociedad sin clases. Se resolvían las tomas de fábricas, el carácter de las empresas, los ritmos de producción y quienes las administrarían; en fin, los cordones industriales se convirtieron en organismos de “doble poder” en esa época y su rol cuestionaba al propio gobierno y a los partidos, siendo sus mayores adversarios la CUT y el Partido Comunista, que eran contrarios al “avanzar sin tranzar”. La lucha de clases a 1973 había alcanzado su mayor expresión y agudización, no había campo de la sociedad donde ésta no se expresara: en la educación, en las fábricas, en las poblaciones, en el campo, etc. El camino se había trazado, las cartas estaban echadas: o triunfaba la revolución social o triunfaba la contrarrevolución. La expresión más contundente de la lucha de clases, era que los empresarios, o sea la burguesía, perdían diariamente el control y el poder sobre los medios de producción y de cambio; eran cientos de fábricas, predios agrícolas y bancos que pasaban a formar parte de la propiedad social y eso, no estaban dispuestos a aceptarlo. El Golpe de Estado fue la expresión más clara del triunfo de un sector social contra otro. Fue la violencia desatada por los dueños del capital contra los trabajadores. Había que poner fin al peligro que implicaba que en Chile se instalara una “república socialista”, sin explotados y sin burgueses. Para ello, se recurrió a todos los medios, especialmente al apoyo del gobierno de EE.UU, incluido Nixon y Kissinger.

a 40 años del Golpe de Estado en Chile Por Luis Mesina¹

El ataque a los trabajadores Si los trabajadores habían logrado formas superiores de organización y habían mejorado sustancialmente sus condiciones de vida, tanto económicas como laborales -aunque dicho sea de paso, aun faltaba mucho-, la gran tarea que se puso de inmediato la dictadura, fue acabar con toda la organización y avance de la clase obrera. Se proscribieron los sindicatos y la Central Obrera, se fusilaron decenas de sindicalistas y los cordones industriales se desmantelaron con la más brutal represión. Miles de dirigentes fueron encarcelados y otros tantos desaparecidos. Había que destruir económica, organizacional, política; pero, por sobre todo, moralmente a la clase obrera, de manera tal, que nunca más intentara alzarse sobre los intereses de la burguesía. Debía quedar claro, que los dueños del país, los que “dan trabajo”, los que generan la riqueza, no son los trabajadores, al contrario, son ellos: los empresarios. Y se dieron a esa tarea: cambiar estructuralmente las relaciones jurídicas entre trabajadores y empresarios, ello, determi-

naría las relaciones sociales y económicas entre ambos actores de la sociedad. El Golpe de Estado, no fue un golpe como señalan algunos, porque en Chile existía el “anarquismo social”, el desorden, el desgobierno. Fue un golpe a la clase obrera, pues ésta ponía en peligro sus intereses por primera vez en los casi 200 años de “República”. Entre las tareas más trascendentes para aniquilar la fuerza de los trabajadores y romper la memoria histórica estaba transformar la realidad, había que convertir en negativo lo que para los trabajadores había sido positivo. Se instaló una Constitución espuria. Se eliminó el Código del Trabajo y en su reemplazo se dictaron tres decretos leyes que regulaban: el contrato de trabajo, la sindicalización y la negociación colectiva. Todos ellos, bajo la concepción civilista del derecho. Es decir, arrancaban un principio de la esencia del derecho laboral que es su rol tutelar, protector y, dejaban las relaciones laborales sujetas a la suerte de las negociaciones individuales del trabajador con el empleador. Por mucho tiempo estuvo prohibida la negociación colectiva, con lo

que produjo un deterioro considerable de los ingresos y derechos laborales. Sin embargo no todo estaba dicho. Uno de los cerebros del ataque a la clase obrera fue José Piñera Echeñique, quien en 1981 a través del D.L. 3.500 acabó con el sistema de Seguridad Social que los trabajadores chilenos tenían a ese época, un sistema con muchas imperfecciones, pero que permitía entregar pensiones dignas y que cubría eficientemente la salud, las pensiones y los accidentes laborales derivados de las relaciones de producción. En su reemplazo se instalaron, sin ningún debate instituciones con fines de lucro, las AFP, que se han convertido en la más grande estafa para los millones de trabajadores, pues garantizan pensiones miserables al fin de la vida activa de los trabajadores y las ISAPRES que han hecho de la salud, uno de los mejores negocios para los dueños del capital. Si miramos retrospectivamente estos 40 años, nos daremos cuenta que Chile ha perdido mucho, en especial sus trabajadores. Hemos perdido derechos esenciales como el derecho a la salud, a la previsión, a la vivienda digna, en fin, una serie de derechos que estaban consagrados como fundamentales, hoy no lo están. Hemos quedado al arbitrio de la prepotencia patronal, sin que el Estado y sus instituciones resguarden o garanticen el ejercicio de derechos básicos.

Después de la dictadura Bajo los cuatro gobiernos de la Concertación, al comienzo se intentaron dar pasos en la perspectiva de recuperar derechos, sin embargo a dos años del gobierno de Aylwin, el Democristiano y presidente de la CUT, Manuel Bustos, llegaba a un acuerdo con el máximo representante de la clase patronal de la época, Manuel Feliu y, sin ningún debate con los trabajadores suscribían un “Acuerdo Marco” cuyo reconocimiento mereció los elogios de la Iglesia y de todos los partidos políticos, incluido el PC. En él se hipotecaba la independencia política de los trabajadores y se comprometía la CUT a no “hacer olitas” a cuidar la “democracia” no haciendo huelgas, ni movilizaciones, es decir, garantizar el orden institucional emanado de la dictadura. A cambio ¿qué ganamos los trabajadores?, prácticamente nada, al contrario. A partir de la década de los 90, los empresarios arremetieron en todos los campos, logrando mayores niveles de flexibilidad y desregulación en las relaciones laborales y acabaron con las pocas normas que quedaban del anterior plan laboral de la dictadura. Responsablemente, podemos sostener que la capitulación de la mayor parte de los partidos autodenominados de “izquierda”, como el PS y el PC durante estos 20 años, los hace responsables de la situación de desprotección

en que se hallan actualmente los trabajadores. Ha sido bajo los gobiernos de la concertación que se legalizó la subcontratación permitiendo consagrar como lícito una práctica que precariza el empleo. Ha sido en estos últimos años, donde la negociación colectiva lejos de aumentar comenzó una fuerte caída, al punto que hoy, menos del 7% de los trabajadores negocia colectivamente y las tasas de sindicalización disminuyen considerablemente.

La recomposición del movimiento sindical y los trabajadores El desafío para los trabajadores después de 40 años es confiar en su propia fuerza, ninguna confianza con las instituciones tradicionales del Estado. Con mayor unidad, con mejor organización, con el ejemplo reciente de los trabajadores portuarios podremos avanzar hacia formas superiores de lucha que resitúen al trabajo por sobre el capital y restituyan al verdadero sujeto de las transformaciones: el trabajador. Los trabajadores deben desterrar la hegemonía del capital, cuyo único fin ha sido y será destruir la integridad física y moral de la mayoría de los chilenos, especialmente la de aquellos que viven de un salario. Son múltiples los esfuerzos que hacen pequeños sindicatos, colectivos de trabajadores, coordinadoras laborales, etc., buscando potenciar sus organizaciones. A pesar de lo complejo que significa enfrentar el entramado institucional que el sistema ha creado para negar el ejercicio de derechos a los trabajadores, son cientos los ejemplos de cómo los trabajadores logran zafarse de las amarras y avanzan tras sus derechos. Los portuarios, los forestales, los trabajadores subcontratistas, los del comercio de alimentos, los del retail, los del sistema financiero, en fin, en casi todas partes, los trabajadores luchan defendiéndose del capital. Falta aún, los intentos de la burocracia sindical por pactar con el empresariado migajas y pequeñas transformaciones a la legislación, no son más que una señal, y significa que nada podremos conseguir si no es con nuestra propia fuerza, y ello exige, mayor unidad, deponer los sectarismos y colocar de relieve la lucha por reconstituir al trabajador como único sujeto de derechos, lo cual será posible bajo una forma diferente de Estado, que por supuesto no cambiará solo porque lo pidamos, habrá que avanzar para transformarlo estructuralmente en beneficio de las mayorías. Como rezaba el eslogan de la Primera Internacional: “La emancipación de los trabajadores será obra de ellos mismos o no lo será”

1 Secretario General de la Confederación de Trabajadores Bancarios de Chile.

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REFERENTES

Luis Vitale

historiador, militante, revolucionario. Por Alexis Meza Sánchez¹

L

ucho Vitale, nació en 1927 en Argentina. Aunque de reconocida vocación latinoamericanista, se aferró con singular afecto a suelo chileno. Como él mismo contaba, llegó desde allende los Andes, para iniciar una investigación de historia comparada chileno-argentina, a mediados de la década del ’50, siendo poco tiempo después (1959) elegido dirigente de la CUT, liderada por Clotario Blest. Siempre combinó la actividad intelectual con la arena política-social. En ese marco, se relacionó con los por él llamados precursores de la historia social chilena, con quienes compartió el conocimiento ‘por dentro’ de los partidos de izquierda y de los movimientos sociales².

Luis Vitale, era uno de aquellos historiadores que no dejaba indiferente a nadie. Agudo, crítico, polémico, riguroso, militante activo en la defensa de los intereses de los mal comidos y los mal dormidos. Durante más de 50 años fue uno de los principales referentes de la historiografía chilena, siendo además protagonista de importantes procesos que marcaron la historia reciente de Chile.

Su compromiso político, define su rol y tarea como historiador. Como reconocido discípulo de José Luis Romero, recuerda sus palabras: “Vaya a los archivos, pero cuidado con convertirse en un historiador archivero, de esos que creen que por hallar un documento han descubierto el pasado”⁴ . De este modo, el trabajo de Vitale, no solo se explica en los marcos estrechos del accionar de la academia, sino en el aporte que puede realizar a la construcción política de los movimientos sociales populares. Es en esa clave que hay que estudiar su obra. Por ello es que no se puede dejar de mencionar, su calidad de preso político, torturado y exiliado. Su trabajo está compuesto por más de 70 libros y numerosos artículos sobre historia latinoamericana, historia de Chile y universal. Incursionó también en estudios sobre sociología, literatura y música popular.

Tras un interregno provocado por su detención en los campos de concentración de la dictadura pinochetista, Vitale inicia una segunda era en su producción historiográfica, la que al comienzo se genera en el exilio y que luego desarrolla a su regreso al país en su calidad de académico de la Universidad de Chile y también al alero de ediciones autogestionadas tales como el Instituto de Investigación de Movimientos Sociales “Pedro Vuskovic” o de Ediciones Sembrando.

Estos temas habían estado ausentes en los análisis de la historiografía marxista, lo cual devela nuevamente la ampliación de las perspectivas teóricas que asume Vitale. La historiografía de Vitale, se despliega desde las necesidades del presente. Está en permanente diálogo con su contemporaneidad, tratando explícitamente de tender puentes hacia los dilemas y desafíos que hoy afrontan los movimientos sociales y las organizaciones populares.

En este segundo momento se inicia una reflexión acerca de las causales de la derrota del gobierno de la UP, elabora precisiones conceptuales para destacar el carácter pre-revolucionario del proceso chileno, un desarrollo mayor de trabajos ligados a América Latina y el estudio de nuevos sujetos y temáticas para rescatar el carácter específico de la realidad latinoamericana.

La obra de Vitale se sostiene en un claro soporte ideológico. De ahí su preocupación por poner en discusión los modelos teóricos y las matrices analíticas para la comprensión del capitalismo y el modelo neoliberal. Se rehúsa a mirar al neoliberalismo como algo nuevo, pues aduce que sería una fase distinta nada más de la expansión del capital monopólico de carácter transnacional (Fase Imperialista II, de 1980 en adelante). Desde el punto de vista estricto se refiere al modelo como neoconservador, pues a su juicio, no tiene ni una pizca de liberal6.

Destaca en esta etapa su vocación latinoamericanista. La necesidad de mirar en perspectiva comparada los procesos históricos de la región, lo llevan a acometer una obra monumental de 9 volúmenes como es la Historia General de América Latina, la que publica en Venezuela y luego actualiza al terminar el S. XX, bajo el nombre de Luis Vitale (1999): Historia social comparada de los pueblos de América Latina, publicada en 3 Tomos en la ciudad de Punta Arenas. En estos trabajos recorre descriptiva y analíticamente los procesos más importantes de la historia latinoamericana, sus principales pensadores y a través de ellos, trata de situar la necesidad de mirar desde este lado del mundo, la historia universal. Insiste en reorientar la visión histórica desde las matrices eurocéntricas, hacia una historia que se reconozca en la especificidad de lo latinoamericano, con sus actores, idiosincrasia, tradiciones y experiencias.

En definitiva, cuando uno observa la obra de Vitale, en perspectiva histórica, nos encontramos con una producción que se va resignificando y reposicionando permanentemente. El autor, trata de ir respondiendo a los desafíos y dilemas de su época. Así, en la primera etapa, estando desatados los conflictos ideológicos, el los encara frontalmente, en los términos en uso para ese entonces. A su vez, en una segunda etapa, sin renunciar al acervo teórico marxista del cual es parte, lo enriquece integrando nuevas perspectivas y enfoques para el análisis histórico, enfatizando con más fuerza la perspectiva regional latinoamericana.

“Vitale es una muestra concreta del vínculo entre el historiador, el ciudadano y el político” Vitale es una muestra concreta del vínculo entre el historiador, el ciudadano y el político. Se involucró plenamente en el debate político e historiográfico. Como parte de los historiadores marxistas, contradijo la tesis (de otros historiadores marxistas) de que América Latina y Chile, eran feudales desde la colonia hasta bien entrado el siglo XX, con lo cual se pretendía justificar la necesidad de una revolución democrático-burguesa (llamada versión etapista, sostenida fundamentalmente en el seno de la izquierda por el PC), como antesala a una revolución de carácter socialista. Para Vitale, en América Latina, si bien existieron relaciones de tipo feudal, lo que predominó fue un capitalismo incipiente, que permitía a la metrópolis, desde el S. XVI, apoderarse de las riquezas mineras de Latinoamérica, lo cual generaba relaciones de producción de carácter capitalista. Transitó desde la militancia en el anarquismo argentino, de la cual reconocía portar la tradición libertaria, hacia el trotskismo, donde llegó a militar en el Partido Obrero Revolucionario (POR). Es uno de los fundadores del MIR, donde compartió filas con la generación de jóvenes penquistas, encabezada por Miguel Enríquez, con la que polemizaba en algunos ámbitos, pero a la vez admiraba3.

Podemos distinguir dos momentos en la producción historiográfica de Vitale. El primero desde su llegada a Chile hasta el golpe militar de 1973 y el segundo que va desde su trabajo en el exilio hasta su muerte. En el primer momento se abocó a la tarea de redefinir los problemas, denominaciones y procesos, sobre los cuales se escribía y analizaba la historia de Chile. Esta tarea de reconceptualización y resignificación, se expresa por ejemplo en su rechazo de asumir las periodizaciones propias de la historia tradicional: habla de pueblos originarios en lugar de prehistóricos; enfatiza en las características económicas para explicar la revolución independentista de 1810; releva el papel de las provincias para explicar los conflictos en la organización de la república; devela conflictos políticos y sociales hasta ahí omitidos por la historia oficial. Con ello aporta una visión disruptiva, cumpliendo cabalmente con el objetivo de generar una re-interpretación de la historia de Chile. Así, Vitale busca dar respuestas, desde la historiografía, a desafíos emergentes para el campo revolucionario y popular, y por otro, relevar su esfuerzo por mirar con un prisma radicalmente distinto el tiempo largo de la historia.

Vitale señala que es necesaria una re-lectura desde América Latina del Manifiesto Comunista. Se pregunta si hay que pensar América Latina desde Marx o estudiar a Marx desde América Latina. Plantea que guiarse mecánicamente por los postulados de Marx constituye un error teórico, pues no se considera la especificidad de la formación social, económica y política latinoamericana5. Con ello genera una relectura también a su propia obra, pues supedita la lectura de Marx a las especificidades regionales y no al revés. Como una manera de recuperar las fuentes de la historia latinoamericana, se hace heredero del pensamiento de los precursores del marxismo latinoamericano, entre los que destaca a José Carlos Mariátegui. De este rescata la relación etnia–clase, que viene a redimensionar el carácter del sujeto popular latinoamericano, pues extiende la categoría más allá de los confines del movimiento obrero, en que se movió el marxismo del S. XX. Vitale también asume la historia como totalidad. Aborda los análisis sobre la vida cotidiana, usando la novela, los bailes y la música como fuentes orientadoras del análisis, de tópicos no abordados en los documentos escritos. Le da una connotación social al quehacer cultural desplegado a través del arte y la literatura, resignificándolo en perspectiva histórica.

Claramente no estamos ante una renovación teórica en clave de renuncia, sino de apropiarse de las nuevas necesidades de reconstrucción del campo popular. Por eso se plantea en tono de contribución y sostiene a su vez, una posición más colaborativa entre lo social y lo político, sin supeditar lo primero a lo segundo. Vitale expresa el tránsito de la memoria a la acción. El conocimiento acumulado tiene una función social y es tarea de los intelectuales involucrarse plenamente en las batallas de su tiempo histórico, desde un saber comprometido políticamente.

1 Magíster en Historia y Ciencias Sociales. Autor de “Memoria, subjetividad y política en la obra de Luis Vitale”, Ed. Escaparate, Concepción, 2012. 2 Luis Vitale (1999): Historia social comparada de los pueblos de América Latina, Tomo I, Editorial Atelí, Punta Arenas, p. 9. Así se refería a Julio César Jobet, Marcelo Segall y Jorge Barría. 3 Ver Luis Vitale: Contribución para una Historia del MIR (1965-1970), Disponible en www.archivochile.com 4 Ibidem, p. 10. 5 Luis Vitale (1998): Una lectura latinoamericana del manifiesto Comunista. Ponencia presentada en el Reencontré Internationale de París, en conmemoración del 150 aniversario del Manifiesto Comunista. Disponible en Revista HistoriaViva, N°1, 2010. 6 Luis Vitale (2002): De Bolívar al Ché. La larga marcha por la unidad y la identidad latinoamericana, Ed. Cucaña y Pladesec, Buenos Aires, p. 264.

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