Espina Abril 2013

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plumas libres

Por Gerardo Hernández

Abril 2013

CAPITOLIO

Candidatos en ascuas

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Moreira trabajará con los alcaldes electos el 7 de julio, al margen de su filiación partidista. Así lo ha declarado. El PRI gobierna ahora 33 de los 38 municipios del estado. Su mayoría en el Congreso es abrumadora. El principal problema que afronten los próximos cabildos será la delincuencia, por el riesgo que entraña para ellos e incluso para sus familias. En tal circunstancia, algunos alcaldes y candidatos han enviado a sus esposas e hijos fuera del país. El Gobernador brinda, en ese contexto, atención especial a La Laguna, una de las regiones más laceradas por la escalada de violencia. Sin cambiar de residencia formalmente, como sugirió en una gira que lo haría, gran parte de su agenda la desarrolla en Torreón. Recién ganó las elecciones, con más de 700 mil votos –la mayoría captados por su partido y el resto por fuerzas políticas menores–, Moreira se proclamó “gobernador lagunero”. El último que ocupó el cargo fue Braulio Fernández Aguirre, en el sexenio 1963-1969. Le sucedió el saltillense Eulalio Gutiérrez Treviño y desde entonces los mandatarios han procedido de otras regiones, la mayoría de la capital. Para ser reconocido como gobernador lagunero, Rubén Moreira tendría que preparar el camino para que el futuro candidato del PRI sea de La Laguna. Sin embargo, esa prerrogativa ha vuelto de nuevo al presidente; en este caso, a Enrique Peña. Torreón es fundamental para la gobernabilidad del estado. La ciudad registró su primera alternancia en 1996, cuando el PRI perdió Saltillo por segunda ocasión y la mayoría del Congreso local. Jamás había sufrido una derrota de esa magnitud. Las elecciones intermedias del gobierno de Rogelio Montemayor se recuerdan todavía hoy por sus efectos. El PAN se hizo con las alcaldías más importantes y una elevada

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porción de asientos en la Legislatura. Acción Nacional no ha tenido desde entonces el mismo éxito en el estado… excepto en Torreón. Después de que Jorge Zermeño ganó en 1996, Guillermo Anaya y José Ángel Pérez lo hicieron en 2002 y 2005. Significa que en los tres últimos sexenios, los gobernadores debieron lidiar con presidentes municipales no priistas. Rogelio Montemayor y Enrique Martínez tomaron las cosas con espíritu deportivo. Sus relaciones con Zermeño y Anaya fueron cordiales. En cambio, la relación entre el Humberto Moreira y José Ángel Pérez osciló siempre entre la confrontación y el escándalo, debido a su carácter explosivo y beligerante. La ciudad pagó los costos. Cuando el municipio interpuso la controversia contra la Secretaría de Desarrollo Regional, el Gobernador y el Alcalde sostuvieron una

discusión acalorada en el hangar del empresario Salomón Juan Marcos Villarreal, amigo del ex gobernador, acusado por Hacienda y la PGR de lavado de dinero y defraudación fiscal. Hoy los candidatos del PRI y del PAN son Miguel Ángel Riquelme y Jesús de León, impulsados por el gobernador Rubén Moreira y Guillermo Anaya. Anaya transferirá sus activos a De León, pero también sus pasivos. “El poder desgasta sobre todo cuando no se tiene”, advierte Giulio Andreotti. Por eso, nadie desea perderlo. Sin embargo, abusar de él acelera su deterioro, y el ex senador no es precisamente un dechado de virtudes. Ningún político lo es. A Riquelme le sucederá lo mismo, cargará con las ventajas y desventajas de ser el favorito del gobernador Rubén Moreira y el preferido de Eduardo Olmos.

gerardo.espacio4@gmail.com


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