Sustituibilidad del asbesto por otras fibras Son innumerables los estudios científicos, documentos, recomendaciones de organizaciones internacionales, entre otros, que señalan la peligrosidad del asbesto para la salud del ser humano y lo catalogan como carcinogénico; sólo por resaltar uno de ellos, y no dejar latente duda alguna al respecto, vale la pena traer a colación un documento expedido por la Organización Mundial de la salud (OMS), denominado: “Eliminación de las enfermedades relacionadas con el amianto”, en el cual se señala lo siguiente: “La Asamblea Mundial de la Salud en su resolución 58.22 sobre la prevención y control del cáncer, de 2005, instó a los Estados Miembros a que presentaran especial atención a los carcinomas relacionados con exposiciones evitables, en particular a sustancias químicas presentes en el lugar de trabajo y el entorno. El amianto es uno de los carcinogénicos ocupacionales más importantes y provoca alrededor de la mitad de las muertes por cáncer profesional. (…) La exposición al amianto provoca distintas enfermedades, como cáncer de pulmón, mesotelioma, y asbestosis (fibrosis pulmonar), así como placas, engrosamientos y derrames pleurales.” A partir de lo anterior, es posible afirmar que el asbesto genera consecuencias adversas a la salud, y que es considerado como un elemento carcinogénico. Partiendo de esa base, y entendiendo a su vez que muchas personas en el mundo dependen económicamente de los empleos generados por esta industria, surge, en primera instancia, el siguiente interrogante: ¿ Puede sustituirse el asbesto por otro (s) elemento (s)? Como a continuación se expone, la respuesta es: SI. Actualmente existe evidencia que demuestra la posibilidad técnica y comercial de sustituir el asbesto por otros elementos no carcinogénicos. Después de diversas investigaciones, se han
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