Nares, George S._ Viajes al Polo Norte por el Capitán Nares (1875-1876) y por el Doctor Nordenskio

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«< tapItui.

Contorneamos coslra lostro

i II

IV-

trinco

de

(lias.

(1

li-

údas colócapara qiio

lo,

'oservados do

pi'jsito

s

y

al;,Mi-

eran

i)ara

di>

todas

lili)

las fatigas,

i

cuanto

todo

de

trineo on

el

dejamos

)le,

colchas

!,

i

quo

y

de doscien-

caminar

los

de

la biijiia

la

un punta el

de-

ava-

otra

vez;

Pablo y Jenkins nio inspiral)an suma in([uietud por su de])ilidad alarmante; lultA-

y comprendí

indispensables

recursos de

los

(jue les la

eran

medicina.

y determiné cruzar el canal de Kobeson para re^íresar la Alcrinstrucciones

y

notas

i'i

(Jomo todo debía

(ii.

de

la

para

siicriílcarse

la

marcha, hizuse un nuevo de que en ri-

depiisito de todos los objetos ^•or

como la los fusiles, mi sextante y un cuúnicos objetos de mi pertenencia

podíamos prenscindir,

tienda, chillo,

tales

quo había cDuscrvado basta entonces. (Jontinuamos la marcha en la tardo del 11,

solos con el trineo

y yo (ístabamos

y cinco

enfermos. ¿Qué, hacer? Era for/oso

en

ir

busca do otras provisiones y resistir todo lo más |)osibl(>. En su consecuencia marché al (lepiisito

con (íray y Jones en busca do víveres para dividir en

un suplemento do

diez y ocho Jornadas los setenta

cuatro

y

kilómetros que nos separaban do la habla del Polaris.

atención mis

á leer con

Kiitonces volví

<(Kste fué para nosotros (d peor día: (iray

di'

las

Repulsa:

la

do nievo comenzaban

lanchas

rapidez posible

en

de Junio nos hallábamos en

bales el aliento, ras

á costa

\e;,''ro

fué forzoso detenerse sobre el hielo,

Dril't

«101 10 Ds

caho

(>I

trabajo |)enosisiini), tanto que

2tr

xvit.

«Craig estaba siempre muy débil, pero le abandonaba; l)obing empeo-

valor no

el

ral)a

visiblemente; Jones, por fortuna, so

recobró un poco y ¡)udo prestarnos auxilio para tirar del trineo. En el paso de Mac

Cormick

se

era cieno

y

sudó sangre y agua, pues todo roca, habiendo desaparecido la

nieve casi por completo; fué preciso aligerar el trineo

bajar los enfermos do uno

y

en uno con ayuda de

sembocamos en

la

Al

la vela.

bahía do

de-

íin

Newman:

via-

hummocks

jar sobre el Iloe nos parece incomparable-

veces hasta

de la ribera encontramos una ^^ran charca

una los

negra rodeada de un hielo tan podrido, (pie hombriís y trineos hubieran desapare-

los

cido en ella al primer paso.

mente más cómodo, pero las fatigas de la víspera han agotado las fuerzas de mis compañeros, y aunque Jones sigue tirando, bien veo que él y Gray (juedarán muy pronto fuera de combate. Vo siento una ri-

pero á una milla

Ita tras

bruma: en

ate:

enkins nos n det n'is

y

esperarlos, í^ea á

nues-

y Jones ahle en las orrea. Los

penas pue-

-

más

«Esto obstáculo

allá de los

me

detiene; el peligro

demasiado graví^ y debemos volver á tierra. Habíamos tomado víveres para ocho es

días, los

suficientes

para

la

Qanal, pero tratábase ahora de

travesía del

alcanzar la

el

cairn los

anteriora.

Apenas Pablo

ros,

el es])iiiazo,

roico hasta el íin, quiere

mas á cada

andar á toda costa,

instante es preciso detenernos

como también

por esperarle,

llas

de distancia (71 kilómetros). ^.Cuánto más necesitaríamos? Comíamos tan poco,

Dobing.

embargo, que las provisiones de una semana durarían seguramente dos, y de

fondo de la bahía, cerca do

consiguieutií

nuevo

la

nos

tienda y

á la costa.

limitamos á cargar de

un

fusil

y nos dirigimos ug cayó

A la primera etapa, Dol

como una masa

inerte,

'

y Jones creyó de

pero no tengo

ningún síntoma do escorbuto. Craig, he-

Bahía del Polaris, situada á cuarenta mi-

sin

aren t a ra-

gidez horrible en

<'El

21

así

acampamos á

diez millas la

inútiles para conservar la tienda en equilibrio.

Echamos

los

enfermos sobre

neo, cubriéndolos con lávela,

ibase ten-

mismo. ¡Pobres hombres! El disgusto de tener que cambiar de camino influía sin duda mucho en su desfalleci-

de

miento.

tro débil abrigo

cauíarada, las

etapas,

y víveres,

enfermos.

del

su-

una tempestad, con borrascas tan violentas y variables en su orientación, que nuestros esfuerzos son

su deber decirme qlie no tardaría en sucederle lo

orilla

doeste; poco después viene

Jen-

zado:

pobre

al

las ráfagas

el tri-

la

nieve

penetra por todas partes

estado de Pablo

«Por

mas

la tarde

me

:

el

inquieta cada vez más.

calma el viento, mas nuesno puede resistir mucho

:F


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