Cuatro obras hidráulicas

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Manuel Díaz Marta

CUATRO OBRAS HIDRAULICAS ANTIGUAS entre la Mesa de Ocaña y la Vega de Aranjuez

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Ilustración portada: "La presa de Ontígola según una litografía de 1832". FUNDACION JU ANELO TURRIANO


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Esta obra ha sido seleccionada y editada por la Caja de Toledo en el Concurso de Publicaciones de 1990.

El autor agradece a la Fundación Juanelo Turriano su colaboración en la realización de este libro.

© CAJA DE AHORRO DE TOLEDO ISBN: 84-606-0702-X Depósito Legal: M-10198-1992 Fotocomposición: Rapygraf, s.a. Imprime: Gráficas Marte, s.a. Vista Alegre, 12 - Madrid


Manuel Díaz-Marta

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INDICE Introducción: Cuatro obras Hidráulicas Antiguas entre la Mesa de Ocaña y la Vega de Aranjuez

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Capítulo I: Las Presas de Pontón Grande y Pontón Chico

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Capítulo II: La Presa de Ontígola

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Capítulo III: La Fuente Grande de Ocaña Apéndice al capítulo III

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Notas adicionales: Los efectos del temporal

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INTRODUCCION En la vertiente de la Mesa de Ocaña que mira hacia el Tajo hay cuatro obras hidráulicas de gran mérito que deben ser estudiadas en conjunto, tanto por su situación en un mismo entorno como por las relaciones históricas y constructivas que guardan entre sí. De estas cuatro obras, las dos más antiguas son las represas denominadas Pontón Grande y Pontón Chico, ubicadas en sendos arroyos que descienden desde el borde de la Mesa de Ocaña hasta la Vega. Las sigue en orden cronológico la presa de Ontígola, construida en el siglo XVI sobre el arroyo de este nombre, cerca del Real Sitio de Aranjuez; y a ésta, la Fuente Grande de Ocaña, construida junto al caserío de esta villa y sobre el mismo arroyo de Ontígola. La presa llamada Pontón Grande está formada por dos muros rectilíneos y paralelos, el de abajo con contrafuertes, y por un relleno con revoltón de cantera. La denominada Pontón Chico es semejante a la anterior en su función, su emplazamiento y su estructura. Ambas obras, a las que atribuimos una antigüedad romana, se conservan con algunos deterioros, pero en buen estado a pesar del desgaste producido por el tiempo, el vertido de las aguas sobre su coronación y el abandono en que han permanecido durante siglos. Es sorprendente que estas antiguas presas, que llaman la atención por su perfección constructiva y su belleza, no aparezcan mencionadas en los catálogos y libros de presas antiguas, y que tampoco se hable de ellas en los numerosos estudios publicados sobre las tierras del señorío de Oreja, de importancia estratégica para el cruce del Tajo desde tiempos prerromanos hasta finales de la Edad Media. Sobre la presa de Ontígola contamos con dos fuentes de información: la documental, recientemente explorada en el archivo de Simancas por los historiadores García Tapia y Rivera Blanco, y la observación de la obra misma, estudiada sobre el terreno por el autor de estas líneas con la colaboración de José A. GarcíaDiego y David Fernández Ordóñez. Las fuentes documentales nos hacen saber que la presa fue construida por orden de Felipe II, bajo la dirección de un equipo encabezado por Juan Bautista de Toledo, y más tarde por Juan de Herrera que fue empezada en 1563 y terminada en 1574. Los mismos documentos la presen-

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tan formada por dos muros, el de abajo con contrafuertes al exterior y el de arriba con contrafuertes interiores embebidos en el relleno de tierra entre los muros. Pero el estudio directo de la obra, recubierta de tierra y con una vegetación enmarañada, nos ha demostrado que en realidad está formada por tres muros y dos rellenos de tierra entre los mismos, y que el agua, en temporales de lluvia, vierte sobre su coronación produciendo daños que ponen en peligro la conservación de la obra. La Fuente Grande de Ocaña está situada a unos doce kilómetros de distancia y sobre el mismo arroyo de Ontígola; muy cerca, por tanto, de sus nacientes y al borde del caserío de la villa. La relación de esta obra con la anterior se debe a que fue comenzada en 1674, justamente cuando se terminaba la presa, y a que se construyó con la intervención de técnicos y operarios que habían trabajado en Ontígola, por lo cual las experiencias hidrológicas y constructivas de la primera obra fueron utilizadas en la segunda. Esta fuente monumental no está necesitada de reparaciones urgentes, pero requiere la restauración de la función hidráulica para la que fue construida. Los estudios preliminares de estas cuatro obras que figuran en las páginas siguientes muestran que aparte de su proximidad y la similitud de sus problemas, hay otros motivos para presentarlas conjuntamente. Estos son la necesidad -urgencia en algunos casos- de proceder a su reparación o restauración y la conveniencia de abordar, desde el principio, la ejecución de los estudios y obras en forma combinada a fin de lograr una economía sustancial en tiempo, esfuerzos y dinero.

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CAPITULO I LAS PRESAS PONTON GRANDE Y PONTON CHICO

Situación geográfica La presa Pontón Grande está sobre el arroyo de Valdeangostillo en una cerrada inmediatamente anterior al desembarque de este arroyo en la Vega del Tajo. Desde Noblejas, en cuyo término municipal está enclavada, se llega fácilmente por el camino de esta localidad a la Dehesa de Torrique. La llamada Pontón Chico está en el arroyo de la Fuente del Berrato, contiguo al anterior y situado al poniente del mismo. A esta última presa se accede desde Pontón Grande por una senda de poco más de un kilómetro situada en el contacto de la vega y la ladera. También se puede llegar a Pontón Chico por un camino carretero de unos 11 kilómetros desde el centro de Aranjuez a las casas de Oreja, y desde allí con un recorrido a pie de kilómetro y medio. Un sencillo arreglo del tramo Casas de Oreja-Pontón Chico-Pontón Grande facilitaría el acceso a estas antiguas presas desde las localidades de Villarrubia de Santiago, Noblejas, Ocaña, Ontígola y Aranjuez; y del otro lado del río, desde Villaconejos, Chinchón, Colmenar de Oreja y Villamanrique de Tajo. La reparación en el tramo final del camino de Aranjuez a las dos presas permitiría acceder a las mismas desde Madrid o Toledo con un recorrido de una hora, lo que las integraría en las rutas turísticas de la zona (Fig. 1). En contraste con su aislamiento actual, la vega dominada por el Castillo de Oreja y el vado por donde se pasaba el río Tajo, fue cruce de importantes caminos y estuvo poblada en la Antigüedad (Fig. 2). Hortensia Larren en su obra "El Castillo de Oreja y su Encomienda", dice del lugar de la Veguilla, inmediato a las dos presas estudiadas: "Situado en la margen izquierda del río, a kilómetro y medio del Castillo de Oreja y colindante con la Dehesa de Torrique, empieza a ser ocupado en el Paleolítico Superior, siguiendo de forma continuada hasta el siglo VII de nuestra era... Este lugar permanece desocupado durante siete siglos, volviendo luego a tener vigencia durante los siglos XIV, XV y XVI". Y más tarde apunta: "Creemos que la población de Aurelia abandona esta ciudadela (el castillo) al iniciarse el proceso de romanización, pasando a depender de los cultivos agrícolas que ofrece la zona de regadío de La Veguilla, trasladándose la población a este lugar. Este, a su vez, deja de tener significado con la invasión mu-

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sulmana, momentos en que la población busca un nuevo lugar que le ofrezca seguridad y se asienta en el Castillo de Oreja". Forma y estructura de las presas La presa denominada Pontón Grande está en el último estrecho del ya citado arroyo de Valdeangostillo antes de su entrada en la Vega del Tajo. Tiene la forma de un prisma de sección rectangular, con 4,5 metros de altura en el centro, 6,7 metros de anchura, 58 metros de longitud, y está formada por los siguientes elementos: - Un muro vertical, aguas abajo, con anchura aproximada de 0,80 metros, provisto de siete contrafuertes cuya disposición y dimensiones se muestran en las figuras. - Un muro paralelo al anterior, aguas arriba, de las mismas dimensiones y características pero sin contrafuertes. - Un relleno de revoltón de cantera entre ambos muros. Los muros y contrafuertes de esta obra son de manipostería de piedra caliza y están rematados en su coronación por sillares del mismo material. Estos sillares no están dispuestos con regularidad pero permanecen unidos entre sí por grapas de hierro que se incrustan, emplomadas, en pequeñas cavidades horadadas en las piedras, tal como aparecen en algunas edificaciones griegas y romanas (1). El aliviadero superficial está formado por dos canaletas, cerca de los extremos de la presa, de piedra labrada y sección rectangular de 0,85 m. de alto por 0,75 de ancho, hendidas en la coronación. Tiene también desagüe de fondo, ocluido por los sedimentos que colmatan el embalse, y unos aleros de manipostería en los costados del dique que revisten el terreno natural. El espacio que originariamente correspondió al embalse se encuentra relleno de tierra y cubierto de vegetación, de tal manera que el terreno alcanza un nivel algo superior al de la presa y monta sobre su coronación. Esto hace que las dos canaletas que actúan como aliviaderos sólo encaucen una parte del caudal vertido durante los temporales de lluvia y que otra parte importante se derrame a lo largo de la presa con el consiguiente deterioro del paramento de aguas abajo, arriba y de los contrafuertes. La presa llamada Pontón Chico, situada a poco más de un kilómetro y en un emplazamiento análogo al de la anterior, se levanta en una estrecha cerrada del arroyo de la Fuente del Berrato inmediata a la Vega del Tajo. Es también de for-

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Ver "Greek and Roman Technology" de J. D. WHITE, Londres 1986.

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ALZADO Fig. 3

ESCALA GRAFICA

PRESA DE PONTON GRANDE

PLANTA

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ALZADO

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15 m.

Fig. 4

PRESA

DE PONTON

CHICO

ma prismática y sección rectangular con dos muros paralelos, el de aguas abajo provista de contrafuertes, y relleno intermedio de desecho de cantera. Sus dimensiones generales son de 3,9 m. de altura, 5,3 de anchura y 25,3 de longitud en coronación. Los muros son de manipostería, con 0,85 de espesor. El de aguas abajo tiene un par de contrafuertes en su parte central. Tal parece que al ser esta presa más corta que la anterior y estar asentada en un fondo y unos costados de roca consistente, sus constructores creyeron que bastaba con un pequeño refuerzo. /

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Figura 5. Pontón Grande (A) Lienzo del muro de abajo entre dos contrafuertes.

La capa de tierra con árboles y matorrales que cubría la coronación de la presa, no permitía averiguar durante nuestras primeras exploraciones si había o no la misma duplicidad de muros que en Pontón Grande; pero en una tercera expedición, al excavar una zanja de un metro de profundidad, comprobamos la existencia, ya presentida, del muro paralelo al que se veía aguas abajo. Más sorprendente aún fue el hallazgo de un enlosado, de muro a muro, que cubre el relleno intermedio y corona la presa, lo cual, junto con la existencia de otro enlosado al pie del paramento aguas abajo, indica que este dique funcionaba en toda su longitud como presa vertedero. Las características de estas presas son muy singulares, la presencia de dos muros paralelos con relleno intermedio de cantera y contrafuertes aguas abajo hace pensar que sean las primeras en su especie. Pero si además añadimos, como es el caso de Pontón Chico, la característica de que su coronación sea un enlosado de piedra y la de que funciona como presa vertedero, encontraremos que ninguna otra presa histórica reúne esas cualidades y que constituye, muy probablemente, un ejemplar único de su especie. Esta presa tiene en su centro y entre los dos contrafuertes, un desagüe en buen estado de conservación con forma de rectángulo en su parte inferior y de semiFUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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Figura 5. Pontón Grande (B) Vista del aliviadero entre un contrafuerte y el muro lateral izquierdo. FUNDACIÓN JUANELO 15l^ffilTURRIANO


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círculo en la superior y dimensiones de 0,50 m. de anchura y 0,75 m. de altura total. (Fig. 4) Del tipo de fábrica empleado en estas presas dan idea las figuras 5 y 6. Puede observarse en ellas que los paramentos son de manipostería con mortero de cal, rematados en su parte superior por una hilada de sillares, pero también que tanto en la manipostería como en las piedras labradas no hay regularidad en cuanto a su tamaño. Esto se explica por tratarse de obras rurales, sujetas a restricciones económicas más que a criterios de formalismo en la apariencia. Es de notar, sin embargo, que la regularidad geométrica, el orden y la perfección en algunos detalles, como el engrapado de los sillares y los enlosados, parecen haber presidido la construcción de estas obras. En cuanto al tipo de fábrica empleado en el interior de los muros, nada podemos decir con total certeza. (Figs. 5 y 6)

Comparación con otras presas antiguas La semejanza de las presas Pontón Grande y Pontón Chico, su particular estructura, su proximidad y su emplazamiento en el contacto del faldón de la Mesa

Figura. 6. Pontón Chico (A) Vistas del muro anterior con sus dos contrafuertes, el del lado derecho de la presa muy averiado

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de Ocaña con la Vega del Tajo, indican que ambas fueron edificadas simultáneamente, por los mismos constructores y con la finalidad de abastecer de agua a los moradores de las Vegas del Tajo y a sus cultivos de riego. Esto aceptado, queda por averiguar en qué época fueron construidas estas obras y quienes las hicieron pero en ninguna de las obras consultadas hemos encontrado noticias o referencias de nuestras presas. Por ello hemos procedido a compararlas con otras que están perfectamente datadas, revisando las fuentes de información disponibles. El "Catálogo de Noventa Presas y Azudes Españoles anteriores a 1900", dirigido por José Antonio Fernández Ordónez, describe las célebres presas romanas de Proserpina, Cornalbo y Esparragalejo -todavía en servicio en los alrededores de Mérida- las de Alcantarilla, Consuegra y Melque en la provincia de Toledo y otras siete presas romanas. Incluye también los Azudes del Turia y de otros ríos y tres presas de embalse correspondientes a la Edad Media, así como otras 33 presas construidas a partir del siglo XVI, de las cuales 13 azudes y 20 presas de embalse. José Antonio García-Diego, en su libro "Las presas antiguas de Extremadura", ha reunido información sobre 23 presas construidas entre los siglos XIV y XIX de las que poco o nada se había hablado. De ellas 18 de contrafuertes, 3 de gravedad y 2 de materiales sueltos. En el excelente compendio "Historische Talsperren", editado bajo la dirección de Gunther Galbrecht, el ingeniero suizo J. N. Schnitter ofrece una relación cronológica de las represas construidas en todo el mundo, desde la más remota antigüedad hasta el siglo XIX. En la lista figuran las presas españolas con datos tomados de los dos libros citados y de otras fuentes de información. Por último, en el estudio "Presas Romanas y Datos sobre Poblamiento Romano y Medieval en la Provincia de Toledo", de Luis Caballero Zoeda y F. Javier Sánchez-Palencia Ramos, los autores dan cuenta de 54 presas romanas construidas en la Península Ibérica, entre las que figuran 13 en la provincia de Toledo. Procediendo por exclusión, hemos de descartar cualquier supuesto de que fueron construidas durante la Edad Media. No hay noticias de que se hicieran obras de esta clase en tiempos visigóticos ni durante la dominación musulmana de parte de la Península. En los reinos cristianos sólo tenemos noticia de las presas de embalse de Almonacid de la Cuba en Aragón, la de Lancho en Extremadura y la de Almansa en la vertiente mediterránea de Albacete, pero en ninguna de éstas, de tipo de gravedad, podemos ver una relación de antecedentes o consecuentes con Pontón Grande o Pontón Chico. Las investigaciones sobre el origen de estas dos presas deben centrarse en dos épocas eminentemente constructivas: la dominación romana y la iniciada en el siglo XVI durante el reinado de Felipe II, que con un receso durante el siglo XVII y principios del XVIII, se reanuda en los reinados de Fernando VI, Carlos III y Carlos IV. FUNDACIÓN JUANELO 17l^ffilT U R R I A N O


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Figura. 6. Pontón Chico (B) Vista de la presa desde la ladera izquierda. FUNDACIÓN JUANELO 18l^ffilTURRIANO


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Durante esos siglos se construyeron presas de fábrica del tipo de gravedad y de arco-gravedad en Alicante, Murcia y Aragón, de arcos y contrafuertes en Vasconia y de gravedad con contrafuertes en Extremadura; pero sólo en las construidas por iniciativa y a expensas de la Corona en las proximidades de Madrid y de los Reales Sitios de Aranjuez y El Escorial encontramos presas comparables a las de ambos Pontones. La presa de Ontígola es la más significativa y la que más se les parece. Empezada en 1563 sobre el arroyo de ese nombre y a corta distancia de Aranjuez, fue proyectada y comenzada con dos muros verticales y un relleno intermedio de tierra. Sus deiTumbres y reparaciones durante su construcción, determinaron que acabara formada -como veremos más adelante al tratar de esta presa- por tres muros, el de aguas abajo provisto de contrafuertes, y dos rellenos de tierra intermedios. En los recientes estudios sobre la presa de Ontígola, iniciados por Nicolás García Tapia y Javier Rivera-Blanco, con su artículo (2) "La Presa de Ontígola y Felipe II", con base en documentos del Archivo de Simancas, y en los "Comentarios" a ese artículo de N. J. Schnitter, Norman A. F. Smith y M. Díaz-Marta, con resumen y análisis de José A. García-Diego (3), encontramos valiosa información sobre las presas de muros verticales con terraplén intermedio. En el artículo inicial, sus autores hacen un repaso de las presas con terraplén adosado -incluyendo las célebres de Proserpina, Alcántara y Cornalbo- y de las presas de contrafuertes; pero de la combinación del doble muro con el terraplén sólo dicen que este tipo de construcción fue empleado en las murallas defensivas de los etruscos. Sin embargo, en su comentario posterior, (4) que aparece en la misma revista después del Resumen de García-Diego, aseguran que la responsabilidad de este sistema constructivo en Ontígola es del flamenco Pieter Jansen, quien lo hizo "a la manera de los estanques que se han hecho en Madrid" (Fig. 7b), justo el año anterior al que se iniciaron las obras de la presa de Ontígola, y afirman que la obra de Pieter Jansen tenía unas dimensiones coincidentes con la presa de Ontígola. Citan también dos presas en Portugal, del mismo tipo de muros con relleno intermedio, de las que les dió informes el profesor Carvalho Quinteiro; una de ellas está en ruinas y la otra, conservada hasta hoy, es un puente presa, constituido por dos muros verticales de manipostería y un terraplén entre ellos. Su altura máxima es de 10 m. y su longitud de 8,5 m. La hipótesis de García Tapia y Rivera Blanco es que se hicieron a partir de 1581, durante la anexión de Portugal por Felipe II, bajo la dirección de algunos de los ingenieros enviados a Portugal para los trabajos de fortificación e ingeniería hidráulica.

(2) Rev. de Obras Públicas, mayo-junio 1985. Madrid, pág. 479-492. (3) Rev. de Obras Públicas, julio 1986. Madrid, pág. 527-539. (4) Rev. de Obras Públicas, julio 1985. Madrid, pág. 539-541.

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Figura 7. Otras presas con muros y relleno interior en la Península Ibérica (a) (b) (c) (d) (e)

Santa Rita en Villarreal de Santo Antonio (Portugal). Estanque construido en Madrid en 1562, hoy desaparecido. Alpedreira de Como en Elvas (Portugal), citada en 1622. Presa de Ontígola (Aranjuez) antes de la rotura, en 1568, del muro de aguas arriba. Sección definitiva de la presa de Ontígola después de su refuerzo (1568-1573) con un tercer muro y un segundo relleno.

El ingeniero e investigador suizo N. J. Schnitter cita como estructuras precedentes a la de Ontígola, las presas romanas de Boget, Candarhisar y Orujaya, construidas en Anatolia, y la de Ereuesk, del siglo V, cerca de la frontera rusa con Anatolia. Pero no hace referencia a ninguna presa de esta clase en la Península ibérica. En mis "Comentarios" al artículo de García Tapia y Rivera Blanco relataba las investigaciones que habíamos realizado sobre el terreno para averigual cuál era

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en verdad la estructura de la presa de Ontígola y por qué tenía tres muros en lugar de los dos que indicaban los documentos de Simancas. Cuando los escribía tenía la duda de si el proyecto inicial de Ontígola se había gestado como un compromiso entre las ideas de Juan Bautista de Toledo sobre los muros de contrafuertes y las de los ingenieros flamencos, maestros en construir diques de tierra, o si, por el contrario, había surgido de asociar mentalmente las presas en que la resistencia del muro se refuerza con terraplén y aquellas otras en que se apuntala con contrafuertes, ambas bien conocidas en España. Desconocía entonces que hubiera represas con dos muros y relleno intermedio de tierra, ya que los Comentarios de Schnitter y los finales de García Tapia y Ribera Blanco aparecieron en el mismo número de la Rev. de O.R que los míos. Años después he sabido por la ponencia al "Primer encuentro sobre el Tajo", titulada "Barragens antigas em Portugal a sul do Tajo" y presentada por Antonio de Carvalho Quíntela, Joao Cardoso y José Manuel Mascarenhas (5) que entre las presas romanas con más de 2 m de altura hay una, situada al sur de Portugal cerca de la desembocadura del Guadiana, que tiene 2,2 m. de altura y está formada por dos muros, el de abajo con contrafuertes, y un terraplén intermedio, y que hubo otra, la de Alpedreira de Cima (Elvas), cerca también de la frontera española y mencionada por primera vez en 1622, con 9 m de altura, 6,3 de anchura total y del mismo tipo que la anterior pero sin contrafuertes, de la cual sólo se conserva el muro de aguas arriba. (Fig. 7c)

Otras fuentes de información Para aclarar definitivamente el origen de estas presas creemos necesario completar el estudio iniciado, que solamente está basado en unos reconocimientos e investigaciones de carácter preliminar, con otros trabajos de campo y con mayores estudios arqueológicos e históricos. Nuestra primera visita de estudio fue la realizada por los investigadores de la historia de la tecnología, José A. García-Diego y David Fernández Ordóñez, con el alcalde de Noblejas y el autor de estas líneas; el reconocimiento siguiente fue el realizado por Luis Pérez, ingeniero de la confederación del Tajo, siguiendo las instrucciones del ingeniero Manuel Martín Pantoja, Presidente de dicha Confederación; el tercero fue realizado por los que hicieron la primera visita - a excepción de García-Diego- y varios ciudadanos de Noblejas. Con la ayuda de éstos fue po-

(5) Primer Encuentro sobre el Tajo, celebrado del 15 al 19 de febrero de 1988, auspiciado por la Fundación Calouste Gulbenkian en sus respectivas sedes de Alcántara y Lisboa. La ponencia está publicada en Cuadernos de San Benito, pág. 77-108. C/ Serrano, 27, izquierda. 28001 Madrid.

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sible desbrozar la vegetación y la maleza que ocultaba ambos pontones y hacer unas pequeñas calicatas. Pudimos comprobar entonces que se trataba de dos presas de apariencia romana de las dimensiones y características ya mencionadas, constituidas efectivamente por un muro aguas abajo de manipostería vertical y contrafuertes, otro muro de la misma clase, pero sin contrafuertes aguas arriba, y un relleno de material suelto entre ambos muros. Su única diferencia estructural con el proyecto original de la presa de Ontígola, consiste en que el relleno de los dos pontones, no es de tierra ordinaria, sino de subproductos de cantera. Las fuentes históricas indican que la tierra dominada por el Castillo de Oreja tuvo importancia estratégica desde tiempos muy remotos por ser el Tajo fácilmente vadeable en aquellos contornos y por el importante cruce de caminos que existió durante la dominación romana y en siglos posteriores. Recogen la tradición de una gran batalla en que los cartagineses fueron derrotados por las tribus aborígenes y nos dicen que el cerro en que están las ruinas del Castillo fue el asiento de un poblado ibérico llamado Aurelia y posteriormente Oreja. También nos informan esas fuentes que el Castillo de Oreja y sus tierras fueron escenario en la Edad Media de las luchas entre cristianos y musulmanes por dominar aquel paso del Tajo, y que Alfonso VIII, para mejor defender sus tierras, dió el Castillo y los pueblos circundantes a la Orden de Santiago, el heredamiento del señorío quedó a favor de los Reyes Católicos y Carlos V, por permuta con otras tierras o rentas pasó en parte a manos de propietarios particulares, pero no hacen mención de las presas ni aseguran, con pruebas documentales o arqueológicas, que hubiera en aquellas vegas una verdadera ciudad romana provista de presas de embalse y acueductos. Por otra parte, la información oral asegura que en la vega situada entre Pontón Grande y el Tajo había una ciudad romana llamada Aurelia y que estaba abastecida por un acueducto, del cual, hasta hace unos decenios, se conservaban algunos arcos. De ahí provienen el nombre de "Los Arcos" que todavía reciben los terrenos cercanos a la presa por los que pasaba el agua. Los vestigios romanos son numerosos en aquellas vegas, pero los historiadores, con los encontrados hasta ahora, no se atreven a asegurar si allí hubo una verdadera ciudad o solamente una población diseminada a lo largo y ancho de la vega. (Fig. 8) De lo anteriormente expuesto sobre el estado y origen de las presas Pontón Grande y Pontón Chico, deducimos: 1.° Ambas presas, aunque fuertes en apariencia, se encuentran sometidas a un deterioro progresivo. Los temporales de lluvias del otoño de 1989 han causado destrozos en la estribación derecha del Pontón Chico, y en su contrafuerte del mismo lado, amenazando su ruina total, así como otros desperfectos en Pontón Grande. La reparación y rehabilitación de ambas presas no sólo es necesaria sino urgente.

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2.° La hipótesis de que ambas presas fueron construidas durante el reinado de Felipe II, por personas del equipo que dirigió y construyó la presa de Ontígola no parece aceptable por la apariencia de mayor antigüedad de Pontón Grande y Pontón Chico, pero sobre todo, porque durante aquel reinado cualquier obra construida por la Corona o situada en su patrimonio quedaba perfectamente documentada y registrada. Tampoco es de creer que fueran construidas por terratenientes particulares. La depresión económica de la zona a partir de la segunda mitad del siglo XVI, testimoniada por los visitadores de la Orden de Santiago en sus inspecciones a la Encomienda de Oreja, y las descripciones que hacen de esas tierras y de sus bienes no autorizan a creer que en los siglos XVI y XVII hubiera un propietario privado capaz de construir obras tan costosas y de tanta perfección técnica. 3.° Por su anchura en coronación, estas presas han servido para el cruce de sus respectivos arroyos. De ahí el nombre de pontones que se les da en el lugar y en los planos. Esta denominación y el hecho de que actualmente, al no utilizarse para tal fin, se encuentran cubiertas por depósitos sedimentarios y ocultas entre tupida vegetación, pueden explicar que ni en siglos pasados ni en el actual aparezcan citadas estas obras como lo que realmente fueron; pequeñas presas de embalse para el abastecimiento de un poblado y el riego de sus vegas inmediatas. La presunción de que se hicieran durante la época romana para el abastecimiento de Aurelia y las zonas contiguas parece la única razonable. En abono de esta hipótesis podemos citar: el estilo de las obras típicamente romano, el engrapado de los sillares y el recuerdo, por personas de mediana edad, de haber visto en el lote llamado "Los Arcos", los restos de un acueducto que partía de la presa. También podría aducirse la corrección de la obra de ingeniería que se observa en ambas presas. 4.° La erección de dos presas homologas en su finalidad y con idénticos estilos y estructuras, la simetría y regularidad en la disposición de los contrafuertes y desagües y el rigor de su consttucción, hacen pensar en que, al igual que se ha supuesto en las presas de Esparragalejo en Extremadura y de San Marcos en Aragón, fueran construidas por una legión romana, acantonada en aquellos lugares para defender la línea del Tajo, bajo la dirección de ingenieros militares y con fines de aprovisionamiento de agua y de víveres. Estudios y trabajos necesarios Las exploraciones y observaciones de que hemos dado cuenta han servido para tener un conocimiento aproximado de ambas presas y para emitir unas opinio-

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nes sobre su origen. Obviamente, no bastan para definir con precisión sus estructuras y dimensiones, y mucho menos para proceder a su restauración. Los estudios y trabajos previos para este fin deben empezar por los de Pontón Chico por ser esta presa la más amenazada de destrozos inmediatos y la más pequeña y fácil de reconstruir, por lo cual debe servir como escuela de aprendizaje para los trabajos de la otra. Estas tareas deben comprender el desbroce y limpieza de ai'bustos, ramaje y tierras encima y a ambos lados de las presas; el levantamiento topográfico de sus entornos y los planos detallados de los diques; las excavaciones necesarias para reconocer y medir el paramento de aguas arriba de las presas, ahora totalmente oculto bajo los sedimentos térreos y la vegetación que los cubre; la búsqueda y apilado de piezas de cantería derrumbadas y dispersas, la precisa determinación de las piedras labradas y de manipostería que deben reponerse; la obtención de datos e informes históricos, arqueológicos e hidráulicos concernientes a cada presa en estudio y, por último, el proyecto de restauración de ambas presas y de sus embalses.

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CAPITULO II LA PRESA DE ONTIGOLA El estudio de la Mar de Ontígola Mi interés por la Mar de Ontígola y su presa se remonta a mis años de escolar transcurridos en Toledo, al ver en los mapas y textos de geografía que en los confines de la provincia y no lejos de mi ciudad se encontraba un "Mar", llamado de Ontígola, a corta distancia del pueblo de este nombre. Tal interés se acrecentó al divisar momentáneamente el diminuto mar y su presa desde el tren, en un viaje de Aranjuez a Ocaña. Más tarde no tuve otra oportunidad de ver aquel mar y menos de leer alguna noticia sobre el mismo. Habían de pasar varias décadas para que se despertara en España el interés por las obras antiguas que hoy existe. A mi vuelta a Toledo en el año 1977, la actitud hacia esas obras había cambiado. Los países más adelantados mostraban un notable interés por conocer las obras de ingeniería del pasado, que en España se manifestaba por la aparición de una serie de artículos y algunos libros sobre el tema, por la creación de cátedras de historia y estética de la ingeniería en las Escuelas de Ingenieros de Caminos de Madrid y Barcelona y por los trabajos de numerosos historiadores locales sobre las obras antiguas de su entorno. También mi afición a las obras antiguas de ingeniería se había acrecentado durante mis años de ejercicio profesional: primeramente trabajando en un organismo con sede en Mérida, que tenía entre sus funciones la de restaurar las presas y acueductos romanos que rodean a la ciudad, y más tarde al contemplar en los países de América las obras de ingeniería prehispánicas y las construidas durante la colonización española. Entusiasmado con estas antiguas realizaciones, me dediqué al estudio de las citadas obras, entre ellas algunas tan extraordinarias como la del acueducto construido en México por el toledano fray Francisco de Tembleque. (1) No es de extrañar, por tanto, que al regresar a Toledo, uno de mis primeros estudios de esta clase fuera el de la Mar de Ontígola y su presa.

(1)

"La Ingeniería Colonial en el Nuevo Mundo. Las obras de dos insignes religiosas en la Nueva España". Por M. Díaz-Marta. Revista de Obras Públicas. Octubre 1981. Pág. 695-699.

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En este último propósito conté con la ayuda de mi amigo Eustasio Rico, vecino y futuro alcalde de Ontígola, con el que hice dos visitas a la presa en el año 1978; la última, en compañía del ingeniero e historiador José Antonio GarcíaDiego. A base de las observaciones en ambas visitas, elaboré unos esquemas de la planta y la sección transversal de la obra, las que más tarde me sirvieron para recordar fielmente su estructura. Podía verse en estos esquemas que la presa constaba de tres muros en apariencia paralelos, el de aguas abajo con tres contrafuertes visibles; los demás ocultos por la tierra y la vegetación. También se veía que la obra estaba coronada por dos andenes a diferente nivel, de donde se colegía que los espacios entre muros estaban rellenos de tierra.

Informaciones históricas de la obra La singular disposición de esta presa me sorprendió en tal forma que pensé describirla inmediatamente en alguna publicación. Si no lo hice entonces fue porque carecía de las informaciones históricas indispensables para el estudio de la obra y me consideraba incapaz de encontrarlas por mí mismo en los archivos, tanto por falta de tiempo como por no estar acostumbrado a esa tarea. Tenía que buscar lo que deseaba en libros o artículos impresos pero no encontré ninguno que se ocupara de los aspectos hidráulicos y constructivos de la obra de Ontígola. Años después, las deseadas informaciones empezaron a llegar a mis manos sin que yo hiciera nada especial para obtenerlas. El estudio sobre la presa de Ontígola que aparece en el "Catálogo de Noventa Presas y Azudes Españoles anteriores a 1900" (2), me fue enviada para revisión por su autor, José Antonio Fernández Ordóñez, en el año 1984. Es de lamentar que mis observaciones le llegaran cuando el libro estaba ya en prensa. A eso se debe que los dibujos de la planta y el corte de la presa no reproduzcan los tres muros de que consta, lo que el autor pudo comprobar conmigo sobre el terreno. El artículo contiene, por otra parte, noticias históricas, tales como las ampliaciones o reconstrucciones efectuadas en 1625, 1735, 1790 y 1841, que son de gran interés para el estudio y posible rehabilitación de la presa. En el año 1985, los historiadores Javier Ribera Blanco y Nicolás García Tapia publicaron dos estudios sobre la presa de Ontígola, basados principalmente en las investigaciones realizadas en el archivo de Simancas, que son fundamentales para conocer los antecedentes y el proceso de construcción de dicha obra. En el titulado "Juan Bautista de Toledo, Jerónimo Gil y Juan de Herrera, autores de

(2)

"Catálogo de noventa Presas y Azudes Españoles anteriores a 1900". Por José A. Fernández Ordóñez, director. Bibl. CEHOPU. Madrid 1984. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO 24


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Mar de Ontígola", (3) las informaciones y consideraciones históricas destacan sobre las técnicas. En el otro artículo "La Presa de Ontígola y Felipe II" (4), el nombre del ingeniero e historiador Nicolás García Tapia precede a Javier Rivera Blanco. De esto y de su publicación en la Revista de Obras Públicas se deduce su carácter preferentemente técnico, lo que efectivamente se comprueba al leer los planes de obras hidráulicas entre Aranjuez y Toledo elaborados por los asesores de Felipe II, los nombres de los técnicos que intervinieron en los proyectos y construcciones del Mar de Ontígola y los fracasos e incidentes que ocurrieron durante la construcción de su presa. Igualmente se nota en la descripción de las características técnicas de la obra y de la participación de Felipe II en su feliz término, superando con decisiones firmes los contratiempos que surgieron durante su desarrollo. Las informaciones históricas aportadas por ambos historiadores son muy completas y de valor incalculable. En ellas están basadas principalmente nuestras opiniones sobre la obra y el proceso de su construcción. Pero la fidelidad a los textos de Simancas, de los que dedujeron la forma y dimensiones de la presa, les llevaron a ofrecer unos dibujos que no representan la estructura existente. En ambos artículos, la presa aparece formada por dos muros y un terraplén intermedio, mientras que en realidad consta de tres muros y dos terraplenes, como más tarde comprobaron García Tapia y Rivera Blanco. Otra información sobre la presa de Ontígola que merece ser reseñada es la del historiador inglés Norman A. F. Smith en sus comentarios al citado artículo de la Revista de Obras Públicas (5). El profesor Smith, además de emiquecer nuestra cultura sobre presas antiguas de contrafuertes que pueden tener alguna relación con la de Ontígola, formula algunas preguntas, hasta ahora no contestadas, acerca de la influencia de la cultura española del siglo XVI y sus diferentes tradiciones locales pudieron tener en los estilos y adaptaciones de las obras hidráulicas. Sin embargo, nada dice acerca de la forma asignada a la obra en el artículo comentado. El ingeniero e historiador suizo N. J. Schnitter, en los mismos "Comentarios", habla de los diques antiguos formados por dos muros con contrafuertes y de la influencia que los ingenieros flamencos del siglo XVI en la obra de Ontígola y en otras obras españolas. Finaliza sus "Comentarios" ofreciendo un corte de la presa basado en estudio de García Tapia y Rivera, pero con la anchura de 7 metros indicada por Smith. (6)

(3) (4) (5)

Editado en 1985, por la Universidad de Valladolid, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y el Seminario de Estudios de Arte y Arqueología. Revista de Obras Públicas. Mayo-Junio 1985. Págs. 477 a 490. "Comentarios al artículo "LA PRESA DE ONTIGOLA Y FELIPE II". Por N. J. Schnitter, Norman A. F. Smith y Manuel Díaz-marta. Resumen y análisis de José A, García-Diego. Revista de Obras Públicas. Julio 1986. Págs. 527 a 541. FUNDACIÓN JUANELO 25 TURRIANO


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Comparación de los planos propuestos con los estudios directos de la obra Al examinar la estructura y dimensiones que los citados investigadores asignaban a la presa, comprobamos que no coincidían con las que habíamos visto y anotado años antes. Tanto la descripción de Rivera Blanco y García Tapia como las de Smith y Schnitter, coincidían en suponer la presa formada por dos muros y un relleno intermedio cuando nosotros habíamos observado tres muros y dos rellenos. Diferían también en la anchura y longitud de la presa. Dispuestos a averiguar la causa de tales discordancias, García-Diego y el autor de estas líneas decidimos hacer una nueva inspección de la obra sobre el terreno. Las observaciones y medidas tomadas durante esta nueva visita y una meticulosa revisión de las descripciones de la presa dadas por García Tapia y Rivera Blanco pueden verse en los "Comentarios" a su artículo que a continuación reproducimos: "Al inspeccionar nuevamente la presa de Ontígola el 11 de enero de 1986, me pareció algo más deteriorada que en mis visitas anteriores. A primera vista era difícil apreciar su forma y proporciones, ocultas por la tierra y la abundante vegetación. No obstante, abriéndose paso entre la maleza, García-Diego pudo fotografiar el conjunto y detalles de la presa, mientras mi esposa y yo conseguimos encontrar señales o indicios de muros y contrafuertes y tomar algunas medidas en lugares accesibles. El resultado de este reconocimiento y un repaso detallado del artículo que comento y de los trabajos anteriores de Smith y Schnitter lo resumo en las observaciones siguientes:" "El andén superior es visible en gran parte de la presa. Su anchura resulta ser de 13,60 m. medidos entre aristas exteriores de muros. El andén inferior solamente lo encontramos accesible y fácil de medir en dos secciones: en la sección A apreciamos 6,80 m. de anchura entre los parámetros de aguas abajo de los muros central e inferior; en la B encontramos 3,70 m. de anchura entre esos dos parámetros. No pudimos medir con precisión el desnivel entre los dos andenes pero lo estimamos próximo a los dos metros", "Suponemos que el muro central, el andén y muro inferiores y sus contrafuertes, están cubiertos por la tierra y la vegetación entre las secciones A y B. Esta es una hipótesis optimista, porque de ser cierta, permitiría decubrir en buenas condiciones de conservación gran parte de la presa que hoy permanece oculta. La hipótesis pesimista, que me parece menos probable, consistiría en suponer que se hubieran vertido tierras en esa parte de la presa para aumentar su resistencia ante un peligro de rotura o deslizamiento".

(6)

El profesor Smith en su obra "The Heritage of Spanish Dams", incluye un esquema de la presa con 7 m de anchura y dos muros verticales.

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"El deterioro de la presa en comparación con su estado en marzo de 1978, probablemente se debe al rebose del agua sobre el muro de arriba, el andén superior y el muro central, y a su caída sobre el andén inferior, el muro de aguas abajo y los contrafuertes. Durante nuestra visita del 11 de enero, el agua pasaba sobre un tramo de la presa en toda o casi toda su anchura; en cambio pudimos comprobar que el aliviadero situado cerca de su estribo izquierdo estaba totalmente taponado con tierra. Las aguas, al verter sobre la presa, pueden haber producido, aparte de su deterioró, la saturación acuosa de los rellenos de tierra con el consiguiente aumento de su presión sobre los muros y de la abundante vegetación que cubre parte del conjunto". "Las roturas de la presa durante su construcción. Los autores nos informan que en marzo de 1565 había aparecido una abertura en el terraplén a causa de un desplome parcial del muro delantero, así como del nuevo diseño de la presa añadiendo los botaletes (contrafuertes) y de la aparición en 1568 -con el nuevo proyecto prácticamente terminado- de una grieta en la pared de agua arriba a la que siguió en julio de dicho año el derrumbe de gran parte de ese muro". "Estos fracasos, coincidiendo con temporales de lluvia y fuertes oleajes, bien pueden deberse a la saturación de humedad y aumento del empuje de los terraplenes. Pero una causa muy importante del derrumbe de los muros puede residir en su temerario diseño, de una esbeltez extraordinaria, que no se aviene con las prescripciones mínimas de cualquier manual de nuestra época". "Discordancia entre la estructura de la presa y la que figura en los proyectos. Después de comprobar el desacuerdo entre el artículo y la realidad respecto a la estructura de la obra, he releído con la mayor atención la información sobre los proyectos de la época que figura en el trabajo de García Tapia y Rivera Blanco, y he examinado sus planos en busca de una frase o una línea que aclarara la existencia del tercer muro y el segundo andén". "A pesar de la falta de referencia explícita a esos elementos de la presa actual, he encontrado, en la descripción de las obras realizadas, algunos indicios que permiten formular una hipótesis razonable de cómo y cuándo se construyó el muro que hoy aparece haciendo frente al agua y de qué parte de la presa concuerda con el proyecto original". "Las figuras 1, 2 y 3 del artículo comentado, correspondientes a sucesivos proyectos, muestran dos muros de considerable esbeltez y de altura distinta, el más bajo provisto de contrafuertes. Las dimensiones de los muros están perfectamente acotadas pero no la distancia entre ellos. Esto puede deberse a que se trate de una distancia variable, lo que estaría de acuerdo con la anchura variable del andén inferior, que en la sección A de la figura 6 de mi trabajo, cercana al centro de la presa, es de 6,80 metros, mientras que en la B se reduce a 3,70. Los estudios de Smith y Schnitter asignan a la presa una altura de 6 metros y una anchura en la coronación de 7 metros, muy próxima a la del andén actual en la sección A. FUNDACIÓN JUANELO 27

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Fig. 8 - Secciones asignadas a la presa de Ontígola por varios autores: A - Sección transversal dada por Norman Smith. B - Proyecto de reforma de la presa de Ontígola tras derrumbarse el muro de aguas arriba, de Jerónimo Gil y Juan de Herrera, según García Tapia y Rivera Blanco. C - Representación gráfica, debida a N. J. Schnitter, de las reformas al proyecto original, basada en las informaciones de García Tapia y Rivera Blanco, asumiendo el ancho de 7 m propuesto por Smith. D - Sección transversal que figura en el "Catálogo de noventa presas..." de J. A. Fernández Ordóñez.

Todas estas semejanzas parecen indicar que el conjunto formado por el muro central, el de contrafuertes aguas abajo y el releno intermedio, coincide con el proyecto de la presa, que fue elaborado después de la fractura del muro de aguas abajo. (Ver figura 2 del artículo comentado). La porción de la presa integrada pollos elementos constructivos arriba mencionados era el resultado de todos los trabajos realizados desde su iniciación hasta la rotura del muro aguas arriba, ocurrida el 20 de junio de 1568".

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"Entonces, ¿cómo explicar la existencia del muro que hoy queda del lado del agua?. El "Catálogo de Noventa Presas y Azudes Españoles anteriores a 1990" del que es autor José Antonio Fernández Ordóñez, dirigiendo a los alumnos de su cátedra, cita cuatro ampliaciones o reconstrucciones de Ontígola, en 1625, 1735, 1790 y 1841. Hay que descartar que el tercer muro y el andén de gran amplitud se construyeran en la última fecha porque existe un grabado que representa esos elementos en el que aparecen personas con trajes de antes de 1841. Tampoco hay indicios de que en 1625, en 1735 o en 1790 se acometiera una obra tan grande y dispendiosa. Es más verosímil que esas obras se construyeran bajo los auspicios de Felipe II, inmediatamente después de la rotura del muro que entonces era de aguas arriba y que tales obras estén representadas en esos planos que faltan". "Los autores del artículo asientan en su página 483 que el constructor Francisco Sánchez "propone hacer de nuevo el muro esta vez con contrafuertes, como lo había previsto en su principio y se compromete a tenerlo acabado en seis meses" y que "no se empezó en ese momento porque les sorprendería el invierno no fraguando la cal...". En la página siguiente aparecen las siguientes noticias acerca de la construcción del nuevo muro: "En un documento fechado el 29 de agosto se indica que las obras se reanudaban bajo la dirección de Jerónimo Gili realizadas por Francisco Sánchez..."; "Gili se queja en una carta del 25 de septiembre de que la obra "va fría",... pidiendo a Felipe II que apoye su autoridad... sólo se había hecho la mitad de los cimientos" y "el 6 de diciembre de 1569 cuando ya se habían terminado los cimientos y empezaban a alzarse las hileras de sillares, se detienen las obras por miedo al hielo"...; "a mediados de noviembre de 1570, Francisco Sánchez termina al fin la colocación de las hileras de sillares a buen tiempo antes de que vinieran los hielos". "Todo esto hace suponer que para la reposición de la obra, sus cimientos, acabados el 6 de diciembre de 1569, y el propio muro no se construyeron de nuevo, exactamente en el mismo emplazamiento del antiguo; porque en tal caso hubiera sido muy difícil despejar y remover del eje del muro los bloques de cimientos y grandes lienzos de pared, así como limpiar y preparar debidamente su asiento, ya que en aquella época se carecía de medios para remover fácilmente tan pesadas cargas. Era mucho más sencillo y garantizaba mejor la estanqueidad, desplazar el nuevo muro lo suficiente para que los fragmentos del anterior no entorpecieran la nueva construcción del muro derruido sobre los restos del antiguo, ya que el muro intermedio obtenido con esta reconstrucción, al estar sometido a empujes de tierra casi iguales, no soportaba presiones importantes ni exigía precauciones contra el paso del agua". La existencia de tres muros en la presa de Ontígola, en lugar de los dos que daban cuenta los escritos anteriores, fue inmediatamente comprobada por J. A. García-Diego, quien refiriéndose a la existencia de un tercer muro intermedio,

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manifiesta en los Comentarios antes citados: "Yo he podido ver este muro a nivel de coronación tanto en la visita de enero de 1986... como en otra anterior, también juntos en febrero de 1978 (7). Pero creo que hay otra prueba en el bonito grabado de la figura 7". Se refería a nuestra figura 10, que reproduce una litografía (8) de la presa de Ontígola, en la que puede verse tal como era antes de 1832, cuando todavía la tierra y la vegetación no ocultaban varios contrafuertes y parte de sus andenes, como había de suceder más tarde, y tanto el paramento de aguas abajo como el escalón pétreo que constituye el remate del muro interior y separa el andén superior del inferior, podían verse con claridad. También García Tapia y Rivera Blanco, los investigadores que con su estudio promovieron los subsecuentes sobre la problemática obra, atestiguan en su respuesta final a dichos Comentarios que se "comprueba sobre el terreno la existencia de un tercer muro que a todos nos había pasado desapercibido, sin duda debido al estado de ruina y a la abundancia de vegetación que cubre los despojos de la presa que hace irreconocible su verdadera estructura. Hemos hecho después una visita al lugar y hemos podido comprobar, en efecto, la existencia de tres muros y dos andenes a distinto nivel, lo cual es más lógico que el terraplén en pendiente que habíamos supuesto". Y más adelante agrega: "La explicación para este tercer muro es la más lógica y responde a otra interpretación de los documentos en la que "hacer de nuevo el muro" significaría hacer otro contiguo sin derribar el existente, circunstancia que, en efecto, no consta en la documentación que hemos examinado". En el mismo año 1986, el profesor José Antonio Fernández Ordóñez pudo comprobar en su visita a la presa de Ontígola que constaba de tres muros y dos andenes. También pudo ver que su aliviadero estaba obstruido y el agua vertía por el lugar marcado en la figura 9 produciendo el deterioro de los muros intermedio y de aguas abajo, en los que ya aparecían pequeñas hendiduras. Los servicios de la Confederación Hidrográfica del Tajo llevaron a cabo un arreglo del aliviadero de carácter provisional y un terraplenado, también de emergencia, del andén superior de la presa en el trecho en que su asentamiento producía un ligero badén por el que había estado vertiendo el agua. Distintas formas y estructuras asignadas a la presa de Ontígola La aparición en la Revista de Obras Públicas de la forma, estructura y dimensiones de la presa de Ontígola observadas en la realidad no fue bastante para di-

(7) (8)

Revista de Obras Públicas. Julio 1986. Pág. 536 a 539. Perteneciente a la Colección de las vistas del Real Sitio de Aranjuez. Litografías de orden del Rey de España al señor don Fernando VII de Borbón en el Real Establecimiento de Madrid, año de 1832.

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sipar antiguos errores acerca de la configuración de esta obra. Parece ser necesario un mayor esfuerzo de divulgación para establecer un hecho rectificando lo que muchos autores célebres han proclamado acerca de un monumento histórico, aunque las versiones dadas por esos autores difieran totalmente unas de otras. Las secciones transversales asignadas a la presa de Ontígola por varios autores se han reproducido en la figura 8 en la que también se incluyen las deducidas por García Tapia y Rivera Blanco de las descripciones halladas en los documentos de Simancas. En la fig. 9, hemos esquematizado la planta y dos secciones de la presa con base en las medidas tomadas durante una breve visita de reconocimiento, nada rigurosa por cierto, pero suficientes para determinar con certeza su particular estructura. Obviamente, la medición de la presa con precisión y con

S E C C I O N A-A

SECCION

B-B

0 1 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 21M. Fig. 9.

Esquema de la presa de Ontígola, según los apuntes tomados por el autor en 1978 y la revisión y medidas efectuadas por él mismo y José A. García-Diego sobre el terreno el 11 de enero de 1986.

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los detalles necesarios es una tarea indispensable para completar su estudio y facilitar cualquier trabajo de restauración. A pesar de la imperfección de los esquemas de esa figura, sirven para mostrar dos características de la presa no advertidas anteriormente: la primera es que no consta de dos muros y un relleno sino de tres muros y dos rellenos con sus andenes; y la segunda, que no es precisamente de traza recta como han sostenido todos los autores; rectos son los muros de aguas arriba e intermedio, pero el muro de aguas abajo no es rectilíneo sino suavemente curvo, con la concavidad hacia el embalse, de modo que la separación entre este muro y el intermedio -inicialmente proyectado como muro de aguas arriba- es variable, con distanciamiento máximo en el centro, donde la presa tiene mayor carga de agua, y mínimo junto a las orillas donde esa carga es menor. Esta variabilidad de la distancia entre dichos muros no aparece consignada en ningún escrito anterior sobre Ontígola, aunque podría colegirse de la figura 8, cuyas dimensiones están perfectamente acotadas pero no aparece una sola anotación de la distancia entre muros.

Relación de la presa de Ontígola con otras presas antiguas Aceptada la figura 9 como representativa de la presa de Ontígola, repasemos las ideas emitidas sobre su posible relación con otras presas. García Tapia y Rivera Blanco (9) dicen que en el año 1561 un diquero flamenco preparaba algunas presas para hacer lagunas artificiales en Ontígola y que a fines de 1562 estaban encargados de las obras Juan de Castro, maestro de Aranjuez, y el flamenco Adrián van der Musse, y en enero de 1963 "se estableció la forma de la presa con dos muros de piedra separados por un terraplén y sus características técnicas imitaban las que ya se habían hecho en Madrid" (fig. 7b) La adición de los contrafuertes al muro de aguas abajo debe atribuirse principalmente a la intervención de Juan Bautista de Toledo para reforzarlo después de producirse su rotura. La erección de un tercer muro fue la idea brillante del constructor Francisco Sánchez, que permitió reforzar el conjunto de la presa y disponer de un amplio lugar de paseo, convirtiéndola así, a consecuencia de una reparación, en un ejemplar seguramente único. La mayoría de los autores establece una comparación de esta presa con las otras de contrafuertes construidas en España, así como con las que tienen un aditamento de tierra, pero a nuestro juicio la relación con presas tales como las de Alcantarilla, Consuegra, Proserpina o Cornalbo no es demasiado relevante.

(9)

Revista de Obras Públicas. Mayo-Junio 1985.

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Fig. 10. La presa de Ontígola según una Litografía de 1832. Aún no estaban cubiertos de tierra y vegetación el muro y contrafuertes de aguas abajo y se apreciaban los dos andenes en su coronación.

Cremos que tiene mayor interés la relación que guarda esta presa con otras que fueron edificadas con dos muros y un relleno de tierra o de materiales sueltos. A este respecto, Schnitter señala algunas presas romanas al hablar de los posibles antecedentes de Pontón grande y Pontón Chico. Citando la presa en curva de Vallón de Baume, situada al sur de Saint-Remy de Provence y otras dos en Italia de la época del Renacimiento, que en cierto modo pueden relacionarse con la de Ontígola. (9) Otras informaciones sobre presas del mismo tipo, suministradas por García Tapia y Rivera Blanco y por el ingeniero portugués Carvalho Quinteiro, ya han sido citadas en la primera parte de este libro. (9) Pero creo que las que más pueden haber influido en la de Ontígola son las del mismo tipo situadas en la Península Ibérica que hemos reproducido en la figura 7. A saber, la romana de Santa Rita, en Villareal de Santo Antonio (Portugal), próxima a la desembocadura del Guadiana; la del estanque construido en Madrid en 1622, hoy desaparecida, representada por García Tapia y Rivera Blanco al fin de los ""Comentarios" tantas veces citados y la presa de Alpedreira de Como en Elvas, (Portugal), muy cerca de Badajoz.

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Fig. 11. Muro de aguas abajo entre la maleza y la tierra que ocultan la mayor parte del mismo.

Fig. 12. Embalse lleno empezando a verter sobre la coronación a la derecha de la presa (11-Enero-1986).

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La multiplicidad de técnicos y modelos que pudieron influir en la construcción de la presa impedían tener una idea clara de cuales fueron las influencias predominantes en su concepción. Pero la dificultad ha aumentado al aparecer dos presas del mismo tipo -las de Pontón Grande y Pontón Chico- tan sólo a unos 15 kilómetros de la de Ontígola. ¿Fueron conocidas estas antiguas presas por los equipos de Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera que trabajaron en Ontígola a las órdenes de Felipe II, o permanecieron ignoradas -como todavía lo están- por los ingenieros y cronistas de la época? He aquí una cuestión difícil de resolver y que por eso mismo añade otro incentivo al estudio de todas estas presas.

Estado actual de la presa La forma y el estado actual de la presa de Ontígola muestran que es la resultante de los proyectos y modificaciones anteriormente reseñados, de otras reparaciones que se verificaron en 166, 1625, 1735, 1790, 1841 y del deterioro producido por la última y por el paso del tiempo. Al comparar su estado actual con el que revela la litografía de la figura se observa que en 1832 el paramento de aguas abajo estaba totalmente limpio, mientras que hoy se encuentra cubierto en gran parte por una masa informe de tierra y vegetación; la fachada de la presa desde ese lado es irreconocible, los muros y contrafuertes del lazo izquierdo quedan ocultos a la vista, así como el andén inferior y parte del superior. La cobertura de tierra puede atribuirse a la reparación efectuada en 1841. El geógrafo e historiador D. Antonio López Gómez, en su discurso de recepción en la Real Academia de la Historia decía: (9) "En 1841 el Real Patrimonio dirigido por Agustín Argüelles y Martín de los Heros, decidió verificar la operación con un millar de presidiarios; actuaron todo el año pero se consiguió muy poco a pesar del mucho cieno extraido". Por ello, en 1842 se sacó la limpia a subasta y quedó "este depósito con todo su inmenso caudal", según Madoz (34.2. p. 44)". "Tal afirmación parece exagerada, ya que a esa misma tarea se refiere un expediente de 1844, en el cual se proyecta un trabajo mayor empleando 100 penados". Este confuso relato no permite formarse una idea precisa de cómo se llevó a cabo la operación de limpiar el lodo del embalse, pero todo induce a suponer que tan gran número de penados (aunque no llegaran a los 1000 de que hablan los cronistas) dispondrían de herramientas escasas y rudimentarias para extraer el lodo, que el transporte de éste lo harían llevándolo en espuertas, cubetas o angarillas, o cargándolo al hombro en sacos, y que procurarían dejarlo muy cerca del lugar de extracción. Es de creer que los presidiarios, faltos de medios de transporte a grandes distancias dejaran una gran parte del material acarreado sobre el paramento de aguas abajo de la presa y de ahí que éste aparezca hoy cubierto de tierra y abundante vegetación. El taponamiento del aliviadero se debe a

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que los sedimentos depositados ante sus dos vanos se pueblan con una masa de juncos y otras plantas hidrófilas que entorpecen la salida de las aguas y hacen que se decanten las partículas sólidas en suspensión, llegando a producir el cegamiento total de los vanos. Cuanto esto ocurre, las aguas vierten sobre la coronación de la presa, saturan de agua sus terraplenes y éstos aumentan su presión sobre los muros. El exceso de humedad en los materiales tórreos interiores y exteriores a la presa hace que crezca en ella una maraña de vegetación que impide ver con claridad en qué estado de conservación se encuentran sus elementos pétreos. Del estado en que se encuentran otros elementos importantes de la presa y el embalse, tales como los contrafuertes y muros enterrados, el revestimiento de piedra caliza del paramento en contacto con el agua, la toma para riego, el desagüe de fondo o el enlosado de cierta zona del embalse es muy poco lo que se sabe; y lo mismo ocurre por la cuantía y calidad de los depósitos de tierra y cieno sobre el fondo y la vegetación hidrófila que cubre las orillas. Todos estos elementos deben ser objeto de investigación.

Necesidad de restaurar y conservar la presa La necesidad de hacer ciertas reparaciones en la presa de Ontígola es evidente. La obra está cimentada sobre margas yesíferas con lentejones arcillosos y los rellenos entre muros parecen hechos de materiales de esas formaciones. El empuje de las tierras, cuando están saturadas de agua, sobre los muros es ciertamente un peligro para su estabilidad. Así lo atestiguan los derrumbes ocurridos durante la construcción de la presa, especialmente el del muro de aguas arriba (hoy muro intermedio). De este derrumbe, producido el 20 de julio de 1568, el secretario de Felipe II, Juan de Ayala dió esta explicación: "La causa de haberse abierto y hundido tan de golpe, tengo por cierto que fue un viento solano grande que anduvo aquella noche que levantó olas por cima del terraplén". Esta explicación, lejos de ser peregrina, como opinan García Tapia y Rivera Blanco, (10) es totalmente verídica, porque el hinchamiento del terraplén arcilloso, repentinamente saturado de agua, originaria un aumento importante de su presión sobre el muro. El testimonio del secretario Juan de Ayala debe servir de advertencia para impedir que el agua embalsada, por estar obstruido el aliviadero o por cualquier otra causa, derrame sobre la coronación de la presa e inunde sus terraplenes. A pesar de la mala naturaleza de sus terraplenes, la singular estructura de la presa ha demostrado ser resistente, puesto que con ligeras reparaciones ha soportado el empuje y el paso por encima de las aguas durante más de cuatro siglos,

(10) Revista de Obras Públicas. Mayo-Junio. Pág. 483.

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Fig. 13. Aliviadero a la izquierda, sin funcionar, taponado con tierras y vegetación, mientras el agua vertís sobre la coronación de la presa (1 l-Enero-1986).

con largas temporadas de lamentable abandono. No obstante su probada resistencia en el pasado, hay que evitar a toda costa que el agua vierta sobre la presa como ha sucedido en los últimos años. De no hacerlo así, la obra seguirá sufriendo un progresivo deterioro con amenaza continua de destrucción. Desde el punto de vista hidráulico, la presa requiere un serie de revisiones y correcciones. Una reparación definitiva del aliviadero en lugar de la provisional que se hizo con un par de tubos, es tarea urgente para asegurar la conservación del conjunto y para restaurar su aspecto estético. También hay que rebajar- el fondo del canal de aducción al aliviadero, mantenerlo limpio y vigilar constantemente su vegetación, arrancándola antes de que empiece a frenar la salida del agua. Igualmente es necesario investigar el estado en que se encuentran el desagüe de fondo y la toma de aguas de la margen derecha y emprender su reparación, o bien su sustitución si ésta es indispensable. La hidrología de la cuenca y la posible utilización de sus aguas también deben ser investigados si pretendemos restablecer los usos consuntivos y recreativos de otros tiempos. En el aspecto histórico, el dique de Ontígola es el más representativo de una serie de trabajos hidráulicos dispuestos y animados personalmente por Felipe II y realizaFUNDACIÓN JUANELO 39l^ffilTURRIANO


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dos, como hemos visto, con intervención de sus principales consejeros en arquitectura e ingeniería. Y en el aspecto estético, la presa formaba parte de un conjunto de obras planeadas para realzar la belleza de las vegas y edificios del Real Sitio de Aranjuez en que el agua desempeñaba un papel principal. Además, por sí misma era una obra bien concertada y de sobria belleza, dispuesta para cumplir con sus fines recreativos y utilitarios.

Utilización de la presa y el embalse de Ontígola La presa y el embalse de Ontígola fueron, sin duda, utilizados para diversas finalidades. Estoy de acuerdo con varios autores en cuanto a la finalidad recreativa, la intencionalidad artística y el resultado estético de la obra, que he apreciado en' grabados antiguos y espero contemplar "en directo" cuando sea restaurada. También el agregado del tercer muro se avino a esas finalidades, puesto que permitió formar un espléndido paseo al lado del embalse para solaz de reyes, príncipes y cortesanos. El alcalde de Ontígola habló de un enlosado de mármol en el fondo del embalse. Es de presumir, que si existe, se encuentre en el recinto rectangular que se aprecia en el grabajo antiguo del embalse, en su márgen izquierda y junto a la presa. García Tapia y Rivera Blanco añaden a este respecto que en el siglo XVII "los Austrias utilizaban el mar de Ontígola para todo tipo de fiestas que en algunos casos iban más allá de paseos en barca y naumaquias que hacía Felipe II, amante de las plantas y de los animales. En tiempos de Felipe IV, el embalse servía para unas especies de corridas de toros en los que estos animales eran lanzados al agua desde rampas colocadas en las orillas de la isla y lanceados por personas que se situaban en las barcas. No hay que creer por lo anotado que el uso del embalse era exclusivamente recreativo. El historiador López Sánchez en su discurso de recepción en la Real Academia de la Historia hace una descripción muy completa de los riegos "marginales" de la comarca de Aranjuez, entendiendo por tales aquellos cuya finalidad "era servir a terrenos donde no alcanzaban los canales del Tajo". Dentro de esta definición entran los riegos abastecidos por aguas procedentes del embalse de Ontígola. López Sánchez indica que de la presa partían dos canales, uno de ellos se dirigía hacia el norte enlazando con el Mar Chico y llegaba hasta un punto titulado "Repartimiento para el riego" en que se separaban tres acequias: una iba al convento de San Pascual, otra al cruce de las calles de Abastos y del Foso y otra a la Huerta Valenciana. El otro canal principal se dirigía hacia el oeste, pasaba por el Regajal y el extremo de la Huerta de los Deleites y continuaba hasta el río cruzando el canal de las Aves.

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Fig. 14. Contrafuerte, y múrete del aliviadero.

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Del trabajo fundamental de Alvarez de Quindós y de los testimonios de ilustres viajeros se deduce que las aguas de Ontígola se emplearon para regar el arbolado de las calles altas donde no llegaban las aguas del canal de las Aves y que a finales del siglo XVIII "se construyó un estanque en el borde S. de la posesión de "La Valenciana" para acumular agua destinada a éste y el jardín del Príncipe". Los párrafos anteriores demuestran que en tiempos pasados la utilización del embalse de Ontígola como lugar de recreo se hizo compatible con el aprovechamiento de sus aguas para usos municipales y para el riego de algunas tierras. Ya en nuestros tiempos, esas aguas han dejado de usarse para cualquier finalidad recreativa o utilitaria, el deterioro de la presa y el haber quedado fuera de servicio sus tomas de agua lo impiden. Sólo quedan la utilización contemplativa de paseantes de Aranjuez y la actitud de los ecologistas que quieren conservar la flora y la fauna muy particular desarrolladas en el entorno del embalse. En el futuro, las posibles utilizaciones de la presa, el embalse y el entorno de éste pueden ser muy semejantes a las que hubo en el pasado, con la diferencia de que deben cumplir con los objetivos sociales de nuestro tiempo y satisfacer las exigencias ecológicas y ambientales de acuerdo con nuestras preocupaciones sobre el presente y el futuro de nuestro entorno. La finalidad principal del conjunto de obras y acondicionamientos del terreno que se proyecten debe seguir siendo la recreativa, pero su disfrute no ha de quedar restringido, como en otros tiempos, a los altos personajes de la corte y sus allegados; deberá extenderse a cuantos deseen visitar y gozar de estos parajes, tal como ocurre con los famosos jardines de Aranjuez. La afluencia de turistas que hoy tiene Aranjuez, atraídos por sus bellezas y por las facilidad de sus comunicaciones por carretera y ferrocarril, encontrará un incentivo más y se incrementará con la restauración de la presa de Ontígola y con la accesibilidad y ordenación de su entorno; sobre todo, con la creación de un parque público, diseñado de manera que respete las características históricas y ecológicas del lugar. Hay que destacar que con ser importante la apertura de estos parajes al público como lugares de descanso, contemplación y recreo, no es la única utilización cultural que se espera de los mismos. Su acondicionamiento como parque serviría para facilitar el acceso y estudio de una zona con un singular ecosistema, por su microclima, la naturaleza de su suelo y su flora excepcional, zona que en los tiempos actuales ha despertado un gran interés entre los científicos.

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CAPITULO III LA FUENTE GRANDE DE OCAÑA La Fuente Grande de Ocaña Entre las obras hidráulicas españolas del siglo XVI habrá muy pocas, si es que hay alguna, tan perfectamente concebida y bellamente realizada como la Fuente Grande de Ocaña, que sea tan desconocida del gran público e incluso de los especialistas en obras antiguas. Muchos son los escritores que tratan de esta fuente monumental, pero los documentos en los que se pueda basar una investigación seria sobre la gestación, autoría de la obra e incidencias en su construcción son escasos. Tal vez la falta de documentación relevante en los archivos del Estado se deba a que fue obra llevada a cabo por el municipio de la Villa de Ocaña, cuyo archivo parece haber sido saqueado durante la Guerra de Independencia y en algunas otras oportunidades. Los documentos básicos sobre la Fuente Grande de Ocaña que aparecen citados por la mayoría de los autores son los acuerdos municipales del 16 de julio de 1574 y del 6 de julio de 1578 y las memorias sobre Ocaña del historiador don Juan Antonio Pozuelo, hoy desaparecidas pero que son la base de cuanto sobre la historia de la Fuente Grande nos ha sido trasmitido por don Benito Láriz y García Suelto en el Tomo II de su Historia de la Villa de Ocaña. Otros testimonios citados por diferentes autores son el contenido en la Relación de los Pueblos de España mandada hacer por Felipe II; el de Ponz, en su Viaje a España, que atribuye la obra al arquitecto Herrera, el del Cardenal Lorenzana y el de Madoz en su Diccionario Geográfico de mediados del siglo pasado. Después viene la de Díaz Ballesteros y Láriz del año 1873, a la que hemos de referirnos constantemente por contener la mayoría de las noticias expuestas en libros y documentos anteriores, incluso de algunos que hoy no se encuentran. Ya en nuestro siglo, son varios los escritores y cronistas que se ocupan de la Fuente Grande. Recordamos las descripciones del Conde de Cedillo en el Catálogo Monumental de la Provincia de Toledo 1959; la Crónica de la Villa de Ocaña, de Manuel J. Díaz Gómez; la memoria Descriptiva de la Fuente Grande, de Fr. Jesús Santos; y la descripción que figura en Inventario del Patrimonio Arquitectónico Histórico Artístico del Ministerio de Cultura, Madrid 1979. Pero las fuentes históricas a que han recurrido estos últimos, nada añaden a las ya utilizadas en la obra fundamental de Díaz Ballesteros y Láriz. FUNDACIÓN JUANELO 43l^ffilT U R R I A N O


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Mención especial hay que hacer del reciente estudio de la historiadora Rosario Coppel Aréizaga y el arquitecto Antonio Almagro Gorbea, titulado "La Fuente Grande de Ocaña: Una posible obra de Juan de Herrera". Ambos autores, además de reunir y comentar las informaciones históricas que figuran en las publicaciones antes citadas, han logrado hacer nuevas aportaciones al conocimiento de la Fuente Grande en sus aspectos histórico y arquitectónico. En el primero, al hacer una revisión de los documentos tantas veces citados, han encontrado uno nuevo, del 4 de agosto de 1573 (reproducido en el apéndice), en el que puede verse que ya en ese año, y no en 1574, se había empezado, bajo la dirección de Blas Hernández, un trabajo preliminar de la obra, como era la zanja en la que se había de alojar la conducción subterránea, entre los manantiales y la fuente. En el aspecto arquitectónico, la aportación de este ensayo es más notable, porque contiene un estudio completo de todos los componentes de la obra, en el que destacan sus estilos e influencias, dedicado en buena parte a demostrar que la Fuente Grande de Ocaña, como indica el título del ensayo, fue "una posible obra de Juan de Herrera". Las informaciones básicas que han servido de base a todos los estudios citados, y que también hemos de citar en el nuestro, las hemos reunido en el apéndice, ordenándolas en forma que su lectura sirva de guión histórico y denote la penuria de informaciones básicas de las que depende nuestro conocimiento de esta obra monumental.

Fuentes de información inexplotadas En el curso de nuestras investigaciones no hemos sido capaces de encontrar ni un sólo documento o información que añada algo nuevo a lo ya citado en otros escritos y reunido en el Apéndice. En cambio, hemos comprobado que, aunque parezca extraño, hay otras fuentes de información que hasta ahora no han sido debidamente exploradas. Estas son las que puede proporcionarnos el estudio sobre el terreno de la Fuente Grande, y, especialmente, el de sus relaciones geográficas, hidráulicas e históricas con otra obra importante: la presa de Ontígola, estudiada y descrita en el Capítulo anterior. En los estudios sobre la Fuente Grande a que nos hemos referido, no se menciona que está emplazada en el mismo arroyo de Ontígola en que se ubica la presa: la Fuente Grande, en una pequeña vega cercana a su cabecera, y la presa, poco antes de la Vega de Aranjuez. Tampoco se habla de su relación en el tiempo: la Fuente Grande se empezó a construir, según han demostrado Coppel y Almagro, en 1573, cuando ya quedaba poco quehacer en la presa, y se puede considerar en plena construcción en 1574, cuando la presa de Ontígola se dió definitivamente por acabada. FUNDACIÓN JUANELO 44l^ffilT U R R I A N O


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De la presencia de los mismos expertos y maestros en ambas obras apenas se ha hablado y ya es hora de que se investigue más sobre lo que voy a exponer. El hidrólogo Baltasar de San Juan, quien gracias a Coppel y Almagro aparece citado por sus trabajos en la presa de Ontígola, también lo ha sido en todo lo escrito sobre la Fuente Grande desde 1873 en que se publicó la Historia de la Villa de Ocaña. En el Tomo II de dicho libro, don Benito de Láriz y García Suelto, siguiendo al historiador Pozuelo, afirma: "Según dicho historiador, la magnífica obra de la referida Fuente se empezó el día 9 de julio de 1574, durando la construcción cuatro años, puesto que del todo no se concluyeron las obras hasta 1578". "Debió construirse a expensas de los fondos municipales, pues la comisión nombrada para la ejecución de los trabajos se componía de los regidores Hernando Mexia de Lara y Alonso de Céspedes". "Los contadores encargados de los fondos y de los gastos lo fueron Diego de Carabajal y Antonio de Salcedo, también del municipio". "El ingeniero que vino a la mina para ver si había o no agua, se llamaba Baltasar San Juan". "Los alarifes de esta gran obra fueron Blas Hernández y Francisco Sánchez; GLORIOSISIMOS OLCADENSES". "Los trabajos de Cantería los ejecutaron los hermanos Lucas y Pedro de Villa, hermanos e hijos de Ocaña. El escultor que labró los leones y escudo de la Villa, se llamaba Alonso de la Carrera". Ya tenemos aquí a un constructor tan importante como Francisco Sánchez -autor del agregado de un tercer muro a la presa de Ontígola que dió lugar a su sorprendente estructura actual- que en ambas obras tuvo un papel muy destacado. Su presencia como alarife en la Fuente Grande de Ocaña era conocida desde que Díaz Ballesteros y Láriz escribieron su libro, pero su presencia en Aranjuez formando parte del equipo dirigido por Juan Bautista de Toledo y a su muerte por Juan de Herrera, que actuó a las órdenes de Felipe II en la construcción de las obras de Aranjuez y especialmente en la presa de Ontígola, era desconocida hasta que fue revelada por García Tapia y Rivera Blanco en su estudio sobre esa presa basado en los documentos del archivo de Simancas. Cabe pensar que en los mismos documentos se citen otros nombres de colaboradores en la obra de Ontígola que también estuvieran presentes en la de la Fuente Grande. Es muy lógico que Francisco Sánchez, natural de Ocaña y maestro constructor en Aranjuez ( a menos de tres leguas de distancia), con bien ganado prestigio ante Felipe II y sus arquitectos e ingenieros, fuera destinado al término de las obras de Ontígola en 1574, para organizar el conjunto de obras de la Fuente Grande de Ocaña, en el que según el documento descubierto por Coppel y Almagro, ya es-

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taba trabajando desde un año antes el maestro Blas Hernández en la construcción de la zanja para la conducción de aguas, arteria básica del complejo de obras y edificaciones que sin duda ya estaba programado.

Concepción de la Fuente Grande de Ocaña Al comparar esta obra con la de Ontígola, su inmediata predecesora, pueden deducirse algunas observaciones que permiten formarse una idea de cómo se forjó y elaboró el proyecto de la Fuente Grande de Ocaña. Lo primero que llama la atención es la diferencia en el proceso de estas dos obras. En Ontígola se parte de unos ensayos previos con presas de tierra rudimentarias, hasta que en 1563 se elabora un primer proyecto que consiste en un par de muros y un terraplén intermedio. El fracaso del muro de aguas abajo da lugar a una reforma añadiendo unos contrafuertes. Un nuevo fracaso, esta vez del muro de aguas arriba, motiva nueva reforma de los planos (Fig. 8), la cual, modificada a su vez en la obra, según la idea del constructor Francisco Sánchez, da lugar a la estructura de la presa esquematizada en la figura 9. Se ve así que la originalidad de la obra, más que a su proyecto inicial, se debe a los contratiempos experimentados a causa del empuje de las tierras de mala calidad en que se cimentó la presa y con las que se efectuó el relleno, y de los sucesivos agregados con los que se resolvieron sus problemas. En la Fuente grande, el proceso de su construcción fue radicalmente distinto. Cuando se empezó todo parecía estar pensado y bien pensado, y en los cuatro años que duró la obra no hubo un sólo contratiempo. Hay que pensar que el proyecto fue estudiado durante largo tiempo y que los proyectistas tenían buen conocimiento de las condiciones hidráulicas del arroyo de Ontígola y de su cuenca, aparte de gran experiencia constructiva. Por entonces se daban las condiciones para que la población de Ocaña deseara tener un abastecimiento de agua acorde con la importancia y las necesidades de la Villa. Esta contaba con tres mil vecinos y cerca de quince mil caballerías, y solamente tenía el abastecimiento de la Fuente Vieja. Sentía por tanto el deseo de tener un abastecimiento más grande, lo cual debió llegar a conocimiento del equipo de expertos encabezado por Juan de Herrera, que trabajaba a las órdenes del rey en las construcciones arquitectónicas e hidráulicas del Real Sitio. En una de éstas, a donde a un kilómetro de distancia de Aranjuez, en el camino hacia Ocaña, había una importante fuerza de trabajo, encabezada por un olcadense, construyendo la presa de Ontígola. Las circunstancias expuestas avalan la creencia, manifestada por muchos autores pero nunca probada documentalmente, de que la traza y los proyectos consFUNDACIÓN JUANELO 46l^ffilT U R R I A N O


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tructivos de la Fuente Grande fueron obra de de Herrera, o de los ingenieros y arquitectos de su equipo con importante participación de su jefe. Todo hace suponer que en aquella situación, el Ayuntamiento de Ocaña aprovechara la oportunidad que se le presentaba para gestionar ante el rey un nuevo y más grande abastecimiento de agua. También es de creer que el rey, abrumado por las inmensas cargas del Estado, les aconsejara que tales obras fueran sufragadas por el municipio, y que para dulcificar su negativa, se comprometería a ayudarles encomendando el estudio y proyecto de la presa de Ontígola. Es muy verosímil, aunque tampoco existe una prueba total en los documentos, que ese mismo equipo dirigido por Juan de Herrera se ocupara también de los estudios hidráulicos y los proyectos arquitectónicos de la Fuente Grande. Existen, sin embargo, pruebas parciales que demuestran la presencia de algunos técnicos importantes en una y otra obra. El papel del hidráulico Baltasar de San Juan en los estudios y reconocimientos del arroyo de Ontígola merece ser recordado. Coppel y Almagro dicen que en 1565, es decir, cuando ya se construía la presa de Ontígola, "Baltasar de San Juan fue comisionado por Real Cédula para que alumbrase nuevos manantiales que aumentaran el caudal del estanque de Ontígola". Sabemos, por los cronistas de Ocaña, que fue a inspeccionar las obras de la fuente y que estaba considerado como uno de los mejores hidráulicos de España. En los estudios y trabajos que siguieron, la concepción y el desarrollo del proyecto de la Fuente Grande, más que estar inspirados en unos u otros modelos, son la respuesta a determinados retos. El emplazamiento de la fuente debía cumplir dos condiciones: estar situado en lugar accesible, en la villa o sus inmediaciones, y tener un nivel tal que el agua llegara allí por gravedad, de manera que las vasijas se pudieran llenar cómodamente poniéndolas bajo el chorro. Las aguas subterráneas próximas a la Villa de Ocaña sólo pueden encontrarse a niveles inferiores a la gran llanura receptora de lluvias donde se asienta la Villa. Los veneros o minas más importantes radican en la cabecera del arroyo de Ontígola, en una hondonada próxima a la estación del ferrocarril; pero ese lugar no es adecuado para la construcción de una fuente pública porque las tres minas que captan las aguas se encuentran, según puede verse en la Figura 2, en la cota 697,10 y el terreno natural está en la cota 704,98, o sea 7,75 m por encima del agua. En cambio, sobre el mismo arroyo y 253 metros aguas abajo, esas aguas transportadas por un canal de muy escasa pendiente llegan a la cota 696,93, ante el recinto de la Fuente Grande. Del otro lado de ese recinto fue posible nivelar la vaguada de manera que el patio de la Fuente quedara a 696 metros de altitud. Esto significa que el agua a su llegada está a 0,93 metros por encima del patio y con un desnivel ligeramente mayor sobre el pasillo de la galería cubierta donde se encuentran los caños.

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El lugar elegido por los proyectistas para ubicar la Fuente puede considerase un acierto. Permitía que las aguas de los manantiales llegaran allí, con una pendiente estricta, a una altura suficiente para llenar los cántaros, y por otra parte, quedaba solamente a 400 m de distancia de la Plaza Mayor de Ocaña (Plano de Situación). Una vez definido el tramo del arroyo donde ubicar la Fuente, el problema sería cómo adaptar y situar sus construcciones en tan singular emplazamiento. La distancia entre las laderas del valle era aproximadamente de unos 100 metros. Elegir una parte del valle a la izquierda del arroyo para emplazar sus construcciones, hubiera sido muy arriesgado, puesto que el arroyo en sus crecidas podría socavar la cimentación de sus edificios; y en el aspecto arquitectónico, la asimetría de las construcciones con el valle y sus laderas resultaría estéticamente deplorable, por lo que difícilmente hubiera podido obtener el visto bueno de Juan de Herrera. Sin duda, los proyectistas pensaron que lo mejor era ocupar el valle entero, de un lado al otro. Esta idea dio lugar a una solución que podemos calificar de herreriana. Lo mejor y más grandioso para armonizar la obra arquitectónica con el paisaje era ocupar totalmente el valle y la parte baja de sus laderas, dejando espacio suficiente para construir una amplia galería cubierta en la que emplazar los caños, unos abrevaderos para ganados y unos lavaderos de lana, a más de una amplia esplanada en el centro, utilizable como zona para recreo, reuniones y celebración de festejos. Naturalmente, para ocupar todo el cauce y el vallecito del arroyo con las instalaciones de la Fuente era necesario desalojar de esos espacios las aguas ordinarias y conducirlas por el arroyo durante los grandes temporales de lluvia. Para esto, los proyectistas dispusieron, como veremos más adelante, el encauzamiento de las aguas del recinto de la fuente y de una zona muy próxima de la vaguada a través del patio central; y el de las extraordinarias, llevándolas fuera del recinto por un "caz" y una disposición del valle que las hace pasar por la ladera derecha de la vaguada (Figura 1).

Ejecución de las obras hidráulicas En el aspecto de ingeniería hidráulica, las soluciones adoptadas son impecables. Pueden compararse con las más modernas y mejor estudiadas en cuanto a la correcta explotación de aguas subterráneas y al cálculo de niveles y pendientes para llegar con altura suficiente al lugar donde se decidió emplazar la Fuente. La puesta en práctica de esas soluciones fue igualmente un acierto. Las captaciones de agua, que probablemente provenían de tiempos antiguos, fueron incrementadas con galerías que penetran bajo la llanura y con pozos dentro de las mismas arquetas de captación. La conducción principal se hizo de manera que

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Fig. 15. Galería subterránea entre la captación principal y la arqueta receptora vista desde esta última. FUNDACION JUANELO TURRIANO


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pudiera ser visitable en todo tiempo y acabó siendo una obra maestra. La zanja para esta construcción empezó a hacerse por el alarife Blas Hernández en el año 1573, según acredita el documento reproducido en el Apéndice. También se indica en él el interés que había en decidir la forma que había de darse a la conducción y en terminarla totalmente. La zanja mencionada fue una tarea importante puesto que su longitud total es de 276,50 m, de los cuales, 23,50 corresponden al tramo situado entre la mina principal y la arqueta donde se concentran los manantiales, y 253 m al tramo entre dicha arqueta y la puerta de hierro de la Fuente. (Ver Figuras 1 y 2). Las profundidades de la conducción como puede verse en el perfil longitudinal, oscilan entre 7,75 m en la arqueta colectora y 3,52 m al final de la conducción. Esto induce a pensar que aunque el terreno se haya elevado al nivelar la vaguada, la profundidad media de la excavación debió ser de unos 4 ó 5 metros, lo que indica que su construcción con los medios de aquella época sería una pesada tarea. La definición del proyecto de galería reclamada por los visitantes según el documentos de 1573 se hizo en forma totalmente satisfactoria (Fig. 15 y Sección AA' de la Figura 3). La galería, construida y conservada hasta hoy en perfecto estado, tiene 1,10 m de anchura y una altura desde el andén a la clave que oscila entre 1,75 y 1,80 metros. El agua se conduce por dos canalillos laterales de 23 cm de anchura y profundiades variables entre 15 y 40 cm, situados a ambos lados de un andén de 30 cm de anchura por el que se camina cómodamente. La galería, con fábrica de manipostería en la parte baja de sus muros y de ladrillo en la superior, con bóveda de medio punto de este mismo material, es perfectamente visitable y se puede mantener limpia fácilmente. Tiene cinco respiraderos en los lugares señalados en el perfil y es accesible desde la caseta de bombeo -instalada a 124 m de la Fuente Grande- desde la cual se elevan las aguas de un depósito subterráneo, alimentado por los canalillos, para el abastecimiento de Ocaña. Con el fin de desaguar las aportaciones ordinarias y extraordinarias del arroyo de Ontígola, se empezó por nivelar y organizar el valle aguas arriba, aplanándolo en dos terrazas separadas por una barrera de piedra transversal a la vaguada y situada a 70 m aguas arriba de la Fuente Grande. La evacuación de las aguas de lluvias o infiltraciones recogidas en el espacio situado entre dicha barrera de piedra y la Fuente Grande, se verifica a través de dos boquetes practicados en el muro que limita su recinto y continuados por sendas rampas que llevan esas aguas a los regueros situados en el patio, los cuales las desaguan, junto con las procedentes de la propia Fuente, hasta sacarlas fuera de su recinto a través del muro que lo limita por el oeste, para seguir río abajo el curso del arroyo (Figuras 15 y 16). Pero los caudales mucho mayores que durante los temporales de lluvia recoge el arroyo aguas arriba de la barrera citada se desvían a un caz artificial situado a la derecha del valle. Este caz comienza cerca de la carretera a Cuenca (ver Figura 1) en la depresión donde se origina el arroyo, cruza a la derecha aguas arriba del

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Fig. 16. Vista del Caz contiguo al recinto de la Fuente grande por el que se desvían las aguas.

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lugar donde se asientan las arquetas de captación, continúa por esa ladera protegida por dos líneas de árboles y bordea el recinto de la Fuente por un cauce rectangular que tiene como cajeros el muro de recinto del lado N. y otro paralelo que retiene las tierras de la ladera. Las aguas recogidas en el espacio situado entre las arquetas y la barrera transversal de piedra también se desvían hacia el caz por un suave reguerón que parte de dicha barrera.

Edificios e instalaciones en el recinto de la Fuente Grande Los amplios patios, y los edificios, instalaciones y muros de la Fuente Grande de Ocaña, ofrecen al espectador una visión impresionante, figuras 17 a 22. Desde lo alto de la rampa de acceso, al entrar en el recinto, el observador contempla un cuadro compuesto en su parte inferior por los patios; al frente, en el lado oriental del recinto, por la hermosa porticada en forma de L con dieciocho columnas atravesando el valle y dos más en dirección perpendicular, y más arriba, el horizonte de la llanura que constituye mesa de Ocaña; a la izquierda, en el lado norte, formando ángulo recto con la fachada principal, vería los abrevaderos, accesibles a los ganados que descienden por suave rampa al patio central, y arrimados al muro de separación el espacio alargado donde se sitúan dos grandes pilones de sillería perfectamente dispuestos como espaciosos lavaderos; a su vez, este espacio queda limitado por un muro paralelo al eje de la vaguada que constituye el cajero izquierdo del caz que deriva las aguas extraordinarias para que no inunden las instalaciones del fondo del valle, caz que está limitado por su lado derecho con otro muro que sirve de contención a las tierras de la ladera; a la derecha, el espectador encuentra el muro que limita el recinto y sirve de contención al camino carretero contiguo a la obra, y más arriba, las primeras casas de la Villa. Este conjunto está de tal modo dispuesto que los edificios del fondo de la vaguada se ven bordeados en ambas laderas por espacios y construcciones escalonadas y al centro por el borde de la meseta, de tal manera que la disposición de los bellos elementos aquitectónicos en la vaguada armoniza perfectamente con el paisaje. Omitimos aquí una descripción más amplia -en su disposición general y en el detalle- de los patios, edificios, instalaciones, muros, escaleras, calzadas y puentes que existen en el recinto. El lector puede formarse una idea cabal de la disposición de estos elementos examinando nuestra Figura 1, que por tener anotadas sus altitudes, resulta más explicativo que otros planos semejantes, y los perfiles longitudinal y transversal del recinto que hemos dibujado a base de esas altitudes. En cuanto a las descripciones detalladas de esos elementos arquitectónicos, el autor ha encontrado que no le sería posible mejorar las descripciones de don Benito de Láriz y García Suelto en el Tomo II de la Historia de la Villa de Ocaña

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Fig. 17. Vista del reguero que recibe las aguas de otros dos dentro del patio y del hueco de salida al arroyo, a través del paso carretero entre muros, que limita el recinto de la Fuente por el Poniente. A la izquierda, la bajada en rampa para el ganado.

Fig. 18. Vista del patio con el pórtico y la cubierta de la galería de los caños. Fotos David Fernández Ordóñez. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO 51


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Fig. 19. La Fuente Grande desde su esquina N.O.: Al fondo y la derecha, la galería porticada; a la izquierda, en primer término, los lavaderos y el muro que los separa de los abrevaderos y del patio, y en segundo, lienzo del muro E. con arquillos decorativos.

que reproducimos en el Apéndice; con la única advertencia, en lo que respecta a las dimensiones, dadas en pies en dicha Historia, de que será mejor que admita las deducidas de los Planos levantados por el Ingeniero Técnico en Topografía, don Manuel Cavia. En cuanto a la atribución, total o parcial, del proyecto a Juan de Herrera, mi criterio es que puede atribuírsele con las mayores probabilidades de acierto. Me complace haber aportado algunos datos sobre los miembros del equipo que trabajaron a las órdenes de Herrera en la presa de Ontígola y colaboraron inmediatamnete después, o tal vez simultáneamente, en la construcción de la Fuente Grande. Considerándome incapaz de alimentar esa creencia analizando los estilos y normas de los elementos constructivos de la fuente monumental, me remito a los estudios sobre el tema insertos en el artículo "La Fuente grande de Ocaña: Una posible obra de Juan de Herrera" (11) que presumiblemente se debe a uno de sus autores, el arquitecto Antonio Almagro Gorbea.

(11) Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. LXXX, N.° 2. Madrid, abril-junio 1977.

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La Fuente Grande desde su terminación hasta nuestros días La Fuente Grande, como podemos ver en el Apéndice, cumplió ampliamente con las funciones que le habían sido asignadas. También soportó dos importantes inundaciones consignadas por Láriz y García Suelto. La primera ocurrió el 13 de agosto de 1784, día en que "hubo dos grandes tempestades de agua y piedra que ocasionaron la ruina de una gran parte de las murallas que resguardan la fuente, cortando las corrientes de sus aguas, quedando éstas detenidas en el patio, llegando hasta su mayor altura y cegados sus conductos". La segunda inundación sobrevino el 24 de agosto de 1829 y dejó anegado el patio, los lavaderos y galerías interiores de la fuente. Ambas inundaciones ocasionaron costos económicos pero no afectaron al funcionamiento normal de la fuente que continuó una vez efectuadas las tareas necesarias de reparación y limpieza. En el año 1870 se efectuó una mejora para corregir el escaso desnivel entre el depósito principal y la salida del agua al henchidero. Este defecto fue subsanado por el ingeniero don Martín Caballero, a la sazón concejal del Ayuntamiento, por

Fig. 20. Cubierta a dos aguas con losas de piedra de la galería porticada donde se alinean los caños. Al final del patio se aprecia el lavadero junto al muro que lo separa de los lavaderos. Fotos David Fernández Ordóñez. FUNDACIÓN JUANELO 55 l^ffil TURRIANO


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Fig. 21. Escalera en el costado sur de la Fuente Grande, rampa para bajada de ganado y muro del paso carretero al oeste del recinto con salida del agua hacia el arroyo.

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Fig. 22. Interior de la galería de los caños con paredes y bóvedas de ladrillo. Fotos: David Fernández Ordóñez. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO 55


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un procedimiento sencillo que consistió en "un recredido de ladrillo de el andén y muros laterales de las dos tarjeas por donde viene al agua" y la colocación de una represa de sillería bajo los plomos de la puerta de entrada, con lo cual elevó la carga de agua inmediatamente antes de llegar ésta a los plomos, lo que puso en funcionamiento los diez caños programados en lugar de los dos antes en servicio. El percance más grave sufrido por la Fuente Grande lo ha experimentado en nuestro tiempo y lo podemos atribuir por una parte a la perfección de la obra en su aspecto hidráulico que ha garantizado en toda época caudales permanentes -según los historiadores de hasta unos 5 litros y medio por segundo- y por otra, a la avidez de agua potable por parte de los habitantes de la villa. Fray Jesús Santos, del convento de Ocaña y estudioso de las obras antiguas de su comarca, dice en reciente escrito: (12) "Nuestra fuente ha perdido su galanura de cosa viviente, su razón de ser, y lo lamentable es que esto no se ha producido por falta de agua...". Efectivamente, así ha debido ser, pues en otro lugar explica: "Muchos de los que aún vivimos somos testigos de haber visto echando agua sin parar día y noche los diez caños, y de estar siempre llenos los pilares y los lavaderos; y todo esto después de la instalación de los motores que actualmente bombean el agua hasta los depósitos emplazados en las eras de la carretera de Albacete". En párrafo siguiente asegura: "No hace ni siquiera una veintena de años que los caños dejaron de verter agua, y que dejaron de estar llenos los pilones y los lavaderos, lo que fue debido a la creciente demanda del común elemento impuesta por las exigencias de la vida moderna. Esto ha dejado sin vida a nuestra Fuente Grande, la cual está pidiendo a gritos que se la devolvamos". El problema actual de la Fuente Grande lo ha expuesto el Padre Santos con una sencillez y una elocuencia difíciles de superar. A diferencia de las tres obras antiguas descritas en anteriores capítulos, no hay en ésta amenaza de destrucción, ni tampoco está necesitada de reparaciones urgentes, pero destaca la falta del elemento esencial que constituye la savia de la Fuente Grande. Afortunadamente parece perfilarse el remedio de esta carencia de agua. En estos años se ha reforzado el abastecimiento de la Villa de Ocaña con una reciente elevación de aguas del Tajo en un tramo próximo, y se contempla una conducción de aguas de la cabecera del Tajo, de mucha mejor calidad de las que ahora se consumen en Ocaña, aguas que podrían dedicarse al abastecimiento de la población. En tal caso, la Fuente grande volvería a verter aguas por diez caños, los pilones y lavaderos se verían llenos y las aguas sobrantes saldrían del recinto para volver al arroyo y ser utilizadas, como antaño, en el riego de los huertos colindantes.

(12) Memoria histórico-deseriptiva de la "Fuente Grande" de Ocaña. Por Francisco Jesús Santos. Inédito. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO 56


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APENDICE AL CAPITULO III TEXTOS DE DOCUMENTOS Y PUBLICACIONES HISTORICAS SOBRE LA FUENTE GRANDE DE OCAÑA LA HISTORIA DE LA VILLA DE OCAÑA, por Manuel Díaz Ballesteros y Benito de Láriz y García Suelto, (Ocaña 1868-1873, imprenta de Agustín Puigrós) contiene en su Tomo II, del cual apenas existe algún ejemplar, informaciones cuya reproducción literal hemos considerado de gran interés:

Noticias sobre la Fuente Grande o Principal "Las siguientes noticias de la Fuente Grande de Ocaña las tomamos de la historia que escribió Don Juan Antonio Pozuelo, que por parecemos más verídico autor consultamos con frecuencia". "Según dicho historiador la magnífica obra de la referida Fuente se empezó el 9 de julio de 1574 durando la construcción cuatro años, puesto que del todo no se concluyeron las obras hasta 1578 (1)". "Debió construirse a expensas de los fondos municipales, pues la comisión nombrada para la ejecución de los trabajos se componía de los Regidores Hernando Mexia de Lara y Alonso de Céspedes". "Los contadores encargados de los fondos y de los gastos fueron Diego de Carabajal y Antonio de Salcedo (2) también del municipio". "El ingeniero que vino a Ocaña a reconocer la mina para ver si había o no agua, se llamaba Baltasar San Juan". "Los alarifes de esta obra fueron Blas Hernández y Francisco Sánchez; "GLORIOSISIMOS OLCADENSES" (3). "Los trabajos de cantería los ejecutaron Lucas y Pedro de Villa, hermanos e hijos de Ocaña. El escultor que labró los leones e escudo de las armas de esta Villa se llamaba Alonso de la Carrera".

(1) Pozuelo, en sus Memorias de Ocaña, libro 1, cap. 19, hablando de las fuentes. También consta en el Archivo de la Villa, acuerdo del 6 de julio del mismo año. (2) Acuerdo de 16 de julio de 1574. (3) Asi los llama Pozuelo. FUNDACIÓN JUANELO 57 TURRIANO


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"Aunque en las actas del Ayuntamiento de aquella época no hemos podido inquirir quien fuera el autor... a juzgar por la solidez, elegancia y buena distribución en todas las partes de esta fábrica y atendiendo además a la época en que se ejecutó, podemos asegurar sin temor de equivocarnos, que el inmortal Herrera, arquitecto de Felipe II, debió ser el que formase el proyecto o plano de tan grande obra". "En la descripción de Ocaña hecha, como dejamos dicho en el tomo I de esta historia, por mandato del rey Felipe II y que llevó a cabo Melchor Pérez de Torres, Gobernador de esta Villa en 1576, cap. 25: "Esta Villa tiene dos fuentes inmediatas a sus muros: una llamada Vieja con poca agua aunque buena y delgada. La otra es de más cantidad y se labra al presente suntuosísimamente y aunque tiene solo dos caños son tan abundantes y copiosos que de ellos se surten 3000 vecinos que tiene esta Villa, todas las bestias mayores y menores de que se sirven y más de 200 molinos de aceite que hay en ella". "El elogio que el general inglés duque de Berwik hizo de la Fuente Grande de Ocaña el año 1706 cuando estuvo en esta Villa con el rey Felipe V en seguimiento de sus enemigos fue: No se encontrará en el mundo otra fuente semejante, aun cuando se peregrinen todas las naciones". "Cuando se comenzaron los trabajos de nuestra hermosa Fuente vieron no había bastante terreno donde construir el vasto plano adoptado, por lo cual fue necesario comprar parte de huerto a los partícipes de la capellanía de don Gonzalo Ibáñez, cuyo ajuste ascendió a la cantidad de 21.920 maravedises". "Toda la piedra que se empleó para las obras de cantería fue estraída de las canteras de Noblejas y Colmenar de Oreja".

Descripción de la Fuente Grande La siguiente descripción se refiere al recinto de la Fuente Grande y a los servicios en él instalados. Reproduce literalmente párrafos de las páginas 33 a 36 del Tomo II de la Historia de la Villa de Ocaña. "Está situada en el fondo del Valle y a proporcionada distancia de los puntos extremos de la población: su planta es un rectángulo que mide de longitud 210 pies y de latitud 102, se halla dividida en dos secciones: la Fuente propiamente dicha y los Lavaderos. Forma la Fuente una plazuela o patio de 194 pies de largo por 140 de ancho; está empedrada y la cruzan en todas direcciones unas fajas o maestras de sillería que hacen más firme el pavimento". "Los muros que rodean esta gran fábrica son de buena y sólida manipostería, sirviéndole de coronamiento una albardilla o lomo de toro de sillería de dos pies de espesor, adornando sus ángulos y machones unas grandes bolas de la misma calcárea materia que causan agradable efecto".

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"He ido a Ocaña, distante dos leguas de aquí entre Oriente y Mediodía, por el magnífico camino que ha de servir para Andalucía y Valencia; y me alegré de ver la fuente que hay antes de entrar en esta villa, la cual a primera vista parece ser de antiguos Romanos, pues tiene un no se que de grandes conductos, pilas, bebederos y lavaderos. Sospecho que será obra hecha en tiempo de Felipe II, y acaso de Juan de Herrera, cuando se empezó el Palacio de Aranjuez; pero es lástima que la piedra de que se hizo sea de mala calidad". Descripciones del Cardenal Lorenzana.-Archivo Diocesano de Toledo. Compiladas por J. Porres de Mateo, H. Rodríguez de Gracia y R. Sánchez González. Instituto Provincial de Investigaciones y Estudios Toledanos. Diputación Provincial. Toledo 1986, pág. 427. "El segundo es la Fuente Grande y con razón así por la abundancia de sus aguas, pues no solo abastace al pueblo sobradamente en cualquier tiempo, sino que en las guerras de Sucesión, por los años 1710, bastaron sus aguas aprobeher a esta y a toda la caballería portuguesa que estubo acampada en las inmediaciones de este pueblo, como también por la ordenada distribución que debe sus aguas a distantes husos para que son necesarios. Se compone de sumptuosos pilares y una sumptuosa bóveda subterránea, como de trescientos pasos de longitud, con varios derrames. Recoge sus aguas de varios manantiales con un solo depósito, por donde y desde el, por dos canales de piedra a uno y otro lado de la vobeda, quedando elebado en medio de ella para poder escorar y salir a pies enjutos para sus reparos y otros cualesquiera fines, sale por dos grandes caños cayendo a un pilar que esta devajo de otra bobeda de ladrillo que sostienen dieciocho arcos de piedra banca y, despues de abastecer el pueblo, se dirije por otros dos canales a otros tres pilares como de cien baras de largo cada uno; que sirben el primero que esta en la grande plazuela que forman dichos arcos, el referido pilón y la pared que sirbe de muralla para sostener un cerro y el puente que sirbe de desaguadero. Esta únicamente estructurado para que beban las bestias y otros dos para labar las ropas, que a un tiempo lo ejecutan cerca de cien mugeres en cada uno sin impedirse, y el sobrante sirbe para el riego de las huertas". Madoz, en su Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y sus pueblos (1845-1850), hace la siguiente relación. Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla. "Se surte la Villa de aguas potables en dos fuentes fuera de puertas, en un pequeño valle al norte, llamadas Nueva y Vieja; esta última es regular de copia no bastante para el surtido, aunque su agua es delgada; la Nueva es suntuosa cons-

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fruida en tiempo de Felipe II, y es uno de los objetos dignos de verse en Ocaña; consiste en la reunión de varios manantiales en receptáculos de piedra, los cuales van por una mina de ladrillo de doce pies de altura (deben ser seis) y cuatro de base, y corren por dos targeas a salir por igual número de caños: la parte exterior de buen gusto y sencilla estructura, toda la piedra con buena calidad con dos grandes abrevaderos para las caballerías en un patio bien empedrado de ciento ochenta y dos pies de latitud y ciento ochenta y seis de longitud. Separados de este patio por una fuerte muralla hay dos lavaderos de piedra de ciento setenta pies de largo por sesenta y siete de ancho a donde va el agua remanente, los cuales alternan por días en el servicio, a fin de que pueda limpiarse el uno mientras se lava en el otro; es tal la abundancia de esta fuente, que después de bastar a las necesidades de mil vecinos y más de tres mil caballerías, aún se regan con el sobrante diferentes huertas y se surte alguna noria; para evitar las inundaciones de la fuente en las grandes lluvias, hay un caz bien construido en los mismos lavaderos y por el muracón que separa el caz corre otra fuentecita con caño perenne pero poco abundante, llamada la Fuente del Piojo, muy dulce; "y siguiendo el mismo valle se encuentran otros manantiales llamados Menalgavia, Val-hondo, Algivejo y Aldehuela que fueron comprados por el Real Patrimonio y destinados al servicio de Aranjuez. Archivo de la Villa de Ocaña. Acuerdos del año 1569 al 1574 (Copiado del Apéndice del artículo La Fuente Grande de Ocaña: Una posible obra de Juan de Herrera). "Martes cuatro dias del mes de agosto: año de mil e quinientos e setenta e tres años fixieron ayuntamiento en el lugar, forma en el tener costumbrados los ylustres señores de Ocana (Alonso) Mates nieto alcalde mayor e Francisco de Frías Mexia e Diego de Alarcón e Alonso de Santana e Alvar González de Céspedes e Lyus e Juan de la Cámara regidores asy mismo el syndico. Vino el sennor (Alonso) Frias de Cuniga. (al margen) Quenta de Francisco Gómez. "Acordose que Munio de Gamarra regidor, saque las soluziones como se le cometio e se vengo luego. Cometiose a los señores Francisco Frias Mexia y Luis Alvarez regidores que escriban sobre ello que por cuanto en la obra de la encanadura de la fuente grande esta la canja e conviene hacer la encanadura e para el peso, nivel e medida del agua, curso e corriente della se truxo, por orden deste ayuntamiento e vino a esta Villa Diego de Orejón vecino de Madrid que es ombre experto e de conocimiento en semejantes obras. E vista por el la dicha obra e considerado el efecto della, dixo e dio su parecer en lo fecho hasta el presente para hazer mejor obra era y es abrir para el curso e corriente de lo tener antiguo con que... quel agua de mas cantidad de lo que... porque la que se... de presente

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la dicha fuente vaya e camine con más libertad e sea contra que no falte ende. Que le parece asy muy bien concurrir el parecer de Blas Hernández maestro de la dicha obra segunt es ya tenor de lo que a dicho e fecho. U asy para comencar la dicha encalladura por ser ya tiempo e ver en el ... que a de quedar se acordo que se vea la dicha obra e se tome razón de la forma della, lo qual dar al dicho Blas Hernández e conviniendo aquella en que se recoxera el agua junta e por a tenor alto e baxo se asyente e se haga en devida aforma procediendo para ello lo mas necesario de manera que aya resolución e claridad y quel dicho Blas synifique a este ayuntamiento la forma que oviere de tener la dicha obra e pareciendo ser tal que convenga de comencar sin dilación, e por ello fue acor... (línea cortada) Alvar González de Cespedes, Francisco... (ilegible) e acordaron lo syguiente. Vino el alferez e el syndico, Vino Juan de la Camara. "Que por quanto en la que de presente hace en la fuente gran desta Villa hay mucha costa e gasto asy por razón de los materiales, maestro e obreros que son necesarios muchos, como por razón de que aviendose baxar el asiento de la fuente a la vista de que baxen los atenores e corriente del agua y gran necesidad de dineros para el gasto y la villa no tienen tanta cantidad de maravedís diputada para la dicha obra cual esta para acabarla de hazer, atento a lo dicho e a que de necesidad se an de baxar e bolver a hazer los pilares e lavanderas que el pie de la fuente están, la cual dicha obra se a tenido por acertada segund el parecer de los maestros que la an visto e trazado y la esperiencia que se a tenido, considerado el principio e manantial de la dicha agua porque queda en dispusicion la dicha fuente de recibir e recoger aumento de mucha agua conforme al peso (ilegible)... que... su corriente ansi de la que a parecido en mayor abundancia en el dicho manadero, como de la que se espera recoger de algunos pozos que están en el valle donde esta la dicha fuente e por manaderos que se an descubierto de nuevo. Por tanto se acordo por estos tenores que se haga el partimiento entre los vecinos desta Villa por orden e con licencia de su Magestad e de los señores de su Real Consejo de las Ordenes y se le suplico faga merced a esta Villa de le dar provisión para ello hasta en cantidad de tres mil ducados, por ser la dicha obra de mucha importancia e costa e gran necesidad para su buen afeto de acabarse con brebedad porque no sufra dilación por razón del tienpo de cuya causa se an de gastar en cada un dia, asy ele gente como de materiales, mas de veynte mil maravedís e que para ello vaya Luys Fernandez Galiano syndico general desta villa e se le den dineros a vuestra cuenta e asy acordaron acer de con lo suso dicho e quel syndico lleve este acuerdo (ilegible) que se le dara al Consejo.

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NOTAS ADICIONALES LOS EFECTOS DEL TEMPORAL DE LLUVIAS DE SEPTIEMBRE DE 1990 EN LAS CUATRO OBRAS HISTORICAS ESTUDIADAS El texto que precede a estas notas fue presentado a la Caja Provincial de Ahorro de Toledo en julio de 1990, un par de meses antes de que se produjera, el 9 de septiembre de 1990, el temporal de agua que afectó a la comarca de Aranjuez y produjo graves daños en tres de las cuatro obras hidráulicas estudiadas. Estos resultados nos hicieron ver que algunas de nuestras descripciones, fotografías y dibujos de los capítulos anteriores ya no reflejaban el estado de las obras después de la tromba de agua. Comprobamos también que los problemas antes planteados para la restauración y rehabilitación de estas obras ya no eran los mismos que plantea la realidad actual. En enero de 1991, al aprobar la Caja de Ahorro el libro presentado, era obvio que su contenido no reflejaba fielmente las condiciones en que se encontraban las obras. La modificación de su texto no parecía oportuna. Exigiría un estudio tan detallado como el anterior, lo que llevaría mucho tiempo. Ante esta situación, en la reunión celebrada por don Bernabé García Pérez, representante de la Caja de Ahorro Provincial de Toledo, don Julio Pon-es Martín-Cleto, asesor de la Caja en temas históricos, y el autor de estas líneas, se convino en que lo más práctico e ilustrativo sería publicar el texto original sin modificación alguna y añadir unas notas que describieran las grandes riadas de los arroyos Valdeangostillo, Berrato y Ontígola producidas por el temporal, sus efectos en las obras estudiadas y las enseñanzas de aquellos sucesos. También se acordó que tales notas se prepararan en un par de meses a fin de no retrasar la publicación del libro, estimando que la comparación del estado de las obras antes y después de la tormenta, sería útil para cuantos se preocupan, por oficio o interés personal, de la reparación de los daños causados por las riadas e inundaciones. El breve plazo fijado para la preparación de estas notas, hace que puedan resultar incompletas y sujetas a error. Deben, pues, ser revisadas y ampliadas con las mediciones e investigaciones que requiere la restauración de las obras. Aún con tales limitaciones, su preparación hubiera sido muy difícil en tan corto plazo de no haber contado con la colaboración del joven ingeniero de caminos y especialista en hidraúlica, David Fernández Ordóñez. Su conocimiento anterior de las cuatro obras reseñadas por haber cooperado en los trabajos de exploración y FUNDACIÓN JUANELO 65l^ffilT U R R I A N O


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en las tomas de fotografías y datos, y su apreciación personal de los daños que sufrieron, le han capacitado para darnos las informaciones que han servido de base para la preparación de este Apéndice.

Efectos del temporal de lluvia en la presa Pontón Grande La riada del arroyo Valdeangostillo producida por la tromba de agua (+) causó importantes daños en el Pontón Grande y tuvo efectos de diferente orden en la obra y su entorno. Paradójicamente, algunas consecuencias de esta tremenda riada podemos considerarlas beneficiosas. Empecemos por las de este carácter. La riada barrió la capa de tierra de más de un metro de espesor que cubría la coronación del Pontón Grande, de cerca de 7 m. de anchura, arrastró la tupida vegetación de árboles y matojos que la ocultaba y mostró los dos muros paralelos y el relleno intermedio que habíamos representado esquemáticamente en la figura 9. Las fotografías tomadas después de la riada (fig. 23) confirman nuestro esquema anterior, deducido de la observación de los canalillos que sirven de aliviadero en la coronación de la presa. Ahora habría que levantar planos totalmente fiables de esta obra, basados en mediciones correctas de todos sus elementos estructurales, cosa imposible de lograr con los simples reconocimientos e imperfectas medidas anteriores. Todavía podemos añadir otro efecto positivo de la riada; sobre todo en el caso de que se lleve a cabo la inexcusable reparación del Pontón Grande y la rehabilitación del embalse. (+) 198 mm. desde las 6 a las 7,30 de la tarde, registrados en Noblejas, según informe de su alcalde don Agustín Jiménez. El caudal torrencial del Valdeangostillo arrastró también los grandes árboles, arbustos y matorrales que hacían impenetrable el fondo del valle aguas arriba del Pontón. El suelo quedó desprovisto de vegetación y su nivel bajó más de un metro en las proximidades de la presa, de manera que el descubrimiento del parámetro de aguas arriba y la formación de un pequeño embalse, que habrá de incluirse en una rehabilitación de la obra, requerirá una excavación mucho menor que si la fortísima riada no se hubiera producido. En contraposición a estos efectos, que hemos reputado como beneficiosos para la rehabilitación del Pontón Grande y de su embalse, están los daños causados por la avenida en la obra misma. La violencia del agua arrancó los sillares que remataban los muros de coronación y los contrafuertes, se llevó la capa superior de manipostería que coronaba el dique, degradó las canaletas que servían de aliviadero, descompuso el enlosado que soportaba la caída de las aguas

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Fig. 23 -

Vistas de la presa Pontón Grande después de la riada de septiembre de 1990. Puede observarse que las aguas limpiaron la vegetación y la tierra que había sobre la obra e inmediatamente agua arriba, arrastraron las piezas de cantería que remataban sus muros y contrafuertes y deterioraron sus paramentos pero no lograron quebrar su sólida estructura. Fotos David Fdez. Ordóñez. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO 65


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al pie de los dos aliviaderos y erosionó la capa superior del relleno entre muros, que resultó ser de manipostería de canto rodado con aglomerante calizo (fig. 23). Afortunadamente, muchos sillares arrastrados por la avenida todavía se encuentran sobre la tierra, la mayoría cerca de la presa, y algunos pueden verse en la ribera del Tajo, a unos dos kilómetros del Pontón.

Daños de escasa importancia en el Pontón Chico Por circunstancias especiales que requieren mayor estudio, las lluvias produjeron en el arroyo del Berrato una riada mucho menos intensa que en el inmediato Valdeangostillo. A título de hipótesis, podemos considerar las siguientes causas: en primer lugar, la menor extensión de la cuenca receptora, de unos 13 Km2 en el Berrato, y 27 Km2 en el de Valdeangostillo, explica que la descarga del primero fuera inferior a la del último; en segundo, la intensidad de la precipitación pluvial en el Berrato pudo ser menor que en el de Valdeangostillo; tal presunción se basa en que la registrada en Aranjuez en la tarde del 9 de septiembre fue de 87 mm. y en Noblejas 198 mm. Esta diferencia indica que la cantidad de agua disminuyó del sureste al noroeste, lo que explicaría la menor precipitación en la cuenca del Berrato por estar la noroeste de Valdeangostillo. Además, por diversas causas, entre otras el obstáculo del pontón que cruza de un lado a otro el barranco, pueden haber retardado el avance de las aguas torrenciales y suavizado su violencia, de tal manera que su paso sobre la coronación de la presa Pontón Chico no produjo daños importantes. No obstante, subsiste el peligro de deterioro general de la obra señalado en el texto anterior. Sus dos contrafuertes, ya muy dañados antes del último temporal y de apariencia inestable, pueden arruinarse por cualquier accidente; el enlosado que corona la presa y el que hay al pie de la misma, que sirve para evitar la socavación de sus cimientos, deben ser reparados, así como el paramento de aguas abajo. Por supuesto, el de aguas arriba, hoy en contacto con la tierra sedimentada, debe quedar al descubierto.

Previsiones para la restauración de las presas Pontón Grande y Pontón Chico Los trabajos para la restauración y rehabilitación del embalse Pontón Grande serán en esencia los mismos indicados en el texto original, pero disminuirá la cuantía de las excavaciones y la limpieza de la vegetación y aumentará la de reparación de la propia presa.

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En cuanto al orden de restauración de las presas, la del Pontón Grande, en vista de los daños sufridos por esa obra, no debe postergarse, sino realizarse al tiempo que la del Pontón Chico. No es propósito del autor incluir en estas Notas mayores consideraciones sobre la reparación de estas presas; solamente enumerar unos trabajos que deben realizarse tan pronto como sea posible si se quiere facilitar y abaratar las operaciones definitivas para su restauración. Entre las operaciones de urgencia debe figurar- la recogida y apilado cerca del Pontón Grande de los sillares y mampuestos dejados en la faja de terreno situada entre la presa Pontón Grande y la ribera del Tajo. De no hacerlo así, se corre el riesgo de que estas piezas desaparezcan sumidas en la tierra y la espesa vegetación por la acción de las lluvias y los efectos de erosión y sedimentación producidas por el agua y el viento, y el costo de la restauración de la presa aumentaría notablemente. Otra facilidad importante para los estudios y la restauración de ambas presas consistirá en hacerlas fácilmente accesibles desde Noblejas y Aranjuez. El camino de Noblejas al Pontón Grande es practicable en su estado actual. Sólo requiere conservarlo en buen estado y mejorarlo en algún trozo. El que parte de Aranjuez por la vega del Tajo permite el paso de turismos y camiones solamente hasta las casas de Oreja, por lo cual habría que reconstruir su prolongación hasta Pontón Chico y Pontón Grande.

Efectos de la riada en la presa de Ontígola y la Fuente Grande de Ocaña Las noticias de prensa sobre la tormenta del 9 de septiembre daban cuenta de los cortes de carreteras y paralizaciones de trenes en las cercanías de Aranjuez, del aislamiento de la población y de los daños que sufrió por la inundación de agua y lodo en las calles y plazas del Real Sitio. Nada dicen, en cambio, de los importantes destrozos que la gran riada del arroyo de Ontígola produjo en su presa y en la Fuente Grande de Ocaña. Este arroyo, como los otros anteriormente mencionados del Berrato y Valdeangostillo, desciende del borde de la Mesa de Ocaña, a unos 735 metros sobre el nivel del mar, hasta la vega del Tajo. Su caída, desde su nacimiento junto a la estación de Ocaña hasta la presa de Ontígola, viene siendo de unos 200 metros y su longitud de 14 km, lo que da una pendiente media de 1,43 por ciento. La superficie de su cuenca, sin contar la porción de la Mesa de Ocaña, cuya infiltración no incrementa sus riadas, es de unos 50 km2. En estas condiciones, una tromba de agua que abarque toda la cuenca puede producir una importante avalancha de agua en la presa de Ontígola. En las informaciones de prensa sólo se mencionaba esta presa de Ontígola para decir que el rebosamiento de su aliviadero había sido la causa de la inunda-

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ción No se hablaba de la importancia artístico-histórica de la presa, construida durante el reinado de Felipe II por un equipo de técnicos encabezado por Juan Bautista de Toledo y a su muerte por Juan de Herrera, ni se mencionaban los grandes destrozos que sufrió por el paso de las aguas torrenciales sobre su coronación ni la rotura de los muros que produjo un gran boquete en la presa. Las causas de la inundación y de estos destrozos no fueron tan simples como creían los reporteros. Los reconocimientos y escritos de algunos curiosos observadores -entre los cuales me cuento- me llevan a pensar que la reiteración del vertido de agua sobre la presa, frecuente en los últimos años, se debe a un proceso relacionado con la eutroficación del embalse. En éste, las plantas acuaticas cubren rápidamente y con una vegetación muy tupida lo que pudiéramos llamar antesala del aliviadero y entorpecen la salida de agua. Esta decanta las partículas sólidas que arrastra o lleva en suspensión y forma un gran deposito de tierra que tapona el aliviadero. Al quedar sin salida, el agua se acumula en el embalse, sube hasta el nivel de coronación de la presa y empieza a verter sobre el tramo ligeramente hundido de la misma (ver figura 9), anegando todas las tierras intermurales En la riada que comentamos, la presión de las aguas rompió el taponamiento del aliviadero y produjo un boquete en el cuerpo de la presa, con lo cual todo el volumen de agua almacenada por encima de ese boquete más el que la nada aportaba al embalse inundaron con violencia el tramo inferior del arroyo. Mis observaciones de la presa de Ontígola confirman la reiteración del proceso Durante mis visitas a la presa en 1977 y 1978, observé que el nivel del agua estaba casi un metro más bajo que su coronación. Esta aparecía cubierta solamente por un manto herbáceo, semiseco y de escasa altura, lo que me permitió observar dos andenes de tierra, el de aguas abajo a menor nivel, y vislumbrar la coronación de un muro intermedio, con lo cual compuse una sección de la presa con tres muros y dos andenes, muy parecida a la representada en la figura 9 del texto anterior. A principios de 1986 hice una visita a la presa (reseñada en la primera parte de este libro), para confirmar que tenía efectivamente los tres muros que yo había percibido en mis primeras visitas. Aparte de comprobar su existencia, observé un cambio extraordinario en el aspecto de la presa. Su coronación, antes despejada, estaba oculta por una tupida vegetación con matas de juncos de mas de tres metros de altura. ¿Qué había pasado - m e preguntaba- para que la coronación de la presa estuviera oculta por tan espesa vegetación? ¿Por que el agua enrasaba con su coronación, anegaba sus tierras antes enjutas, pasaba por una banda ligeramente hundida del andén superior y deterioraba el muro intermedio/ ¿Qué razón había para que el aliviadero estuviera prácticamente taponado y solo destilara un pequeño chorro de agua? ^ Mientras algunos ingenieros dábamos cuenta del peligro que coma la presa, la situación de ésta empeoraba. El agua que pasaba sobre su coronación empezaba FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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a formar una zanja y abría brecha en los muros intermedio e inferior. Por fin se realizó una reparación de carácter provisional para remediar estos daños; se dio salida a las aguas mediante la instalación de un par de tubos de medio metro de diámetro y se abrió una zanja aductora en el depósito de tierra densamente vegetado que obturaba la entrada del agua al aliviadero, rellenándose también la brecha practicada por el agua que rebasaba la presa. Pero el remedio duró poco. Las plantas acuáticas volvieron a crecer y provocaron de nuevo la sedimentación y el taponamiento del aliviadero; el nivel del embalse subió y sus aguas pasaron otra vez por encima de la presa formando un arroyuelo a través de sus tierras y sus muros. El ciclo descrito: reparación provisional de daños, apertura del aliviadero, crecimiento rápido de los juncos, colmatación del desagüe, ascenso del nivel del embalse y vertido sobre la presa se repitió, y se hubiera repetido indefinidamente a no haber sido por la gran riada que interrumpió su continuidad. En el caso que nos ocupa, al llegar la gran riada al Mar de Ontígola, encontró sus aguas al tope por lo que no hubo absorción de sus caudales por el embalse. La salida impetuosa del agua, tanto por el aliviadero como por el gran boquete abierto en la presa, produjo la extraordinaria inundación. Debido al temor de la población de Aran-

Fig 2 4 - La presa de OnLÍgola después de la riada de septiembre de 1990. Vista tomada el 4 de octubre de la parte más averiada que muestra los contrafuertes, la base que aún queda del muro de aguas abajo y el deteriorado muro intermedio. Foto David Fdez. Ordóñez.

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juez de que se agrandara la rotura de la presa y provocara una nueva invasión de agua y lodo, se volcaron algunas camionadas de tierra y escombros en su parte central, entre el muro de aguas arriba y el intermedio, quedando el resto de los destrozos tal como los dejó la riada. (Figs. 24 y 25). La Fuente Grande Ocaña, situada en el mismo arroyo de Ontígola, a menos de dos kilómetros de su nacimiento, también sufrió los efectos de la tromba de agua del 9 de septiembre, si bien no fueron tan peijudiciales com en la presa de Ontígola. Tal como puede verse en el texto y las figuras de la primera parte, los edificios de la Fuente están enclavados en el lecho del arroyo y protegidos de sus aguas por una obra de desvío que se inicia cerca de la estación de ferrocarril, cruza el arroyo por la zona de los manantiales que proveen de agua a la Fuente y sortea sus construcciones, asentadas en el fondo del valle, por medio de un canal rectilíneo en la margen derecha, separado por un muro de los lavaderos. El desvío se complementa con dos barreras de piedra -la última a corta distancia del edificio de las fuentes- que sirven como caminos y barreras transversales para encauzar las aguas no desviadas anteriormente hacia el canal lateral (lámina 2).

F¡g. 2 5 - Compartimento de la presa de Ontígola, entre el muro inferior y el intermedio, delimitado por muros transversales (antes ignorados) descubierto por la riada, que son prolongaciones de los contrafuertes. FUNDACIÓN JUANELO 72l^ffilTURRIANO


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Fig. 26-

El aliviadero del embalse de Ontígola, generalmente tapado, funcionando después de la gran riada, por causa del arrastre por la misma de la vegetación y la tierra que lo obturaban.

El abandono y el mal estado de esta ingeniosa obra de derivación, explicables por el desconocimiento general de su importante función y el largo tiempo transcurrido entre avenidas importantes, figuran entre las causas de que el torrente de agua no fuera derivado por el cauce artificial y el canal lateral y de que pasara por las amplias terrazas dispuestas en el valle, entre los manantiales y la Fuente Grande, desbordara la cubierta del pórtico que cobija a las fuentes y cayera sobre el empedrado del patio, arrancando buena parte de sus piedras y cubriéndolo de lodo. (Fig. 20). Sin embargo, la galería de las fuentes actuó como una presa sólida y resistió el paso del agua sin sufrir desperfectos de consideración. En mis Comentarios al artículo de García Tapia y Ribera Blanco, en la primera parte de este libro y en otros escritos inéditos, he expuesto algunas ideas sobre la restauración de la presa de Ontígola y la posibilidad de que junto con su embalse se convirtiera en el motivo central de un parque cultural y recreativo. Las especiales condiciones de este embalse en el que la desbordante vegetación hidrófila dificulta la vista del lago y constituye un peligro para la conservación de la presa, obligan a tomar en cuenta estos problemas y a realizar un estudio muFUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


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cho más profundo de cuanto debe hacerse para restaurar y rehabilitar la obra y el embalse. Como en los casos de Pontón Grande y Pontón Chico, hay algunas operaciones que deberían hacerse sin demora, al mismo tiempo que se verifica el estudio propuesto. Tales son la limpieza de la vegetación y la remoción de la tierra que los presidiarios extrajeron del embalse en 1834 y depositaron sobre la parte izquierda de la coronación y sobre los muros de aguas abajo. Es cierto que la riada llevó a cabo una limpieza parcial de la obra y que, sin necesidad de catas, descubrió una singular característica de su estructura interna: los muros en prolongación de sus contrafuertes que compartimentan el espacio situado entre el muro intermedio y el de aguas abajo, (fig. 25) pero esto no excusa la tarea de complementar la limpieza iniciada por la violencia de las aguas. Igualmente debe continuarse la limpieza del lodo, ya efectuada parcialmente por la riada. También habría que despejar y restaurar el cauce entre la presa y el río Tajo, a fin de que en el futuro las riadas del arroyo de Ontígola no invadan las calles de Aranjuez. Hay que decir, por último, que como en los casos de Pontón Grande y Pontón Chico, es conveniente recoger las piezas que las aguas arrancaron de la presa y depositaron en las cercanías y asimismo mejorar los accesos al dique y al embalse por ambas márgenes, a fin de facilitar las operaciones de limpieza, tomas de datos, trabajos de topografía y reconocimientos que serán la base del estudio.

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PUBLICACIONES EDITADAS POR LA OBRA CULTURAL DE LA CAJA DE TOLEDO

1. «Rebelión de un Recién Nacido». Autor: Don Juan-Antonio Villacañas 2. «Relatos de la Biblia». Autor: Don Luis Moreno Nieto. 3. «La Obra y Fábrica de la Catedral de Toledo a fines del Siglo XVI». Autora: Doña Laura Santolaya Heredero. 4. «Guía de la Iglesia en Toledo». Auto: Don Luis Moreno Nieto. 5. «El Canto de Francesca». Autor: Don Manuel Cabada Gómez. 6. «Vida y Obra del Médico Toledano Juan de Mata Moraleda y Esteban». Autor: Don Manuel Sánchez Calvo. 7. «La Luz de la Mañana». Autor: Don José Gómez-Menor. 8. «Política Fiscal y Desamortización de Carlos IV en Toledo (1.792-1.808). Autor: Don Emilio Campoy García. 9. «El Patrimonio del Cabildo en la Catedral de Toledo en el Siglo XIV». Autor: Don Ricardo Izquierdo Benito. 10. «Diccionario Enciclopédico de Toledo y su Provincia». Autor: Don Luís Moreno Nieto. 11. «La Población de Talavera de la Reina (Siglos XVI-XX). Autora: Doña María del Carmen González Muñoz. 12. «La Compañía de Jesús en la Historia de Toledo». Autor: Padre Joaquín Gil Calvo, S J . 13. «Missale Mozarabicum». Autor: Don José Janini. 14. «Fábrica Toledana de Ornamentos Sagrados de Miguel M. Molero». Autora: Doña María-José Martín-Peñato Lázaro. 15. «En Torno a Inscripciones Toledanas». Autora: Doña Alicia Arellano Córdoba. 16. «Evolución de las Rentas del Cabildo de la Catedral de Toledo». Autor: Don Inocente López Celada. 17. «Asistencia Social en Toledo, siglos XVI y XVII». Autor: Don Hilario Rodríguez de Gracia 18. 19. 20. 21. 22. 23.

«Soledad Sonora.- Historia del Convento de San Antonio». Autor: Padre Antolín Abad Pérez. «Toledo y la crisis del siglo XVII». Autor: Don Juan Sánchez Sánchez «Privilegios Reales de la Catedral de Toledo». Autor: Don José A. García Luján. «Historia del Colegio Universitario de San Bernardino». Autor: Don Florentino Gómez Sánchez. «Artistas Barrocos en el Arzobispado de Toledo». Autor: Don Manuel Gutiérrez García-Brazales. «Estudio Geográfico de la Caza en el Sector de los Yébenes». Autora: Doña Emilia Martínez Garrido.

24. «La Desamortización de Mendizábal en la Sagra». Autor: Don Vicente Rodríguez Rodríguez. 25. «La Campaña de 1.809 sobre la Provincia de Toledo durante la Guerra de la Independencia». Autor: Don José Miranda Calvo. 26. «La Diócesis de Toledo durante la Guerra de la Independencia Española». Autor:Don Leandro Higueruela del Pino. 27. «La Leyenda del Cerro del Bu». Autor: Don Mariano Calvo López. 28. «Intoxicación por Cistáceas en Pequeños rumiantes».Autor: Don Emilio Ballesteros Moreno y Otros. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58.

«Autores Toledanos del siglo XX». Autora: Doña Mana del Pilar Cecilia Sanz García. «La Noche Toledana». Autora: Doña Isabel Sánchez-Palencia Mancebo. «Orfebrería Toledana». Autora: Doña María del Pilar Pérez Martínez. «Tejidos Artísticos de Toledo , siglos XVI y XVIII)». Autora: Doña Almudena de la Mota Gómez Acebo. «Precios y Salarios en Toledo durante el siglo XV». Autor: Don Ricardo Izquierdo Benito. «La Tierra en la Sagra Toledana. Evolución siglo XVI al XX». Autor: Don Vicente Rodríguez Rodríguez. «Catálogo del Archivo del Cabildo de Curas y Beneficiados de Toledo». Autor: Don Mario Arellano García. «La Encomienda Santiaguista del Hospital de Talavera (1.494-1.537)». Autor: Don Angel del Cerro del Valle. «Eugenio Gerardo Lobo en su tiempo y en sus coplas, en las armas y las letras.». Autor: Don Antonio Macia Serrano. «La Pintura Gótica Toledana anterior a 1.540.» Autora: Doña María de los Angeles Blanca Piquero López. «Corpus Cristi en Lagartera, Itinerario de Historia, de Arte y de Fé». Autor: Don Julián García Sánchez. «Toledo en la Exposición Iberoamericana de Sevilla y en la Regional de 1929.». Autora: Doña Estrella Ocaña Rodríguez. «El Común de la Mancha. Encrucijada de Toledo, Cuenca y Ciudad-Real». Autor: Don Juan Martín de Nicolás, S.J. «Los Poetas de Guadiana a Alfonso X el Sabio en el VII Centenario de su muerte». Autores: Grupo Poetas de Guadiana. «Los Pueblos de la Provincia de Ciudad Real a través de las descripciones». Autor: Grupo Al-Balatitha. «El Latifundio en el Valle de Alcudia. El caso de Almodóvar del Campo (C.R.). Autores: Don Eduardo y don Gregorio Rodríguez Espinosa. «La Reforma Fiscal del último tercio del siglo XVIII en la Ciudad de Toledo». Autor: Don Luis Lorente Toledo. «La Real Compañía de Comercio y Fábricas de Toledo». Autor: Don Mariano García Ruipérez. «Industrialización Rural: Cobeja de la Sagra». Autora: Doña María-Begoña Cernuda Vergara. «Toledo Islámico: Ciudad, Arte e Historia». Autora: Doña Clara Delgado Valero. «Toledo en el Bienio Progresista. 1854-56». Autor: Don Francisco Fernández González. »La Puerta del Reloj en la Catedral de Toledo». Autora: Doña Teresa Pérez Higuera. «Santa Hermanda Vieja de Toledo, Talavera y Ciudad-Real (Ss. XIII-XV)». Autor: Don José María Sánchez Benito. « Sonseca en el siglo XVIII. Aspectos Socioeconómicos e Institucionales». Autor: Don Francisco Gil Gallero. «Félix Urabayen: Su Narrativa». Autor: Don Juan-José Fernández Delgado. «Layos, Origen y Desarrollo de un Señorío Nobiliario: El de los Rojas...». Autora: Doña Paulina López Pita. «Fuentes para la Historia de Toledo y su provincia». Autores: Don Mariano García Ruipérez y doñaMaría del Carmen Fernández.. «Aproximación a la Pintura Toledana de la Segunda Mitad del siglo XVII». Autora: Doña Paula Revenga Domínguez. «El Villancico en Castilla La Mancha». Autor: Don Antonio-Benigno Celada Alonso. «Profilaxis Vacunal y Evolución de la Brucelosis en la Prov. de Toledo...». Autor: Don Patrocinio Navarro Gómez de Zamora. FUNDACIÓN JUANELO TURRIANO


59. «Actas del I Congeso del Toledo Mágico y Heterodoxo». Varios autores. 60. «El Mejor Alcalde el Rey, de Martínez de Meneses». Autores: Don Abrahan Madroñal Durán y don Luciano López Gutiérrez. 61. 62. 63. 64. 65.

«La Industria Textil de Toledo en el siglo XV». Autor: Don Ricardo Izquierdo Benito. «Arquitectura Barroca en Toledo, siglo XVII». Autor: Don Diego Suárez Quevedo. «El Cancionero de Toledo del Marqués de Santillana». Autor: Don José Luis Pérez López. «La Casa de la Moneda de Toledo». Autora:Doña María-José Martín-Peñato Lázaro. «Los danzantes y el Santísimo Cristo de la Viga de Villacañas». Autores: Doña Teresa Alvarez Porras y don José-Antonio Fernández Zaragoza. 66. «Arquitectura mudéjar religiosa en el Arzobispado de Toledo». Autora: Doña Concepción Abad Castro. 67. «El Monasterio de Santo Domingo el Real, de Toledo». Autora: Doña María-Jesús Galán Vera. 68. «Homenaje a D. Femando Jiménez de Gregorio». Varios autores. 69. «Cuatro obras Hidraúlicas antiguas entre la Mesa de Ocaña y la Vega de Aranjuez». Autor Don Manuel Díaz-Marta

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Fotografía en contraportada: "Interior de la Galería de los Caños de la Fuente Grande de Ocaña".



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