LEYENDAS DEL PLAYGROUND

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merecer la pena. Si alguna decisión me ha llevado cuarenta años corregir, es precisamente ésa', declaraba recientemente en una amplia entrevista al New York Sports Express ('PWK: Fundamentalist', by Dave Hollander). Kirkland concentró los primeros años de su pena en las dos canastas del patio de la prisión hasta el punto de acabar formando allí un solidísimo equipo de presidiarios. Astuto y decidido, resolvió negociar con la Dirección del Penal el acceso del equipo a la Anthracite Basketball League, un circuito semiprofesional de contrastada calidad que enfrentaba a equipos de prisioneros procedentes de distintas cárceles del país, al más puro estilo de 'La Gran Evasión'. Su tarea infatigable dio finalmente resultado. Hay que concebir que alguien que había liderado la anotación de la Rucker en 1970 y 1971 tendría muchos boletos para mostrarse muy superior al resto; pero nadie podía imaginar que una especie de Chamberlain cercano a los dos metros tendría una especie de encarnación penal. En la temporada de 1972 Richard 'Pee Wee' Kirkland promedió un sobrenatural registro de 70 puntos por partido y a la excepcional visita a la prisión de un equipo lituano el resultado final habla a las claras: 228 a 47. Su vendetta anónima al mundo quedaría reflejada en su anotación individual aquel día: 135 puntos. Poco después de la debacle americana en Munich el verano de aquel año 72, Kirkland señalaba en tono jocoso: 'Hey, si alguien necesita derrotar a los rusos que me llamen'. Y en la entrevista del Express se reafirmaba muy seriamente: 'Sin duda. A mí y a un montón de fellas de la calle porque esos eran los grandes jugadores, los que no gozaban de una sola oportunidad'. Cuando por fin terminó condena, once interminables años después, Knowings había muerto, Manigault atravesaba sus peores días, y Hammond y Fly ahogaban su vida entre rejas. Volvió a pisar en solitario el Hemingway Park en Norfolk, su escenario de glorias pasadas, y ninguno de los rostros le eran ya conocidos. Su generación se había diluido como el humo. El mundo había cambiado y esta vez, con la juventud perdida, se vería igualmente obligado a adaptarse. Y lo hizo a las mil maravillas, como muy pocos lo han conseguido. Se comprometió férreamente con la comunidad: terminó los estudios hasta cumplir el Doctorado, realizó después un prestigioso Master y creó el 'Ambassador' y el 'School of Skillz', programas ambos para la escolarización de niños de zonas desfavorecidas, que encontraron rápido patrocinio por parte de Nike y el gobernador George Pataki. Los programas fueron acogidos a nivel nacional y hoy en día, quién lo diría, Richard - 76 -


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