LEYENDAS DEL PLAYGROUND

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El acusado, de raza negra, fue condenado por homicidio en segundo grado, homicidio involuntario al quedar probado que su intención no era matarla. Y la condena fue así rebajada de 35 a 25 años de prisión, que todavía cumple en la actualidad. Una verdadera pena, porque este chico, Richie Adams, en otra vida bien remota a la suya, iba para estrella' del juego sucio. Reclutado por la Benjamin Franklin High School y criado en pleno corazón del Bronx, pronto le apodarían 'The Animal' por su forma salvaje de entender el juego, sobrenombre que por aquel entonces, mediados los años ochenta, se granjearía igualmente Ken Bannister en la NBA, famoso por ser capaz de tragarse 21 hamburguesas y 14 coca-colas de una sola sentada. Pero los motivos del apelativo en Adams eran distintos: a Richie, de 2.06 de estatura y acostumbrado a jugar de pívot, le gustaba ante todo defender y pegarse por cualquier balón que no fuera suyo o de sus compañeros, y esto lo hacía a las mil maravillas. En los patios del Bronx se había hecho famoso por lo que mejor y más adoraba hacer: sacar el balón fuera de las vallas a base de tapones, ni de arrastre ni de presión: de auténtico manotazo y a ser posible con el puño cerrado. Fuerte y muy aguerrido, hacía habitualmente gala de un extra de motivación en su juego, algo muy similar a lo que sucedía con Brisker en los entrenamientos de los Condors: una fuerte estimulación artificial, la cocaína (a la que se enganchó a muy temprana edad), desatada sobre una adrenalina salvaje, una suma explosiva. Puede que Adams no fuera más que voluntad; sin una musculatura excesiva pero tremendamente fibrosa, era muy superior al resto por fuerza y estatura en el trabajo sucio realizado en plena calle: la defensa total en el pozo del aro, donde aguardaba a los rivales más altos, a los que gustaba taponar una y otra vez, y de no lograrlo, obligarles al fallo para capturar su rebote, donde igualmente sobresalía. Todos apuntaban a la feroz resolución de 'The Animal' como el motivo por el que era tan respetado en las calles. Nunca por los estudios, apartados de una vida prácticamente concentrada en el juego sobre el pavimento y más allá, en los oscuros rincones donde poder hacerse con una dosis cada vez mayor. Pero siempre en la calle' y nunca más allá del sur del Bronx, donde aún hoy se le considera una auténtica leyenda. Es raro encontrar en la mitología urbana tipos que no despuntasen por la anotación o los mates salvajes; pero en Adams encontramos a una estrella del cemento armado, un Ben Wallace natural que exhibía una dureza fuera de lo - 10 -


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