El Fenomeno del Niño

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drológicas, meteorológicas y todas las otras manifestaciones naturales a que dan lugar “El Niño” y “La Niña”, llámense, en sus peores extremos, sequías, lluvias torrenciales, huaicos, etc. En síntesis, el fenómeno océano–atmosférico del Pacífico Sur, ese diverso, complejo, desventajoso y desafiante espectro de la realidad de la naturaleza, debe considerarse como parte de nuestra situación normal. A él debemos plenamente acostumbrarnos. Y en función de él, y para atenuar cada vez más sus efectos más dañinos, debemos organizar los espacios urbanos y rurales, la vida y el gasto social, la actividad productiva y la inversión privada, y buena parte del gasto y la inversión pública. Lejos está sin embargo todavía el momento en que hayamos internalizado como normal el complejo espectro de la naturaleza en la que habitamos los peruanos. Y más lejos en tanto sigan siendo solitarias, como la de Luis Giampietri, Presidente del Instituto del Mar del Peru –IMARPE–, las voces de quienes piensen que efectivamente “El Niño” y “La Niña” no son anormalidades sino manifestaciones distintas de nuestra compleja y desafiante normalidad 140. Pero acerta y constructivamente Giampietri todavía va más lejos. Sostiene que debemos organizarnos social y productivamente para incluso llegar a sacar partido al fenómeno. Entre tanto, bien utilizados, los actuales mecanismos de alerta temprana del fenómeno océano–atmosférico del Pacífico Sur pueden significar una importante ayuda –como advierte Jorge Csirke, especialista de la FAO 141 – para poner el práctica planes de contingencia en la agricultura, ganadería, industria

en general e industria pesquera en particular, maricultura, etc.

Desafío para el Primer y Tercer mundos “El Niño” y “La Niña” son pues, en definitiva y a todas luces, una pesadísima rémora para el desarrollo de los pueblos del Perú, Bolivia y Ecuador, y en general del Tercer Mundo. Paradójicamente, sin embargo, es obvio que para atenuar los efectos del Fenómeno océano–atmosférico del Pacífico Sur se requiere el concurso de ciencias y tecnologías que virtualmente monopolizan los países del Norte. Por eso, éstos, sin cortapisas, con decisión y con perspectiva histórica, deben poner total y absolutamente esos instrumentos al servicio de todos los pueblos del mundo. Pero no sólo y simplemente por “generosidad”, sino además a la luz de un descarnado aunque sensato pragmatismo. ¿Se ha estudiado y conoce, por ejemplo, en cuánto se incrementa la migración –legal e ilegal– del Sur al Norte con posterioridad a las catástrofes que origina el fenómeno en los pueblos del Tercer Mundo? Sí se sabe, en cambio, que las catástrofes a que da origen el fenómeno no son precisamente condiciones que coadyuven al proceso de estabilidad política, económica y social del planeta, y menos todavía al desarrollo del Tercer Mundo y a la definitiva instauración de la democracia en todo el globo. ¿Se quiere acaso, en el contexto de la tan

EL NIÑO – LA NIÑA: El fenómeno océano–atmosférico del Pacífico Sur, un reto para la ciencia y la historia • Alfonso Klauer

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