SHIMON PERES
escribió: “Las semillas de un nuevo Israel crecieron en la imaginación de un pueblo en el exilio (que) duró mucho tiempo, casi dos mil años, y lo dejó con la plegaria y sin país. Aún así; esa continua oración alimentó su esperanza y su vínculo con la tierra de sus antepasados. Con la creación del Estado de Israel, ese rezo fue sembrado en una tierra pequeña. El suelo era árido y, el entorno hostil. Tuvimos que reinventarnos. Éramos un pueblo pobre regresando a una tierra mísera así que descubrimos riquezas en la escasez. El único capital del que disponíamos era el humano (…) pioneros voluntariosos que se conformaban con poco. Estos concibieron nuevas formas de vivir (…) soñaron e innovaron. (…) Israel produjo creatividad (…) en proporción (…) a los peligros a los que se enfrentaba. David Ben Gurion hubiese completado la idea:“Todos los expertos lo son en lo que fue, pero no hay expertos en lo que será”. La creatividad, aplicada a temas de seguridad, sirvió para cimentar la industria civil. El Ejército colaboró y se convirtió en una incubadora tecnológica que permitió, a muchos jóvenes, trabajar con equipos sofisticados y adquirir experiencia. Ya se preveía que, para convertirse en un experto en lo que será, era necesaria la visión de mañana.