Potencia decimal

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Fotogramas de la película Powers of Ten (1977), de Ray y Charles Eames. © 2015 Eames Office, LLC (www.eamesoffice.com) 02 Fotogramas de la película Cosmic Zoom (1968), de Eva Szasz. © 1968 National Film Board, Canadá.

historiA omar grandoso

t gentileza Eames Office, LLC National Film Board, CanadÁ Futurefarmers, San Francisco DanApp

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POTENCIA DECIMAL Desde que Occidente aceptó el sistema decimal —una invención india— como unidad de medida, el número diez ganó atributos de todo tipo: desde número perfecto, áureo, hasta ideal de belleza. El número diez también fue consagrado por los Eames. Aunque su monumental Powers of Ten, más que una celebración a la unidad decimal, fue una cita encubierta al legado del pacifista holandés Kees Boeke.

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Con el nombre Powers of Ten, se conoció originalmente el trabajo fílmico de Ray y Charles Eames realizado en 1977 para la firma IBM. A partir del cambio de escala del número diez y sus sucesivas potenciaciones, este cortometraje animado nos muestra cómo es posible visualizar —y, por lo tanto, comprender— desde el cosmos en su totalidad hasta el microuniverso de las partículas atómicas. Este trabajo le permitió a Ray Eames y a su esposo, prestigiosos diseñadores industriales estadounidenses, plasmar en imágenes su concepto relacional del diseño al operar en distintas escalas y al mostrar cómo era posible pensar un desarrollo proyectual que tuviera en cuenta sus implicancias en diferentes niveles. El punto de partida del filme, al igual que en el mundo renacentista, es la escala humana. El diez nos permite observar un área de un metro cuadrado en donde los realizadores deciden ubicar a una pareja (hombre y mujer) disfrutando de un día de pícnic, en un parque de Chicago, junto al lago Michigan. Esta imagen inicial pronto se perderá a medida que la cámara se vaya alejando en las sucesivas potencias de diez, mostrándonos en pocos segundos el planeta Tierra en su totalidad y la Vía Láctea momentos después, hasta llegar a los confines del universo observable, aproximadamente a

diez mil millones de años luz, lo que equivaldría a 1026 metros de distancia. Una vez allí, en el vacío absoluto, donde solamente pueden verse las galaxias como pequeños puntos luminosos, se emprenderá una vertiginosa vuelta hasta el punto inicial: la escena de esparcimiento en el parque. A partir de ahí, la cámara inicia un viaje al interior del cuerpo humano —entendiendo esto como el cuerpo masculino— ingresando, precisamente, en su mano derecha. Sucesivamente, se observa su epidermis, los componentes del torrente sanguíneo, las células, la cadena de ADN hasta llegar a un átomo de carbono y a los protones de su núcleo en la escala de 10 -15 metros. De este modo, los Eames nos muestran no solo su concepción del diseño en relación con los cambios de escala, sino toda una lección sobre la comprensión del universo que, tal vez, tenga correspondencia con las ideas que intentaba imponer IBM en aquel comienzo de la carrera informática. Desde las partículas del carbono fundamental para los componentes de la vida en el planeta Tierra hasta el último límite del universo conocido, todo pasa por el hombre, por la mano del hombre, es decir, por la técnica. Del mismo modo en el que la película nos muestra un viaje desde el espacio exterior al interior, intentaremos en este artículo ensayar un pequeño viaje en el tiempo, para comprobar


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que el problema de la escala y el hombre sufre ciertos desplazamientos de sentido en sus diferentes apropiaciones. Las investigaciones de los Eames —y sus primeras experiencias sobre este tema— comenzaron en 1968. En ese mismo año, Eva Szasz realizó un filme de características similares a partir de dibujos animados: producido por The National Film Board (Canadá), lo tituló Cosmic Zoom. En su versión, la artista canadiense nos muestra también el viaje desde el lugar más lejano del universo hasta la partícula más pequeña concebible. Pero, esta vez, el punto de inflexión es un chico remando en un bote junto con su perro. La imagen que da inicio a la película nos muestra una fábrica, pero mediante un movimiento descendente de cámara nos encontramos rápidamente con un bote de remos navegado por un adolescente y su compañero canino. En la mano del joven, un mosquito succiona su sangre, una acción que permitirá el acceso al mundo interno de las células, moléculas y 38

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átomos que conforman el cuerpo humano. Es curioso ver cómo de una película a otra ha cambiado el punto de inicio, cómo el muchacho aventurero picado por el mosquito es reemplazado en la versión posterior, en la de los Eames, por el hombre maduro durmiendo una siesta al sol, que aprovecha un momento de esparcimiento mientras su pareja hojea distraídamente una revista. Cada cual está perdido en su propio mundo interno. La aventura del conocimiento ha sido reemplazada por otra metáfora: la de la ciencia omnipresente en la vida cotidiana. Continuando este viaje en el tiempo, vemos cómo los dos casos anteriores, responden a un mismo antecedente. En 1957, Kees Boeke publicó su libro Cosmic View. The Universe in 40 Jumps. Boeke, un educador reformista holandés, misionero cuáquero y pacifista, introdujo el tema del tamaño relativo de las cosas para un público infantil, con la esperanza de abordar problemáticas sociales —por ejemplo, la fragmentación de

Selección de dibujos del libro Cosmic View. The Universe in 40 Jumps (1957), de Kees Boeke.

las culturas y el mutuo entendimiento entre las personas— a partir de comprendernos como parte de un proceso que sobrepasa nuestra propia escala humana. En sus dibujos, Boeke —que intentó renovar la educación holandesa a través de una propuesta participativa para el ejercicio de la democracia, orientada para los niños en las escuelas— también utilizó al mosquito como lugar de entrada a la sangre y, por ende, al interior del cuerpo humano. Sin embargo, en su caso, el mosquito está posado sobre la mano de una mujer apenas sonriente que sostiene a un gato mientras está sentada en una silla en el jardín de una casa de campo. Es entendible que una mirada más inquieta, propia de los años sesenta, como la de la canadiense Eva Szasz, haya reemplazado la pasividad contemplativa de la chica acariciando al felino por el joven aventurero y su perro. Es esperable también que, una década más tarde, el matrimonio Eames suplantara el paseo en bote del adolescente por


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Ilustración a escala 1:10 de 07 Cosmic View. Fotograma de Cosmic Zoom. © 1968 National Film Board, Canadá. Del colectivo de artistas Futurefarmers, el ensayo fotográfico A Variation On Powers of Ten (2011). © Futurefarmers, San Francisco. Fotografía: Jeff Warrin.

Cosmic Eye (2012), aplicación para iPhone desarrollada por DanApp. Fotografía de la violonchelista Louise Mckay.

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A Variation On Powers of Ten. © Futurefarmers, San Francisco. Fotografía: Jeff Warrin. 09 Ilustración a escala 1:100 de Cosmic View. 08

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“Desde las partículas del carbono fundamental para los componentes de la vida en el planeta Tierra hasta el último límite del universo conocido, todo pasa por el hombre, por la mano del hombre, es decir, por la técnica”.

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un momento de ocio compartido a la orilla del lago para enfatizar la existencia de procesos de altísima complejidad que suceden mientras nosotros estamos absolutamente ajenos a ellos. Ahora bien, todavía, es posible ir un paso más allá en este viaje temporal a través de las sucesivas realizaciones del “poder del diez”, y llegar hasta el núcleo atómico inicial desde el cual parte el maestro holandés para la elaboración de su trabajo. El antecedente del libro Cosmic View es un estudio sobre los cambios de escala realizados por físico norteamericano Philip Morrison, más conocido por haber formado parte de Los Alamos National Laboratory, en donde se desarrollaron las investigaciones nucleares que permitieron la construcción de las bombas atómicas que detonaron en Hiroshima y Nagasaki en 1945. Una vez finalizada la guerra, tras haber visitado los lugares de impacto, Morrison se convirtió en uno de los defensores de la antiproliferación de armamento nuclear con la escritura de varios artículos y participando, entre otras actividades educativas, en el guion de la película Powers of Ten ya descripta. Existe también, como para completar el ciclo, un libro escrito por Morrison y su esposa sobre este tema, que fue editado por la Eames Office en 1990. Emprendiendo el viaje de regreso a nuestro tiempo, se puede mencionar que una de las versiones más recientes de Powers of Ten nos devuelve a la contemporaneidad con una aplicación para iPhone titulada Cosmic Eye, diseñada por DanApp en 2012. En este caso, sin embargo, su punto de partida es la imagen de una mujer sonriente recostada en el pasto

(la violonchelista australiana Louise Mckay, según los créditos) que mira directamente a cámara y nos invita a conocer el interior de su cuerpo a través del iris y su pupila. Otro aspecto de las paradojas que abre el diez y sus escalas es la propuesta del colectivo artístico Futurefarmers, de San Francisco, una mirada oblicua al trabajo de los Eames. Este ensayo fotográfico conformado por una serie de diez imágenes que recrean el momento del pícnic se titula A Variation On Powers of Ten. Allí, estudiantes e intelectuales son invitados a formar parte de un encuentro en donde el mantel sobre el césped sirve como espacio de confluencia entre la especulación científica y la cotidianidad de un almuerzo al aire libre. Los libros y demás objetos que aparecen en las fotos son minuciosamente enumerados junto con los personajes que participan de la escena. Esto, sumado a una detallada documentación del proceso de la obra, pondría en relación el conocimiento teórico generado en el interior de las universidades con el espacio público y su alcance masivo. Lo que aquí pretende plantearse, para finalizar, es el alcance de lo medible en lo que respecta a las escalas espaciales y la manera en la que la dimensión simbólica de lo representado pone en evidencia la subjetividad de la comprensión de los fenómenos naturales. Es difícil imaginar al hombre por fuera de esta relación entre lo cósmico y lo atómico, pero quizás sea pertinente reflexionar sobre su función dentro de este sistema, y en este sentido, quizás el diseño pueda servirnos para vincular las variables de escala en un mundo en permanente cambio.


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