Nada más llegar a Taiwan, nos montamos en un tren, y atravesamos la isla entera. El trayecto duró poco más de 5 horas. Por el camino íbamos cruzando decenas de puentes y túneles en un recorrido extenso por la costa este. Después de 2 horas de trayecto ya podíamos observar el mar. Parecía que había algo de olas. Cada bahía que atravesaba el tren, era preciosa, completamente salvaje, con playas vacías. Conseguí divisar algunos picos de más de metro y medio, y en ocasiones tuberos con orilleras. Si hubieramos elegido alquilar un coche, jamás hubieramos llegado hasta el sur. Seguramente habríamos parado en cada una de las playas de la costa para investigar sus rompientes. El día fue oscureciendo y llegamos a Taitung, completamente entrada la noche. Nos vinieron a recoger, y nos llevaron al hotel donde pasaríamos casi dos semanas. Yo me preguntaba como sería el lugar. No me podía hacer una idea. La carretera desde la estación hasta el hotel transcurrió en una oscuridad absoluta, y mi ansiedad por ver amanecer era muy notable. La amable gente del hotel nos explicó con detalle, el lugar al que podíamos ir a surfear al día siguiente. Después de alquilar una furgo vieja, nos metimos en la cama y comenzamos a soñar con olas perfectas rompiendo sin nadie.
Si eres surfista, estás destinado a viajar con bastantes tablas alrededor del globo. Llegar a ciertos lugares con un ataúd lleno de tablas, puede ser una gran odisea.
taiwan 40 / Desoriented