Cómo lograr sistemas financieros sólidos y seguros en América Latina

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PARTE II • CHARLES A. E. GOODHART

cartera de activos de alto riesgo puede endeudarse con menores costos que un banco pequeño con una cartera de mucha mayor calidad, ya que se estima que el banco grande es "demasiado grande como para quebrar". No obstante, ninguna de las medidas empíricas presentadas en relación con los bancos de Argentina y México se ha ajustado en función del tamaño relativo de los bancos. Por consiguiente, a partir de esos bancos no se puede saber qué es lo que cuantifican de hecho las diferencias en las tasas de interés. Lo que sí se puede concluir es que en Argentina la relación entre el coeficiente de reserva en las cuentas corrientes (43 por ciento) y el de los depósitos a la vista (3 por ciento) es absurda -habrían sido más razonables porcentajes del 20 y el 10 por ciento. Sería también interesante saber qué ocurrió realmente en el banco mexicano de la Figura 10, cuyo costo de endeudamiento se redujo aproximadamente a la mitad, del 26,5 por ciento al 14,5 por ciento, entre 1993 y 1996. En gran parte del capítulo está implícita la preocupación por el financiamiento entre instituciones vinculadas, en virtud del cual un banco puede prestar demasiado y con intereses demasiado bajos a individuos o empresas vinculadas por relaciones comerciales con quienes controlan efectivamente el banco. Esta es, en realidad, una de las causas más importantes, por no decir la principal, de la debilidad de las economías emergentes. Algunos bancos, por ejemplo en Rusia, se han fundado prácticamente con la única finalidad de encauzar los fondos de los depósitos hacia empresas administradas por los fundadores del banco. Pero hay que recordar que los principales culpables en este sentido deben buscarse también entre las filas del gobierno, tanto a escala nacional como estatal (recuérdese el caso de Banespa, banco del estado brasileño de Sao Paulo, que llegó a sobrecargarse enormemente con deudas incobrables), y no sólo, ni siquiera quizá fundamentalmente, entre los restringidos grupos industriales del sector privado. Para los organismos reguladores, más difícil que resistir a industriales ricos e influyentes es evitar préstamos patrocinados por el gobierno que no redundan en beneficio de los bancos comerciales. La solución a mediano plazo propuesta por los autores para acabar con el problema de la concentración de la riqueza, y por ello con los préstamos entre instituciones vinculadas, está tomada directamente del recetario económico anglosajón: fortalecer los mercados de capitales, dejar que las absorciones disciplinen a la dirección de las empresas y alentar la competencia extranjera en la banca, como en otros sectores. Pero hay otro modelo, el modelo germano-japones, que alienta de hecho el sistema bancario basado en el parentesco como medio de promover el crecimiento y de superar los problemas de información que pueden producirse en el modelo anglosajón basado en la independencia de las partes. Los principales bancos japoneses se encontraron muchas veces, por no decir habitual-

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