La Ascensión (20 mayo)

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Orar en el mundo obrero

Ascensión

ORAR EN EL MUNDO OBRERO LA ASCENSIÓN (20 de mayo de 2012) Quien proclama el evangelio es ya un creyente que busca suscitar creyentes. Y de que existan verdaderos creyentes… cristianos que han conocido el amor de Dios, que han conocido el Padre revelado por Jesús, a quienes se les ha dado el secreto del Reino… depende que esta historia de hombres y mujeres no acabe en la vaciedad o en la injusticia.

VER Solo el que ha vivido el paro de larga duración sabe lo que se siente cuando pasan los días y nada cambia, cuando la prestación de desempleo se acerca a su fin. Una sociedad que ha aceptado la libre iniciativa económica, pero de tal manera que la base de esa iniciativa es una falsificación de la propiedad privada, con la inevitable consecuencia objetiva de imposibilitar el derecho al trabajo a un número obligado de ciudadanos, a muchos de los cuales, convertidos de nuevo en siervos de la gleba, se deja al albur de la beneficencia… es un sociedad propia de esclavos, pero no de hombres.

Manuel, cristalero, sigue trabajando para la misma empresa. Pero las condiciones son otras. Cobra la mitad que antes, 700 euros, y en negro. Por tanto, sin valor para el futuro. Una sociedad que ha aceptado la libre iniciativa económica, pero de tal manera que trata a los obreros como “cosa” a explotar, al albur de beneficios y evasiones fiscales… es una sociedad de siervos, pero no de ciudadanos. (…) ¿No es hora ya de despertar de la pesadilla capitalista? ¿No ha llegado el momento de decir ¡basta! al actual sistema económico creador de obreros empobrecidos y empezar a revertirlo hasta que las primeras necesidades a cubrir sean las de todos, y no los deseos estrafalarios de los “ricos”? ¿No es ya hora de que se reparta socialmente la riqueza creada entre todos? ¿No estamos obligados los cristianos a construir un sistema económico en el que «cada uno aporte según sus capacidades, y reciba según sus necesidades»? ¿No es el amor la ley con la que Dios quiso construir la historia de los seres humanos?

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No sería tiempo perdido que releyéramos los tomos I y II de las Obras Completas de G. Rovirosa. El mundo está esperando de los cristianos que ofrezcamos pistas para una nueva economía.

POEMA (E. Ferreiro) Os arrojarán las sobras del banquete, los restos del festín, las migajas. Conformes con la ración mezquina, vais sonriendo muy contentos con la sonrisa de los neutros que duermen sin remordimiento porque piensan que el mundo está bien hecho: éste arriba y aquel abajo, en el medio un mar de sueños y un río de saudades sin orillas. Un perfecto equilibrio. Cada cosa debe estar en su sitio. Los mandarines, mandando; los mansos pudriéndose y produciendo. En las cúspides están las cajas fuertes llenas del sudor de los inocentes. Debajo estáis vosotros, casta de esclavos, sosteniendo la injusticia.

EVANGELIO (Mc 16,9-20) Jesús resucitó en la mañana del primer día de la semana y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a decírselo a los que habían estado con él, que estaban de duelo y llorando; pero ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, se negaron a creer. Después se apareció por el camino, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban a una finca. También estos fueron a anunciárselo a los demás, pero tampoco a ellos les creyeron. Por último se apareció Jesús a los Once, estando ellos a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado. Y añadió: −Id por todo el mundo proclamando la Buena Nueva a toda la humanidad. El que cree y se bautice, se salvará; el que se niegue a creer, se condenará. A los que crean los acompañarán estas señales: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño; aplicarán las manos a los enfermos y quedarán sanos. Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos fueron a proclamar el mensaje, por todas partes, y el Señor cooperaba confirmándolo con las señales que los acompañaban. 2


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Esto no es una explicación La mayoría de los exegetas considera estos versículos que leemos este domingo como post-marcanos. En general, Mc 16,9-20 da la impresión de ser un resumen comprimido de las apariciones del Resucitado relatadas en los otros evangelios. Aunque podría ser el caso (que pocos comparten) que los relatos de los otros evangelios fuesen desarrollos de las noticias de Mc 16,9-20. En este apéndice se resalta, una vez más, la incredulidad y terquedad de los apóstoles para creer a los que lo habían visto resucitado. Y nosotros, ¿de tal palo tal astilla? ¡Atención! El autor de este texto nos hace saber que el Resucitado primero se aparece a María Magdalena (¡una mujer!), luego a otros dos discípulos innominados (¡laicos!), y “por último se apareció Jesús a los Once, estando ellos a la mesa…” para “echarles en cara su incredulidad y su terquedad en no creer a los que lo habían visto resucitado”. ¿Qué significa esto? ¿Jesús resucitado amonestando a los discípulos? Desde luego, esta manera de presentar al Resucitado es particular de este texto. Jesús sabe con qué mimbres va a contar para formar su Iglesia: gente muy normal, de entender bastante romo y tozudez supina (repasar en el Evangelio de Marcos la relación de Jesús y los Doce). Con gente así perdió el tiempo Jesús, lo mismo que está haciendo ahora con nosotros; porque si algo es claro en el evangelio es que Jesús nunca dejó de confiar en ellos. Y por esa confianza fueron lo que fueron. ¡Así nos pasa a nosotros cuando en medio de nuestros fracasos experimentamos la confianza irrevocable que Jesús nos ha regalado, torpes como somos! Sólo el que ha experimentado la confianza de Jesús en él, puede decir en verdad: creo en ti, Jesús. Esa confianza inaudita es la que experimentaron los Once aquel día… ¡Ojalá también nosotros experimentemos la confianza que Jesús nos tiene en cada eucaristía («reunidos a su mesa»)! Este fue el encargo del resucitado: 1. Ir a todo el mundo; 2. proclamar el evangelio; 3. a toda la humanidad. Quien proclama el evangelio es ya un creyente que busca suscitar creyentes. Y de que existan verdaderos creyentes… cristianos que han conocido el amor de Dios, que han conocido el Padre revelado por Jesús, a quienes se les ha dado el secreto del Reino… depende que esta historia de hombres y mujeres no acabe en la vaciedad o en la injusticia. ¡Creer y ser bautizado, entrar en la iglesia conscientemente, es implicarse en una misión de liberación que ha de llevar esta historia a la plenitud esperada: la tierra nueva de los hijos de Dios donde habite la justicia. El no creer que implica condenación (Mc 16,16b) es el no amar al necesitado (Mt 25, 31ss), es el negarse a secundar los derechos de los empobrecidos… condenación que recae, en primer lugar, sobre los pobres lázaros abandonados a su suerte por estos “incrédulos” epulones (muchos de ellos dándonoslas de cristianos). “Del pecado de omisión, ¡líbranos, Señor!”

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A los que crean les acompañarán estas señales: “Entre la multitud de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo («tenían un solo corazón y una sola alma»): nadie consideraba suyo nada de lo que tenía, sino que lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho vigor; todos ellos eran muy bien vistos, porque entre ellos no había ningún indigente, ya que los que poseían campos o casas los vendían, llevaban el producto de la venta y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno” (Hch 4,32-35). “Los que aceptaron sus palabras se bautizaron (…) eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles y en la comunión de vida, en el partir el pan y en las oraciones (…) Todos los que iban creyendo abrigaban el mismo propósito y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y lo repartían entre todos según la necesidad de cada uno…” (Hch 2,41-45).

¿Qué señales nos están pidiendo hoy a nosotros los creyentes, nuestros hermanos empobrecidos, injusticiados, robados en sus derechos… a quienes tenemos la misión de anunciarles la Buena Nueva? ¿Qué demonios hay que expulsar, qué serpientes inutilizar, qué veneno desprestigiar? ¿Qué lenguaje nuevo están esperando de nosotros? Curar con el trabajo de nuestras manos a los enfermos…

LA ASCENSIÓN (León Felipe) Aquí vino y se fue. Vino..., nos marcó nuestra tarea y se fue. Tal vez detrás de aquella nube hay alguien que trabaja lo mismo que nosotros y tal vez las estrellas no son más que ventanas encendidas de una fábrica donde Dios tiene que repartir una labor también. Aquí vino y se fue. Vino..., llenó nuestra caja de caudales con millones de siglos y de siglos, nos dejó unas herramientas... y se fue.

Detrás de ti no hay nadie. Nadie. Ni un maestro, ni un amo, ni un patrón. Pero tuyo es el tiempo. El tiempo y esa gubia con que Dios comenzó la creación.

Él, que lo sabe todo, sabe que estando solos, sin dioses que nos miren, trabajamos mejor. 4


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La misión de la iglesia no puede ser otra que la de Jesús. No hay misión más maravillosa posible: realizar la fraternidad entre todos los hombres. Para que dejase de ser una bella utopía religiosa que se festeja en los momentos “sagrados” de culto religioso, envió el Padre a Jesus y su Espíritu a esta tierra. Y con ellos nació la iglesia, pueblo de Dios convocado de todos los puntos cardinales (pentecostés). La iglesia, sacramento de comunión y liberación, realiza su misión con los medios pobres (pobreza, humildad y sacrificio) de su Señor crucificado [el diálogo es la manera en que las personas se relacionan y se unen en la búsqueda de la verdad, si ésta ha de hacerse vida en el corazón y la mente del ser humano. El diálogo supone una verdadera pobreza (dar toda la verdad que se tiene); una verdadera humildad (recibir toda la verdad que el otro da); y un verdadero sacrificio (estar dispuesto a renunciar a la propia verdad por una verdad más sinfónica)]. Esta iglesia que dialoga con el mundo es la iglesia de los pobres bienaventurados que habiendo aceptado el evangelio (fe) llevan la salvación (amor) por toda la tierra, mientras esperan el reino definitivo (esperanza).

A LOS HOMBRES FUTUROS (B. Brecht) Verdaderamente vivo en tiempos sombríos Es insensata la palabra ingenua. Una frente lisa revela insensibilidad. El que ríe es que no ha oído aún la noticia terrible, aún no le ha llegado. ¡Qué tiempos estos en que hablar sobre árboles es casi un crimen, porque supone callar sobre tantas alevosías! Ese hombre que va tranquilamente por la calle, ¿lo encontrarán sus amigos cuando lo necesiten? Es cierto que aún me gano la vida. Pero, creedme, es pura casualidad. Nada de lo que hago me da derecho a hartarme. Por casualidad me he librado. (Si mi suerte acabara, estaría perdido). Me dicen: “¡Come y bebe! ¡Goza lo que tienes!” Pero ¿cómo puedo comer y beber si al hambriento le quito lo que como y mi vaso de agua le hace falta al sediento? Y, sin embargo, como y bebo. Me gustaría ser sabio también. Los viejos libros explican la sabiduría: 5


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apartarse de las luchas del mundo y transcurrir sin inquietudes nuestro breve tiempo. Librarles de la violencia, dar bien por mal, no satisfacer los deseos y hasta olvidarlos: tal es la sabiduría. Pero yo no puedo hacer nada de esto: verdaderamente vivo en tiempos sombríos. Vosotros que surgiréis del marasmo en el que nosotros nos hemos hundido, cuando habléis de nuestras debilidades, pensad también en los tiempos sombríos de los que os habéis escapado. Cambiábamos de país como de zapatos a través de las guerras de clase, y nos desesperábamos donde sólo había injusticias y nadie se alzaba contra ellas. Y, sin embargo, sabíamos que también el odio contra la bajeza desfigura la cara. También la ira contra la injusticia pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros, que queríamos preparar el camino para la amabilidad, no pudimos ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre pensad en nosotros con indulgencia.

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