23º domingo del TO

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Orar en el mundo obrero

23º Domingo del TO A

ORAR EN EL MUNDO OBRERO XXIII DOMINGO T O A (7 de septiembre de 2014) Que aplique a los cristianos “tramposos” e inductores al individualismo el «ay» de Jesús, juez universal, nunca puede ser un acto definitivo, sino una acción intempestiva que emana en el presente de mi amor a los “pequeños” seducidos.

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VER: Necesitamos tiempo. No se conoce la verdad. El gobierno no está por la verdad de lo que les ocurre a los trabajadores, de ahí su propaganda rosa sobre la salida de la crisis. Los medios de comunicación no están al servicio de la verdad, sino de su línea editorial, desgraciadamente. Y la mayoría de nosotros no tenemos ni conocimientos ni tiempo para buscar la verdad de lo que pasa y de por qué pasa lo que pasa (aunque algo creamos saber de lo que pasa). Nos movemos por intuiciones, sentimientos, etc. Y sin conocer la verdad de lo que está pasando, ¿qué nos espera? La triste y sempiterna manipulación de los de arriba… que nos lleva a atacar molinos de viento; o a pedir ciertas migajas sociales (menos da una piedra), etc., mientras el sistema sigue en pie, “ahí está”, como “la puerta de Alcalá”. Ver la realidad en su raíz, adquirir un profundo saber de la realidad social en que vivimos, no es posible sin un tiempo largo de participación crítica (reflexionada) en la lucha social. Sin un compromiso radical con la realidad, no esperemos que esta nos regale su verdad. Pero no cualquier compromiso militante es apto para ello, sino solo aquel que nace de haber echado nuestra suerte con los pobres de la tierra. La verdad de nuestra realidad social solo se ve desde el reverso de la historia, desde la situación de los condenados del sistema. Ahí está nuestro lugar teológico, como Jesús. Necesitamos tiempo para el compromiso y tiempo para formar la conciencia en equipo. Y tiempo es lo que nos ha robado esta civilización burguesita, tan prometedora en sus inicios… ¡No nos dejemos robar el tiempo del compromiso y de la formación! A. Nunca me asombró la gente que ama la riqueza, allá ellos, ¿no son dueños de su vida? Hijos pródigos, puertas abiertas… ¡que marchen cuando quieran! Asombro me produce la gente farisea, los farsantes, esos muertos vivientes, envidiosos mortales de las vidas ajenas…


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Pero no hay rico justo, ni uno en esta tierra. Ladrones de lo ajeno, señores de las leyes, explotan tu miseria. Sin maldad a veces, a veces sin consciencia, la cosa es muy antigua… una historia muy vieja. Nunca me gustó, es cierto, la riqueza infame de la gente abyecta. ¿Por qué la permitimos? ¿Cómo fue posible su triunfo duradero en la cristiana tierra?

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¿Qué oscura ideología trocó la fe en pura felonía? ¿De qué sirvieron los ritos practicados? ¿Por qué dejó de amar ese bárbaro corazón… si estaba bautizado? –No habrá sabio que pueda entender tan baja idolatría– No era Dios al que alababan los labios, ni era su palabra la que cantaba la voz… B. Una sola cosa nos pide el Dios de los perdidos, porque le es imposible sin nuestra libertad llegar a la alegría que brilla en su mirada. Una sola cosa nos pide el Dios de los perdidos: amad a vuestro hermano, perdonadlo, ¡por Dios! Las ofensas personales, perdónalas. La injusticia social, impídela uniéndote a los pobres en su lucha divina. Pon luz al pecado que oprime doblemente la inviolable dignidad de los vencidos. Pero no cejes en tu empeño de convertir al malvado, ¡recuerda cómo fuiste tú mismo convertido! EVANGELIO (Mt 18,15-20) Si tu hermano te ofende, pídele explicaciones, a solas entre los dos. Si te hace caso, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que toda la cuestión quede zanjada apoyándose en dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un recaudador. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os lo digo otra vez: si dos de vosotros llegan a un acuerdo aquí en la tierra acerca de cualquier asunto por el que hayan pedido, surtirá su efecto por obra de mi padre del cielo, pues donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí en medio de ellos, estoy yo.

Pequeña ayuda El texto de este domingo (Mt 18, 15-20) es el agregado de dos partes: a) la excomunión (vv. 15-18); b) la oración sinfónica con presencia de Jesús (vv. 19-20). Mateo, al colocar nuestro texto entre el pasaje de la oveja perdida, que es buscada apasionadamente por el pastor (18,12-14), y el texto del perdón pluscuamperfecto, infinito


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(18,21-22), nos invita a ver la excomunión como una pieza que no encaja del todo en el contexto. ¿Qué nos querrá decir Mateo con ello? Veámoslo en cuatro ítems:

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 Si el pecador no hace caso por ¡tres veces! (primero a solas, luego con testigos, por último delante de toda la comunidad) a la “demanda de explicaciones” del hermano ofendido, éste y toda la comunidad deben considerarlo “como un pagano o un publicano”, pues ha roto la comunión. Tengamos en cuenta que no se especifica el pecado, pues lo que importa aquí es la respuesta del ofensor a la demanda de explicaciones. Es decir, lo que importa es subrayar que el desenlace final está en manos del ofensor, pues es a él a quien se pide que reconozca su insensata inconsciencia, su irresponsabilidad. Aquí está la especificidad de este texto de excomunión: que el ofensor eluda su responsabilidad en el mal practicado, como si la cosa no fuera con él. Por su parte el ofendido es el que inicia el asunto con su inflexible „demanda de explicaciones‟. Esta exigencia se hace necesaria, pues la cuestión del pecado no es asunto baladí, ni de darse palmaditas en la espalda. El mal hay que afrontarlo. A nivel personal (como aquí) y también a nivel social. ¿Cómo son nuestras liturgias penitenciales? ¿Desenmascaran el pecado personal y estructural: de nuestras vidas, de nuestra iglesia, de nuestra sociedad…?  La expresión rara para nosotros de “atar” y “desatar”, tiene aquí el sentido de “retener los pecados” o “perdonarlos” (a diferencia de Mt 16,9, donde se refiere a resoluciones doctrinales). Según el tenor literal del v. 18, los discípulos, al perdonar o retener, ¡atan a Dios, no sólo ahora, sino también en sus sentencias del juicio final! Notemos lo tremendo y delicado de lo que aquí se dice. ¿Cómo entenderlo, es decir, cómo entender este dicho fuertemente jurídico de excomunión, con confirmación del cielo cuando la comunidad no perdona, en un contexto que habla de la búsqueda de lo perdido y del perdón sin límites? ¿Cuál es el sentido evangélico profundo de esta paradoja? Mateo hubo de reconocer que no hay ninguna comunidad perfecta, ¡tampoco las mesiánicas! Entre los seres humanos el conflicto parece que es inevitable, y más dentro de una comunidad minoritaria y marginal, sometida a fuertes embates. Mt 18,15-20 trata de señalar para su época, aunque sin desarrollarlo, un procedimiento de reprobación y solución de conflictos... 

Ahora bien, es en la segunda parte donde Mateo nos ofrece genialmente la original manera de Jesús de afrontar las crisis comunitarias (más allá de códigos de derecho canónico y de ordenanzas administrativas, nacidas al socaire de esta realidad conflictiva humanamente insuperable). Dice Jesús con solemnidad: «En verdad os digo además, que si dos personas se ponen de acuerdo (symfoneô) sobre cualquier cosa por la que oran, les “resultará”, por obra de mi Padre del cielo» (v. 19). ¡De esto se trata: de la „sinfonía‟ comunitaria en el pedir orante! Prestemos atención: lo que subraya el texto no es tanto la mayor eficacia de la oración comunitaria, frente a la oración individual, sino la importancia de que los orantes coincidan en la intención de su oración. La escucha de la oración depende, pues, del hermanamiento “sinfónico” de los diversos miembros de la comunidad. Y aquí se realiza el cambio imprevisto, pues la comunidad va a orar, no por la destrucción, sino por la salvación y el retorno de los hermanos irresponsables-descarriados. ¡La manera evangélica de superar los conflictos consiste en el orar sinfónico y fraterno al buen Dios!

El v. 20 cierra la sección con un último razonamiento: la promesa de la presencia de Jesús resucitado no vale sólo para los orantes, sino para los dos o tres (número mínimo para que haya „comunidad‟ [los matrimonios ya conforman ese mínimo, lo mismo que un equipo]) que se reúnen en memoria de Jesús. Este v. 20 es el centro teológico de todo el capítulo 18. «Nos reunimos en el nombre de Jesús», y por tanto, somos „iglesia‟: cuando nos reunimos en torno de la alegre mesa eucarística, así como en la gastada del equipo; pero no menos cuando nos reunimos comunitariamente en la tercera mesa,


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muchas veces ensuciada, del compromiso, en comunión de acción entre nosotros (sinfonía), en QAC, codo con codo con Jesús, empujando en la dirección del Reino.

REFLEXIÓN PERSONAL (Escuchar y entender para dar fruto)

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1. Mateo me ha ofrecido algo más que un haz de normas de acción para la comunidad. Al final lo importante es que todo lo que haga con mis hermanos, lo lleve a la oración comunitaria “del acuerdo-sinfónico”, poniéndolo bajo la promesa y la gracia de Dios. Las tensiones comunitarias debo vivirlas orando a Dios y recordando la promesa de la presencia de Cristo: Él es dueño y fundamento tanto de la iglesia universal como de mi equipo pequeño. 2. La HOAC, si quiere ser una comunidad viva, debe incluir en su seno, por una parte, la verdad obrera que señala inequívocamente los límites (18,15-17), por otro, el amor que franquea siempre esos límites (18,10-14.21-22) y por último la oración al Señor y Juez (18,19s), que con su presencia pone a los equipos en movimiento hacia la verdad de lo real y el amor por los últimos. Una comunidad viva está así transida de tensiones, que no se pueden eliminar, sino que se han soportar con paciencia esperanzada, como hizo Jesús y tantos seguidores suyo, como Rovirosa. En este soportar, la línea directriz deber ser el amor, que a veces no podrá cubrir sin más el pecado..., pero sí orar, siempre, reunidos en el nombre de Jesús. 3. Sé que un texto sin su contexto es sólo un pretexto. Lo mismo puede sucederle a mi oración, si la dejo sin su contexto vital, que es la vida de mis hermanos empobrecidos por la injusticia del capital. 4. Que aplique a los cristianos “tramposos” e inductores al individualismo el «ay» de Jesús, juez universal, nunca puede ser un acto definitivo, sino una acción intempestiva que emana en el presente de mi amor a los “pequeños” seducidos.

AMAR HASTA EL FIN (Luther Martin King) Podéis hacer lo que queráis, pero nosotros os seguiremos amando… Metednos en las cárceles y aún así os amaremos. Lanzad bombas contra nuestras casas, amenazad a nuestros hijos y, por difícil que sea, os amaremos también. Enviad, en las tinieblas de la medianoche, a vuestros sicarios a nuestras casas, golpeadnos y aún estando moribundos os amaremos. Enviad a vuestros propagandistas por todo el país para decir que no estamos culturalmente, ni de ningún otro modo, preparados para integrarnos en la sociedad, y os seguiremos amando. Pero llegará un día en que conquistaremos la libertad, y no solo para nosotros: os venceremos a vosotros, y conquistaremos vuestro corazón, y vuestra conciencia, Y de este modo nuestra victoria será doble.


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