Historia Universal: La Edad Media

Page 413

Red Española de Historia y Arqueología

El piadoso rey juzgaba la herejía o la apostasía los peores pecados. Aunque carente de fanatismo, enviaba a los herejes a la tortura o a la hoguera con la esperanza de lograr su enmienda antes de morir. Por su parte, aun siendo un rey, Luis vivía con sobriedad, casi como un monje. Sus continuos ayunos le ponían de continuo en peligroso estado de subalimentación. Cada viernes se hacía flagelar con una cadena de hierro y si su confesor aflojaba en su rigor, pedía que le azotara más fuerte.

Estatua de San Luis.

Cuando fue monarca, se ocupaba en persona de alimentar a más de cien enfermos y achacosos pobres. «Le vi con frecuencia —dice Joinville— cortarles el pan y darles de beber.» El rey mandó construir varios hospitales y consignó cantidades cuantiosas a obras de caridad. Experimentaba especial alegría al cuidar por sí mismo a los pacientes y curaba sus llagas por repugnantes que fueran. Ni siquiera temía cuidar a los leprosos, a quienes la sociedad arrojaba de su seno. Les dirigía palabras conmovedoras y les exhortaba con suavidad a soportar sus padecimientos por amor a Dios. La piedad de Luis no se limitaba a las apariencias, según testigos oculares. Era imposible no amar y admirar a un ser tan noble. Nunca le dominó la cólera. Consiguió en esta vida la «paz eterna» por su desprendimiento y humildad, libres de toda ambición y vanidad terrenas. A esta sincera humildad y admirable pureza de corazón unía un amor sincero a la verdad y la justicia. Nunca se apartó de sus deberes de conciencia,

http://arqueologos.ning.com


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.