Historia Universal: La Edad Media

Page 180

Red Española de Historia y Arqueología

secesionista que siempre se puso en ella de manifiesto. Su último monarca, Al-Cádir, entregó la población al monarca castellanoleonés Alfonso VI (1085), quien se comportó con extrema liberalidad hacia los musulmanes que en ella quisieran permanecer, dejándoles la mezquita mayor para que pudieran practicar libremente su culto. En Zaragoza, el rey Al-Moctádir (1046-1081) fue decidido protector de las ciencias, las letras y las artes; acogió benévolo al Cid Campeador en sus estados y recuperó en 1065 la ciudad de Barbastro de manos de una banda de normandos capitaneados por Guillermo de Montreuil, que la habían conquistado el año anterior en una audaz incursión por el valle del Ebro. Su hijo y sucesor Al-Motamin (1081-1085) siguió las tradiciones culturales y científicas de su padre. Fue el de Zaragoza un estado en donde todos, cristianos y musulmanes, tenían libre acceso. La capital zaragozana tardó todavía bastantes años en caer en poder de los almoravides norteafricanos: en 1110, es decir, un cuarto de siglo después de la llegada de éstos a tierras peninsulares.

La convivencia hispanomusulmana De cuanto queda dicho, deducimos la frecuente comunicación entre todos los pueblos peninsulares a lo largo de los tiempos medievales, y que prosigue durante los siglos del gótico. A medida que avanzó la Reconquista, la compenetración entre unos y otros se hizo más regular y frecuente. Debe recordarse que se calcula en sólo unos 10 000 el número de musulmanes que invadieron la península en el siglo VIII, que casi todos se unieron con mujeres hispanas y que, al cabo de pocas generaciones, no quedaba ni rastro de la raza arábiga. Razas y religiones jamás constituyeron compartimentos estancos en tierras peninsulares: no hubo auténtica solidaridad de los mozárabes — antiguos hispanorromanos— con los cristianos del Norte, como tampoco entre los mudéjares —musulmanes en tierras cristianas— con sus hermanos del Sur. Ni siquiera una vez terminada la Reconquista, constituyeron los mudéjares problema alguno; fue mucho más tarde cuando se plantearon: en tiempos de intolerancia y espíritu de Inquisición. Al finalizar el siglo XV, incluso tenían Universidad propia los mudéjares zaragozanos. Eran tan numerosos en ciertas comarcas estos moriscos, que solía haber sólo tres cristianos en algunas poblaciones: el cura, el notario y el tabernero. Desarrollaron en gran escala no sólo los factores económicos, sino los culturales y artísticos: participaron en la literatura (Poema de Yusuf) y en el arte llamado mudéjar, cuyos monumentos todavía se conservan en Aragón y otros puntos. El idioma árabe y los diversos lenguajes románicos eran de conocimiento recíproco con frecuencia, en especial en las zonas fronterizas; así como el comercio nunca cesó tampoco a ambos lados del territorio peninsular. Andalucía desarrolló un tráfico intenso, con moneda saneada, y en ciertos momentos llegó a controlar todo el mercado europeo del oro. A partir de la conquista de Toledo por los cristianos, se incrementa el asentamiento de judíos en la zona norte de la Península, con notoria repercusión en el campo de la economía. La convivencia entre todos los elementos de población hispánica no permite asimilar las luchas entre reinos cristianos y mahometanos con las cruzadas europeas para liberar Jerusalén. Tal analogía sólo se aplicó en España en los tres últimos siglos de la Reconquista. El concepto de «cruzada», ideal que procede del exterior —del papa Alejandro II (1064) y de Urbano II (1095) aparece en época ya avanzada de formación de los estados cristianos.

http://arqueologos.ning.com


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.