HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

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HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

Perú. La moneda peruana había sido sospechosa desde la conquista y, a medida que escaseaban los suministros de plata del sur, se fue depreciando cada vez más. Esto alarmó a la corona que necesitaba la plata, y por medio de sus autoridades coloniales cometió la insensatez de recurrir a una serie de resellos, revaluaciones, devaluaciones, retiradas de moneda y, finalmente, reacuñación de las sospechosas «macacas» y moneda recortada, que en la década de 1650 destruyó la confianza de los comerciantes en la moneda. El dinero mexicano permaneció relativamente bien controlado y acuñado, y esto condujo al ineluctable funcionamiento de la ley de Gresham. Los mexicanos almacenaban buena moneda, la enviaban a España o la reservaban sólo para los negocios más lucrativos. Los mercados locales estaban abiertos a las devaluadas y recortadas monedas peruanas en las que no confiaba nadie. Los comerciantes criollos tuvieron que afrontar algunos graves problemas después de 1630. La carrera de Indias venía sufriendo un proceso de desprestigio y decadencia durante, al menos, 30 o 40 años. Cuando la flota lograba salir, su llegada a Sevilla podía atraer a una ávida corona en bancarrota que confiscaba los cargamentos y premiaba años de esfuerzos con «juros» casi sin valor. Muchos otros complejos comerciales estaban también a punto de extinguirse, asolados por los piratas o forzados a restringirse a una escala muy reducida. La autosuficiencia local era en muchos casos una especie de autarquía en lo relativo a alimentos básicos y tejidos. Esta situación no dejaba mucho con lo que comerciar entre las regiones autárquicas. Para el terrateniente que seguía interesado en la agricultura comercial y para el comerciante que seguía soñando con un comercio a larga distancia, la solución eran los extranjeros. Pero antes de que se presentara esta solución, los impacientes criollos tuvieron que esperar a que los acontecimientos encajaran con sus expectativas. El contrabando no se extendió hasta que las últimas naciones que llegaron al Caribe realizaron toda una serie de experimentos y transiciones propios. El contrabando necesitó casi un siglo para desarrollarse como el medio básico de comercio en el Caribe y en el Río de la Plata. Varios obstáculos se le interpusieron. Los principales fueron la guerra y la piratería. El contrabando y la piratería son normalmente excluyentes entre sí, porque hasta los contrabandistas deben tener una mínima confianza con su contrapartida en la costa. El período que transcurre entre 1620 y la década de 1680 fue el gran momento de la piratería caribeña, de los ataques navales europeos a las posesiones españolas, del no peace beyond the Une. Las potencias extranjeras no permitieron a España disfrutar en exclusividad de su nuevo imperio. En un momento tan temprano como 1521, corsarios que actuaban entre las islas Canarias habían empezado a desvalijar a los barcos rezagados de los que iban a América y, según crecían los rumores de la riqueza que llegaba a Sevilla, los piratas y corsarios de Europa occidental se hicieron más numerosos. Las incursiones esporádicas, pero destructivas y temerarias, de los primeros corsarios franceses y, después, de los héroes de la época isabelina inglesa, Hawkins, Drake y Raleigh, causaron gran preocupación a la corona española, pero ésta respondió, dada la época, de forma rápida y efectiva. El experto naval y adelantado de Felipe II, Pedro Menéndez de Aviles, fue designado responsable, en 1575, de la organización de dos pequeñas flotas en el Caribe, una en Cartagena para proteger el istmo y otra en Santo Domingo para salvaguardar la seguridad de las flotas que se dirigían, con rumbo


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