HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

Page 128

118

HISTORIA DE AMÉRICA LATINA

La tendencia de las haciendas era a depender de un pequeño núcleo de peones residentes y contratar trabajo estacional de los pueblos vecinos o de los mismos aparceros de la propiedad. En México se ha visto que muchos propietarios ofrecían una considerable parte de sus tierras a colonos a cambio de rentas, pagadas bien en dinero, en especie o en prestaciones de trabajo. Por contra, en Chile los antiguos colonos se convirtieron en «inquilinos», una aparcería de servicio que conllevaba la obligación de abastecer al señor con trabajo. De forma parecida, en Perú a los yanaconas, o peones residentes, se les pagaba, principalmente, con el alquiler de tierras para el cultivo de subsistencia. Sólo en Nueva España se mantenía un equilibrio entre peones, a veces vinculados a la hacienda por deudas, y los aparceros, que pagaban una renta y aportaban trabajo estacional. El desarrollo del latifundio fue acompañado, de esta forma, por la aparición de un nuevo campesinado compuesto de mestizos, mulatos, españoles pobres e indios aculturados. El grado de subordinación al señor variaba de provincia a provincia. Desde luego, en muchas partes de México, a lo largo de la costa peruana y en la frontera chilena, los primeros que ocuparon pequeñas granjas fueron comprados y reducidos a la condición de colonos y aparceros. Sin embargo, incluso en estas zonas sobrevivieron reducidos núcleos de pequeños propietarios, de forma que tanto el valle de Putaendo en Chile como el Bajío en México albergaban verdaderos enjambres de minifundios. En otras partes, en Antioquia y Santander de Nueva Granada la mayor parte del campo la ocupaban pequeños propietarios, y casi lo mismo ocurría en Arequipa, Perú o Costa Rica, en Centroamérica, o en los distritos cultivadores de tabaco de Cuba. Este nuevo campesinado a veces competía con el latifundio, y a veces se veía obligado a depender de él en sus operaciones. Pero por todo el imperio fue el mismo grupo social el responsable en mayor medida del aumento demográfico y del crecimiento económico de las regiones fronterizas que jugó un papel tan importante en el resurgimiento borbónico. Junto con este diverso esquema de producción en el campo, había una cantidad considerable de actividad industrial, tanto rural como urbana. Para empezar, la mayor parte de los pueblos indios estaban acostumbrados a hilar y tejer su propia ropa, bien fuera de lana en las tierras altas andinas o de algodón en Mesoamérica. También fabricaban su propia loza. Por supuesto, en el otro extremo de la escala social, la élite hispánica ostentaba ropajes importados del otro lado del Atlántico, bebía vino y aguardiente españoles y comía en porcelana hecha en China y Europa. Pero había también un gran número de familias, residentes en las ciudades principales, en los campamentos mineros y en las regiones fronterizas, que dependían de la industria colonial para proveerse de vestidos y otros artículos de uso doméstico. En fecha tan temprana como el siglo xvi se habían establecido grandes talleres, llamados «obrajes», para responder a la demanda de ropas baratas, y este mercado doméstico floreció por la simple razón de que obviaba el coste del embarque trasatlántico. Además de estas empresas, sin embargo, surgió también una cierta cantidad de manufacturas caseras, especialmente para ropa de algodón, que también proveía el mercado urbano. Pero aún carecemos de evidencias que nos muestren una visión completa de


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.