lo perfecto. Otros países de la región han experimentado
diferentes etapas del ciclo de las unidades domésticas
formas de propiedad alternativas, que deberían ser explo-
(CRAVINO, 2006).
radas, si contribuyen a la mejora de la situación de precariedad. Consideramos que la aspiración a ser propietario tiene que ver con la incertidumbre del mercado laboral y de las condiciones de vida en general en nuestra sociedad de los sectores más vulnerados. Habitar un espacio aunque sea precariamente da seguridad, si permite la permanencia en el lugar, ya que esta última otorga legitimidad y en algún sentido derechos (CRAVINO, 2006) sobre este espacio urbano.
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Consideramos como falsa la dicotomía “libertad para construir” (TURNER, 1976) frente a los procesos de producción estatales. Puede suceder que ambos satisfagan las necesidades de vivienda y también que ninguno de los dos lo haga. Depende del caso que se trate. Por lo cual no creemos que tengamos que tomar posición por uno o por otro. Sin duda, que si el Estado no puede ofrecer viviendas en condiciones adecuadas es mejor que acondicione las que las personas se proveyeron en las circunstancias que pu-
Las formas de alquiler implican garantizar un
dieron. Es cierto, como plantea Tuner (1976) que el hábitat
ingreso mensual, que no siempre es posible, o por lo
urbano que provee el Estado no contempla habitualmente
menos los pobladores no tienen un horizonte que así
las preferencias de los habitantes de las urbanizaciones in-
lo indique. Además ser propietario tiene consecuencias
formales y los usos que hace del espacio urbano. Creemos
materiales concretas: la vivienda constituye un ahorro
que se deben incorporar en el diseño de las políticas todas
al que se puede acudir en caso de necesidad y también
las variables que constituyen el hábitat de la ciudad y no
consecuencias simbólicas: es fuente de status social (por
sólo aspectos estrictamente circunscriptos a las viviendas
ejemplo superior que la condición de inquilino). Para
(metros cuadrados por ejemplo) o económicos (capacidad
llegar a serlo en los asentamientos permite hacer uso,
de pago de los usuarios). Sostenemos que esta brecha entre
además, de una “libertad urbanística” y admite introdu-
necesidades-demandas y oferta estatal se debe a las escasas
cir modificaciones en las viviendas a fin de adaptarlas
experiencias de instancias participativas en los procesos de
a las necesidades y a las capacidades económicas en las
producción de vivienda (CRAVINO, 2006).
Coleção Habitare − Favela e mercado informal: a nova porta de entrada dos pobres nas cidades brasileiras