Argensola Secundaria

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DOS SOLES DE POESÍA 450 años Lupercio y Bartolomé Leonardo Đ Argensola

Guía didáctica para secundaria, bachiller y ciclos formativos


Edita_Instituto de Estudios Altoaragoneses Gobierno de Aragón. Departamento de Educación, Cultura y Deporte Textos_Gozarte (Maribel Estébanez, Carlos Millán) Concepto gráfico_David Guirao Impresión_ARPIrelieve S. A. Depósito Legal_


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¡¡¡Hola a todos, y sed bienvenidos!!! Pasad, pasad, que tengo muchas cosas que contaros. Pero lo primero de todo me presento: Bartolomé Leonardo de Argensola, para serviros. ¿Habéis oído hablar de los hermanos Argensola? Pues cuando lo dicen se refieren a mi hermano Lupercio y a mí, historiadores, cronistas… y también poetas. Mirad, mirad lo que decía de nosotros ni más ni menos que Cervantes:

Serán testigos desto dos hermanos, dos luceros, dos soles de poesía, a quien el cielo con abiertas manos dio cuanto ingenio y arte dar podía

¿Está bien, no? Y hay más, pero no quiero cansaros. En fin, la cuestión es que vosotros queréis que os hable de mi hermano, ¿verdad? Parece que no pasa el tiempo, pero ya hace cinco años que murió. ¿Sabéis que antes quemó muchos de sus versos? Una pena, pero aún nos quedan otros, sus crónicas… y la historia de Aragón que se acaba de publicar. Pero bueno, que voy demasiado deprisa. Pasad a la página siguiente y empezamos por el principio.


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Vidas paralelas... o casi Los dos hermanos Argensola tuvieron vidas bastante parecidas. Si hoy tuvieran que escribir su currículum para buscar trabajo, sería más o menos así.

1559 1586-1592 1592-1603 1599 1602 1610-1613 1613

Nace en Barbastro Seguramente estudia en las universidades de Huesca y Zaragoza Secretario del duque de Villahermosa Secretario de la emperatriz María de Austria, hermana de Felipe II. Es nombrado cronista mayor del rey en Aragón Tras la muerte de la emperatriz se traslada a Zaragoza Escribe la información de los sucesos de Aragón en 1590 y 1591 Nombrado cronista del Reino de Aragón Impulsa la realización del mapa de Aragón por Juan Bautista Labaña Secretario del conde de Lemos, virrey de Nápoles Muere en Nápoles


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1562 1588 1609 1610 1615 1630 1631

Nace en Barbastro Huesca. Posiblemente estudia en la Universidad de Seguro en Zaragoza y Salamanca mosa, como párroco de Trabaja al servicio del duque de Villaher Villahermosa del Río de Austria Es capellán de la emperatriz doña María Escribe La conquista de las islas Molucas e de Lemos Está en Nápoles al servicio del virrey, cond del Reino de Aragón Es nombrado canónigo de la Seo y cronista Publica los Anales de Aragón Muere en Zaragoza y es enterrado en la Seo


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Barbastro Lupercio y Bartolomé nacieron, respectivamente, en 1559 y 1562, en Barbastro, ciudad por entonces próspera con más de dos mil habitantes, que había sido fundada casi mil años antes por los musulmanes. Al estar situada en el camino de Huesca a Lérida no dejó de crecer, y en el Renacimiento vivió un auge importante. Se empezó a celebrar, por ejemplo, la feria de la Candelaria, doce días antes y doce después del 2 de febrero; la ciudad se extendió, se construyeron edificios como el hospital de San Julián y, sobre todo, volvió a ser sede de una diócesis. Ya lo había sido a principios del siglo XII, después de ser conquistada por los cristianos, pero luego pasó a estar integrada en la de Huesca. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XVI los avances de los protestantes en Francia condujeron a que Felipe II decidiera aumentar el número de diócesis en la zona del Pirineo.

¿Os gusta nuestra casa? Seguro que sí, porque cuando la mandó construir mi padre era de las más modernas de Barbastro. En ella nacimos todos los hermanos. Fuimos bautizados en la que ahora es catedral, pero que entonces tan solo era una espectacular iglesia parroquial. Juan y Aldonza, mis padres, tuvieron cuatro hijos: Lupercio, el mayor; luego, yo, y después, Pedro y Ana María, que es la niña de nuestros ojos. Pero ya os he dicho que todo el mundo, cuando habla de los hermanos Argensola, se refiere a Lupercio y a mí. Eso sí, mi familia no siempre vivió aquí. Mi bisabuelo Pedro vino de Italia para ayudar con sus tropas a Fernando el Católico en la conquista de Granada, y se instaló en Barbastro. No somos una familia cualquiera, como podréis ver. Mi padre, Juan, fue secretario del emperador Maximiliano II de Austria. Ah, y por parte de madre venimos de la nobleza catalana. ¿Qué os parece? ¿Sabéis qué es una diócesis? Cada una de las zonas en las que la Iglesia divide el territorio donde viven los que profesan la religión católica. Al frente de ellas hay un obispo, que ejerce sus funciones en la catedral. Todas las ciudades querían tener un obispo y una catedral, porque eso eso atraía dinero, visitantes, personajes importantes…


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Universidad ¿Vosotros estudiáis en la universidad? ¿No? Pues ya tenéis edad. Mis hermanos y yo sí que fuimos universitarios, claro. ¿Os imagináis cómo es un día en la vida de un estudiante? Pues para los que no tienen recursos, lo primero es buscarse la vida para comer. Como estudiar es caro tienen que echar mano de la picaresca y vivir de la sopa boba que reparten en los conventos, por lo que los llaman sopistas. También se va a clase, varias horas por la mañana y más por la tarde, a escuchar leer al profesor. Ah, y en el aula solo se puede hablar en latín, aunque eso para vosotros no será ningún problema, ¿no? Y, por cierto, si no sois respetuosos con los profesores, escribís en las mesas…, preparaos para el castigo. ¿Vosotros hacéis muchos exámenes? Pues en la universidad solo uno muy de vez en cuando, cada vez que se quiere pasar de grado. Eso sí, hay pocos exámenes pero muy duros, y, por supuesto, orales. Después de unos cuantos años pasas de ser bachiller a licenciado, y finalmente puedes llegar a ser doctor, como yo. La primera universidad que hubo en el Reino de Aragón fue la de Huesca, fundada por Pedro IV en 1354. Con el tiempo se conocería como Universidad Sertoriana, pues se consideró la heredera de la escuela fundada por Sertorio en época romana, para educar allí a los hijos de los cabecillas locales. De esta manera se buscaba crear un pasado prestigioso para la institución en la lucha que llevó a cabo para intentar evitar que se fundara la Universidad de Zaragoza, que nacería a finales del siglo XVI. En ambas parece que estudiaron los dos hermanos, aunque Bartolomé también iría a Salamanca. El edificio de la universidad es el actual Museo de Huesca, aunque en época de los Argensola todavía no estaba construido el patio octogonal que se ve en este dibujo, y se utilizaba el antiguo palacio de los reyes de Aragón para las clases.


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Teatro

En la época de los Argensola el teatro se convirtió en el entretenimiento más popular en España. Seguro que vosotros habéis ido alguna vez, pero el teatro de ahora es bastante diferente al de entonces. Para empezar, ahora tenemos luz eléctrica, así que podemos ir al teatro de noche; vemos la obra en silencio y, si no nos gusta, nos limitamos a aplaudir menos; no comemos ni bebemos en la sala, hombres y mujeres nos sentamos juntos… Nada que ver con los teatros de hace 400 años.


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Los primeros se instalaron en el patio de alguna casa de vecinos, con sus balcones, sus ventanas… Los teatros estables imitaron esa forma, e incluso se les llamó corrales de comedias. En uno de esos corrales se estrenaron las obras de Lupercio y también las del más famoso dramaturgo de la época, Lope de Vega. ¿Os imagináis el ambiente? Para empezar, mucho bullicio. La gente estaba apiñada en el patio, algunos sentados y otros de pie, mientras el alojero vendía aloja, un refresco de lo más popular. La gente de clase alta se sentaba en los balcones, y las mujeres al fondo, en la cazuela, donde las rondaban sus galanes. Incluso a veces se decía que iban los reyes, aunque la mayoría de las veces trataban de que no se les viera o reconociera. El teatro imita a la vida, y para lograrlo introduce todo tipo de “efectos especiales”. El escenario tenía tres plantas, como el resto del corral, y los actores podían aparecer por cualquiera de las ventanas, por una trampilla en el suelo del escenario, descolgándose con una especie de grúa que no se veía… Al público le encantaban las sorpresas, especialmente un artilugio que se llamaba bofetón, que podía hacer aparecer y desaparecer rápidamente a un personaje. Imaginaos ahora que hemos de simular diferentes ruidos: una tormenta, el mar, el viento… ¿Cómo lo haríais? Pensad que tenéis que ambientar una representación actual con todos estos utensilios. ¿Por qué no intentáis unir estos dibujos con el efecto correspondiente? Una flauta • Dos medios cocos • Soltar el aire de un globo • Un palo de lluvia •

• Galope de un caballo • Lluvia • Granizo • Huevos friéndose

Una plancha de metal fina •

• Tormenta

Arrugar un celofán •

• Mosquito

Un bote con judías secas •

• Canto de un pájaro

Una flauta • canto de un pájaro >> Dos medios cocos • galope de un caballo >> Soltar el aire de un globo • mosquito Un palo de lluvia • lluvia >> Una plancha de metal fina • tormenta >> Arrugar un celofán • huevos friéndose >> Un bote con judías secas • granizo


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Argensola versus Lope

¿Os gusta el teatro? Seguro que vosotros sois de los que se vuelven locos con las comedias de Lope, ¿no? En fin… Pues tenéis que saber que mi hermano escribió hace ya muchos años, cuando era joven, tres tragedias que fueron todo un éxito, Filis, Alejandra e Isabela. El mismísimo Miguel de Cervantes dice en el Quijote: “¿No os acordáis que ha pocos años que se representaron en España tres tragedias que compuso un famoso poeta de estos reinos, las cuales fueron tales que admiraron, alegraron y suspendieron a todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los escogidos?”. Las estrenó en Zaragoza y triunfaron también en Madrid, pero ahora parece que gustan otras cosas.

A principios del siglo XVI el teatro era un entretenimiento culto, muchas veces en latín. Se representaba en los palacios de los nobles, en las universidades…, pero fue pasando el tiempo y se convirtió en la diversión preferida por el pueblo. Por eso las obras que se representaban tuvieron que cambiar. Para empezar, se escribían en castellano, eran historias de gente normal, comedias… todo con un tono mucho más popular. Y claro, el que se adaptó a las nuevas circunstancias fue el que triunfó.


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Lupercio escribió, siendo muy joven, tres tragedias ambientadas en época antigua y medieval, con grandes historias de personajes muy solemnes y muy serios. Él tenía claro que sus obras no solo tenían que ser entretenidas, sino también moralizantes: el malvado era castigado y triunfaban los buenos. Tuvieron éxito, pero pronto se pasaron de moda. En cambio, Lope de Vega, que solo era tres años más joven, supo ver lo que quería el público de los nuevos tiempos, y se lo dio. Hace una mezcla de todo lo anterior, añade elementos propios y sale algo nuevo: obras con un ritmo trepidante, versos ligeros, mezcla de lo trágico y lo cómico, escenas y personajes absolutamente humanos que hablaban de forma diferente según su clase social… En fin, que aquello no tenía nada que ver, porque Lope escribía para la gente normal, como él mismo dijo: Escribo por el arte que inventaron los que el vulgar aplauso pretendieron, porque, como las paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto.


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Cómo se gana la vida un escritor

¿Conocéis a alguien que viva de escribir? Pues los hay, y, aunque no son muchos, hoy es más fácil que en época de los Argensola, cuando casi no les quedaba otro remedio que estar al servicio de algún noble que les protegía y mantenía. Eran sus secretarios, escribían sus cartas o animaban las veladas de su palacio con sus obras. Lupercio y Bartolomé, por ejemplo, estuvieron al servicio de varios señores: el duque de Villahermosa, la emperatriz María de Austria y el conde de Lemos. Gracias a eso tuvieron estabilidad económica.


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Imaginaos que escribís obras de teatro. Si lo hicierais hoy, cobraríais cada vez que se representaran, pero en aquella época no. La hubierais vendido al autor (una mezcla de director y productor) de una compañía de teatro y, a partir de ese momento, hubierais perdido cualquier derecho sobre vuestra creación. Si hubiera sido un encargo oficial, os lo hubieran pagado mejor, pero la situación era la misma. Ni siquiera alguien de tantísimo éxito como Lope de Vega consiguió vivir de los derechos de autor, aunque sí logró, después de mucho luchar, el derecho a corregir sus obras de todo lo que les habían añadido otros. ¿Qué salidas tiene en la actualidad un escritor? Os propongo unas cuantas, pero seguro que se os ocurren más: • Puede ser free lance, o sea, que va por libre y hace de todo: hoy escribe un artículo para un periódico, mañana un libro por encargo… • Trabaja en un periódico • Corrige obras de otros autores en una editorial • Redacta notas de prensa en una agencia de publicidad • Es periodista en medios de Internet • Participa en concursos literarios • Publica y vende sus obras por Internet • Es guionista de cine o televisión • Cobra derechos de autor por la venta de sus obras


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Los best seller de la época Casi ningún otro momento de la historia de España ha tenido una concentración de grandes escritores como la que hubo en los siglos XVI y XVII y, sobre todo, en el paso de un siglo a otro. En muy pocos años nacen Cervantes, los Argensola, Lope de Vega, Góngora, Tirso de Molina, Quevedo… o el autor anónimo del Lazarillo de Tormes, por ejemplo. Os había preparado una selección de algunos fragmentos que me gustan especialmente, pero se me ha mezclado todo. ¿Por qué no utilizáis Internet para relacionar el autor, la obra y el texto?

Violante Un soneto me manda hacer aprieto, tal en y en mi vida me he visto , eto catorce versos dicen que es son delante. burla burlando van los tres

Amarrado al duro banco de una galera turquesca, ambas manos en el remo y ambos ojos en la tierra, un forzado de Dragut en la playa de Marbella se quejaba al ronco son del remo y de la cadena…

Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, du elos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos consumían las tres partes de su hacienda.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado; hoy pasa y es y fue, con movimiento que a la muerte me lleva despeñado.

padres sean mil ¡Malditos mis gendraron! veces, pues me en a maldito ¡Y yo también se fiado! porque fui descon

Levantose y as iome por la ca beza, y llegos olerme; y com ea o debió senti r el huelgo, a de buen poden us o co, por mejor satisfacerse d la verdad, y e con la gran a gonía que llev asiéndome co aba, n las manos, abríame la b de su derecho oca más y desatentad amente metía nariz, la cua la l él tenía luen ga y afilada.


Un soneto me manda hacer Violante • Lope de Vega Una olla de más vaca que carnero • Cervantes Amarrado al duro banco • Góngora Ya no es ayer, mañana no ha llegado • Quevedo Levantose y asiome por la cabeza, y llegose • Lazarillo de Tormes ¡Malditos mis padres sean mil! • Tirso de Molina

Anónimo Lazarillo de Tormes Miguel de Cervantes Don Quijote de la Mancha Lope de Vega Soneto Luis de Góngora Romance Francisco de Quevedo Soneto Tirso de Molina El condenado por desconfiado 17


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El oficio de historiador Aunque hoy asociamos a Lupercio con su poesía, él se consideraba sobre todo historiador. Seguro que vosotros podéis decirme de qué trata un libro de historia, ¿no? No solo nos cuentan los hechos del pasado, sino que los interpretan, intentan buscar las causas, explicar los motivos… Por cierto, ¿quién hace la Historia? ¿Y cómo la hacen? ¿El mismo suceso contado por dos historiadores distintos es igual? La cosa no es sencilla, porque a veces la información está muy dispersa o ha desaparecido o alguien la ha hecho desaparecer interesadamente... Con los documentos que hay el historiador intenta contar una historia coherente, pero siempre quedan huecos. Algunos los rellenan con su imaginación, pero los más serios plantean hipótesis. ¿Cómo trabajó Lupercio? Él escribió cuatro obras históricas: una traducción de Tácito, un escritor romano del siglo I; una historia de Aragón desde los romanos hasta la Reconquista; una historia de Aragón durante el reinado de Carlos V, y la Información de los sucesos de Aragón en 1590 y 1591, que es la única que se conserva. Busca documentos antiguos (llega a estudiar árabe para consultar los originales) y comprueba su autenticidad, consulta a arqueólogos, intenta ser imparcial buscando fuentes de todos los bandos en conflicto, se cartea con historiadores de toda Europa… Bartolomé también escribe historia, pero es un poco distinto. Cuando presenta su solicitud para ser cronista del Reino de Aragón dice que la verdad tiene que ser la base de la Historia, pero él es un poeta, y la verdad hay que embellecerla para que sirva de ejemplo al lector. Por cierto, los dos hermanos fueron cronistas del Reino; primero, Lupercio, y luego, Bartolomé. ¿Todos sabéis qué es una crónica? ¿Y qué hace un cronista? Nos cuenta la vida de un rey, los hechos más importantes de su reinado, las batallas… Es algo parecido al trabajo de un periodista, pues no cuenta hechos lejanos en el tiempo, sino el día a día. En una crónica habría más información que reflexión, que es justo lo que no quería Lupercio. Él piensa que a la historia hay que dejarla descansar, y por eso se ofrece a escribir una historia de Aragón desde los romanos hasta el momento en que comienza sus Anales Zurita, el más prestigioso de los cronistas anteriores.


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Las Alteraciones de Aragón

En la historia de Aragón hay muchas alteraciones, pero, cuando veáis la palabra con mayúscula, se refiere a las de 1591, que acabaron con la cabeza del justicia rodando por el suelo. Mucho de lo que sabemos de aquellos meses cruciales para la historia de Aragón se lo debemos a Lupercio, al que los diputados del Reino le encargaron que escribiera su versión. Él sabía bien de lo que hablaba, porque en aquella época era secretario del duque de Villahermosa, uno de los protagonistas de aquellos hechos. Las fricciones entre Felipe II y el Reino de Aragón venían de lejos. El primero buscaba concentrar el poder en sus manos, y el Reino, conservar los privilegios y leyes que había conseguido en la Edad Media. El enfrentamiento era inevitable. La chispa saltó cuando el rey se empeñó, contra la costumbre, en nombrar un virrey que no era aragonés. ¿Sabéis qué pasó? Pues que no fueron con contemplaciones y le quemaron la casa. Cuando la cosa se complicó de verdad fue en 1591. Parece que el rey y su secretario, Antonio Pérez, se pusieron de acuerdo para asesinar al secretario de don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II. Lo malo es que fueron muy chapuceros y Antonio Pérez acabó en la cárcel, donde el rey le abandonó a su suerte. ¿Qué hizo? Pues huir al Reino de Aragón y acogerse al derecho de manifestación, que consistía en acudir al justicia para que velara por la limpieza de cualquier proceso judicial.


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¿Qué podía hacer Felipe II para evitar que huyera a Francia con todos los secretos de Estado? No podía intervenir en la actuación de los tribunales, pero había una solución: la Inquisición tenía jurisdicción en cualquiera de los reinos de la monarquía española. Aunque había que buscar un cargo por el que esta institución le pudiera juzgar: herejía. Ningún problema: se dice que está en tratos con los protestantes franceses, y ya está. En los meses siguientes Zaragoza vive una agitación permanente: Antonio Pérez es trasladado de una cárcel a otra en medio de una tremenda revuelta popular, consigue huir a Francia e Inglaterra, muere el justicia y le sucede su hijo de 26 años, Juan V de Lanuza. Este, aconsejado por un grupo de nobles, se enfrenta contra el ejército enviado por el rey. Las consecuencias llegan rápidamente: “Quien tal hace, que tal pague”, dice Felipe II en su carta. Al día siguiente es decapitado en la plaza del Mercado. Al año siguiente Felipe II convocó las Cortes en Tarazona, en las que se recortaron algunos de los privilegios del Reino, y mandó fortificar la Aljafería en previsión de otra posible revuelta.


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El mapa de Labaña Lupercio escribió su Información de los sucesos de Aragón en los años 1590 y 1591 y la entregó, pero el encargado de revisarla hizo tantas anotaciones que mi hermano consideró que se cambiaba el sentido de lo que él quería decir y se negó a que se publicase. Sin embargo, aquello corrió de mano en mano y lo leyó todo el mundo. Con este ambiente que vivimos a principios de siglo mucha gente estaba un tanto desmoralizada viendo cómo el protagonismo del Reino iba cada vez a menos. Por eso Lupercio propuso a los diputados hacer un gran mapa de Aragón en cuyos márgenes se grabara su gloriosa historia. Para hacerlo buscó al mejor cosmógrafo: el portugués Juan Bautista Labaña, que recorrió el territorio e hizo el mapa con el mayor rigor científico. Mi hermano escribió la historia que iría en los laterales, pero el pobre murió antes de que se publicara y otra vez intentaron modificar su obra. Menos mal que yo me opuse rotundamente, diciendo que el mapa solo se imprimiría con la historia tal y como él la había dejado escrita. Y así ha sido. Y hoy estoy orgullosísimo de haber participado en lograr que ese mapa pueda ser un verdadero hito en la historia de Aragón.


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Nápoles

Después de estar al servicio del duque de Villahermosa los Argensola son nombrados, respectivamente, secretario y confesor de la emperatriz María de Austria, hermana de Felipe II, y a su muerte pasan al servicio del conde de Lemos. ¡¡¡Menuda suerte!!! El conde fue nombrado virrey de la ciudad más hermosa y divertida de la Europa de la época, Nápoles, y Lupercio y Bartolomé tuvieron que escoger a los escritores y poetas que se llevaría para su corte. Algunos de los que no fueron elegidos se lo tomaron fatal, como Góngora o Cervantes, que escribió: Mucho esperé, si mucho prometieron, mas podía ser que ocupaciones nuevas les obliguen a olvidar lo que dijeron. Lupercio, que estaba sobrecargado de trabajo como secretario del conde, decía: “No vivo en Nápoles, sino en mis aposentos. No como, sino a mediodía; acuéstome a las once, despierto antes de las cuatro…”. Aprovechó los pocos ratos libres de que disponía para su labor como cronista de Aragón en una ciudad cuya historia estaba vinculada a la nuestra desde aquellos siglos en que los poetas decían que “hasta los peces del Mediterráneo llevan en sus escamas las barras del rey de Aragón”. Murió en Nápoles en 1613 después de haber quemado muchos de sus versos.


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Dos soles de poesía … pero no todos. Años después su hijo Gabriel publicó las poesías de su padre y de su tío con el título Rimas de Lupercio i del dotor Bartolomé Leonardo de Argensola. Aunque hoy los recordamos como poetas, ninguno consideró la poesía como su ocupación principal. Sin embargo, los dos nos han dejado versos tan extraordinarios como estos:

A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa Yo os quiero confesar, don Juan, primero, que aquel blanco y carmín de doña Elvira no tiene della más, si bien se mira, que el haberle costado su dinero. Pero tras esto confesaros quiero que es tanta la beldad de su mentira, que en vano competir con ella aspira belleza igual de rostro verdadero. Mas, ¿qué mucho que yo perdido ande por un engaño tal, pues que sabemos que nos engaña así naturaleza? Porque ese cielo azul que todos vemos ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!


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¿Por fuerza quieres, Lice, ser hermosa? O no tienes espejo o estás loca. ¿No consideras esa negra boca a todo el mundo por su olor odiosa; esa frente pintada y espaciosa por falta de cabellos, que no es poca, ni tu cuidado en componer la toca sobre la calva estéril y engañosa? Fortuna es ciega en cuanto distribuye, ni mira a quién desnuda o a quién viste, aunque contigo en dar tuvo descuento. Edad larga te dio, que a muchos huye; mas negó lo demás, y así saliste con mala cara y corto entendimiento.



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