El duende quiso madrugar. nº 5

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EL DUENDE QUISO MADRUGAR Revista Literaria QUINTO NÚMERO. FEBRERO 2016.

ESPECIAL DÍA DEL AMOR, CON UN ARTÍCULO ESPECIAL DE MARIANO JOSÉ DE LARRA. NOS ADENTRAMOS EN LA POESÍA ROMÁNTICA DE RAINER MARIA RILKE. ANÁLISIS DEL SISTEMA EDUCATIVO QUE SUFREN NUESTROS JÓVENES EN LA ACTUALIDAD.

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EL DUENDE QUISO MADRUGAR

El duende quiso madrugar Número quinto. Febrero de 2016. Publicación de Francisco Javier González de Córdova. Es una revista literaria de publicación mensual de difusión gratuita vía internet. Esta publicación se terminó de editar el 8 de febrero de 2016 en Ciudad de México. El contenido de los textos es responsabilidad del autor, cuya libertad de expresión viene amparada en la Carta de Derechos Humanos. Publicación sin fines de lucro. No patrocinada por ninguna organización o empresa. PROHIBIDA SU VENTA

Pintura de logotipo: Caprichos de duendes y monjes, nº 70, de Francisco de Goya. Pintura de portada: Elena entre rosas (1907), de Joaquín Sorolla. Revista de edición libre para: http://hamartia-world.blogspot.com.es/ Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative Commons Atribución-NoComercialSinDerivar 4.0 Internacional. Para ver una copia de esta licencia, visita http:// creativecommons.org/licenses/by-ncnd/4.0/.

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Estimado lector, otro mes y otro número de esta humilde revista le ofrecemos. Esta vez sus páginas pecan de no ser numerosas debido a la escasez de la mano de obra de quienes componemos este grupo, ilusionado a su vez por ofrecerle un distractor por medio de las palabras, distinto a lo que pueda encontrar por televisión. En nuestro interés por enfocarnos en el mes de febrero, especialmente por lo que significa para muchos al celebrarse en él el mes del amor, le brindamos varios textos y pensamientos dirigidos a hacer pensar al lector; un nuevo punto de vista diferente al que la mayor parte de la sociedad está acostumbrada. Breves son las hojas, en esta ocasión, de esta revista, pero no dejan de ser intensas. No hemos dejado de lado las obras de los grandes de la literatura, pero tampoco desdeñamos el ofrecerles nuevos pensamientos de este, su servidor, que no sale en los medios de comunicación, ni tampoco es reconocido públicamente. Aquí la intención es crear y difundir, con el intento de acercar, a quien lo acepta, el pensamiento compartido de mucha gente. Que sea el gusto por la reflexión lo que nunca muera en nosotros; sólo así mantendremos vivas las artes que conforman la literatura y la filosofía, y a su vez una actitud crítica que no nos permitirá caer en el dominio que pretenden los que quieren acabar con la cultura. Estamos vivos, pero vivir no es específicamente respirar o que el corazón lata; significa además luchar por los ideales de uno y mantener la sangre caliente, pidiendo la justicia que debería formar parte de este mundo. El Amor nos hace mantenernos vivos. Hay quienes, a pesar de respirar y moverse, están muertos. Sólo el sentimiento más grande que habita este planeta merece mantenerlo con vida, mantenernos con vida. Que muera la razón cuando opaque nuestro sentir, porque sin corazón no somos nada, aunque el latir, por sí solo, tampoco significa nada si no va acompañado de lo más maravilloso que hay en nosotros, el Amor.

Índice Mariano José de Larra: “El casarse pronto y mal” 7 El Romanticismo: una forma de ser perdida

11 El sistema educativo

13 Rincón de la Poesía: Rainer Maria Rilke

15 Citas célebres

18 Lectura recomendada

19 El teatro del fin del mundo

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Francisco Javier González de Córdova

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MARIANO JOSÉ DE LARRA

El casarse pronto y mal Mariano José de Larra Así como tengo aquel sobrino de quien he hablado en mi artículo de empeños y desempeños, tenía otro no hace mucho tiempo, que en esto suele venir a parar el tener hermanos. Éste era hijo de una mi hermana, la cual había recibido aquella educación que se daba en España no hace ningún siglo: es decir, que en casa se rezaba diariamente el rosario, se leía la vida del santo, se oía misa todos los días, se trabajaba los de labor, se paseaba las tardes de los de guardar, se velaba hasta las diez, se estrenaba vestido el domingo de Ramos, y andaba siempre señor padre, que entonces no se llamaba «papá», con la mano más besada que reliquia vieja, y registrando los rincones de la casa, temeroso de que las muchachas, ayudadas de su cuyo, hubiesen a las manos algún libro de los prohibidos, ni menos aquellas novelas que, como solía decir, a pretexto de inclinar a la virtud, enseñan desnudo el vicio. No diremos que esta educación fuese mejor ni peor que la del día, sólo sabemos que vinieron los franceses, y como aquella buena o mala educación no estribaba en mi hermana en principios ciertos, sino en la rutina y en la opresión doméstica de aquellos terribles padres del siglo pasado, no fue necesaria mucha comunicación con algunos oficiales de la guardia imperial para echar de ver que si aquel modo de vivir era sencillo y arreglado, no era sin embargo el más divertido. ¿Qué motivo habrá, efectivamente, que nos persuada que debemos en esta corta vida pasarlo mal, pudiendo pasarlo mejor? Aficionose mi hermana de las costumbres francesas, y ya no fue el pan pan, ni el vino vino: casose, y siguiendo en la famosa jornada de Vitoria la suerte del tuerto Pepe Botellas, que tenía dos ojos muy hermosos y nunca bebía vino, emigró a Francia. Excusado es decir que adoptó mi hermana las ideas del siglo; pero como esta segunda educación tenía tan malos cimientos como la primera, y como quiera que esta débil humanidad nunca supo detenerse en el justo medio, pasó del Año Cristiano

a Pigault Lebrun, y se dejó de misas y devociones, sin saber más ahora por qué las dejaba que antes por qué las tenía. Dijo que el muchacho se había de educar como convenía; que podría leer sin orden ni método cuanto libro le viniese a las manos, y qué sé yo qué más cosas decía de la ignorancia y del fanatismo, de las luces y de la ilustración, añadiendo que la religión era un convenio social en que sólo los tontos entraban de buena fe, y del cual el muchacho no necesitaba para mantenerse bueno; que «padre» y «madre» eran cosa de brutos, y que a «papá» y «mamá» se les debía tratar de tú, porque no hay amistad que iguale a la que une a los padres con los hijos (salvo algunos secretos que guardarán siempre los segundos de los primeros, y algunos soplamocos que darán siempre los primeros a los segundos): verdades todas que respeto tanto o más que las del siglo pasado, porque cada siglo tiene sus verdades, como cada hombre tiene su cara. No es necesario decir que el muchacho, que se llamaba Augusto, porque ya han caducado los nombres de nuestro calendario, salió despreocupado, puesto que la despreocupación es la primera preocupación de este siglo. Leyó, hacinó, confundió; fue superficial, vano, presumido, orgulloso, terco, y no dejó de tomarse más rienda de la que se le había dado. Murió, no sé a qué propósito, mi cuñado, y Augusto regresó a España con mi hermana, toda aturdida de ver lo brutos que estamos por acá todavía los que no hemos tenido como ella la dicha de emigrar; y trayéndonos entre otras cosas noticias ciertas de cómo no había Dios, porque eso se sabe en Francia de muy buena tinta. Por supuesto que no tenía el muchacho quince años y ya galleaba en las sociedades, y citaba, y se metía en cuestiones, y era hablador y raciocinador como todo muchacho bien educado; y fue el caso que oía hablar todos PÁGINA 7


los días de aventuras escandalosas, y de los amores de Fulanito con la Menganita, y le pareció en resumidas cuentas cosa precisa para hombrear enamorarse. Por su desgracia acertó a gustar a una joven, personita muy bien educada también, la cual es verdad que no sabía gobernar una casa, pero se embaulaba en el cuerpo en sus ratos perdidos, que eran para ella todos los días, una novela sentimental, con la más desatinada afición que en el mundo jamás se ha visto; tocaba su poco de piano y cantaba su poco de aria de vez en cuando, porque tenía una bonita voz de contralto. Hubo guiños y apretones desesperados de pies y manos, y varias epístolas recíprocamente copiadas de la Nueva Eloísa; y no hay más que decir sino que a los cuatro días se veían los dos inocentes por la ventanilla de la puerta y escurrían su correspondencia por las rendijas, sobornaban con el mejor fin del mundo a los criados, y por último, un su amigo, que debía de quererle muy mal, presentó al señorito en la casa. Para colmo de desgracia, él y ella, que habían dado principio a sus amores porque no se dijese que vivían sin su trapillo, se llegaron a imaginar primero, y a creer después a pies juntillas, como se suele muy mal decir, que estaban verdadera y terriblemente enamorados. ¡Fatal credulidad! Los parientes, que previeron en qué podía venir a parar aquella inocente afición ya conocida, pusieron de su parte todos los esfuerzos para cortar el mal, pero ya era tarde. Mi hermana, en medio de su despreocupación y de sus luces, nunca había podido desprenderse del todo de cierta afición a sus ejecutorias y blasones, porque hay que advertir dos cosas: Primera, que hay despreocupados por este estilo; y segunda, que somos nobles, lo que equivale a decir que desde la más remota antigüedad nuestros abuelos no han trabajado para comer. Conservaba mi hermana este apego a la nobleza, aunque no conservaba bienes; y esta es una de las razones porque estaba mi sobrinito destinado a morirse de hambre si no se le hacía meter la cabeza en alguna parte, porque eso de que hubiera aprendido un oficio, ¡oh!, ¿qué hubieran dicho los parientes y la nación entera? Averiguose, pues, que no tenía la niña un origen tan preclaro, ni más dote

que su instrucción novelesca y sus duettos, fincas que no bastan para sostener el boato de unas personas de su clase. Averiguó también la parte contraria que el niño no tenía empleo, y dándosele un bledo de su nobleza, hubo aquello de decirle: -Caballerito, ¿con qué objeto entra usted en mi casa? -Quiero a Elenita -respondió mi sobrino. -¿Y con qué fin, caballerito? -Para casarme con ella. -Pero no tiene usted empleo ni carrera... -Eso es cuenta mía. -Sus padres de usted no consentirán... -Sí, señor; usted no conoce a mis papás. -Perfectamente; mi hija será de usted en cuanto me traiga una prueba de que puede mantenerla, y el permiso de sus padres; pero en el ínterin, si usted la quiere tanto, excuse por su mismo decoro sus visitas... -Entiendo. -Me alegro, caballerito. Y quedó nuestro Orlando hecho una estatua, pero bien decidido a romper por todos los inconvenientes. Bien quisiéramos que nuestra pluma, mejor cortada, se atreviese a trasladar al papel la escena de la niña con la mamá; pero diremos, en suma, que hubo prohibición de salir y de asomarse al balcón, y de corresponder al mancebo; a todo lo cual la malva respondió con cuatro desvergüenzas acerca del libre albedrío y de la libertad de la hija para escoger marido, y no fueron bastantes a disuadirle las reflexiones acerca de la ninguna fortuPÁGINA 8


na de su elegido: todo era para ella tiranía y envidia que los papás tenían de sus amores y de su felicidad; concluyendo que en los matrimonios era lo primero el amor, y que en cuanto a comer, ni eso hacía falta a los enamorados, porque en ninguna novela se dice que coman las Amandas y los Mortimers, ni nunca les habían de faltar unas sopas de ajo. Poco más o menos fue la escena de Augusto con mi hermana, porque aunque no sea legítima consecuencia, también concluía que los Padres no deben tiranizar a los hijos, que los hijos no deben obedecer a los padres: insistía en que era independiente; que en cuanto a haberle criado y educado, nada le debía, pues lo había hecho por una obligación imprescindible; y a lo del ser que le había dado, menos, pues no se lo había dado por él, sino por las razones que dice nuestro Cadalso, entre otras lindezas sutilísimas de este jaez. Pero insistieron también los padres, y después de haber intentado infructuosamente varios medios de seducción y rapto, no dudó nuestro paladín, vista la obstinación de las familias, en recurrir al medio en boga de sacar a la niña por el vicario. Púsose el plan en ejecución, y a los quince días mi sobrino había reñido ya decididamente con su madre; había sido arrojado de su casa, privado de sus cortos alimentos, y Elena depositada en poder de una potencia neutral; pero se entiende, de esta especie de neutralidad que se usa en el día; de suerte que nuestra Angélica y Medoro se veían más cada día, y se amaban más cada noche. Por fin amaneció el día feliz; otorgose la demanda; un amigo prestó a mi sobrino algún dinero, uniéronse con el lazo conyugal, estableciéronse en su casa, y nunca hubo felicidad igual a la que aquellos buenos hijos disfrutaron mientras duraron los pesos duros del amigo. Pero ¡oh, dolor!, pasó un mes y la niña no sabía más que acariciar a Medoro, cantarle una aria, ir al teatro y bailar una mazurca; y Medoro no sabía más que disputar. Ello sin embargo, el amor no alimenta, y era indispensable buscar recursos. Mi sobrino salía de mañana a buscar dine-

ro, cosa más difícil de encontrar de lo que parece, y la vergüenza de no poder llevar a su casa con qué dar de comer a su mujer, le detenía hasta la noche. Pasemos un velo sobre las escenas horribles de tan amarga posición. Mientras que Augusto pasa el día lejos de ella en sufrir humillaciones, la infeliz consorte gime luchando entre los celos y la rabia. Todavía se quieren; pero en casa donde no hay harina todo es mohína; las más inocentes expresiones se interpretan en la lengua del mal humor como ofensas mortales; el amor propio ofendido es el más seguro antídoto del amor, y las injurias acaban de apagar un resto de la antigua llama que amortiguada en ambos corazones ardía; se suceden unos a otros los reproches; y el infeliz Augusto insulta a la mujer que le ha sacrificado su familia y su suerte, echándole en cara aquella desobediencia a la cual no ha mucho tiempo él mismo la inducía; a los continuos reproches se sigue, en fin, el odio. ¡Oh, si hubiera quedado aquí el mal! Pero un resto de honor mal entendido que bulle en el pecho de mi sobrino, y que le impide prestarse para sustentar a su familia a ocupaciones groseras, no le impide precipitarse en el juego, y en todos los vicios y bajezas, en todos los peligros que son su consecuencia. Corramos de nuevo, corramos un velo sobre el cuadro a que dio la locura la primera pincelada, y apresurémonos a dar nosotros la última. En este miserable estado pasan tres años, y ya tres hijos más rollizos que sus padres alborotan la casa con sus juegos infantiles. Ya el himeneo y las privaciones han roto la venda que ofuscaba la vista de los infelices: aquella amabilidad de Elena es coquetería a los ojos de su esposo; su noble orgullo, insufrible altanería; su garrulidad divertida y graciosa, locuacidad insolente y cáustica; sus ojos brillantes se han marchitado, sus encantos están ajados, su talle perdió sus esbeltas formas, y ahora conoce que sus pies son grandes y sus manos feas; ninguna amabilidad, pues, para ella, ninguna consideración. Augusto no es a los ojos de su esposa aquel hombre amable y seductor, flexible y condescendiente; es un holgazán, un hombre sin ninPÁGINA 9


guna habilidad, sin talento alguno, celoso y soberbio, déspota y no marido... en fin, ¡cuánto más vale el amigo generoso de su esposo, que les presta dinero y les promete aun protección! ¡Qué movimiento en él! ¡Qué actividad! ¡Qué heroísmo! ¡Qué amabilidad! ¡Qué adivinar los pensamientos y prevenir los deseos! ¡Qué no permitir que ella trabaje en labores groseras! ¡Qué asiduidad y qué delicadeza en acompañarla los días enteros que Augusto la deja sola! ¡Qué interés, en fin, el que se toma cuando le descubre, por su bien, que su marido se distrae con otra...! ¡Oh poder de la calumnia y de la miseria! Aquella mujer que, si hubiera escogido un compañero que la hubiera podido sostener, hubiera sido acaso una Lucrecia, sucumbe por fin a la seducción y a la falaz esperanza de mejor suerte. Una noche vuelve mi sobrino a su casa; sus hijos están solos. -¿Y mi mujer? ¿Y sus ropas? Corre a casa de su amigo. ¿No está en Madrid? ¡Cielos! ¡Qué rayo de luz! ¿Será posible? Vuela a la policía, se informa. Una joven de tales y tales señas con un supuesto hermano han salido en la diligencia para Cádiz. Reúne mi sobrino sus pocos muebles, los vende, toma un asiento en el primer carruaje y hétele persiguiendo a los fugitivos. Pero le llevan mucha ventaja y no es posible alcanzarlos hasta el mismo Cádiz. Llega: son las diez de la noche, corre a la fonda que le indican, pregunta, sube precipitadamente la escalera, le señalan un cuarto cerrado por dentro; llama; la voz que le responde le es harto conocida y resuena en su corazón; redobla los golpes; una persona desnuda levanta el pestillo. Augusto ya no es un hombre, es un rayo que cae en la habitación; un chillido agudo le convence de que le han conocido; asesta una pistola, de dos que trae, al seno de su amigo, y el seductor cae revolcándose en su sangre; persigue a su miserable esposa, pero una ventana inmediata se abre y la adúltera, poseída del terror y de la culpa, se arroja, sin reflexionar, de una altura de más de sesenta

ras. El grito de la agonía le anuncia su última desgracia y la venganza más completa; sale precipitado del teatro del crimen, y encerrándose, antes de que le sorprendan, en su habitación, coge aceleradamente la pluma y apenas tiene tiempo para dictar a su madre la carta siguiente: Madre mía: Dentro de media hora no existiré; cuidad de mis hijos, y si queréis hacerlos verdaderamente despreocupados, empezad por instruirlos... Que aprendan en el ejemplo de su padre a respetar lo que es peligroso despreciar sin tener antes más sabiduría. Si no les podéis dar otra cosa mejor, no les quitéis una religión consoladora. Que aprendan a domar sus pasiones y a respetar a aquellos a quienes lo deben todo. Perdonadme mis faltas: harto castigado estoy con mi deshonra y mi crimen; harto cara pago mi falsa preocupación. Perdonadme las lágrimas que os hago derramar. Adiós para siempre. Acabada esta carta, se oyó otra detonación que resonó en toda la fonda, y la catástrofe que le sucedió me privó para siempre de un sobrino, que, con el más bello corazón, se ha hecho desgraciado a sí y a cuantos le rodean. No hace dos horas que mi desgraciada hermana, después de haber leído aquella carta, y llamándome para mostrármela, postrada en su lecho, y entregada al más funesto delirio, ha sido desahuciada por los médicos. «Hijo... despreocupación... boda... religión... infeliz...», son las palabras que vagan errantes sobre sus labios moribundos. Y esta funesta impresión, que domina en mis sentidos tristemente, me ha impedido dar hoy a mis lectores otros artículos más joviales que para mejor ocasión les tengo reservados.

El Pobrecito Hablador, n.º 7, 30 de noviembre de 1832.

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EL ROMANTICISMO: UNA FORMA DE SER PERDIDA Una de las cosas que siempre he pensado es que si en el aula se dieran ciertas materias desde otros puntos de vista, podríamos hacer de los alumnos mujeres y hombre mejores, y más comprometidos no sólo con sus conciudadanos, sino con su patria. El problema de los gobiernos empieza en el momento en que una persona ha establecido su patria fuera de los márgenes políticos que no interesan al gobierno; quizás esta sea una de las razones por las que dichas materias no son expuestas al alumno desde otra perspectiva que podría hacerles más humanos. Adentrándome en la literatura, no puedo dejar de referirme a uno de los movimientos más importantes en la historia de la humanidad que, precisamente, mantuvo a muchos gobiernos de países en jaque. Lejos de ser un movimiento destructivo, era una forma de ver el mundo desde sus orígenes, una comunión estrecha con el alma que hace contemplar a la naturaleza como Madre del mundo, siendo el ser humano su hijo. De ahí se quiso rescatar además los hechos históricos que enaltecían a la patria, que cada cual llevaba dentro de sí. Obviamente el sentimentalismo era la pieza clave; no se podían alcanzar estos objetivos sin un corazón que en verdad latiera por y para el mundo, capaz de morir de amor hacia por su prójimo como hacia la patria misma, donde lo primordial era el individualismo, lejos de la colectividad. Sin duda, dicho movimiento es el Romanticismo, que hoy tan distorsionado ha llegado a nosotros. Hablar de Romanticismo sin mencionar a su máxima personalidad, Goethe, es una tarea que se repite durante décadas en los colegios públicos. La excusa es que se pretende enseñar la literatura autóctona (sólo puedo resaltar el caso de España, que tan cerca viví). Pero, ¿cómo se puede enseñar un movimiento sin mostrar el origen del mismo? Si nos centramos en la literatura española podríamos llegar a la conclusión de que el Romanticismo nunca fue un movimiento que se diera en España. Cierto es que muchos de nuestros escritores se empaparon de las corrientes románticas que estaban desarrollándose en Europa, y algunos adoptaron el Romanticismo en sus obras, pero el movimiento en sí, aparte de llegar tardío a España, no lo hizo con la profundidad e importancia con la que penetró en muchos países europeos, cuyo pionero fue Alemania.

“Goethe en la campiña romana” (1786), por Johann Heinrich Wilhelm Tischbein.

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Críticas a la educación aparte, el Romanticismo es actualmente un concepto mal entendido y distorsionado, dejando el beneficio de la duda a los gobiernos y sus intereses. Tal es así que es inevitable encontrarse en las librerías un apartado dedicado a la “novela romántica”, en la que, desgraciadamente, se incluyen títulos que, lejos de pertenecer al movimiento romántico, son reproducciones telenovelescas y mal logradas donde sus personajes valoran al amor desde lo carnal e incluso el sadismo (me he encontrado foros de debate donde muchos han encasillado la obra de Sade como romántica; ahí se nota el fracaso de la enseñanza literaria). Así, vemos como muchas películas han adoptado para la opinión pública el adjetivo de románticas, cuando sólo son capaces de representar el encuentro entre dos personas que terminan casándose o construyendo una casa juntos después de vencer numerosos obstáculos. Si al Romanticismo nos remitimos, lo normal sería encontrarnos, en este caso, el sufrimiento de los amantes, cuyo final sólo puede acabar en tragedia, seguramente con la muerte desdichada de uno o de los dos enamorados (un ejemplo de esto lo encontramos en Calixto y Melibea, obra que se adelanta a su época, y que conserva las bases románticas tal y como se entendieron durante el Romanticismo). Este es un tema extensísimo que me gustaría retomar en otra ocasión. De momento quédense con esta idea: el Romanticismo del que se habla en la actualidad está distorsionado y no corresponde a lo que realmente fue. Sólo el romántico sabía valorar la vida y su alma (entiéndase alma como lo interno de uno mismo) como ningún otro movimiento supo hacer. Si aprendiéramos el verdadero Romanticismo, la humanidad sería más humana. Un artículo de Francisco Javier González de Córdova para Rincón Filológico

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SECCIÓN CRÍTICA

El sistema educativo Es complicado iniciar este artículo hablando de un sistema educativo en específico. Se me hace aún más difícil tener que poner uno como ejemplo a nivel mundial, ya que ni los estudios a nivel internacional tienen una verdadera base, porque todo lo que mueve a este mundo, incluyendo obviamente a los medios de comunicación, se centra en los intereses políticos, muy poderosos, que pretenden globalizarlo todo, incluyendo el deterioro de la cultura y de la educación en sí. Más fácil nos resultará tratar el conjunto completo en el que poco a poco los gobiernos van echando por tierra todo lo que una vez se alzó para bien de la humanidad. Ya no hay un interés por el que se pretenda cultivar a la sociedad; sin duda, no hay interés en que surjan nuevas revoluciones ni cambios políticos importantes. Quienes se hicieron con las riendas de los grandes estados ya no quieren dejarlas, así que, lentamente, han ido estableciendo nuevas amistades con otros líderes de otros países, puestos a la fuerza o mediante el fraude electoral, para que los intereses globales no enflaquezcan y sigan creciendo hasta la conquista completa del mundo. Wells lo describió muy bien en su obra 1984, pero mucha gente aún no lo quiere ver. Entramos pues en la mente global constituida sin el permiso directo del ciudadano, que está convencido en que la unión trae la paz mundial, a pesar de que para dicha unión haya que conquistar y masacrar a naciones enteras que, quieran o no, formarán parte de ese mundo globalizado, así como el petróleo pasa a formar parte de las grandes fortunas poco globalizadas pero bien controladas por los que manejan los hilos del planeta. Si nos centramos en el sistema educativo, que es el tema con el que intentamos abordar este artículo (no crea el lector que hemos abandonado el timón de este barco), encontramos que continuamente va en detrimento de la cultura año tras año, reformándose por orden gubernamental, a nivel global, con el fin de conseguir la creación de una nueva cultura, una que domine sobre las otras, las cuales han de ir desapareciendo lentamente para contento de los líderes, y un mejor control de estos líderes mundiales, para así dominar la empresa evitando que por diferencias culturales hayan voces críticas ante el dominio centralista de los patrones. Ningún pueblo podrá reivindicarse si deja de existir como pueblo. Sea la masa la que forme este mundo, y el pensamiento individual sea el mal que será castigado y acusado de terrorismo frente a una opinión pública incapaz de razonar individualmente, sino sólo a través de lo que le dicten en los distintos medios de comunicación. Pero no quedemos esta teoría en simples palabras sin las pruebas oportunas que han de pedir, seguramente, los lectores. Señales de todo esto lo vemos en el plan Bolonia, implantado en los sistemas educativos universitarios. Las críticas principales ante este plan han cuestionado el contenido de las distintas carreras, que han sido gravemente disminuidas y diseñadas para servir a las grandes cadenas empresariales. El gran ataque lo han recibido, sin dudas, las carreras de letras, especialmente Filosofía, que intenta ser apartada del sistema educativo general. Países como España y México, entre otros, han decidido secuestrar esta asignatura del nivel de secundaria y bachillerato. ¿Qué creen que suceda al aniquilar una materia que facilita el raciocinio al estudiante, que se está formando para ser un hombre o una mujer de provecho para su país? El resultado es horrible; es otra muestra más de la necesidad que tienen los líderes políticos para que su pueblo deje de plantearse los problemas de su entorno. Y no es el único caso que conocemos, para los que sí estamos interesados en conocer. La literatura y la lengua están corriendo la misma suerte que la Filosofía. La reducción del contenido literario conlleva a fusilar un gran número de autores de gran importancia mundial. Por ejemplo, alguien tan importante como Goethe no es conocido en la mayoría de las escuelas de los países que conforman a los aliados de la globalización. También la poesía se ha ido desechando progresivamente. El caso de la lengua tampoco debería ser de nuestra satisfacción, porque lejos PÁGINA 13


de ser protegida por las instituciones supuestamente encargadas de ello, pretenden igualarla a la lengua de imposición mundial, el inglés, destruyendo las reglas ortográficas que la ensalzan y la enriquecen, matando el léxico que ha sido conocido por su riqueza, y dejándose vender por las empresas imperiales que mueven las redes sociales y los medios de comunicación (Twitter, por ejemplo). El cinismo imperialista ha llegado a un límite dramático que no ha alcanzado mayores porque la civilización occidental ha caído rendida a los pies del imperio tecnológico, desechando con agrado la esencia del pueblo, que es su origen. Para el que quiera despertar a estas alturas, temo anunciarle que la batalla por la cultura está perdida, y que el individuo, como se le conocía, está extinguiéndose. La mayor parte de los que conforman este mundo occidental responde con risa de chango ante la preocupación de los pocos que intentan reivindicarse como originarios de una cultura aparte; ven de locos cualquier intento por escapar de este nuevo sistema imperial y el no querer aceptar un último modelo de celular frente a los rasgos culturales que, en la oscuridad, los gobiernos van atacando. “La fusión es buena”, así nos lo venden con una promesa de conseguir aún más dinero que nunca nadie alcanzará a ver, pero no nos cuentan la identidad que se pierde. La historia va siendo destruida sin que muchos se den cuenta, ¡otra materia atacada en el sistema educativo, así como en la vida!; a pocos les importan si a cuenta de ello le dan un canal de televisión nuevo y gratuito o, por qué no, una televisión último modelo también, si no, al menos será gratis. Curioso es que los medios de comunicación no centren sus debates en lo perjudicadas que han resultado muchas materias, sino que se envuelve todo, nuevamente, en una cortina de humo intentando malhumorar al espectador mediante simplezas religiosas que terminan por acaparar todo el contenido del problema educativo. El espectáculo funciona de nuevo, como siempre lo ha hecho. Sea el debate de la religión como asignatura la que aparezca en los titulares de todos los diarios, o la importancia del inglés para ser respetado mundialmente, mientras que se le sigue dando una golpiza al español, nuestra lengua materna. Valientes inútiles los que son absorbidos por estos debates anormales que no hacen más que reírse de los pueblos, de sus pueblos, nuestra cultura. Así Bolonia penetró en España, violando toda la cultura de un pueblo que no sabe a ciencia cierta qué significa ser libre, porque no ha conseguido en pleno siglo XXI tener una constitución que realmente sea digna de llamarse democrática.

Francisco Javier González de Córdova

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RINCÓN DE LA POESÍA

Rainer Maria Rilke Rainer Maria Rilke (también Rainer Maria von Rilke) (4 de diciembre de 1875, en Praga, Bohemia, República Checa (en aquellos tiempos Imperio austrohúngaro) - 29 de diciembre de 1926, en ValMont, Suiza) es considerado uno de los poetas más importantes en alemán y de la literatura universal. Sus obras fundamentales son las Elegías de Duino y los Sonetos a Orfeo. En prosa destacan las Cartas a un joven poeta y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge. Fuente: Wikipedia.

Canción de amor ¿Cómo sujetar mi alma para que no roce la tuya? ¿Cómo debo elevarla hasta las otras cosas, sobre ti? Quisiera cobijarla bajo cualquier objeto perdido, en un rincón extraño y mudo donde tu estremecimiento no pudiese esparcirse. Pero todo aquello que tocamos, tú y yo, nos une, como un golpe de arco, que una sola voz arranca de dos cuerdas. ¿En qué instrumento nos tensaron? ¿Y qué mano nos pulsa formando ese sonido? ¡Oh, dulce canto!

La esposa ¡Llámame amado, llámame en voz alta! No dejes tanto tiempo en la ventana a tu esposa. En las viejas avenidas de plátanos ya no vela la tarde: han quedado vacías. Y no llegas a la nocturna casa Con tu voz a encerrarme; y tengo así que estar desde mis manos a los jardines del azul de sombra vertiéndome...

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Las rosas Si tu frescura a veces nos sorprende tanto dichosa rosa, es que en ti misma, por dentro, pétalo contra pétalo, descansas. Conjunto bien despierto cuyo centro duerme, mientras se tocan, innumerables, las ternuras de ese corazón silencioso que suben hasta la extrema boca.

Música ¿Qué, tocas tú, muchacho? Iba por los jardines igual que muchos pasos, que órdenes susurradas. ¿Qué tocas tú, muchacho? Mira, tu alma se ha enredado en los tubos de la flauta. ¿Por qué la atraes? Es el son como una cárcel, en que se desperdicia y se equivoca; fuerte es tu vida, pero tu canción es más fuerte. reclinada en tu anhelo sollozando. Dale un silencio, que, callada, el alma regrese en tu fluyente y en lo mucho, en que vivió, creciendo, sabia y lejos, antes que le metieras en tu suave tocar. Cómo mueve sus alas ya más lánguida; así disiparás su vuelo, soñador, hasta que su ala, por el cántico hechizada. no la lleve más sobre mis paredes, cuando la llame yo para gozar.

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El ángel protector Tú eres el ave cuyas alas vi al despertar llamando en plena noche, sólo con mi braceo, pues tu nombre es un abismo de mil noches de hondo. Tú eras la sombra en que dormía en calma, todo sueño levanta en mi tu germen: tú eras imagen, pero yo soy marco que te completa en fúlgido relieve: ¿Cómo nombrarte? Mira arder mis labios. Tú eres principio que se vierte inmenso: yo soy el lento y temeroso «Amén», que, tímido, concluye tu belleza. Del reposo a menudo me sacaste, cuando me era el dormir como un sepulcro, como perderse y escapar; entonces me alzaste de las sombras de mi pecho queriendo alzarme encima de las torres como pendón bermejo o colgadura. Tú que hablas del milagro como ciencia y de los hombres como melodías y de las rosas, de esos resultados que se cumplen con fuego en tu mirada; tú, feliz, ¿cuándo nombras una vez al que en su día séptimo y final dejó siempre perdido su fulgor en tu aleteo? ¿Mandas que pregunte?

Rainer Maria Rilke

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CITAS CÉLEBRES “El amor auténtico se encuentra siempre hecho. En este amor un ser queda adscrito de una vez para siempre y del todo a otro ser. Es el amor que empieza con el amor”. JOSÉ ORTEGA Y GASSET “Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor, si perdonas, perdonarás con amor”. SAN AGUSTÍN “No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti”. JAIME SABINES “Sustituir el amor propio con el amor de los demás, es cambiar un insufrible tirano por un buen amigo”. CONCEPCIÓN ARENAL “Quien puede decir cuanto ama, pequeño amor siente”. PETRARCA “Vení a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará”. JULIO CORTÁZAR “Nadie tiene dominio sobre el amor, pero el amor domina todas las cosas”. JEAN DE LA FONTAINE “Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho”. JEAN JACQUES ROUSSEAU “En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca”. JACINTO BENAVENTE “El amor jamás reclama; da siempre. El amor tolera, jamás se irrita, nunca se venga”. INDIRA GANDHI “El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”. ALDOUS HUXLEY “Al principio todos los pensamientos pertenecen al amor. Después, todo el amor pertenece a los pensamientos”. ALBERT EINSTEIN

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LECTURA RECOMENDADA PRISMAS LITERARIOS. ESTUDIOS HISTÓRICO-LITERARIOS Preguntarnos acerca de todo, cuestionarnos e indagar sobre la información que recae en nuestras manos es lo que nos hará personas capacitadas para levantar los pilares de un país, no sólo en lo cultural, sino en el conjunto de valores aptos para la verdadera democracia y respeto entre los individuos que conforman el mismo. El humilde trabajo que presento al lector es el resultado de estudios universitarios en torno a obras literarias y hechos históricos específicos. Puede servir como guía docente a aquellos alumnos de secundaria que pretendan tener una visión global de los temas que trato en esta obra; e incluso puede orientar al estudiante universitario, a modo de ejemplo, de lo que es la construcción de un comentario de texto e investigación histórico literaria de las distintas materias que trato en la misma. Este libro, a pesar de no mantener una línea hilada conforme a la historia, presenta escritos escogidos al azar, los cuales abordan un trayecto desde la Antigüedad helena, hasta nuestro cercano siglo XX. La mayor parte de los trabajos que se presentan profundizan en investigaciones españolas, aunque se pretende abrir al estudiante un amplio prisma que capture la influencia universalista con respecto a la historia y la literatura, que son las principales materias a tratar. Que sea esta humilde obra un motivo más para animar al estudiante a la investigación, y no se encierre en una obra determinada, sino que vaya más allá de sus hojas preguntándose el por qué y el cómo tal obra llegó a sus manos y vio la luz en un determinado momento de la historia de la humanidad; tratando estas cuestiones podrá abrirse a un universo de las letras que le pueden capacitar de grandes conocimientos, de los cuales ya se nutrieron grandes escritores que hasta día de hoy aparecen en los libros de texto. Francisco Javier González de Córdova

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EL TEATRO DEL FIN DEL MUNDO Febrero, mes del amor. Celebran las parejas, los grupos de amigos, los supuestos partidos opositores de izquierda y de derecha españoles también se juntan llenos de amor por su país. El amor irradia por todas partes. En el Congreso, mientras públicamente dicen odiarse, a escondidas se toman de la mano para jurarse amor eterno. El máximo amor: el amor al dinero, está también presente en nuestra amada sociedad. El 14 de febrero, día del amor, el mundo debiera rendirse a la sublimidad conjunta, celebrando entre todos una pasión sin complejos. La manía que tienen los solitarios por ver este día melancólicamente, uno más en el sistema mercantilista, que espera explotar al pobre para enriquecer al rico, y aprovechándose de la inmadurez social para atraerles a gastar un dinero en superficialidades que no sobra, por un día que debiera darse todos los días del año; quien crea eso, que tal día es un timo de los gobiernos por tener, nuevamente, absorbido a su pueblo, ése quizás no ama como la mayoría de la gente. Afortunados son los que saben identificar al Amor del amor propio. El amor propio necesita dar los presentes que le hagan sentirse hinchado de orgullo y autosatisfacción frente al que, o a la que, pretende amar; que al final termina siendo su propio yo. Amar se debe todos los días del año, las veinticuatro horas, durante toda la vida, para quien puede amar, por supuesto. Sea el 14 de febrero el día de los inocentes, controlados por los dueños del mundo, que buscan un sólo bien, el despojar a su pueblo de la voluntad y, por supuesto, del dinero. Mucho han jugado las productoras de cine y televisión con la imagen del pobre desgraciado, que ve como todos se dejan absorber por este día mientras que él (o tal vez ella) suspira por el ansia de verse acompañado en un día comercial como éste. Al final se motiva al televidente a buscarse quien sea para satisfacer su necesidad de acompañamiento que se establece para el 14 de febrero. No importa el Amor, sino el amor propio que hace compararse con los que parecen felices en pareja. Es una lucha por competir con el vecino en aparentar la mejor relación; y todos se ponen de acuerdo, bajo el dominio mercantilista, para aumentar la competitividad en este punto. La Iglesia extiende su mano jugando también su papel en el mundo empresarial (por algo las grandes empresas siempre se ponen de acuerdo; la alianza les hace ganar más a todos juntos que por separados); la promoción de la boda, con un fotógrafo impuesto por esta institución (y debidamente pagado por las familias de los novios) completarán la prueba pictórica que será digna de competencia para futuros enlaces. Habrá que hablar del Gran Testigo de la ceremonia, para darle aún mayor categoría frente a las otras ceremonias, en su mayoría civiles, que los novios deben desechar a la hora de elegir entre las opciones del mercado. Al final, terminan por mostrarte a un dios más preocupado por el ornamento y el despilfarro que por lo que realmente debe significar un enlace. ¿Quién puede negar no ser conocedor de una boda religiosa en la que los novios no son, en muchas ocasiones, creyentes? Pues así hay quienes eligen el 14 de febrero para realizar un enlace de este tipo (no habría que temer pensar cómo la institución católica ha de subir los precios ese día, justificando la demanda de muchas parejas que lo eligen para, según ellos, hacer mejor competencia a la boda del vecino, sólo que eso nunca lo van a admitir). No será ahora cuando trate el concepto del Amor, en su ideal absoluto. Además que (adelanto) es complicado llegar a una definición tal sin mencionar a la divinidad o una Idea del Bien que ya nos habría intentado definir aproximadamente Platón y el movimiento romántico, que nada tiene que ver con la imagen que Hollywood ha representado. Dejaremos, pues, la visión del 14 de febrero como una fecha hecha para la competitividad social, cuyo promotor es el mercado que, mediante la proyección de un sentimiento erróneo del amor, consigue movilizar a las masas sociales mundiales para tener contentos a grandes empresarios, y en ocasiones a pePÁGINA 20


queños también. Después de esto, no es una locura sospechar que detrás de otras festividades están los mismos hilos que gobiernan el mundo, y los mismos crédulos que, por seguir la moda, los siguen con pasión de forma incondicional. Así se va conformando el mundo, y así se van perdiendo los verdaderos valores. La imitación social, sin una previa preparación intelectual, va degradando al mundo una vez más. Francisco Javier González de Córdova

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Hasta el pr贸ximo n煤mero


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