Kant ante el racionalismo y el empirismo

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KANT ANTE EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO Uno de los mayores problemas para los filósofos de los siglos XVII y XVIII es la cuestión del origen del conocimiento, que es donde habitualmente se presenta el enfrentamiento entre racionalistas y empiristas. Pero esta cuestión deriva de otra de mayor importancia y que podemos encontrar su origen incluso en la tradición helénica, la existencia de las ideas innatas. De ser así, la Metafísica, tal y como pretenden los racionalistas, es real y posible, de no serlo, entonces sus propósitos están de sobra. Para los racionalistas, la metafísica era el conjunto de conocimientos a los que el ser humano puede acceder por sí mismo al ser portador de esas ideas desde su nacimiento. De esta manera sí que existen las ideas innatas y están naturalmente incrustadas en el ser humano pudiéndolas descubrir por si mismo tan solo pensando. Al ser un conocimiento evidente la Metafísica sólo tenía que desarrollar y sistematizar el resto de los conocimientos. Los máximos representantes de esta corriente fueron Platón, Descartes, Leibuiz y Wolff.

Immanuel Kant

Por otro lado, el empirismo propone que todo lo que se conoce proviene del exterior, es decir, de lo que nuestros sentidos captan. Por tanto, existe una mente “virgen” en la que la experiencia va escribiendo analogía que aclara la inexistencia de las ideas innatas. Pero Hume fue más allá afirmando que nuestros pensamientos nunca podrán tener la firmeza que necesitamos para tener una vida segura porque la naturaleza puede cambiar. Finalmente para los empiristas todo conocimiento posible tiene que estar basado en lo que sintamos o percibamos al contrario que los racionalistas que afirmaban que las verdades primeras y fundamentales se obtenían escudriñando la mente. Pero al negar la existencia de las ideas innatas se negaba toda posibilidad de Metafísica, al dogmatismo y a las consecuencias morales que de todo ello se derivara, además de una de las exigencias más importantes de las ciencias: ser universales y necesarias. Los máximos representantes de esta corriente fueron Aristóteles, Hume y Locke. A Kant, en realidad, solo le interesan las teorías filosóficas que acaban siendo dogmáticas o escépticas pero no los planteamientos de ninguna de las dos corrientes porque para Kant el fundamento del conocimiento no es una cuestión que se resuelva por la simple averiguación de sus orígenes o génesis, sino que es una cuestión coherencia lógica y necesidad. Fue el enfrentamiento entre ambas ideologías lo que puso a Kant en alerta, pese a que lo que verdaderamente le hizo despertar del “sueño dogmático” en el que estaba inmerso fue la crítica de Hume hacia el principio de causalidad. Como consecuencia, Kant cayó en la cuenta de que el racionalismo era insuficiente para dar explicación a la David Hume ciencia, y que también la crítica del empirismo hacia el racionalismo continuaba siendo insuficiente. Así pues, el filósofo creyó en la ciencia de Newton y aceptó en parte al empirismo por lo que respecta a la experiencia. Desde este punto comprenderá y aceptará las leyes que formuló el científico. De este modo, la filosofía trascendental que escribió Kant, justificaba la ciencia de Newton y explicaba sus fundamentos o sus condiciones de posibilidad (de cómo era posible).

Isaac Newton

En conclusión, la superación del racionalismo y del empirismo radica en el distanciamiento de sus orígenes (las ideas innatas o la estricta percepción sensorial), establecer en la lógica del conocimiento que necesariamente debe apoyarse en la experiencia, pero señalando que lo humano le incorpora las características de necesidad y universalidad. En fin, el empirismo queda superado al probar que efectivamente existe una conexión necesaria entre causa y efecto.

Mireia Pascual, Tamara Simarro, Eva Aguilera y Lorena Casañ.


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