Antología

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AntologĂ­a Los mejores cuentos del Mundo

7Âş grado Turno tarde


La casa encantada Una joven soñó que caminaba por un sendero que llegaba hasta una casa. Llamó a la puerta y le abrió un anciano. En el momento que le iba a hablar, se despertó. Lo siguió soñando y siempre tenía el mismo final. Días después, cuando se dirigía a una fiesta, le pidió al conductor del automóvil que se detuviera. Allí estaba el mismo sendero de sus sueños. Se echó a andar por el sendero. Al fin le podía hablar al anciano. Entusiasmada tocó la puerta, se enteró que había un fantasma. Ese fantasma era ella. cuento anónimo Editor Bennet Cerf estadounidense


El espectro y el salteador de caminos Hind, un asaltante, encontró un espectro. Este, como diablo que era, se vistió como un simple ganadero y se presentó en la posada donde sabía que lo encontraría. Puso en un lugar seguro su caballo, tomó un cuarto y ordenó al posadero que le llevara su pesada maleta. Dentro de la habitación, abrió el equipaje, tomó el dinero y lo colocó en bolsas. Hind recibió noticias del dinero, vio al hombre y vio el caballo, lo esperó en el camino para asaltarlo. En el sitio elegido por Hind lo ve y le exige que le entregue la bolsa. Cuando mencionó el dinero, el supuesto ganadero fingió sorprenderse. El pobre diablo gimoteaba y lloraba. Le decía que debía estar equivocado, porque el no tenía dinero. Se sorprendió por lo que encontró en las bolsas, en ese momento, giró sobre sí con intención de matarlo, pero quedó sin aliento y sin vida. Y desde aquel entonces, y hasta nuestros días, se dice que trece peniques y medio es el salario del verdugo.

Defoe Daniel


EL VENERABLE VENERANDA El señor Veneranda iba silbando por la calle hasta que se detiene en la puerta de un garaje y silbó varias veces como llamando a alguien. Un señor se asomó de una de las ventanas del tercer piso y le preguntó, gritando, para hacerse oír, si tenía la llave para abrir la puerta del garaje. Un señor asomándose a la ventana del primer piso, preguntó porque gritaban tanto. El señor Veneranda le pidió que le preguntara al inquilino del tercer piso. Todavía no he entendido, primero quiere tirarme la llave para que abra la puerta del garaje; después no quiere que la abra. El tipo del tercer piso dice que todos los que viven en esta casa silban. Bah! De todos modos eso no me interesa. Si se le antoja, silbe todo lo que quiera. El señor Venerada saludó con una inclinación de cabeza y continuó su camino, murmurando que esa casa, debía ser un asilo de locos.

Manzoni Carlo


El caso de los telescopios rotos Trata sobre que tres telescopios habían sido rotos y que el destructor siempre atacaba de noche. Pero el ladrón no destruía más que los telescopios si no que no robaba nada. Dos señores discutían por lo sucedido pero había un señor con la cabeza pintado de mares y países ese señor llamado Orbe sí sabía quien era el que rompía los telescopios pero fingía como si no supiera nada. Pero igual como sin nada el señor Orbe seguía discutiendo con el otro señor. Después de esa noche el señor le había contado que en la plaza después de una hora oscureció y apareció un señor con un martillo en la mano y era el destructor se le veía algo como un tatuaje y se veía gracias a la luna; el señor vio esa cabeza y que había reconocido que era Orbe quien destruía los telescopios para que no encontraran y miraran su estrella descubierta .Pero un día el señor Orbe se había puesto un sombrero para ocultar su tatuaje pero al levantar el sombrero desapareció el tatuaje o pintura de la cabeza pero apareció con un anillo dorado , el señor Orbe decía que en ese momento era saturno .


Los sueños de Leopoldina Desde el nacimiento de Leopoldina en la familia de Yapurra, las mujeres llevaban nombres que empiezan con L, y al ser más pequeño lo llamaban Changuito. Ludovica y Leonor que eran las menores, buscaban un milagro, junto al arroyo, todas las tardes a la caída del sol. Leopoldina soñaba, sentada en la sillita de mimbre. A veces al despertar, hallaba los objetos que aparecían en su sueño. Ambas protestaban agriamente; a veces con ternura le pedían que soñara con anillos, con collares, con piedras preciosas. Pero Leopoldina no era dueña de sus sueños. Tanto la molestaron que ya no podía dormir. Entonces salió sin contestar y le pidió a Changuito que la acompañara porque ya era la hora. Inmediatamente comenzó a soplar el viento zonda. Esa vez llegó como un relámpago, barrió el piso del patio, amontonó hojas y ramas en los huecos de los cerros y en un remolino levantó en el aire a Leopoldina y a su perro Changuito, que escribió esta historia en el penúltimo sueño de su patrona. Ocampo Silvina argentina


LA PROMESA En Pringles, el doctor Isidro Lozano refirió la historia. El hecho ocurrió hacia mil novecientos veintitantos. El muchacho había regresado de Buenos Aires con su diploma. Una noche lo mandaron a buscar del hospital. Se levantó y atravesó la plaza desierta. En la sala de guardia el doctor Eudoro Ribera le dijo que unos de los malevos del comité, Clemente Garay, lo habían traído con una puñalada. Lo examinaron, el joven quedó impactado por ver a un hombre con los intestinos afuera. El joven más tarde lavó los intestinos del hombre, los puso en su lugar y cosió la herida. Al otro día el joven volvió al hospital y es sorprendió al ver que el hombre no estaba muerto. El hombre lo miró, le estrechó la mano y le dio las gracias, pero para Ribera

Progreso y retroceso Inventaron un cristal que dejaba pasar las moscas. La mosca venia, empujaba un poco con la cabeza y, pop, ya estaba del otro lado. Alegría enormísima de la mosca. Todo lo arruino un sabio húngaro al descubrir que la mosca podía entrar pero no salir, o viceversa a causa de no se sabe que macana en la flexibilidad de las fibras de este cristal, que era muy fibroso. En seguida inventaron el cazamoscas con un terrón de azúcar dentro, y muchas moscas morían desesperadas. Así acabo toda posible confraternidad con estos animales dignos de mejor suerte. Julio Cortázar


La Sentencia Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. El emperador accedió, el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el emperador juró protegerlo. Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio, lo mandó a buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón, y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba casado y se quedó dormido Poco después irrumpieron dos capitanes que traían una inmensa cabeza de dragón. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron que cayó del cielo. Wei Cheng, que había despertado, la miró y dijo que el soñó que mataba a un dragón así. Wu Cheng china


Historia de la rosa marina y de la joven china

En un reino vivía un rey llamado Zein El-Muluk que había tenido dos hijos dotados, cuando nació el tercer hijo tenía una belleza que disipaba las nieblas, los sabios del reino le advirtieron al rey que en el tiempo de la adolescencia del joven no lo mirara a los ojos porque se quedaría ciego. Un día el joven se fue al bosque a cazar sin saber que el rey también se encontraba allí, a pesar de la inmensidad de aquella selva el rey paso junto a su hijo y sin reconocerlo posó su mirada en los ojos del joven y quedó ciego . El joven al sentirse culpable preguntó a los médicos cual era la cura. Tenía que ir al interior país de China donde se encontraba una princesa, que en su jardín tenía el arbusto de la rosa que curaría la ceguera de su padre. El joven viajó con la ayuda de un viejo gigante que lo ayudó a recuperar la rosa, cuando la tenía en su poder volvía al reino a curar la ceguera de su padre. Cuando volvió al palacio, le acercó la rosa a su padre y este recuperó la visión. Cuento anónimo


Julia y los acertijos Julia era una muchacha muy pobre. Vivía con su mamá, su papá y sus hermanos en una casa también muy pobre. Pero tenía una riqueza invisible: su ingenio. No sólo era muy inteligente, sino que además sabía como usar esa inteligencia con rapidez cuando era necesario. El padre, Ion, trabajaba para un hombre rico, el señor Petru, poseedor de grandes extensiones de tierra, pero su salario era insuficiente para alimentar a tantos hijos. Un día, ese señor, decidió regalarle una parcela de su tierra, para que pudiera trabajar por su cuenta y obtener para sí, todo lo que produjera. Muy agradecido fue a contarle a su familia la noticia. Julia como de costumbre, adivinó todo. Pronto empezaron la construcción de la nueva casa. Un vecino, que se creía superior, sólo porque tenía dinero, esperaba tener una excusa para echarlos de allí. El señor Petru les propuso tres acertijos a Ion y al vecino para resolver el problema que surgió entre ellos. Ganó el padre de Julia con la colaboración de ella. Le pidió a Ion que llevara a Julia a su casa admirado por la inteligencia de tan bella muchacha. Se enamoró y le propuso casamiento. Ella aceptó. El esposo no quería competencia en el rol de juez que le había dado la gente y le hizo prometer que nunca juzgaría sin él. Su esposo regresó de un viaje, ella le contó lo que había pasado en su ausencia, este consideró que su esposa faltó a su palabra y decidió terminar con su matrimonio. Le pidió que volviera con sus padres y que se llevara lo que más amara. Cuando por la mañana el hombre despertó, se encontró con ella en la casa de sus padres y le dijo sólo seguí tus instrucciones, ya que traje conmigo lo que más amaba. Cuento tradicional rumano


El diario a diario Un señor toma un tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de la plaza .Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelgas, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis. Cortázar Julio


EL adivino

Un campesino muy astuto quería adquirir fama de adivino. Lo apodaban Escarabajo. Un día robó una sábana a una mujer, la escondió en un montón de paja y se puso a alardear de que era capaz de adivinarlo todo. La mujer se acercó y le rogó que adivinase dónde estaba su sábana a cambio de un poco de harina y una libra de manteca. Escarabajo aceptó, quedó pensativo y luego le dijo donde estaba. Así, su fama se fue extendiendo por todo el país. Un día el zar perdió su anillo de bodas. Después de buscarlo hasta el cansancio, mandó llamar al adivino. Ordenó que lo encerraran en una habitación, para que meditara. Escarabajo pensaba que había llegado su fin, no tenía otra salida, esperaría que llegara la noche y escaparía .Un lacayo, el cocinero y el cochero habían robado el anillo del zar. Se lo entregaron y le rogaron que no los denunciara. Este escondió el anillo debajo de una madera y le informó al zar. El zar lo recompensó y lo dejó marchar a su casa. Cuento tradicional ruso


Rhadamanthos Nada en el mundo podría resucitarla. Joven, nada le quitaría la juventud; tranquila, nada le quitaría la tranquilidad. No había modo de contener las lágrimas que vertían por ella un hijo de ocho años, un marido de treinta y esa corte ridícula de amigos que la admiraban. Injusticias de la suerte, pensaba Virginia, mientras subía las escaleras. Ella que había sufrido tanto, no se había suicidado. Entró al cuarto donde la velaban. Para no verle la cara; se arrodilló, para no pensar en ella, rezó. Se dirigió al cuarto de la muerta. Salió de la casa apresuradamente, entró a una tienda donde compró papel de cartas. Se puso a escribir maravillosas cartas de amor dirigidas a la muerta. Al pie de la carta firmaba con el nombre del supuesto amante. A la mañana siguiente, hizo un paquete con las cartas, las ató con una cinta rosada, las llevó a la casa mortuoria y las depositó en el armario de la muerta. Ocampo Silvina argentina


El gesto de la muerte Un joven jardinero persa dice a su príncipe: -¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahan. El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahan esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahan.


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