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OPINIÓN_

EL TIEMPO Sábado 9 de mar zo de 2013

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SU COMENTARIO NOS INTERESA: opinión@eltiempo.com.ve

< CONCIENCIA NACIONAL >

< MENSAJE CON DESTINO >

Nicolás campaña FERNANDO MORGADO DESDE CUMANÁ

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ola apreciados amigos, no se extrañen por el nombre del título, no es ningún disparate, sólo me refiero al “lapsus línguae” que tuvo el amigo Teodoro el pasado domingo en su programa matutino de TV, refiriéndose a Nicolás Maduro, que está de lleno en campaña electoral desde hace más de tres meses, aprovechando las ventajas que da el poder a los que no tienen vergüenza, y no les importa los medios que utilizan porque no saben lo que significa el respeto ni el decoro ya que jamás los han practicado. Mientras, el Consejo Nacional Electoral simula no haber oído nunca nada, ni las vulgaridades ni los insultos ni las descalificaciones que anda vociferando de todos los que piensan diferente, y se refiere a sus contrincantes utilizando cualquier tipo de ofensas personales. Cuando Teodoro se dio cuenta de la equivocación, no le quedó otra alternativa que reírse de lo ocurrido, ya que en el fondo no dejaba de ser chistoso porque conociendo la chispa de los venezolanos, sabía que se prestaría para sacarle punta más adelante. Teodoro, queriendo o sin querer, que estoy seguro fue lo último, dio pié con su equivocación a un punto de referencia del cual nos asiremos, en la campaña que ahora comienza, quiera o no el CNE, porque no vamos a soportar que el abusivo Nicolás campaña pretenda seguir engañando al pueblo, arropado bajo el título de Presidente provisional, otorgado por el TSJ, pasando por encima de la Constitución Nacional. Nunca entenderemos cuál es el empeño de los principales dirigentes del oficialismo que siempre pretenden torcer lo que hacen, pareciera que no les gusta hacer nada a la luz del día, todo lo hacen a escondidas. Ahí está el caso de la enfermedad del expresidente Chávez, Qepd. Nadie pudo tener acceso a lo que le estaba sucediendo, sólo ellos. Y aunque todo el mundo lo suponía, con mucha certeza, por cierto, siempre se opusieron, propiciando que se tejieran una serie de rumores y conjeturas innecesarias, ya que por lo visto, molestaba ocultos intereses que chocaban con supuestos planes que no debían conocer los dirigentes de la unidad democrática de la oposición. Igualmente está pasando ahora con lo que debió haber ocurrido en su momento, respecto a la transmisión provisional de mando de las autoridades, cumpliendo con las leyes establecidas en la Constitución, las cuales señalan que debido a la incapacidad temporal de mando que tenía el Presidente, debió haberse encargado de la presidencia, durante 30 días, el Presidente de la Asamblea Nacional, y convocar a elecciones en ese período de tiempo. Pero eso no se hizo por alguna razón especial, aun cuando tenían todo preparado: Diosdado Cabello a la presidencia, Rafael Ramírez a la vicepresidencia, alguien más a la asamblea, y Nicolás Maduro a la candidatura presidencial. Pero ahora, por conveniencia decidieron sacar a Chávez del juego y hasta aceptaron declararlo muerto para aprovechar el efecto sentimental en la campaña, y darle a Nicolás todos los poderes nombrándolo Presidente. Entonces, ¿qué vamos a hacer durante este tiempo? ¡Ganar las elecciones a toda costa, no hay otra salida!

Palabras con sabor a muerte

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l escritor argentino Jorge Luís Borges decía: “La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”. Y a todos nos llega, tarde o temprano, pero inequívocamente, el temor a la muerte nunca deja de estar presente. Lo peor de todo es morir sintiendo que no se ha vivido, que no se ha amado lo suficiente, que no se han sentido “mariposas en el estómago” producto de un amor que nos desborda. El otro dilema es morir a sabiendas de que han quedado cosas inconclusas, cosas por hacer, objetivos por lograrse... Y que nadie, tristemente, los podrá llevar a cabo. Muchos andan muertos sin saberlo. Muertos por dentro, sin esperanza, sin moral, sin piedad, repletos de miserias humanas y, a veces. no saben que están muertos. Pero hablan como muertos, miran sin ver y se ríen con un llanto con sabor a mentira porque así han vivido. Decía un poema anónimo:

ANTONIO RICOVERI DESDE PUERTO LA CRUZ

“Tengo miedo de morir, de que otros piensen por mí, hablen por mí, se muevan por mí, y me sitúen en la ausente tercera persona. Miedo de que los vivos traicionen mi pensamiento, digan lo que nunca dije, vayan a donde jamás iría, y todavía, recen por aquel… Y ese aquel seré yo. Pero de lejos, de muy lejos, de tan lejos, que no me reconoceré”. El asunto es que sólo Dios puede contarnos “el motivo de nuestro viaje” y consolarnos con esas palabras divinas que únicamente el “altísimo” sabe decir, lo demás sobra. Reconociendo además, que a la muerte no la entendemos mucho porque no nos han educado para comprenderla, aunque forme parte de la vida. Para la muerte nunca estaremos preparados. Sabemos que lo natural es nacer y morir pero nunca la esperamos, como si fuera algo que nunca pudiera ocurrir, como si fuera ajena a nuestra condición de humanos. La pregunta crucial no es por qué morimos, sino hacia

dónde vamos. Gregorio Marañon, escritor español, afirmaba: “Vivir no es sólo existir, sino existir y crear... Saber, gozar y sufrir. Y no dormir sin soñar porque al descansar, empezamos a morir”. El llanto siempre estará relacionado con la muerte. Es la manera de expresar nuestro dolor por la pérdida de un ser querido. Siempre lo mejor será llorar. Llorar por lo que pudo haber sido y no fue. Llorar por las oportunidades perdidas, por los besos que no se dieron, por las caricias que se negaron. Pero de algo estamos seguros. A pesar de la muerte, la vida seguirá su rumbo, seguirá hacia adelante. El sol aparecerá a diario en el horizonte y nunca lo podrá impedir. Tampoco evitará que recorramos caminos, que desarrollemos ideas, que fomentemos esperanzas, ilusiones y sueños. La muerte no es más que el final de un ciclo que se tiene que cerrar

para que otro se abra. Finalmente decía San Agustín: “Cuando tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor, no te entristezcas, ni derrames lágrimas, ni te abraces a tu pena a través de los años. Por el contrario, empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi memoria y en mi nombre, y haz todas las cosas igual que antes. No alimentes tu soledad con días vacíos sino llena cada hora de manera útil. Yo estaré cerca de ti y nunca tengas miedo de morir porque yo estaré esperándote en el cielo”. El pasado martes, 5 de marzo, falleció el Presidente de la República Hugo Chávez. Muchos lo adoraron, muchos lo adversaron. Fue un ser humano con defectos y virtudes como cualquiera de nosotros. Con apenas 58 años exhaló su último aliento. Paz eterna para el alma de Hugo Rafael Chávez Frías y para el alma de los cientos de miles de hermanos venezolanos que nos han dejado en los últimos años, victimas del hampa. Amén. Así de simple.

< OTRAS VOCES >

Duelo por la muerte de Chávez

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n 1998 voté en las elecciones presidenciales por el candidato Hugo Chávez. Lo hice con la esperanza de que sangre nueva llegara para oxigenar una vida política que, francamente, estaba perdida en la corrupción, la falta de profundidad en el ataque a los problemas sociales, económicos, etc., que mantenían al país cundido en una crisis de pronóstico reservado. Además, muchos compañeros de finales de los años setenta, de estudios universitarios, y de un ala progresista, compartíamos la posibilidad de contribuir en algo para lograr un cambio necesario. No transcurrieron 60 días, cuando reconocí ante mis apreciados colegas que no me gustaba la dirección militarista, autocrática, que estaba mostrando el Presidente, además de una actitud cargada de un odio peligroso que llevaba a dividir a los venezolanos

LUIS ALFREDO RAPOZO DESDE CARACAS

en vez de coadyuvar en llamar a los mejores profesionales para que aportaran sus conocimientos y experiencias en el rescate nacional. Entonces, jamás me puse la camisa de funcionario, ni llegué ha acercarme siquiera a un despacho ministerial que luego se vistió de rojo y tomó de ejemplo el camino de la revolución cubana. Han transcurrido 14 años de ello. Y si bien, existen asuntos que se comparten, como las mejoras de las pensiones, el ataque a la pobreza, la atención de la cultura y la visualización del indigenismo; también hay que reconocer ante ustedes que no es suficiente para aplacar mi rechazo ante el “chavismo”. Las vulgaridades constantes ante los medios, el atropello a la gente de Pdvsa, el ataque a la libertad de expresión, el abuso con las ca-

denas de televisión, la incomunicación con el resto de los venezolanos, el odio permanentemente como forma de vida, la exclusión social con la lista de Tascón como bandera, las expropiaciones, el irrespeto a la propiedad privada, la destrucción del aparato productivo, la política de importación en desmedro del productor nacional, la autocracia, el nepotismo, la dependencia de los Poderes del Estado a su voluntad, los presos políticos y las persecuciones, el cierre de medios, entre otros asuntos no menos importantes que se levantan ante la historia que tarde o temprano estará dispuesta para que objetivamente, se preste a evaluar el gobierno de Hugo Chávez. Por lo pronto, aprovecho estas líneas y este medio para hacerle lle-

gar a los seguidores del Presidente Chávez mis respetos, mi sentido pésame a sus familiares, mis condolencias a sus seguidores, mi aprecio eterno a mis condiscípulos de hace más de treinta años, quienes han acompañado a Chávez en su gestión. Esta semana necesariamente me visto con el duelo nacional que cubre al país por la muerte del Presidente Chávez, pero luego de este breve lapso, continuaremos haciéndole seguimiento a la forma de administrar nuestros recursos por parte del gobierno y denunciando-como debe ser en toda democracia-, los desmanes, el abuso y las injusticias que se ven en la sociedad y que requieren permanentemente de contraloría en el llamado Sexto Poder. ¡Que descanse en paz Hugo Chávez y que la historia le juzgue, como debe ser, salga sapo o salga rana!

Editores Orientales, C.A., No se solidariza ni comparte las ideas, juicios y opiniones emitidas por los colaboradores de esta página a través de sus escritos. Es exclusiva responsabilidad de quienes los firman.


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