/0043661001319346777

Page 29

Sociedad

TiempoLibre

EL TIEMPO Domi ngo 23 de oc tubre de 2011

29 4

SU COMENTARIO NOS INTERESA: tiempolibre@eltiempo.com.ve

CREENCIA > JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ TIENE DEVOTOS QUE QUIEREN VER SU IMAGEN EN LAS IGLESIAS

El Venerable que espera la santidad Los que lo han seguido en la fe lo deben saber, pero otros, que también lo veneran y lo tienen en sus ruegos diarios, tal vez no estén enterados de que el llamado “Siervo de Dios” y “médico de los pobres”, de quien este 26 de octubre se cumplen 147 años de su nacimiento, hizo una gran contribución al desarrollo de la ciencia en el país / VERSIÓN-ELIZABETH LAYA

S

[PUERTO LA CRUZ ]

on numerosos los venezolanos que lo ven y lo sienten como un santo. Su nombre va junto con el de la madre de Jesús (María, Del Valle, Carmen, Chiquinquirá; y San Judas Tadeo, San Antonio o Pancracio y el del mismo Dios en cada rezo o ruego, en momentos de apremio, ante un problema de salud, especialmente. A José Gregorio Hernández Cisneros la fe de sus devotos lo tiene en los altares hogareños o en la estampita dentro de la cartera. Para ellos, él es una compañía y una protección. Es una fidelidad al llamado “Siervo de Dios” y “médico de los pobres” que surgió hace ya muchos años, 92 desde su muerte el 29 de junio de 1919, a los 55 de edad, atropellado por un carro que, según se cuenta, era el único que para la época circulaba por Caracas, la capital del país. Características como la humildad, bondad y la dedicación que, según testimonios de amigos y pacientes, brindó a los necesitados el médico nacido el 26 de octubre de 1864 en Isnotú, estado Trujillo, lo han proyectado hasta nuestros días, protegido con ese halo de santidad con el que sus seguidores buscan que la jerarquía católica lo revista. Pero en Roma todavía se estudian los milagros que se le atribuyen y cuya comprobación es fundamental para elevarlo del título de Venerable (equivalente a respetable y digno de estima y honor) que hoy ostenta, al de beato y luego a santo. Más que eso Aunque su nombre ha sido ligado fundamentalmente a la religioso, y José Gregorio era un fiel católico, tanto que quiso dedicarse al sacerdocio, era eminentemente un científico que estudió, indagó e incorporó tratamientos de avanzada en Francia y Alemania para combatir enfermedades que solían atacar a las poblaciones del continente americano y de las que los habitantes de Venezuela fueron víctimas en

muchas ocasiones. Graduado de médico en la Universidad Central de Venezuela (UCV) en 1888 (en Caracas también hizo su bachillerato), ese mismo año parte con una beca a Europa, a Francia específicamente, donde profundizó en áreas más aplicadas de la medicina en el Laboratorio de Histología de Mathias Duval, como Microbiología, Histología Normal, Patología, Bacteriología y Fisiología Experimental, entre otras. Luego de su pasantía en Paris va a Berlín y adquiere conocimientos más amplios acerca de la Histología, Anatomía patológica y bacteriología. Vuelve a su país e ingresa como profesor en la UCV, y a la vez, con modernos equipos que consiguió traer de Europa, adecúa al famoso Hospital Vargas de Caracas a los cambios que se producen en el campo de la ciencia. A él, señalan escritos sobre su labor científica, se debe la introducción del microscopio en Venezuela, así como otros instrumentos científicos que trajo de Francia, como atestiguó en su momento quien fuera su compañero de estudios, el doctor Augusto Pi Suñer. Es considerado impulsor y pionero de la docencia científica y pedagógica en Venezuela, por el hecho de ser el fundador de las cátedras de Histología Normal y Patológica, Fisiología Experimental y Bacteriología, de la Casa de Estudios Superiores. En 1909 es nombrado profesor de la cátedra de Anatomía Patológica Práctica, que funcionó anexa al laboratorio del Hospital Vargas, y de la cual se encargó hasta la creación de la cátedra de Anatomía Patológica de la UCV. Se le cita igualmente como el fundador de la primera cátedra de Bacteriología en América, y es el autor de uno de los primeros tratados sobre el tema (Elementos de Bacteriología, 1906). Ante todo esto, parece difícil vincular a un hombre que buscaba respuestas científicas a los hechos, con las afirmaciones que le dan una aureola de santidad. Pero la fe de un pueblo no busca explicaciones.

“Cuando tenía 12 años sufrí un dengue que se complicó con otra enfermedad y no me permitía mantener los glóbulos rojos. Mi abuela le pidió a José Gregorio Hernández y le prometió que si me curaba me iba a llevar a la Iglesia de la Candelaria, donde están sus restos. Una semana después que mi abuela le rezara, yo me curé, y en agosto de ese año fuimos a Caracas a visitar la iglesia como estaba prometido. Hasta hoy conservo una estampita de José Gregorio que me dio mi abuela. Yovvanna Ramírez Barcelona

HOMENAJE. José Gregorio Hernández, médico científico y hombre venerado (Foto: Rep. Archivo)

“A los 16 años me regalaron una moto Susuki 250. Un día estaba paseando cerca de mi casa en Maracaibo y, por esquivar a una conductora que se pasó la luz roja, perdí el equilibrio y la moto me cayó sobre la mano izquierda. Tuvieron que operarla. Me hicieron dos cirugías porque una primera se complicó y dijeron que podía perder la mano. Mi mamá le rezó a José Gregorio y me dio una estampita. Cuando desperté de la operación me estaba revisando un médico de bata y sombrero, me dijo que todo estaba bien. Después llegó otro doctor junto con mi mamá y me dijo lo que yo ya sabía. Por eso creo. Carlos Alvarado Puerto La Cruz

GRACIAS POR LOS FAVORES Cada año, miles de fieles del Siervo de Dios, acuden a su santuario en Isnotú para pagar las promesas hechas por el favor concedido. El templo fue construido donde fue su vivienda. Consta de un oratorio donde se erige una estatua de cuerpo entero, y sus paredes están llenas de placas como testimonio de los milagros otorgados a esas personas.

SE CUENTA

Las historias que se han hecho de su vida señalan que su labor docente fue interrumpida en dos ocasiones. La primera, cuando decide hacerse religioso y entrar en el monasterio de la orden de San Bruno en La Cartuja de Farneta (Italia), en 1908, y de la que salió al año siguiente por cuetiones de salud. Otra vez fue en 1912, cuando el gobierno dictatorial del general Juan Vicente Gómez decreta el cierre de la Universidad, ya que sta se había situado en contra de su régimen. Sin embargo, restablece su actividad docente en enero de 1916, tras la fundación de la Escuela de Medicina Oficial, que funcionó en el Instituto Anatómico. Hubo otra corta interrupción, pero esta vez sin apartarse del ámbito académico. En 1917 viaja a Nueva York y Madrid para realizar estudios. Reinicia su actividad docente 1918, hasta su muerte, el 29 de junio de 1919.

“Mi mamá sufrió un accidente de tránsito y le dijeron que iba a quedar inválida. Nos pusimos tristes porque ella era la que hacía todo en la casa. Eso le gustaba, y pensamos que si ya no iba a ser así, se sentiría peor. Alguien nos dijo: pídanle a José Gregorio, y asi lo hicimos con mucha fe. Mamá fue operada, y no sabe si fue la anestesia o qué, pero jura que vio al santo a su lado. Desde entonces somos devotos, aunque a muchos les cueste creer. María Teresa Luna Puerto La Cruz


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.