El Anarquismo en Cuba

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la trayectoria que va desde la primera huelga en l856, y la fundación del semanario La Aurora por el asturiano Saturnino Martínez, y la creación de la lectura en los talleres de tabaquería que tanto influyeron en la propagación del ideario anarquista. Fue en los primeros años de la década de los 80 en el siglo XIX cuando entraron en Cuba los conceptos sociales procedentes de la Federación Regional Española, recogidos en el Congreso de Barcelona de l88l, y cuando el bakuninismo reemplazó a la influencia de Proudhon. Se estableció por esos años la Junta Central de Artesanos y el Círculo de Trabajadores de la Habana y empezó a destacar Enrique Roig San Martín, pensador y escritor que propagaba las ideas desde El Productor. El autor pasa a continuación a hacer una minuciosa revisión de los diferentes acontecimientos que jalonan el establecimiento de las ideas libertarias en la isla; las huelgas en el sector del tabaco que paralizaron la industria, el establecimiento de la Federación Local de Tabaqueros que sería el ideólogo del anarquismo en Cuba, la primera celebración del primero de mayo en l890, así como las continuas represiones gubernamentales. Se analiza con todo cuidado la importante discusión que se originó por la división de opiniones entre los anarquistas partidarios de la independencia y los que no se adhirieron a la causa porque buscaban otro ideario social. Pero también Fernández revela cómo los focos revolucionarios que operaban mayormente desde ciudades de la Florida, eran verdaderos enclaves de patriotas ácratas separatistas. En l895 la guerra convocada por Martí estalló en Cuba y entre los combatientes figuraron algunos destacados anarquistas, sobre todo los de la emigración a Estados Unidos. Un importante tema del libro es el análisis de la relación entre los acontecimientos cubanos y el movimiento en España. Explica el autor que la crueldad de la guerra favoreció el separatismo cubano por libertarios como Salvochea y Pedro Vallina, y las actividades de Betances en París, que ayudaron a fomentar huelgas y protestas. Algunas de las ideas y datos expuestos por Fernández en su reveladora obra La sangre de Santa Agueda. Angiolillo, Betances y Cánovas, (Miami, Ediciones Universal, l994) son exploradas nuevamente aquí. Y se ve hasta qué punto el ajusticiamiento de Cánovas fue principio y causa fundamental de lo que después se llamó «El desastre» del 98. En el segundo capítulo se estudian las consecuencias de la guerra y las repercusiones en la isla de las ambiciones político–económicas de Washington. Cuba era fundamental para los planes estadounidenses debido a su situación geográfica, estratégica no sólo para las comunicaciones norte sur del continente, sino por ser la llave del ya planeado canal interoceánico en Panamá. El resultado fue la ocupación norteamericana de Cuba que empezó el primero de enero de l899. El libro relata los acontecimientos del ámbito libertario en estos años, varias huelgas de gran importancia como la de Sagua la grande, la formación de la nueva organización obrera, Liga General de Trabajadores, y la visita de Malatesta a la isla. Estudia también la segunda ocupación americana, y el eco de la revolución soviética, la formación de la Federación Obrera de La Habana, y la llegada de la presidencia de Machado, que determinó una persecución a los anarquistas. El capítulo siguiente está dedicado a los acontecimientos que van desde l934 a l958. Se inicia con un nuevo gobierno de corte izquierdista y tonos nacionalistas, cuya figura cumbre fue Fulgencio Batista. Una ley promulgada por ese gobierno afectó mucho al anarquismo en Cuba, pues prohibía el empleo de más del cincuenta por ciento de empleados extranjeros. Muchos militantes tuvieron que abandonar el país y trasladarse a España, donde les iba a encontrar la guerra civil. Los avatares del movimiento anarquista quedarían a partir de este momento a merced del entonces Coronel Batista que se convirtió en el hombre fuerte de Cuba, estableció la dictadura, con el férreo control subsiguiente de las actividades laborales. A pesar de ello prosperaron algunas agrupaciones, como la asociación Juventud Libertaria de Cuba. Nos enteramos en esas páginas que al estallar la guerra civil española, los anarquistas cubanos se sumaron a la defensa


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