Grupo Saesa: El principal desafío es llevar electricidad a zonas rurales

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editorial

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on certeza se puede decir que el país ha afrontado de forma madura, aportando, y buscando siempre la solución antes que la complacencia, las contingencias que se han establecido en los últimos años. Y la corriente siempre fue la misma: apuntar siempre de una u otra forma a la diversificación de la matriz energética, proceso que busca que Chile sea protagonista de su propio escenario sin tener que depender de un protagonismo extranjero. En lo concreto, los avances se han conseguido. Se han ido sucediendo los avances en la materia en la medida que el país ha experimentado progresos. Si embargo, en la línea de lo señalado, no se contaba con que en Chile, internamente, también había un enemigo del progreso energético: el tiempo. No cuándo ni cómo llevar a cabo las ideas e iniciativas, sino cuánto demoraría la autoridad en calificar la infraestructura que, no menor, tiene como fin principal dar seguridad energética. El tema, en forma sencilla de explicar, pasa por los extensos plazos de tiempo que se experimentan para decidir si un proyecto califica o no para materializarse, sobre los extensos periodos de consulta. Eso sin contar con, en el caso de la Transmisión, un nuevo proceso en materia de concesión y servidumbre, cuyos ‘tiempos’ son otros y que, lamentablemente, son un dolor de cabeza para el sector. No es un tema fácil de resolver, puesto que, por una parte, hay carencia de recursos humanos para seguir la pista a cada iniciativa que ingresa a calificación. También hay todo un tema con las consultas por parte de la comunidad, sobre lo que piden o no quienes viven en los sectores involucrados. Hay también consultas –absolutamente entendibles– por parte de la autoridad, que deben ser respondidas por la empresa que ingresa el proyecto. Así, suma y sigue. Y el proyecto, ¿cuándo? Esa pregunta es la que aterra a los inversionistas.

El tiempo puede ser el mejor amigo o el

peor enemigo El ministro Raineri dio a conocer un levantamiento del status y demoras que experimentan los proyectos del sector energía.

De hecho, fue lo que muchas veces hizo peligrar iniciativas de suma relevancia para el país. Por ejemplo, estuvo a punto de devolver a nivel de idea el proyecto Ñuble, de CGE, pero la compañía decidió mantenerlo a pesar que su tramitación demoró casi 2 años. En el actual Gobierno hay conciencia de que esto no puede ser una constante y es su fiel intención acortar los plazos para que los proyectos no se entrampen en las oficinas y sí puedan usar su tiempo en agilizar la construcción. El ministro Raineri dio a conocer un levantamiento del status y demoras que experimentan los proyectos del sector energía. ¿Vías más rápidas?. Las autoridades han sido enfáticas en señalar, tanto en el anterior Gobierno como en el actual, que los proyectos que se materialicen no serán a toda costa, sino que pasando todas las consultas que sean necesarias. El tema es que este proceso se haga en forma expedita. En esto se debe hacer una salvedad: si bien la intención apunta a que se agilice la tramitación ambiental de los proyectos, quedan secuelas a las que se les debe dar solución rápida, como por ejemplo los procesos de concesiones eléctricas y de servidumbre. El ejercicio es muy claro: cuánto se puede ganar con un proyecto de generación aprobado ambientalmente, cuando la materialización de línea de transmisión que le corresponde puede demorar hasta dos años más. En entrevista con revista ELECTRICIDAD, el máximo ejecutivo de HidroAysén, Daniel Fernández, anuncia la revisión del trazado planteado para la línea de transmisión Aysén-SIC. Lo hace porque no descarta que la red pueda, en algún tramo, erigirse por suelo argentino. ¿Por qué por allí? Porque evita pasar por lugares geográficamente complicados o invertir más, en el caso de tener levantar línea submarina, entre otras cosas. Es factible que la alternativa del tramo argentino pueda ser viable, pero no hay que olvidar que es otra legislación, otro modo de ver las cosas. ¿Y qué pasa con la tramitación de ese tramo?, ¿Permite agilizar los plazos? Ese es otro tema del que, en el caso de que se materialice, habría que hacerse cargo. Precisamente Argentina es un tema. Si Chile tiene complejidades para llevar a cabo sus proyectos, porque las demoras en su tramitación son extensas, en el país vecino las demoras provienen de la inconveniencia que ven los inversionistas de colocar capitales en un país donde no se respeta la inversión. Recordemos las medidas en Argentina que hablaban del congelamiento del precio de los hidrocarburos para la población, medida muy conveniente para la población, pero que estancó el desarrollo de nuevos proyectos. Las empresas no invirtieron ni un solo peso en la infraestructura existente y menos en nuevas iniciativas, dejando al país con importantes reservas, pero imposibilitadas de ser explotadas. Eso es lo que tiene a Argentina pidiendo ayuda a los países vecinos, a precios que en algún momento se van a disparar. Ei

www.revistaei.cl I agosto 2010 I nº 127

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