Pensadores Griegos I - T. Gomperz

Page 74

las concepciones infantiles de la época primitiva. Todavía no concibe a la tierra como una esfera, pero ya no la considera un disco chato que descanse sobre una base y esté cubierto por la bóveda celeste como por una campana. Para él, el sol ya no se hunde noche a noche en el océano que rodea a la tierra para arribar por este camino del Oeste al Este. Si el hecho de que el sol y los demás astros aparecen en el cielo por el Este después de ponerse por el Oeste, tenía que ser explica- do por la existencia de un movimiento continuo y regular, no cabía otra posibilidad que hacerlos proseguir por debajo de la tierra el movimiento circular que ejecutan sobre el horizon- te a nuestra vista. Esta hipótesis se vió reforzada por la observación de que las constelaciones estelares vecinas al polo jamás desaparecen, sino que ejecutan un movimiento circular. Por lo tanto el hemisferio celeste que vemos, debía constituir en realidad la mitad de una esfera completa. A la bóveda celeste que se tiende sobre nuestras cabezas, se le opuso otra bajo nuestros pies. Se le quitó su base a la tierra que alcanzaba, se creía, profundidades infinitas y sobre la cual debía descansar; ahora se la suponía suspendida en el espacio sin soporte alguno. En lugar de un disco chato se la representó como un trozo de columna o como un cilindro que sólo podía tener un equilibrio estable, si el diámetro de su base era considerablemente mayor que su altura. La proporción de tres a uno, era una relación oportuna para fundamentar la hipótesis que se recomendó al pensador antiguo probablemente por su simplicidad. Mas el razonamiento elaborado para dar asidero a la visión de la tierra suspendida, con forma de tambor, resulta bastante extraño: la distancia idéntica de todos los puntos del cuerpo terrestre a todas las partes de la esfera celeste sería 82 la causa de su inercia y fijeza. Esto significa por una parte, que para él la gravedad no podía ser homologada con una tracción hacia abajo. Por otra parte, la forma de la conclusión hace de nuestro milesio el primer precursor de aquellos meta-físicos que preferían fundar la ley de inercia en razones aprio-rísticas más bien que en la experiencia. "Un cuerpo en reposo", se dice, "no puede entrar en movimiento sin que actúe sobre el mismo alguna causa externa; pues si el cuerpo lo hiciera, tendría que moverse hacia arriba o hacia abajo, hacia adelante o hacia atrás, etc. 50". Pero como no existe ninguna razón para que efectúe uno de estos movimientos y no los otros, no puede moverse en absoluto. Por eso ya Aristóteles, que tilda de ingeniosa y a la vez errónea a aquella argumentación del viejo pensador, ha comparado la tierra en reposo de Anaxi-mandro con un hambriento, quien debe perecer por no tener ningún motivo para preferir, entre varios grupos de manjares colocados a la misma distancia, los que están a la derecha a los 50

1) La cita en J. STUART MILL, Lógica, Libro V, cap. 3, párrafo 5 (Obras, IV, 138).


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.