Revista Ejércitos - Nº 1

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Los nuevos proyectos de la Armada Rusa Izq. Además de las nuevas construcciones militares, los astilleros rusos están colapsados ante la avalancha de proyectos civiles, principalmente relacionados con Gazprom y la modernización de algunos buques., así como la avalancha de navíos a desmantelar Fuente: Dod.

Arriba. Pese a que periódicamente se habla sobre ello y hay intenciones al respecto, no hay sustituto a la vista para el único portaaviones ruso, el Kuznetsov. Fuente: DoD.

plazo. En este sentido, los esfuerzos rusos por mantener su poderío militar en el Báltico y en el Mar Negro dicen mucho de sus reservas hacia posibles nuevas ampliaciones de la OTAN o la instalación del Escudo Antimisiles, además de ser un considerable elemento de presión sobre la UE a la hora de negociar los diversos tratados

bilaterales. No obstante, si bien ahora su capacidad se centra aun en la Flota del Norte, están poco a poco basculando hacia el Pacífico, hecho motivado no solo por la boyante situación económica que allí se vive o su carrera de armamentos, sino por el papel que Siberia está destinada a desempeñar en el futuro económico de Rusia y de Europa. Por todo ello –y muchos otros factores en realidad- Rusia debe continuar manteniendo su división operativa y su potencial naval. Sin

embargo esto nos sitúa ante un nuevo dilema: Apostar por una flota de superficie poderosa o volver a potencia el arma submarina. En el caso de Rusia, nadie duda de su pericia y especial habilidad para construir submarinos, arma que por sus características se adapta tanto a zonas costeras como oceánicas pero que sin embargo no garantiza la presencia naval por sí misma ya que no puede ser utilizado, salvo de forma anecdótica en casos de ataque a tierra con la misma eficacia que un buque de desembarco o un portaaviones. Sin embargo, dado lo inútil de contar con una flota de superficie que jamás podrá competir con la OTAN, parece que es la flota submarina la que debería volver a potenciarse, acelerando la producción de nuevos submarinos de ataque, especialmente del proyecto 885 que se está prolongando hasta el punto de que muchos lo han dado por muerto. No obstante, esta conclusión que parece adaptarse a escenarios como el Pacífico o el Atlántico, en el caso del Mar Negro, el Caspio o el Báltico, mares cerrados en los que la mayoría de objetivos están tierra a dentro. Se une además el problema, en el Báltico, de la escasa profundidad de las aguas y lo sencillo que resulta minar los accesos a dicho mar. Parece también lógico conservar capacidades de desembarco del mismo modo que una mínima capacidad aeronaval en tanto en el

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