La vida instrucciones de uso

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Georges Perec

La vida instrucciones de uso

Smautf localizaba cuidadosamente el sitio apuntando su referencia en un registro ad hoc. Al día siguiente, Bartlebooth hacía una visita al cónsul de Inglaterra, si lo había en el lugar o en sus inmediaciones, o a alguna otra notabilidad local. Dos días después se marchaban. A veces se modificaba ligeramente este programa debido a la distancia de las etapas, pero por lo general se respetaba escrupulosamente. No iban forzosamente al puerto más cercano. Según las comodidades del transporte, podían volver sobre sus pasos o dar considerables rodeos. Por ejemplo, fueron en ferrocarril de Bombay a Bandar; después cruzaron el golfo de Bengala hasta las islas Andamán; retrocedieron hasta Madrás, desde donde se dirigieron a Ceylán y de allí a Malaca, Borneo y las Célebes. En vez de ir directamente de las Célebes a Puerto Princesa, en la isla de Palawan, fueron antes a Mindanao, luego a Luzón y subieron hasta Formosa, antes de bajar de nuevo hacia Palawan. Se puede decir, no obstante, que exploraron los continentes uno después de otro. Tras visitar gran parte de Europa entre 1935 y 1937, saltaron a África y le dieron la vuelta en el sentido de las agujas de un reloj de 1938 a 1942; pasaron de África a América del Sur (1943–1944), a América Central (1945), a América del Norte (1946– 1948) y, por último, a Asia (1949–1951). En 1952 recorrieron Oceanía, en 1953 el océano Índico y el mar Rojo. El último año cruzaron Turquía y el mar Negro, entraron en la URSS, siguieron hasta Dudinka, más allá del círculo polar, en la desembocadura del Yeniséi, atravesaron los mares de Kara y Barents a bordo de un ballenero y desde el cabo Norte bajaron costeando los fiordos escandinavos, antes de concluir su largo periplo en Brouwershaven. Las circunstancias históricas y políticas —la segunda guerra mundial y todos los conflictos locales que la precedieron y la siguieron entre 1935 y 1954: Etiopía, España, India, Corea, Palestina, Madagascar, Guatemala, África del Norte, Chipre, Indonesia, Indochina, etc.— no tuvieron prácticamente influencia alguna en sus viajes, salvo que hubieron de esperar varios días en Hong–Kong un visado para Cantón, y que estalló una bomba en su hotel cuando se hallaban en Port–Said. La carga era de poca potencia y sus baúles no sufrieron casi ningún desperfecto. Bartlebooth regresó de sus viajes casi con las manos en los bolsillos: sólo había viajado para pintar sus quinientas acuarelas y se las había ido enviando a Winckler a medida que las hacía. Smautf, en cambio, reunió tres colecciones —sellos para el hijo de la señora Claveau, etiquetas de hoteles para Winckler y tarjetas postales para Valène— y se trajo tres objetos que están ahora en su cuarto. El primero es un magnífico cofre de barco, hecho con madera blanda de árbol de coral (pterocarpio gumífero, precisa él), que lleva herrajes de cobre. Se lo compró a un shipchandler de San Juan de Terranova y lo confió a un barco pesquero que lo trajo a Francia. El segundo es una escultura curiosa: una estatua de basalto de la Diosa Madre tricéfala, de unos cuarenta centímetros de altura. La adquirió en las Seychelles a cambio de otra escultura, igualmente tricéfala, pero de una concepción totalmente distinta: era un crucifijo en el que estaban clavadas tres figurillas con el mismo perno: un niño negro, un majestuoso anciano y una paloma de tamaño natural. La había encontrado en el zoco de Agadir y el hombre que se la había vendido le había explicado que eran las figuras móviles de la Trinidad y que cada año «se subía encima» una de las tres. Entonces el primero era el Hijo, y el Espíritu Santo (casi invisible) quedaba pegado a la cruz. El objeto era muy voluminoso pero podía fascinar mucho tiempo a una mente tan particular como la de Smautf. Por eso lo compró sin regatear y lo llevó consigo desde

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