Aldana Antoni - Escribiendo en el polvo de los huesos

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Escribiendo

en el polvo de los huesos Aldana Antoni

Editorial SubpoesĂ­a


Escribiendo en el polvo de los huesos aldana antoni Ilustraciones por la autora Editorial Subpoesia Buenos Aires, Noviembre 2012 editorialsubpoesia@gmail.com


I Ingreso por la puerta grande. Una escenografía de película zombie. Un videojuego de post-guerra. Una exageración grotesca de los juicios. Y prejuicios. Una ciudad de muertos. Prohibido estacionar. Pare. Enfermería a 200m. Prohibido estacionar. Son las flores que sujetas con las dos manos siempre dicen lo mismo. Nadie va a golpear estas puertas para entregarlas nunca. Me pareció ver pasar una bici y me pregunto si es ésta otra vida en la que acabo de ingresar. 5


II En un pasillo blanco un árbol seco interrumpe el camino. Más lejos unos niños pasan corriendo con flores en las manos. Giro y alguien está baldeando la vereda. 6


III Hay una avenida acรก en la que puedo sentarme y no pasa nada.

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IV Hoy es 25 de Agosto del aĂąo 2012 y es la primera vez que entro al cementerio de la Chacarita. Yo podrĂ­a dormir acĂĄ todas las noches. Pero los celos... Los celos nos asustan con cuentos para adultos en donde nadie se anima a enfrentar a los muertos. Aunque eso cueste tu propia vida en el peor de los casos.

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V Me cuentan historias de vigilantes y de gente que pasó de noche por el cementerio y escuchó voces. Sí. Son los guerreros que impulsados por la corriente fresca de la madrugada cruzaron las murallas para encontrar entre el mármol helado un lugar mejor donde reparar. La nueva guerra fría la peste de la desesperación.

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VI En todo momento asimilo una metáfora de sueño profundo y consentido. De sueño profundo y aturdido.

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VII Si al morir exijo mi pedazo de tierra, ¿Dónde pisarán los niños que aún vivos estarán?

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VIII Me perdí en el edificio que está bajo tierra de lúgubres pasillos que agitan mi respiración. Siento como nos estamos tocamos con el rozar de este aire que se pasea contemplando el museo de la memoria con todas sus fotos desgastadas entre tumbas. Consumimos nuestra piel que enmugreciéndoce mis uñas y engrasándose mi pelo puedo denotar.

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IX Apoyo mi cuaderno en una lápida y aclaro que -no voy a dejar de escribir y no me voy a ir sin antes ver a quién pertenece ese castillo. Dos ángeles sostienen un cartel. Ésta borroso, añejo y a la sombra. No debía ser tan importante.

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X ¿Ves? ¿Hay vida después de la muerte? Entro al cementerio las hojas se mueven la gente no duerme hay mucho trabajo por hacer.

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XI Que chistoso. Algunas empresas tienen parcelas reservadas para enterrar a sus empleados.

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XII Siento el coraz贸n un tanto acelerado. La sangre corre por mi cuerpo y destilan en mis ojos agua. Es una sensaci貌n placentera la de estar vivo.

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XIII -En el cementerio mi memoria tallada labrada piedra. La eternidad de la poesĂ­a firmada con el cuerpo.-

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XIV Paseando por la Chacarita con la última luz de la tarde fundiéndose con los árboles puedo ver que siempre siempre habrá vivos trabajando para los muertos

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