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G. I. GURDJIEFF RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO CRÍTICAOBJETIVAMENTEIMPARCIAL DELAVIDADELOSHOMBRES DEL TODO Y DE TODO / PRIMERA SERIE LIBRO SEGUNDO
ÍNDICE 31SEXTAYÚLTIMAESTADÍADE BELCEBÚENLASUPERFICIE DELA TIERRA ...................................................................... 15 32ELHIPNOTISMO .................................................................... 43 33BELCEBÚ, HIPNOTIZADORDEPROFESIÓN ............................... 61 34BELCEBÚEN RUSIA .............................................................. 73 35MODIFICACIÓNDELCURSODECAÍDAPREVISTOPARA LANAVEINTERSISTEMA KARNAK 125 36TODAVÍAALGOMÁSSOBRELOSALEMANES ........................... 129 37FRANCIA .............................................................................. 133 38LARELIGIÓN ........................................................................ 159 39EL SANTO PLANETADEL PURGATORIO .................................. 199

RELATOS DE BELCEBÚ A SU NIETO

SEXTA Y ÚLTIMA ESTADÍA DE BELCEBÚ EN LA SUPERFICIE DE LA TIERRA

CUANDO, DOS «ORNAKRES» MÁSTARDE, el navío cósmico intersistema Karnak salió de las zonas atmosféricas del planeta Revozvradendr para volver a caer en la dirección del sistema solar Pandatznoj, hacia el planeta Karataz, Jasín volvió a sentarse en su puesto acostumbrado y dirigió a Belcebú las siguientes palabras:

«Querido y muy amado abuelo:

Sé bueno como siempre y cuéntame otra vez algo sobre los seres tricéntricos que pueblan el planeta que tiene el nombre de Tierra».

En respuesta, Belcebú comenzó a relatar su sexta y última visita al planeta Tierra.

Y dijo:

«Fui por sexta vez a ese planeta justo antes de obtener el perdón, que incluía la autorización para salir de ese sistema solar (tan alejado y casi fuera del alcance de las emanaciones directas del Supremamente Santo Sol Absoluto), es decir, justo antes de mi regreso al centro del Universo, lugar de mi advenimiento, en el seno mismo de Nuestro Eterno Unieseral Común.

Y esta vez los acontecimientos tomaron tal giro que tuve que existir bastante tiempo entre esos seres originales; de hecho, un poco menos

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RELATOSDE BELCEBÚASUNIETO

de uno de nuestros años, o sea, más de trescientos años según su cálculo del tiempo.

He aquí las circunstancias que originaron esa última visita a la superficie del planeta que tanto te gusta.

Debo decirte que después de mi quinta visita volví a observar de vez en cuando, como en el pasado, la existencia de los seres tricerebrales que te agradan. Y redoblaba la atención durante los períodos en que se efectuaba ese proceso de “destrucción mutua” que es su particularidad principal.

Si los observaba entonces con tanta atención es porque quería dilucidar completamente las causas de las manifestaciones periódicas de esa necesidad tan espantosa de su psique…, extraña hasta el punto de ser monstruosa.

En cuanto tenía tiempo libre, pasaba hasta casi todo un día o toda una noche marciana siguiendo las variadas manifestaciones a las que se dedicaban en el desarrollo de ese proceso.

Y gracias a las observaciones especiales que hice, tanto desde el planeta Marte como durante cada una de mis precedentes estadías entre ellos, acabé por adquirir un conocimiento bastante preciso de todos los medios que empleaban con miras a una “destrucción mutua” más eficaz de sus existencias.

Así pues, hijo mío, un día en que desde el planeta Marte seguía ese proceso a través de mi gran teskuano, noté de pronto algo absolutamente nuevo. Vi que, sin moverse de donde estaban, hacían algo con un objeto, del que salía un poco de humo; inmediatamente después, un ser del otro lado caía, totalmente destruido, o por lo menos mutilado en algunas partes de su cuerpo planetario.

Esa constatación me asombró mucho, pues jamás había visto antes semejante medio de destrucción recíproca, y ningún dato se había cristalizado todavía en mi presencia que pudiera facilitarme una explicación confrontadoramente lógica del empleo de tal medio de destruir la existencia de otros seres, sus semejantes.

Era completamente imposible aplicar a ese nuevo procedimiento de destrucción mis explicaciones lógicas y psicológicas anteriores.

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Antes me decía que esa particularidad anormal de su psique no había sido directamente adquirida por los seres de una época determinada: comprendía que ellos habían adquirido y habían asimilado esa espantosa necesidad eseral en el transcurso de muchos siglos, y eso debido, como siempre, a las condiciones anormales de existenciaestablecidas por los seres de generaciones anteriores; en nuestros días esa necesidad periódica era ya definitivamente inherente a esos seres tricerebrales, que se veían obligados a entregarse a esa actividad como consecuencia de circunstancias exteriores que no dependían de ellos.

Sabrás además, hijo mío, que al comienzo de esos procesos, ellos se abstienen todavía instintivamente de esa manifestación contra natura. Pero una vez en el ambiente mismo del proceso, cuando cada uno descubre, quiéralo o no, y se convence con sus propios ojos de que destruir la existencia de sus semejantes es tan simple, y que el número de aquellos que perecen crece sin cesar, comienza entonces a pesar suyo, por instinto, a sentir y apreciar mecánicamente su propia existencia. Y habiéndose convencido así de que el riesgo de perder en el mismo instante su propia existencia depende exclusivamente del número de seres del campo adverso que todavía no han sido destruidos, desde ese momento, como consecuencia del funcionamiento acelerado, en su imaginación, del impulso llamado “cobardía”, y de la imposibilidad de razonar sanamente, con su pensar eseral ya debilitado, se esfuerza con todo su ser, por deseo natural de conservación, en destruir el mayor número posible de existencias en el bando enemigo, con el fin de tener más posibilidades de salvar la suya. E intensificándose poco a poco su deseo de conservación, llegan pronto a un estado que ellos calificarían de “bestial”.

Pero en cuanto a ese nuevo medio de destrucción de sus semejantes, no podía considerarlo según la confrontación lógica a la que había llegado, por la única razón de que los campos enemigos estaban bastante alejados el uno del otro y que en esas condiciones semifavorables, hacían muy tranquilamente, muy fríamente y como por aburrimiento, “algo” con cierto objeto destruyendo con ese gesto la existencia de otros seres, sus semejantes.

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