no y un empresario y meditador de Silicon Valley nos enseñan a alcanzar la felicidad radical, una sensación
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En Radicalmente feliz, un lúcido maestro budista tibeta-
SOLOMON
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ÓMO DESCUBRIR EL SENTIDO DE LA VIDA Y SENTIRSE RADICALMENTE SATISFECHO
de bienestar a la que es posible acceder en cualquier momento pero, en especial, cuando la vida plantea desafíos. A través de técnicas de mindfulness, meditaciones sencillas, relatos personales y estudios científicos llegaremos a conocer nuestra propia mente y descubriremos que un ligero cambio de perspectiva puede crear una transformación radical en nuestra vida.
«Radicalmente feliz aúna con gran belleza el mundo actual y la sabiduría ancestral. Phakchok Rinpoche conecta su profunda comprensión de la espiritualidad milenaria con la experiencia de Erric Solomon en el mundo tecnológico moderno. Esta combinación nos ayuda a entender de qué manera la meditación, la bondad y la sabiduría pueden marcar una gran diferencia en cada instante de nuestra vida cotidiana». Y����� M������ R�������, autor de La alegría de vivir, La dicha de la sabiduría y Enamorado del mundo
R��� H�����, autor de Resiliente: Cómo desarrollar un inquebrantable núcleo de calma, fuerza y felicidad
COLECCIÓN SERENDIPITY
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Desarrollo personal Budismo Mindfulness
GUÍA DE USUARIO PA R A U N A MENTE PLENA
«Este libro extraordinario transporta rápidamente al lector a una experiencia directa de sabiduría profunda y paz interior, acompañándole a lo largo del camino con buenas dosis de humor sano y apoyo sincero. Sus páginas ofrecen una integración inusual de enseñanzas tibetanas, herramientas psicológicas modernas y lecciones del mundo empresarial. Además, la obra destaca por su atractiva estética y cuidada edición. ¡Un libro maravilloso!».
G U Í A D E U S U A R I O PA R A UNA MENTE PLENA Prólogo de
DA N I E L G O L E M A N y TA R A B E N N E T T- G O L E M A N Ilustraciones y diseño de
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ste libro trata sobre la felicidad. Vale, probablemente deberíamos parar ahora mismo, porque podemos oír lo que estás pensando. Y sí, lo sabemos: ¿quién necesita otro libro sobre la felicidad? Y además de eso, ¿quién necesita otro libro sobre la felicidad escrito por un par de budistas? Si la meta del budismo es llegar a estar completamente iluminado, ¿por qué necesitas un libro sobre un estado de ánimo trivial y fugaz como es la felicidad? Bueno, creemos que a todos nos vendría bien un poco más de felicidad. Y este libro ofrece algo diferente: un verdadero camino hacia ella. No exploramos una única cosa solitaria llamada felicidad —como si fuera una estatua de bronce puesta en la plaza de la ciudad—, sino sus diferentes tipos y dimensiones, porque la felicidad es algo hermoso y espléndido. Somos budistas, y es cierto que el budismo habla principalmente de la iluminación. Pero sin una base sólida de satisfacción, un estado de cordura básica y una imagen decente de uno mismo, no se puede prosperar en la vida, ni como practicante espiritual ni como practicante de la vida diaria. No todo el mundo quiere ser budista, pero ¿no queremos todos ser capaces de prosperar y disfrutar de lo que la vida tiene que ofrecer? Todos deseamos ser capaces de lidiar con las cosas sin perder
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la cabeza cuando no funcionan. Y esta última cuestión es la esencia de lo que realmente es la felicidad radical. Es una sensación sutil de bienes tar a la que siempre podemos acceder, especialmente cuando las cosas no son tan buenas (o cuando realmente son espantosas). ¿Cómo podemos experimentar este tipo de felicidad? Haciendo un cambio ligero pero radical en la forma en que vivimos nuestra vida. La raíz de la felicidad no se encuentra en circunstancias específicas; se encuentra en la manera en que nos relacionamos con todas nuestras experiencias —incluyendo el caos y la confusión en los que nos encontramos—. Así que este libro trata sobre cómo aprender a cambiar, momento a momento, la manera en que te relacionas con el mundo y con todos los disparates que pasan por tu mente. También te animaremos a que te rías un poco por el camino mientras aprendes a hacer el cambio. Lo que ofrecemos aquí es una guía de usuario para una mente plena. (La mente es el dispositivo más importante que tienes en tu vida, ¡y nadie te ayuda a descubrir cómo usarlo!). Te guiaremos a través de experimentos con el pensamiento, ejercicios de contemplación y prácticas de meditación para ayudarte a sacar el máximo provecho de tu mente. Este libro también parte de una perspectiva única: es el resultado de un encuentro entre un empresario de Silicon Valley y un gurú budista tibetano. Oriente confluye con Occidente, la sabiduría antigua confluye con la ciencia moderna, y lo que se obtiene es una perspectiva verdaderamente original sobre cómo hacer realidad todo el potencial de la vida. La felicidad radical no es teórica. Es algo que hemos probado nosotros mismos, nuestras familias, nuestros amigos y los miles de personas que han venido a nuestros talleres, retiros y seminarios. Como todos los buenos desarrolladores de aplicaciones, hicimos muchas pruebas beta, cometimos grandes errores y después trabajamos para eliminarlos. Y esto nos ayudó a descubrir cómo hacer que el proceso de dominar nuestra mente resulte sencillo para todo el mundo, y también agradable. Curiosamente, nuestras exploraciones y experimentos nos han enseñado que la felicidad comienza con la infelicidad. Así que empecemos por ahí. Presentémonos a través de algunas de nuestras historias de infelicidad, de nuestras luchas con el enojo y el desánimo que nos llevaron a algunos cambios importantes en nuestra propia vida.
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DESCUBRIR LA SABIDURÍA DE UN LEÓN • • • • • • • PHAKCHOK RINPOCHE • • • • • • • De pequeño fui elegido, a la usanza tradicional tibetana, como una encarnación de un maestro de meditación muy respetado y poderoso. Por esta razón, en la escuela del monasterio mis profesores tenían puestas grandes expectativas en mí. Me presionaban mucho para que siguiera el ejemplo de este gran maestro del pasado, pero en lugar de estar a la altura de las circunstancias, yo, como muchos adolescentes, me rebelé contra todas las expectativas y las presiones. Me enojaba cada vez más con todo y con todos. A mis espaldas, los otros monjes me llamaban «bola de enojo», y cuando estaba de mal humor todos intentaban alejarse de mí tanto como les era posible. No era nada divertido. Pensaba: «Que creas que soy la encarnación de un maestro de meditación no significa nada para mí. Ni siquiera sé si creo todo lo que dice el Buda». A pesar de que estaba estudiando mucha filosofía, lo cual resultaba gratificante para mi intelecto (ya que era como resolver un rompecabezas complicado), no parecía estar obteniendo ninguna experiencia di6
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recta del significado de las grandes obras que estaba estudiando. Esto no hizo otra cosa que enfurecerme todavía más, y me llevó a pensar que yo no era realmente un budista, y menos todavía ese viejo y venerado meditador que se suponía que encarnaba. De hecho, el único provecho que saqué de la filosofía fue que me hizo cada vez más hábil en el debate, lo que me permitió a su vez derrotar fácilmente a mis compañeros. Aquella fue una gran oportunidad para canalizar mi hostilidad hacia otras personas; supongo que darles una paliza en el debate era preferible a zurrarles, que era una de mis fantasías habituales cuando tenía diecisiete años. Con el tiempo, ya no pude reprimirme más, así que fui a ver a mi maestro principal de meditación, un gran maestro llamado Nyoshul Khen Rinpoche, y le conté cómo me sentía. Su respuesta fue enseñarme una práctica de meditación sobre la bondad amorosa. Me sugirió que todos los días deseara que todo el mundo pudiera ser feliz. Y después, para darle otra vuelta de tuerca, que imaginara que todos se volvían más y más felices. No solo una o dos personas, sino todas y cada una de ellas. Practiqué así todos los días. Y al principio me pareció bien. Mi enojo estaba disminuyendo. Pero un día me pregunté: «¿Por qué tengo que desear la felicidad de todos si ellos no se preocupan por mí? ¿Por qué debería preocuparme por ellos, qué gano yo con eso?». Esta forma de pensar solo consiguió irritarme aún más. También me di cuenta de que mientras mi enojo iba a más, los sentimientos de contento y alegría se estaban evaporando por completo. Me sentía cada vez peor. Me examiné detenidamente y empecé a compararme con mi maestro. Mis padres y la generación de mis maestros fueron refugiados que escaparon del Tíbet y tuvieron que exiliarse en Nepal y la India. Todos ellos vivieron enormes dificultades para dejar su patria y adaptarse a un nuevo país. Mi maestro especialmente tuvo que dejar todo atrás y pasó la mayor parte de su vida en la pobreza extrema, vivió de manera muy sencilla y sufrió problemas de salud muy serios. Yo, por otro lado, tenía un buen lugar para vivir, un montón de comida y muchas de las comodidades de la civilización moderna. Sin embargo, él siempre irradiaba tanta paz y alegría que me encantaba sentarme en la misma habitación en la que él se encontraba. Pensé que valía la pena hablar con él un poco más, ya que no solo otras personas querían evitarme, sino que además casi ni yo mismo podía soportar estar a solas conmigo.
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Entonces me acerqué a él y le pregunté qué debía hacer con respecto a mi capacidad para el enojo y la hostilidad, aparentemente infinita. Su respuesta fue: —Deja de comportarte como un perro. ¡Compórtate como un león! —¿Qué significa eso? —le pregunté—. ¿Tengo que rugir? ¿Cómo mejorará eso mi vida y calmará mi mente? —Cuando le tiras una piedra a un perro, ¿qué hace el perro? —preguntó. —Va detrás de la piedra —le contesté. Dijo que eso era exactamente lo que estaba haciendo, actuar como un perro yendo detrás de cada pensamiento que se me acercaba. Lo analicé por un momento. Era cierto que cuando tenía un primer pensamiento —por ejemplo, «Esa persona me molesta»— yo iba detrás del pensamiento. Sin siquiera darme cuenta, me obcecaba con él, le daba vueltas una y otra vez, lo justificaba y encontraba todas las razones para estar enojado; y, al hacerlo, me convertía en el pensamiento. Rinpoche me mostró que yo iba detrás de mis pensamientos de enojo como el perro va detrás de la piedra. —Cuando le tiras una piedra a un león —continuó—, el león no se preocupa en absoluto por la piedra. En vez de eso, inmediatamente se da la vuelta para ver quién está lanzando la piedra. Ahora piensa en esto: si alguien le tira piedras a un león, ¿qué sucede después cuando el león se da la vuelta para mirar? —La persona que tira la piedra huye o se la comen —le contesté. —Eso es —dijo mi maestro—. ¡Pase lo que pase, ya no hay más piedras! • • • • • • • • • • •
Esta lección representa la esencia de este libro. La cuestión aquí es que aprendas a abstenerte del hábito de ir detrás de cada pensamiento que se te pasa por la cabeza. Al participar en los ejercicios que aparecen en las páginas siguientes, te familiarizarás con el simple hecho de estar presente, sin verte perturbado por los pensamientos y las emociones que puedan surgir. Además, al considerar de todo corazón el bienestar de los demás, tu propia mente estará más contenta y te resultará más fácil estar plenamente presente. Una cosa sostiene a la otra.
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UN HOMBRE DE NEGOCIOS DESESPERADO • • • • • • • • ERRIC SOLOMON • • • • • • • • Estaba de pie en la piscina de mi preciosa casa, y las vistas eran fantásticas. Se podía ver el horizonte de San Francisco, dos puentes que cruzaban el azul prístino de la bahía hacia el norte, y mirando hacia el sur, el extremo norte de Silicon Valley. Los halcones flotaban grácilmente en el cielo despejado, buscando roedores para alimentarse. Mi esposa me miraba desde el borde de la piscina, con los ojos llenos de preocupación. Yo no estaba nadando ni moviéndome en absoluto. Estaba ahí de pie completamente absorto en mis pensamientos. Me sentía inmune a lo que me rodeaba. Por un momento, salí de mi cabeza y me di cuenta de dónde estaba. «No puedo sentir ni disfrutar de nada», le dije a Eva. «Ni de esta piscina con el agua perfectamente templada con calefacción solar, ni de las increíbles vistas, ni...». Mi voz se apagó, ya que de alguna manera tuve la suficiente presencia mental para no llegar a decir «de mi hermosa mujer». «De nada», continué. «Estoy totalmente anestesiado». Era vicepresidente del departamento de ingeniería de software en una exitosa compañía tecnológica que acababa de anunciar muy malas noticias durante la reunión trimestral con los analistas de Wall Street. Las
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acciones se desplomaron, y después se desplomaron todavía un poco más. Casi todo nuestro patrimonio neto, que era tranquilamente de siete cifras, acababa de desaparecer. Donde antes veía seguridad, de repente aparecía una hipoteca monstruosa y dinero en el banco para cubrir solo dos meses de gastos. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Lo tenía todo, y ahora probablemente lo perdería. Es difícil empatizar con un ricachón que, por su propia estupidez, acaba de perder más dinero del que la mayoría de nosotros jamás tendremos en el banco y que no puede disfrutar de su piscina. Pero esto solo muestra que la mayor parte del tiempo el sufrimiento es el resultado de cómo vemos las cosas. Y en este caso, mi arrebato narcisista tenía el control absoluto de la situación. Salí de la piscina, tomé un par de copas y me fui directo a la cama. A las cinco de la mañana sonó el teléfono. Me llevé el aparato a la oreja y pronuncié en el micrófono algo que se parecía vagamente a un saludo. Era uno de mis principales maestros de meditación, con quien llevaba estudiando durante los últimos veinte años. Se encontraba en Francia, dirigiendo su programa anual de meditación de verano. A través de las nueve zonas horarias que había entre nosotros, vociferó: «Estoy en la terraza con una copa de champán celebrando la impermanencia», seguido por el fuerte sonido de su risa bulliciosa. No tuve la presencia mental para darme cuenta, pero era bastante improbable que él estuviera bebiendo champán, y mucho menos a las dos de la tarde. Perplejo (¿cómo supo que tenía que llamarme?), le respondí: «Son las cinco de la mañana», como si no lo supiera. «Ahora mismo todo está bien. No pienses demasiado en ti mismo», dijo, y después colgó el teléfono. Mis sentimientos en ese momento fueron de una extraña mezcla entre el aprecio de la motivación amorosa de su llamada telefónica y la molestia que me provocaba el hecho de que me hubiera despertado para decirme que no pensara demasiado. Me levanté de la cama, hice mi meditación matutina y me preparé para el trabajo. Mientras me metía en la ducha, reflexioné sobre los últimos días de tortura mental. Detectaba dos momentos en los que había estado bien: durante las meditaciones (es decir, mientras estaba completamente en el «ahora mismo») y cuando guiaba a mi equipo a través de ese momento complicado. La mayoría de mis compañeros de trabajo estaban pasando por una experiencia similar. Todos sabíamos que nuestras participaciones accio
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narias no servían para nada. Algunas personas tuvieron que replantearse cómo pagar la matrícula universitaria de sus hijos, y otras se preguntaban cómo pagarían las grandes deudas que habían acumulado cuando pensaban que tendrían una cantidad ingente de ahorros para siempre. Al menos yo tenía el salario de un vicepresidente de Silicon Valley al que recurrir, pero la mayor parte del equipo se encontraba en una situación financiera para la que no estaba preparado. Yo era el jefe del departamento, y la gente necesitaba tranquilidad y un hombro sobre el que llorar. Así que, durante las más de diez horas que pasaba cada día en el trabajo, hubo algunos momentos en los que no fui capaz de pensar en mi propio problema (es decir, «pensar mucho en mí mismo») porque era mi deber responder a las necesidades de los demás. Mi maestro siempre tuvo un talento extraño para pillarme desprevenido y hacer algo un poco fuera de lo convencional que yo no siempre entendía en el momento, pero que más tarde apreciaría. Hasta el día de hoy, le doy las gracias por esa llamadita disparatada que me sacó de quicio. • • • • • • • • • • •
DE LA INFELICIDAD A LA FELICIDAD ¿Qué tienen en común estas historias? En cada caso, que nuestro problema podría resolverse si nos centráramos más en el momento presente y pensáramos en el bienestar de los demás. ¿Podría ser el camino hacia la felicidad así de sencillo? Bueno, es fácil de decir, pero un poco más difícil de hacer. Pero conseguir estas dos cosas es la base misma de la felicidad radical, de la felicidad real y continua. Cuando logramos acostumbrarnos a vivir en el momento presente, y también durante los momentos de bondad y compasión, la felicidad radical surge de forma natural. Esto no significa que estemos en un gozoso estado de negación de toda la basura de nuestra vida; las personas radicalmente felices también experimentan tristeza y desilu
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de bienestar a la que es posible acceder en cualquier momento pero, en especial, cuando la vida plantea desafíos. A través de técnicas de mindfulness, meditaciones sencillas, relatos personales y estudios científicos llegaremos a conocer nuestra propia mente y descubriremos que un ligero cambio de perspectiva puede crear una transformación radical en nuestra vida.
«Radicalmente feliz aúna con gran belleza el mundo actual y la sabiduría ancestral. Phakchok Rinpoche conecta su profunda comprensión de la espiritualidad milenaria con la experiencia de Erric Solomon en el mundo tecnológico moderno. Esta combinación nos ayuda a entender de qué manera la meditación, la bondad y la sabiduría pueden marcar una gran diferencia en cada instante de nuestra vida cotidiana». Y����� M������ R�������, autor de La alegría de vivir, La dicha de la sabiduría y Enamorado del mundo
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«Este libro extraordinario transporta rápidamente al lector a una experiencia directa de sabiduría profunda y paz interior, acompañándole a lo largo del camino con buenas dosis de humor sano y apoyo sincero. Sus páginas ofrecen una integración inusual de enseñanzas tibetanas, herramientas psicológicas modernas y lecciones del mundo empresarial. Además, la obra destaca por su atractiva estética y cuidada edición. ¡Un libro maravilloso!».
G U Í A D E U S U A R I O PA R A UNA MENTE PLENA Prólogo de
DA N I E L G O L E M A N y TA R A B E N N E T T- G O L E M A N Ilustraciones y diseño de
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