¿Es posible alcanzar la popularidad sin haber hecho nada digno de mención? ¿Por qué los políticos se parecen cada vez más a los actores, y los actores desempeñan papeles políticos? ¿Se puede llegar a ser un cantante mundialmente conocido sin saber cantar ni tener ningún conocimiento de música? ¿Es posible que un publicitario sea considerado un genio creativo, y que el genio de un gran pintor sólo sea reconocido mediante una brillante estrategia publicitaria? Sí. Todo esto y mucho más es posible porque estamos viviendo en la sociedad del espectáculo, una sociedad del puro presente, convertida en una gran función de sesión continua, donde todo puede hacerse realidad; donde los ciudadanos, reducidos al papel de enorme audiencia ávida, exigen una producción incesante de «entretenimiento», disfrazado o no de actualidad.
El factor fama; Mercedes Odina