Picapadres cap 1

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Juan de Velarde

Picapadres, Francmasones y Alquimistas en Palma de Mallorca Gu铆a simb贸lica de la ciudad basada en su arquitectura, patrimonio hist贸rico-art铆stico y folklore

EL HILO DE ARIADNA

2014


EL HILO DE ARIADNA 2

Picapadres, Francmasones y Alquimistas en Palma de Mallorca Juan de Velarde © 2014, Editorial Librería Pardes Apartado 41015, 08080 Barcelona info@libreriapardes.com ISBN: 978-84-942001-7-5


Juan de Velarde

Picapadres, Francmasones y Alquimistas en Palma de Mallorca Gu铆a simb贸lica de la ciudad basada en su arquitectura, patrimonio hist贸rico-art铆stico y folklore


A la memoria de mi tatarabuelo Manuel Rufo Martín de la Oliva. Natural de Aracena, Huelva, recibió la iniciación masónica a la edad de 22 años en la Logia Verdad nº 115 de Sevilla, en el año 1891 *.

* Cf. Lista onomástica de los miembros conocidos de la Logia Verdad nº 115 de Sevilla (1890-1896), en Eduardo Enríquez del Árbol, La Masonería en Sevilla y provincia en el último tercio del siglo XIX, Diputación de Sevilla, Sevilla, 2011, p. 527.


“El género humano está envilecido. La Tierra se ha divorciado del Cielo. Nuestros supuestos sabios, ridículamente orgullosos de algunos infantiles descubrimientos, disertan sobre el aire fijo, volatizan el diamante, enseñan a las plantas cuánto deben durar, se pasman ante una pequeña petrificación o sobre la trompa de un insecto … Pero se guardan bien de preguntarse, aunque sea una sola vez en su vida, qué es lo que son y cuál es su lugar en el universo”. Joseph de Maistre, Memoria dirigida al duque Ferdinand de BrunswickLunebourg con ocasión del Convento de Wilhemsbad, 1782.


Introducción El estudio de una ciudad puede llevarse a cabo desde multitud de ángulos, tales como la historia, la economía, la sociología, la arquitectura, la geografía, etc., siendo por lo tanto un tema de trabajo verdaderamente inagotable. Desde cada una de estas disciplinas se pueden hacer investigaciones interesantes, ya que, como se ha dicho, la ciudad lo reúne todo, y nada que se refiera al hombre le es ajeno1. El estudio sobre la ciudad de Palma que propongo en este trabajo también nos va a hablar, y mucho, sobre los hombres que en otro tiempo vivieron aquí, así como de sus creencias e inquietudes espirituales más recónditas. Aunque todo ello se aborda desde una perspectiva muy diferente a la de los ensayos convencionales, pues este libro no se articula sobre la base de la metodología propia del historiador, ni del geógrafo o sociólogo, ni tiene una finalidad puramente descriptiva o analítica. Lo que vertebra este trabajo son los símbolos, y el conocimiento de las verdades más elevadas que los mismos encierran. Y no se estudian unos símbolos cualesquiera elegidos caprichosamente, sino los que he encontrado en esta ciudad desde que comencé a residir en ella en el año 2008. Símbolos que tanto por su cantidad como por su calidad colocan a Palma en una posición aventajada con respecto al resto de ciudades que he tenido ocasión de conocer, y que tienen sin lugar a dudas un valor incalculable, pese a tratarse de cosas que pasan casi completamente desapercibidas para todo el mundo. 1 Fernando Chueca Goitila, Breve historia del Urbanismo, Alianza Editorial, Madrid, 1982, p. 8.


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Este libro es fruto directo de los paseos que mi mujer y yo dimos durante dos años por el centro de Palma los viernes por la tarde y que se interrumpieron posteriormente por exigencias laborales. El impulso de escribirlo lo sentí repentinamente en Cangas de Onís, en noviembre de 2011, cuando un viaje cultural por el Norte de España, me dejó ver claramente lo difícil que es, cuando se visita un monumento histórico, captar sus significados profundos, que son realmente los que más importan. A su manera, este libro es también una aplicación sobre ejemplos concretos tomados de la ciudad de Palma, de los estudios sobre el simbolismo presentes en la obra del metafísico francés René Guénon, que es la principal fuente en la que me he basado para su comprensión. A ella deberá remitirse el lector que quiera corroborar o ampliar lo que aquí he extractado. Terminaré diciendo que espero que las páginas que siguen puedan contribuir a la puesta en valor del impresionante patrimonio simbólico de Palma de Mallorca. Espero también haber logrado una distinción cualitativa respecto a las numerosas guías sobre los “misterios” de tal o cual ciudad, que proliferan en el mercado desde hace algunos años, y que en su mayoría, son irritantemente superficiales. Lo haya logrado o no, aquí he intentado hacer una cosa diferente. Palma de Mallorca, 21 de septiembre de 2014.


Capítulo 1

Paseando por la iglesia de Santa Eulalia. “Comparable a una catedral”. La conquista de Madina Mayurqa en 1229 no fue una empresa ni fácil ni rápida. La ciudad estaba protegida por unas sólidas murallas que contuvieron sobradamente el envite cristiano una y otra vez. Mientras las máquinas de guerra bombardeaban con enormes piedras y materiales incendiarios la ciudad sitiada, las tropas del Rey conquistador penosamente se afanaban en abrir algunas galerías bajo los infranqueables muros. Así, socavando los cimientos, intentaban hacer quebrar algún lienzo de muralla. Su empeño no fue en vano, y al final apareció la deseada grieta por la que una incontenible marea cristiana logró penetrar en la ciudad. No obstante fue necesario que miles de caballeros y peones de la expedición cristiana lucharan con todas sus fuerzas, y que muchos de ellos perdieran la vida, antes de que los estandartes islámicos de Mayurqa rodaran por el polvo. Pues bien, apenas había desaparecido de Palma el olor de la sangre derramada en la lucha y en la posterior revancha de los vencedores, y los “maquis” islámicos distribuidos por la sierra de Tramontana todavía conjuraban a los conquistadores cristianos la seguridad de las comunicaciones, cuando se comenzaron a colocar las primeras piedras de la iglesia de Santa Eulalia, de la que ya en 1230 se tienen las primeras noticias. Ello convierte a Santa Eulalia en la iglesia en pie más antigua de toda Mallorca. Puede que el Templo gótico que contemplamos en la actualidad, se levante en parte sobre los restos de una vieja


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iglesia mozárabe2, que en cualquier caso debía estar ruinosa como mínimo desde la época almorávide.

Una de las pinturas murales del siglo XIV sobre la conquista de Mallorca, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, Barcelona.

La conservación de la sacralidad de un lugar, y la consiguiente superposición de templos a lo largo de las distintas épocas, es un fenómeno de sobra constatado por la historia de las religiones. Por eso no resultaría extraño que Santa Eulalia se hubiese construido sobre los restos de una vieja iglesia, del mismo modo que la catedral o la iglesia de San Miguel se construyeron en los solares que antes ocuparon importantes mezquitas. E incluso los restos del foro y otros 2 “Cabe señalar aquí una teoría, que sin basarse en documentos fehacientes, supone que el templo actual vino a suceder a otro muy reducido y situado en sentido transversal, posiblemente existente durante la dominación musulmana y dedicado al culto por los mozárabes”. Rafael Caldentey Cantallops, Santa Eulalia. La parroquia más antigua de Palma, Miramar, Palma de Mallorca, 1979, p. 7.


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elementos romanos hallados en la zona de la catedral y palacio arzobispal, apuntan a que los musulmanes, a su vez, construyeron su mezquita mayor en un espacio que ya se consideró sagrado desde la misma fundación de la ciudad. Sin embargo, de ser cierta la existencia de ese viejo templo mozárabe, no hay duda de que con la elección del lugar se estaba buscando, muy conscientemente, poner en conexión a la naciente Iglesia con las raíces cristianas de la isla, que como ha puesto de manifiesto la arqueología desde que a principios del siglo XIX se desenterrara la primera basílica paleocristiana en Santa María del Camí, se remontan para Mallorca hasta los mismos orígenes de esta religión en el mundo romano.

Fachada principal de la iglesia de Santa Eulalia.


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En cualquier caso, hay que valorar el esfuerzo y la fe de aquellos hombres que pese a mil dificultades, lograron, pocos años después de la conquista, alzar las partes esenciales y tan espléndidamente proporcionadas de este impresionante templo de piedra que es Santa Eulalia. Una iglesia que con el paso de los siglos llegaría a ser tan majestuosa, que a Jovellanos no le pareció inadecuado describirla como “comparable a una catedral”3. Algunas curiosidades: el nacimiento del Reino de Mallorca, el último testigo de la conquista cristiana y un extraño mapa del mundo. En el interior de la iglesia de Santa Eulalia, existen tantos elementos ricos en historia, misterios y significados profundos, que es imposible pretender hacer una referencia, aunque sea somera, de todos ellos en el marco del presente trabajo. No obstante, veremos tres ejemplos que resultan muy interesantes y que casi con toda seguridad pasan desapercibidos para la mayor parte de los visitantes. Cuando se visita la iglesia de Santa Eulalia, resulta fácil suponer que dada su antigüedad, debe haber participado de una u otra forma, en no pocos de los hitos más importantes que jalonan la historia de Mallorca. Y es en este sentido que no se debería olvidar cómo sus ojivales bóvedas fueron testigos del nacimiento del Reino de Mallorca como Monarquía independiente de la Corona de Aragón. Porque fue precisamente en el interior de la iglesia palmesana de Santa Eulalia, donde se produjo la coronación en el año 1276 3 Julio Somoza de Montsoriu, Escritos inéditos de Jovellanos, Arte y Letras, Barcelona, 1891, p. 103.


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de Jaime II, hijo de Jaime l el Conquistador, como primer Rey de Mallorca. En sus espaciosas naves y en una penumbra rota solo por la tenue luz de las velas, en un ambiente solemne y sagrado, el poder temporal buscaba entonces, en vez de su enriquecimiento a cualquier costa, la sanción de la Autoridad Espiritual. Con ello la Monarquía quedaba legitimada desde lo alto, considerando aquellos hombres que el Rey, entonces, comenzaría a ejercer, por simple acción de presencia, una función de invisible agente estabilizador para el Reino y para sus gentes. Esta, y no otra, fue la original concepción medieval de la monarquía o realeza sagrada, por más que sea prácticamente imposible comprenderla a partir del árido estudio de las interminables listas de reyes que figuran en los libros de historia, o a la vista de las estudios socio-económicos sobre la época medieval. Cuando el Rey Arturo se separó de su espada (es decir, dejó de cumplir su misión), la tierra quedó sin Rey, y todo el Reino “enfermó”. El mundo se volvió inestable y fue envuelto por las brumas. Es la visión que recogen las leyendas y que John Boorman, a principios de los 80, supo reflejar muy bien en la famosa película Excalibur. En segundo lugar, es casi obligado acudir algún día, a ser posible solo, a admirar la imagen del Santo Cristo de la Conquista. Las líneas oscuras de esta rígida talla, nos recuerdan sus ocho siglos de antigüedad. Resulta cuanto menos admirable pensar que esa imagen fue propiedad de un Monarca muy peculiar, el Rey Pedro II de Aragón, padre de Jaime I el Conquistador, quien curiosamente ha pasado a la historia como Pedro “el católico”. Y digo curiosamente, sí, porque este apelativo, que le define bien si pensamos que dejó en su testamento el Reino de Aragón a las Órdenes Militares, o que en el año


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1212 había combatido al ejército almohade junto a los otros monarcas cristianos peninsulares en la batalla de las Navas de Tolosa, no se entiende tan bien si recordamos que Pedro II también luchó del lado de los misteriosos y heréticos Cátaros, en la batalla de Muret.

El Santo Cristo de la Conquista.

En esa sangrienta batalla, nuestro Rey perdió la vida, el Reino de Aragón sus aspiraciones en Occitania y los Cátaros el último valladar que separaba a los cruzados del Rey de Francia del castillo de Montsegur. Castillo donde poco después los últimos herejes cátaros habrían de sellar su destino en una inmensa hoguera. Para finalizar estas breves notas sobre esta preciada


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talla, quisiera señalar el origen del término con el que se la conoce, es decir el de Cristo “de la conquista”. Este nombre se debe a que la imagen llegó a Palma fijada en la popa de la galera de Jaime I, que presidía la escuadra cristiana que partió de los puertos de Salou, Cambrils y Tarragona hacia la conquista de Mallorca en 1229. En formación, junto a otros más de cien navíos, atravesó el Mediterráneo en contacto con unas frías aguas que pronto iban a ser teñidas con la sangre de no pocos de los miles de hombres de armas que viajaban a bordo, siendo el último testigo directo que aún sobrevive de aquel desembarco cristiano, la posterior campaña y del ocaso del poder musulmán en Palma.

La Tabla del Salvador


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Finalmente no quisiera pasar por alto la existencia en la iglesia de Santa Eulalia de un extraño mapa del mundo, que resguardado tras los fuertes muros de piedra del templo, ha conseguido perdurar hasta el día de hoy. Se guarda en la iglesia una pintura del siglo XV, conocida como La tabla del Salvador. Es una bella pintura gótica, en la que Jesucristo aparece con actitud de bendecir y con un libro abierto. Entre los pies de Jesucristo, podemos ver que aparece un círculo, con unas letras góticas en su interior, que pueden leerse sin dificultad. En la parte superior del circulo aparece escrito “Asia”, y en la parte baja “Europa” y “África”. Vemos que aparecen los nombres de tres continentes, lo que indica que lo que Jesucristo tiene entre sus pies no es un simple circulo, sino un mapa del mundo, pero eso sí, del mundo tal como se concebía en la Edad Media.

El mapa del mundo de la Tabla del Salvador.

Desde el punto de vista de la geografía moderna, lo primero que llama la atención es que en este mapa del mundo aún no aparece el continente americano, cosa que


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por otro lado es completamente lógica, dado que cuando se realizó la pintura, ese continente no había sido descubierto por Cristóbal Colón. No obstante, a nosotros que desde niños hemos visto fotografías del planeta Tierra realizadas desde el espacio, casi más que la ausencia de América, nos choca con fuerza el hecho de que estemos ante una representación plana y circular del mundo. Es cierto que ya en el siglo III a.C. la astronomía helenística estableció la esfericidad de la tierra. Sin embargo, estos conocimientos se “perdieron” en la Edad Media, y durante siglos se pensó que el mundo era plano, exactamente como lo observamos representado en la Tabla del Salvador. Serán mayoría los que sin más análisis piensen que estamos aquí ante uno de las muchas “ingenuidades científicas” de los antiguos, o especialmente de los hombres del medievo. No obstante, en descarga de nuestros predecesores, voy a tratar de explicar que esa ingenuidad y esa “pérdida” de conocimientos, tal vez se deba a que en aquella época se tenía una idea del mundo que era totalmente distinta de la que ha llegado a prevalecer en la actualidad. Y no sólo desde el punto de vista geográfico. Está claro que al mundo lo representaban plano, porque es así como aquellos hombres lo veían. También nosotros lo vemos así, y alguien que esté en Nueva Zelanda no pensará que está boca abajo, porque verá la Tierra plana, exactamente igual que la vería en Mallorca o en cualquier otro lugar. Pero es que además esta visión de la Tierra plana que proviene de nuestros sentidos, fue encontrada apta para representar al mundo, en tanto que se correspondía con la realidad de las cosas consideradas desde un punto de vista simbólico y espiritual, propio del hombre medieval.


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No obstante antes de seguir, sería interesante volver al mapa del mundo y prestar atención a las líneas que dividen los tres continentes, las cuales convergen en un punto concreto del círculo. Se detecta de inmediato que ese punto coincide justo con el centro de la circunferencia, y con su representación se está indicando que el mundo tiene un Centro. Es decir, la disposición de estas líneas marca o sitúa en el espacio una “región” muy especial, una “Tierra Santa”, el Centro del Mundo. De golpe, entramos en el ámbito de la geografía “sagrada”. Esta representación plana del mundo, aunque desde el punto de vista de la geografía científica es “ingenua”, al tener un Centro, refleja adecuadamente una “región”, de orden más espiritual que espacial, la cual fue durante mucho tiempo considerada real (la más real de todas) y que permitía, cuando no se pensaba que éste que pisamos era el único mundo, una correcta inteligibilidad del Cosmos en su conjunto. Una prueba de que los antiguos hablaban con propiedad de estos asuntos, y de que sus reflexiones, cuando se consideran desde el punto de vista simbólico en vez de literalmente, no son tan infantiles como pudiera parecer, la tenemos por ejemplo en San Agustín, cuando afirmaba que el Paraíso (así se refiere al Centro del Mundo) no pudo ser alcanzado por el diluvio. Pues bien, para captar completamente el simbolismo de la Tabla de Salvador, hemos de reparar en el hecho de que es precisamente sobre el eje imaginario que parte de ese Centro del Mundo, donde ha sido situado Jesucristo. Con ello se busca mostrar que Jesucristo tiene una fuerte relación con ese Centro, y que actúa como la imagen o expresión humana de un Principio o inteligencia cósmica, y es sobre esa base que refleja la luz espiritual (“yo soy la


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luz del mundo”4), y formula la Ley (recordemos que porta un libro abierto) apropiada para las condiciones concretas de nuestro mundo. Es muy probable que un hombre del medievo que contemplase un moderno mapa del mundo, se extrañase de no ver un Centro, un eje de comunicación con lo trascendente, y por más que aparezcan seis continentes, le parecería totalmente ingenuo e incompleto, pues no podría concebir qué clase de hombres tomarían al mundo sensible como el único mundo que tiene una existencia real. Las dos Santa Eulalia. Connotaciones alquímicas de la Cruz de San Andrés y del horno. El templo está bajo la advocación de Santa Eulalia de Barcelona. Son muchas las ocasiones en que los templos ligados a esta Santa, resultan muy interesantes desde el punto de vista simbólico. Pero antes de continuar trataré de pasada cierta polémica que existe acerca de las dos Santa Eulalia, la de Mérida y la de Barcelona. Señalaré únicamente que los últimos estudios parecen dar más antigüedad a la emeritense, a la vez que proponen un temprano y olvidado traslado de reliquias desde Mérida hasta la ciudad condal, como explicación de la génesis de la Santa Eulalia de Barcelona. En cualquier caso es muy difícil no ver las similitudes que existen en su martirio, su condición social, su edad, los milagros que se producen durante su tortura, etc. Mucho más interesante e incluso mucho más esclarecedor que estas cuestiones puramente históricas, resulta detenerse por un momento en la consideración del simbo4

Juan 8, 12.


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lismo presente en los objetos del martirio de ambas santas, con los que constantemente se las representa a una y otra indistintamente: el horno y la cruz con forma de aspa o de San Andrés, donde fueron martirizadas. Es importante señalar desde ya algo que es más evidente para el horno que para la cruz de San Andrés, concretamente el hecho de que ambos instrumentos de tortura, en la historia de la Santa, aparecen vinculados al fuego. Todo el mundo asocia un horno con el fuego, y en cuanto al otro instrumento martirial, es fácil constatar lo habituales que son las representaciones de la Santa en las que aparece atada a la cruz de San Andrés mientras se le aplica el fuego por parte de sus torturadores. Por lo tanto, sin demasiada dificultad, parece que aquí es posible ver, sin menoscabo del sentido primero, una referencia a la idea del atanor o del horno del alquimista, lo que nos habla ocultamente de una transformación “alquímica” del individuo. Y no son únicamente los relacionados con el fuego, dentro de las fases del largo martirio de la Santa, los elementos que son compatibles con una interpretación de su simbolismo en clave alquímica, que parece que se superpuso con frecuencia a su lectura ordinaria en términos cristianos. En este sentido puede que no carezca de relación con alguna otra fase de la Obra alquímica, el hecho de que con bastante frecuencia se eligiesen lugares con unas características determinadas para contener representaciones o reliquias de esta Santa. Son lugares que muchas veces tienen relación con lo subterráneo, con la madre Tierra, y con el color negro, como es el caso de la Cripta de la Catedral de Barcelona, donde actualmente reposan sus reliquias, halladas durante el siglo IX en la ciudad condal. Tampoco parece fortuito que lugares relacionados antes de su cristianización con el culto a la diosa Cibeles o a


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La Gran Madre, se asocien con frecuencia al nombre de Santa Eulalia, como en el caso de los espectaculares restos de la “iglesia” de Santa Eulalia de Bóveda, en la provincia de Lugo. En este último caso, en los restos que se han desenterrado, existe un grabado en piedra en el que podemos ver un ave fénix sobre una palmera. La presencia de esta ave supone una alusión directa a una función de renacimiento y purificación, y a los misterios de Cibeles que allí debieron realizarse. Por tanto vemos que todos estos símbolos, y especialmente el horno, la Cruz con forma de aspa o el fuego, una vez tuvieron algo que decir a quienes los supieran escuchar, y tal vez deberíamos tener esto presente cuando entremos en el templo más antiguo de Palma. Es una pena que en nuestra estresada sociedad recibamos a diario tanta información, y tantas sensaciones, que acabemos saturados y con muchos problemas para la percepción del lenguaje de los símbolos. 1717: un punto de inflexión más que un punto de partida. Masonería Operativa en Santa Eulalia. Las huellas de un Colegio Iniciático. Todo lo que hemos visto hasta ahora son simples curiosidades que me ha parecido interesante reseñar brevemente antes de pasar a analizar lo que realmente me motivó a escribir este capítulo. En Santa Eulalia, a parte de su arquitectura, de su liturgia, de sus anécdotas, o de su belleza gótica, se han conservado algunos símbolos originales de la antigua Masonería Operativa, algo que al menos hasta donde yo conozco, tiene muy pocos paralelos en toda España.


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Todos aquellos que tienen un conocimiento muy limitado acerca de la Masonería e incluso quienes nunca se han interesado por la misma, suelen coincidir al pensar que la Masonería es algo propio de Inglaterra, de América o incluso de Francia o Alemania. Y si aparece en España, suele verse como un producto de “importación”, completamente ajeno a la tradición de nuestro país. Esta creencia tan extendida, puede deberse a que se da por sentado que la aparición de las primeras Logias españolas coincide en el tiempo con la llegada de ideas o individuos procedentes de los países europeos. Es el caso, por ejemplo, de la fundación de la que pasa por ser la primera Logia en España, conocida como La Matritense, que en el año 1728 fue establecida en Madrid, precisamente por un inglés, el controvertido Duque de Wharton. Otro ejemplo que da fuerza a dicha creencia es la conocida expansión de la Masonería que se producía allí por donde pasaban victoriosas las tropas de Napoleón, y que llenó España de Logias y masones “afrancesados”. Tampoco hay que menospreciar el peso que pueda tener en toda esta creencia colectiva, la forma en que durante los cuarenta años del franquismo se presentó a la Masonería, considerada entre otras muchas cosas nocivas, como algo radicalmente opuesto al “espíritu nacional”. Sin embargo, ni en el caso de La Matritense ni en periodo de ocupación francesa, hemos retrocedido más allá del siglo XVIII, y precisamente, porque hemos estado hablando de “Logias” que se incardinan dentro de lo que se denomina la Masonería “Especulativa”. Es decir, una Masonería que nació en 17175 con la creación de la Gran 5 No es este el lugar para hablar de la “rectificación” que para la Masonería moderna supuso el acuerdo con los “Antiguos” de


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Logia de Londres por parte de Anderson y Desaguliers, y que se caracteriza sobre todo y muy resumidamente, porque sus integrantes ya no trabajaban realmente la piedra ni construían catedrales, sino que empleaban los utensilios y enseñanzas propias del oficio del constructor, en sentido simbólico y alegórico. Pero la Masonería Especulativa, la Masonería que pervive hoy día, esa a la que el General Franco sentó en los banquillos de su Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, procede de otra Masonería más antigua, que está directamente relacionada con los gremios de constructores medievales. Esta otra Masonería se conoce como “Operativa”, y se caracteriza, también muy resumidamente, por el hecho de que en ella los individuos, que se asociaban en gremios, se dedicaban realmente a la construcción de edificios y catedrales. Los gremios de constructores y por tanto los masones operativos, entraron en crisis en el siglo XVI, abriéndose un periodo de transición que culminaría con su transformación en lo que hemos denominado Masonería Especulativa a principios del siglo XVIII. Pues bien, en Santa Eulalia se conservan algunos de los pocos vestigios que existen de la Masonería Operativa de toda España. Y paseando por sus naves, aún es posible contemplar ciertos símbolos que nos recuerdan que la Masonería no fue tan ajena a la tradición española como se tiende a pensar. En Santa Eulalia muchos gremios tuvieron su propia capilla, y desde el año 1364 el gremio de los constructores o Picapedrers, es decir los masones operativos, tuvieron la 1813, pero una referencia a este hecho parece de obligada inclusión aún en la más breve definición.


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suya propia. Como no podía ser de otra manera, la misma estaba dedicada a los patrones de la Masonería, los Cuatro Santos Coronados, de los que hablaremos en su momento. Durante siglos los viejos masones de Palma, celebraron reuniones gremiales en su capilla de la iglesia de Santa Eulalia. Delante de la capilla, bajo tierra, tenían la sepultura colectiva del gremio, de la que milagrosamente aún se conserva una losa de piedra, en la que podemos ver varios símbolos masónicos muy interesantes6, que merecen ser examinados con detenimiento un poco más adelante. El estudio del profundo simbolismo de la losa de dicha sepultura, nos servirá para intentar demostrar que en Palma existió un verdadero colegio iniciático y que sus miembros no solamente poseyeron los secretos del arte de la construcción, sino también los del hombre. En la parte exterior de la iglesia existen dos escudos del gremio de Picapedrers, en los que también podemos ver el Compás, el Mallete y la Escuadra. Ahora bien, aunque estos tres elementos aparecen en el interior y en el exterior de la iglesia, es necesario estar bien atentos y ver que pese a todo, existe una diferencia fundamental entre unos y otros. En concreto resulta que en los emblemas exteriores el orden en que aparecen dispuestos los tres elementos masónicos7, es distinto del que presentan en la losa de la sepultura gremial8. Esta diferencia, sutil desde el punto de vista formal, es sin embargo muy profunda en su esencia. De hecho en el exterior tenemos unos simples escudos gremiales, sin in6

Siendo los principales el Compás, el Mallete y la Escuadra. Vistos de izquierda a derecha: Escuadra-Mallete-Compás. 8 Su orden, de izquierda a derecha es Compás-Mallete (y Corona)-Escuadra. 7


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tención profunda, mientras que los signos de la sepultura se dotaron de un preciso mensaje simbólico.

Escuadra, Mallete y Compás en uno de los escudos del Gremio de Picapedrers, en el exterior de la iglesia de Santa Eulalia.

Pero continuemos todavía con la historia de esta capilla, y dejemos claro que la transformación de la Masonería Operativa en Masonería Especulativa no se produjo en todos los países, ni fue un fenómeno generalizado. Y en el caso de España al igual que en la mayor parte de las naciones europeas, la Masonería Operativa murió, si no antes, en el mismo momento que lo hicieron los gremios. No sabemos exactamente cuándo se extinguió el Collegi de Palma, si bien es seguro que en 1835, año en el que se suprimieron todos los gremios de forma oficial, de aquel Collegi y sobre todo de su depósito esotérico, no quedaba ya absolutamente nada. En cualquier caso está documentalmente probado que en el año 1887 ya se había producido el cambio de advocación de la capilla de los Cuatro Santos Coronados, al Sagrado Corazón de Jesús.


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Este cambio de advocación, se explica perfectamente en el marco de las nuevas circunstancias sociales del siglo XIX, con el inmovilismo hiriente de la Iglesia por un lado, y por el otro con la desviación hacia derroteros políticos rabiosamente laicistas y radicales de buena parte de las Logias continentales. En este contexto la Masonería comenzó por cierto a perseguir un objetivo muy alejado del original, que no era otro que el de mantener viva la cadena iniciática. Estas posturas viscerales y fanáticas por ambas partes, llevaron a un enfrentamiento total entre la Iglesia y la Masonería. En este contexto de guerra abierta, de guerra de proporciones internacionales, se entiende perfectamente que en Santa Eulalia tuviese lugar el desmantelamiento de la capilla de los patrones de la Masonería.

El Santcrist dels Picapedrers en la iglesia de San Sebastián.


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Como curiosidad, señalaré, por si a alguien le interesa, que en la capilla de los Cuatro Santos Coronados había un Cristo, una imagen propiedad del gremio, conocido como el Santcrist dels Picapedrers. Al desmantelarse la capilla fue a parar a manos privadas, si bien en la actualidad puede verse en la iglesia de San Sebastián. Un Cristo al que sin ninguna duda veneraron piadosamente todos los masones operativos de Palma de Mallorca, y que por eso mismo parece una pieza fundamental del patrimonio inmemorial de la Masonería. Un detalle que con mucha seguridad, tanto desde las filas católicas como entre los masones, habrá muchos que prefieran no recordar. El enciclopedismo y los gremios. Concepto de Iniciación. Iniciaciones de Oficio. En el año 1751 Diderot y D´Alembert comenzaron la publicación de su monumental Encyclopédie, en la que hicieron públicos todos los “secretos de oficio” existentes en su época, incluyendo los de los constructores, panaderos, cuchilleros, carpinteros, relojeros, etc., por citar solo unos pocos ejemplos. Hasta ese momento, dichos secretos de oficio fueron propiedad exclusiva de los gremios. Con ello los enciclopedistas pretendían ofrecer a la sociedad todo el saber que acaparaban los gremios, eso sí, “espulgado” de las propias estructuras gremiales, consideradas superadas y contrarias al progreso. Pero los enciclopedistas, que según sus propias manifestaciones pretendían rasgar el velo que cubre la Verdad utilizando la “Luz de la Razón”, desecharon como dogma y superstición, en un ejercicio de coherencia con las ideas que les impulsaban, todo elemento de orden ritual y espiritual que asociado al ejercicio de un oficio, pudiese que-


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dar aún en los gremios. Los ilustrados enciclopedistas, fijaron sobre el papel las técnicas de los oficios, pero una vez limpiadas de todo “recubrimiento superfluo” que la Razón desaprobara. La enciclopedia es el punto de partida de nuestra actual concepción del trabajo, donde lo importante es la actividad realizada, pero no lo que haga, piense o sienta el trabajador en tanto que ser humano, una vez haya cumplido su jornada laboral. La diferencia fundamental con la concepción tradicional del trabajo, de la que el gremio es simplemente una de sus múltiples manifestaciones históricas, radica en que hoy se ha separado completamente la actividad laboral, del trabajo interior que se realiza sobre uno mismo, habiéndose perdido las “técnicas” (en este ámbito es mejor denominarlas “ritos”) propias de esta otra vertiente del oficio tradicional. Vaya por delante que estos ritos gremiales no eran sino la persistencia de creencias que tenían una innegable antigüedad. En palabras de Mircea Eliade: “ningún oficio … era considerado una simple técnica. Por avanzada que estuviese … la desacralización del Cosmos, los oficios (en el contexto gremial) conservaban aún su carácter ritual”9. Dado que desde que René Guénon publicase sus Consideraciones sobre la Iniciación10 allá por el año 1946, está a disposición de todo el mundo la obra más clara, completa y fundamentada que se haya escrito nunca sobre el concepto de iniciación, voy a abordar muy tangencialmente lo que el mismo implica, estando seguro de que la 9 Mircea Eliade, Herreros y Alquimistas, Alianza Editorial, Barcelona, 2001, p. 130. 10 René Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, Editorial Librería Pardes, Barcelona, 2012.


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referida obra satisfará con creces a quien esté interesado en mayores desarrollos. Muy resumidamente podemos decir que el concepto de iniciación parte de la creencia en que el mundo avanza a lo largo de los siglos, en trayectoria descendente desde el polo espiritual hacia el polo material. Al principio de los tiempos, todos los hombres tendrían acceso sin esfuerzo a los estados espirituales más elevados, no siendo preciso ningún tipo de iniciación. Pero con el paso de los siglos (es a lo que se refiere por ejemplo el simbolismo bíblico de caída y expulsión del Paraíso), las verdades que en otro tiempo fueron fácilmente accesibles a todos, se fueron cubriendo de velos cada vez más impenetrables. Llegó un tiempo en el que el hombre comenzó a necesitar que le fuese transmitido “algo” que ahora ya no poseía de forma natural, para poder llevar al acto o poder activar, las potencialidades de orden espiritual que llevaba muy adentro, y que incluso olvidó que llevaba. Es entonces que el hombre comenzó a precisar la iniciación para acceder a las más altas cotas del mundo espiritual. Frecuentemente se simboliza aquello que se trasmite por medio de la iniciación, como “luz”. También se ha utilizado con frecuencia para definir ese “algo”, la acertada expresión guenoniana de “influencia espiritual”. Por tanto toda iniciación no sería otra cosa que la transmisión de una influencia espiritual, de un efluvio celeste, de una chispa de un fuego, que en todos los casos tiene un origen divino (es decir, no humano). Esa influencia espiritual habría sido custodiada en todos los tiempos por iniciados, que como de llama en llama, la habrían ido transmitiendo a su vez ininterrumpidamente a otros hombres mediante los oportunos rituales, de modo que la cadena no se ha roto desde los orígenes de la humanidad; “from time im-


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memorial”11, se dice en la Masonería inglesa. Las sociedades antiguas, como bien demuestra la historia, albergaban en su seno diversos estamentos (sacerdocio, realeza-nobleza y comerciantes-artesanos) que tenían sus fórmulas específicas de iniciación. Y por ejemplo, un recuerdo de los ritos de iniciación propia del estamento caballeresco, todavía resulta fácil de intuir en la obra cumbre de Cervantes, cuando Don Quijote, vela las armas, se entrega “platónicamente” a una mujer, etc. Con la génesis de la sociedad contemporánea, el sistema estamental se colapsó y las distintas iniciaciones se perdieron, pues como hemos visto, se trataba de cosas incomprendidas y despreciadas ya por los enciclopedistas. Al hombre comenzó a interesarle únicamente lo que pudiese ser enmarcado dentro de los límites de la Razón. Hasta se produjo una inversión del significado de algunas palabras, y comenzó a asociarse el término “luz”, que como decíamos más arriba solía utilizarse siempre para representar algo de naturaleza espiritual, con la “Razón”. Así, en el siglo XVIII era frecuente ya oír hablar de la “Luz de la Razón”. Finalmente, por las razones que sean, solo una iniciación parece que sobrevivió de forma generalizada en el Occidente moderno, una iniciación que en origen era de oficio: la iniciación masónica. De ahí el empleo ritual y simbólico que hace de numerosos elementos propios del gremio de constructores. Antes de finalizar estas breves líneas sobre el concepto de iniciación, haré una llamada de atención sobre la tendencia que tienen los investigadores convencionales y universitarios cuando disertan sobre la iniciación (de hecho es bastante raro que se ocupen de ella), a conside11

Ibid., cap. XIV, nota 6.


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rarla como un “producto” del pensamiento humano. Es una línea que aún en la actualidad está fuertemente influenciada por la obra de Jung, quien no estando dispuesto a aceptar que ninguna “luz” o que las referidas “influencias espirituales” pudiesen venir realmente de un lugar más elevado, las situó todas en ese oscuro ámbito de la subconsciencia conocido como “el inconsciente colectivo”. De este modo la iniciación es situada, conceptualmente, en un nivel que no le es propio, presentándola más bien como una caricatura de sí misma. Y huelga decir que esta nunca fue la concepción del hombre antiguo sobre estas cuestiones. Indicios de la existencia de un conocimiento esotérico en las cofradías de constructores medievales. Antes de entrar en el análisis de los símbolos presentes en la antigua capilla masónica de la iglesia de Santa Eulalia, creo que puede resultar interesante presentar algunos indicios en apoyo de la hipótesis de que en Santa Eulalia realmente existió un colegio iniciático que además de los secretos gremiales relativos al oficio de constructor, poseyó conocimientos esotéricos. Habrá quien de entrada piense que esta afirmación es falsa, alegando que si se examinan algunos de los documentos más antiguos de la Masonería Operativa que han llegado hasta nuestra época, como puedan ser Los Estatutos de Ratisbona12, fechados en el año 1459, se observa 12

Les Statuts de Ratisbonne. Ordonnances et articles de la Confraternité des tailleurs de pierre de la Grande Loge de Strasbourg en L’Ancien compagnonnage germanique des tailleurs de pierre, Jean-Michel Mathonière, Les Fragments d’histoire du Compagnonnage, Musée du Compagnonnage de Tours, vol. 5, 2002.


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que los mismos no presentan el más mínimo carácter iniciático, tratándose de simples ordenanzas gremiales que regulan aspectos contractuales, y reguladores del oficio de los constructores. Incluso se da la circunstancia excepcional de que en Palma contamos con un maravilloso manuscrito, una joya de nuestro patrimonio histórico, escrito por un maestro picapedrer en el año 1653, que se conoce como De l´Art des Picapedrers13. En el mismo, su autor, el palmesano Joseph Gelabert, nos habla y nos ilustra acerca del arte del corte de la piedra, de los métodos de elaboración de determinadas estructuras arquitectónicas, y aunque insiste en distinguir lo que está bien de lo que está mal hecho, no hay en toda su obra nada a lo que pueda atribuirse, ni siquiera mínimamente, un carácter “esotérico”. No obstante, a poco que se conozcan otros ejemplos históricos de enseñanzas de carácter esotérico, hay que admitir que las mismas eran transmitidas en todos los casos, de forma oral, estando además prohibido ponerlas por escrito. Tal ha sido siempre el caso de las enseñanzas mistéricas o iniciáticas mientras han gozado de buena salud. Incluso en la Biblia, al final de Evangelio de San Juan, después de haberse narrado la vida de Jesucristo, se dice: “otras muchas cosas hizo Jesús”14, lo que parece una alusión a posibles enseñanzas de carácter esotérico, no destinadas a todo el mundo y que no son puestas por escrito15. Por tanto, la enseñanza y las prácticas iniciáticas 13 Cf. Joseph Gelabert, De L´Art de Picapedrer, Diputación, Palma de Mallorca, 1977. 14 Juan 21, 25. 15 De todas formas parece incorrecto suponer que los “secretos del corazón de Jesús” no puedan ser conocidos por quien esté


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que ligadas al oficio pudiesen existir en los gremios de constructores, tuvieron que ser rigurosamente secretas, reservadas a los iniciados, y transmitidas exclusivamente de forma oral. Cuando un poco antes del año 1717 encontramos por primera vez documentos masónicos con un innegable carácter simbólico y esotérico, da la impresión de que se trata de un hecho excepcional, forzado por las circunstancias. La Masonería Operativa, que se encontraba por entonces ya muy cerca de su final, estaría tratando de asegurar la conservación de su legado iniciático poniéndolo por escrito. Tal es el caso, por citar un ejemplo muy ilustrativo, del llamado Manuscrito Dumfries16, fechado en el año 1710, en el que bastante abigarradamente, encontramos un saber profundo y con un marcado carácter iniciático, que de ninguna manera pudo ser fruto de una improvisación, viéndose claramente tras su lectura, que se trata de fragmentos de un conocimiento simbólico muy antiguo que por primera vez se vertía sobre el papel. Por tanto es totalmente compresible que el Collegi de Picapedrers de Palma no dejase ningún texto escrito donde explícitamente se abordasen cuestiones de orden esotérico, pero como hemos visto, esta circunstancia no basta, sin más, para negarle al mismo su carácter iniciático. Además ya veremos que realmente el Collegi de Palma sí que capacitado para ello. Y recordemos que San Juan Evangelista, precisamente uno de los patrones de la Masonería, es representado muchas veces poniendo su cabeza en el pecho de Jesucristo, en lo que es una expresión alegórica de que dicho apóstol tuvo conocimiento de los referidos secretos. 16 The Dumfries No. 4 Ms., texto original en inglés y traducción al español en Catecismos Masónicos (1696-1750), colección “El Legado Masónico”, Editorial Librería Pardes, Barcelona, 2013.


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dejó para la posteridad al menos un “texto”, que aunque escrito en lenguaje simbólico, es sumamente explícito. Otro indicio de que las antiguas corporaciones de la Masonería Operativa poseían un conocimiento iniciático, lo tenemos en las Constituciones de 1717 que son consideradas el origen de la Masonería Especulativa. En estas Constituciones se recopilaron, aunque extractados de un modo muy discutible, (sobre todo por lo que aleatoriamente fue dejado atrás y desechado) textos procedentes de antiguas Logias británicas. Los mismos Anderson y Desaguliers nunca escondieron que para elaborar sus Constituciones, trabajaron sobre antiguos archivos, que necesariamente tenían que ser de origen operativo. Por último, quizás el indicio que de modo más rotundo indica que en los Colegios de constructores medievales, junto a la actividad propiamente profesional y de oficio, había algo más, lo tenemos en las antiguas condenas de la Iglesia. Hay documentadas en diversos países europeos, ya en el siglo XIV, condenas eclesiásticas a las cofradías de constructores, por hacer uso de “juramentos, conjuraciones y signos”17, lo que es una alusión directa a los rituales secretos que venían practicando. Prestemos atención a la fecha de esas primeras condenas, y nos daremos cuenta de que coinciden en el tiempo con la fundación del Collegi de los Picapedrers de Palma, que ya por entonces se reunía en la capilla de los Cuatro Santos Coronados de Santa Eulalia. Y con toda seguridad empleaba convenientemente, y en secreto, similares “juramentos, conjuraciones y signos” que sus colegas europeos. 17

Alexis Hatman, Diccionario Masónico, Asociación Cultural Meru, Barcelona, 2007, p. 172. Son palabras utilizadas en el Concilio de Lavaur, ciudad cercana al pirineo francés, en el año 1368.


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Estudio de la simbología masónica de una sepultura del año 1661. La tríada visible y la tríada oculta. Aproximación a su significado iniciático. La sepultura del Gremio de los constructores que podemos ver en Santa Eulalia, está compuesta de dos partes. La más exterior, es un marco construido en piedra, que está embutido en el pavimento de la iglesia. Este marco tiene forma cuadrangular, y en su interior contiene la inscripción: “Sepultura del Collegi de Picapadres18 del any 1661”.

Compás, Mallete coronado y Escuadra, en la sepultura de los antiguos Masones de Palma, interior iglesia de Santa Eulalia.

El marco no es movible. En su interior hay una losa de piedra de color algo más oscuro, también de forma cuadrangular, movible, y que actúa de cerramiento del acceso a 18 Esta grafía, no normalizada ni en uso en la actualidad, es la que he utilizado para el titulo de esta obra.


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la cripta subterránea. No sabemos si todo el conjunto es de 1661, o si la losa central tiene un origen más antiguo, y se conservó en una posterior reforma del acceso a la cripta. Para que la explicación que se va a proponer sea efectivamente seguida, es muy importante ver la losa en cuestión. Es esta vieja losa de piedra la que nos interesa ahora. En su interior han sido tallados únicamente tres elementos, aunque con un fuerte contenido simbólico19. Señalaremos que las dos perforaciones que atraviesan la losa de un lado al otro, no tienen ningún valor simbólico, estando ahí únicamente para posibilitar la apertura y cierre de la misma. Vista de izquierda a derecha, que es el sentido en que se lee en Occidente, y desde la posición que marcan las propias figuras, lo primero que aparece ante el observador es un Compás. Después aparece un Martillo o Mallete, que tiene dos caras iguales. El Mallete, como hemos dicho, porta una corona en su parte superior; es por tanto un Mallete “coronado”. Por último, en el margen derecho aparece el último de los elementos tallados en la losa, que es una Escuadra. Pasemos ahora a abordar el significado de cada uno de estos símbolos, considerados de forma individual. El Compás, que sirve para trazar círculos, es en Masonería, pero también universalmente, un símbolo del “Cielo”, de la esencia, de lo “espiritual”. Por su parte, la Escuadra, que sirve para escuadrar los ángulos de un bloque piedra, es un símbolo de estabilidad, y es universalmente asociada a la “Tierra”, a la substancia, a la materia. En lo tocante al Martillo o Mallete masónico, lo cierto es que tiene una 19

Hablaré de tres elementos porque en este caso, la Corona y el Mallete están unidos física y a mi juicio, también simbólicamente, siendo posible tratarlos como un único elemento.


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carga simbólica algo más compleja. En múltiples culturas y desde la más remota antigüedad, el uso del Martillo, que cuando se utiliza rompe e hiende como un rayo, fue asociado alegóricamente al manejo del “rayo”. Es importante comprender el simbolismo del rayo y su estrecha vinculación con el instrumento que estamos considerando. El rayo que tiene un origen celeste y siempre viaja desde el Cielo hacia la Tierra, fue uno de los atributos de Zeus-Júpiter. Del mismo modo el Martillo de doble cara, productor de rayos, aparece en la mitología nórdica como el atributo del dios Thor. Sabemos que desde la Edad de Piedra el Martillo de dos caras, o el hacha de doble filo, han estado asociados a prácticas rituales. No es difícil ver en los museos de España, como por ejemplo en el Arqueológico de Ávila, hachas y martillos de dos caras, hechos de piedra, muy finamente trabajados, pero con un tamaño y una dureza que claramente hacen imposible su empleo como herramienta de trabajo. Estamos por tanto ante piezas de carácter ritual, ante instrumentos sagrados, ante “piedras de rayo”20, es decir, ante martillos que simbolizan el rayo. Mediante el rayo, se pensaba que los dioses actuaban en nuestro mundo, o lo que es lo mismo, el rayo simbolizó la comunicación del espíritu con la materia, del Cielo con la Tierra. Y empleando el Martillo (o el hacha de doble filo) y los rituales apropiados, el hombre pensó, desde hace muchos milenios, que podía hacer descender a este mundo un rayo “invisible” pero no por ello menos real. 20 “El simbolismo de las ‘piedras de rayo’ es de origen hiperbóreo, es decir, se vincula a la más antigua de las tradiciones de la humanidad actual”, René Guénon, Symboles fondamentaux de la Science Sacrée, Gallimard, Paris, 1962, cap. XXV.


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Una “influencia” proveniente del Cielo, una potencia de naturaleza espiritual, que por medio de esta herramienta se hacía manifiesta durante el ritual. En relación con todo lo dicho hasta este momento, y como indicio de que en la Masonería se conocían todos estos significados, citaremos un texto que, como señaló el investigador Denys Roman, actualmente es fechado por la mayoría de expertos en 175321, aunque el referido autor se ocupa de precisar que “los elementos simbólicos que contiene, no pueden haber salido de la imaginación de un farsante”22, apuntando con ello a un más que probable origen operativo de los mismos. En este texto, conocido como el Manuscrito Leland-Locke, se dice que los Francmasones “conceal the way of obtaining the faculty of Abrac”23. Durante mucho tiempo se especuló con el significado del término “Abrac”, proponiéndose muchas explicaciones. No obstante, parece que “Abrac” constituye una deformación de la palabra hebrea “ha-baraq” que significa precisamente “rayo”, “el-barq” en árabe24. Esto resulta tan revelador que no precisa más comentarios, aunque no quisiera desaprovechar la oportunidad de recordar que la forma de la hoja de la espada flamígera que aún se usa en determinados ritos masónicos, representa con su forma el recorrido zigzagueante de un rayo. 21

Si bien el propio manuscrito “pretende” ser del siglo XV. Denys Roman, Reflexiones de un cristiano sobre la Francmasonería, Editorial Librería Pardes, Barcelona, 2014. 23 James Hardie, The New Free-Mason´s Monitor, George Long, New York, 1818, p. 203. Puede traducirse al castellano como: “Ocultan el camino que conduce a la facultad de ‘Abrac’”. 24 Cf. René Guénon, La Grande Triade, Gallimard, Paris, 1957, cap. VI, p. 64, nota 2. 22


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A continuación fijémonos en la Corona. Al aparecer representada justo encima del Martillo (siendo además las únicas figuras del conjunto que tienen contacto entre sí), parece adecuado considerar ambos símbolos como uno solo. Esa Corona, aparte de su relación evidente con el culto a los Cuatro Santos Coronados, asociada al Mallete, es una clara referencia al “hombre”. De hecho el hombre es el único ser de la tierra que puede manejar el Martillo. Pero claro está que la Corona señala a un tipo de hombre que no sería el hombre ordinario, sino aquel que por haber recibido la iniciación y tras haber recorrido un importante camino espiritual, está capacitado para hacer un uso legítimo del Mallete durante los rituales25. Hecha esta descripción simbólica básica y por separado de todos los elementos que aparecen en la losa de piedra que estudiamos, estamos en disposición de considerarlos en conjunto, para percibir todo su significado, ya que no por casualidad, fue en conjunto y siguiendo un orden determinado, como fueron tallados por los antiguos masones operativos de Palma. Los tres elementos considerados en conjunto forman una tríada: Compás-Mallete coronado-Escuadra, que es equivalente a esta otra, que permanece oculta a los profanos: Cielo-Hombre-Tierra. 25 Sobre el simbolismo de la Corona se ha señalado que: “puede ser considerada … símbolo de potencia y elevación en el sentido más amplio, tanto en el orden espiritual como en el temporal”, René Guénon, Symboles fondamentaux de la Science Sacrée, op. cit., cap. XVIII. Por más que sea este último sentido el único que parece haberse conservado en nuestro imaginario, es evidente que la Corona de Santa Eulalia nos habla de un alto rango de orden espiritual.


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Y he aquí uno de los secretos del hombre a los que me refería más arriba. El hombre aparece situado en esta tríada entre el Cielo y la Tierra, manejando el Martillo-rayo, y asumiendo por tanto el papel de “mediador”, ya que su función resulta imprescindible para que Cielo y Tierra puedan entrar en contacto. Todavía en el siglo XIX, Lorenzo Frau y Rosendo Arús, en su Diccionario Enciclopédico de la Masonería exponían que “el verdadero masón se encuentra siempre entre la Escuadra y el Compás, para expresar que está desprendido de las afecciones materiales, de las cosas terrenas y que sólo anhela unirse a su celeste origen”26. Por tanto, esta losa de Santa Eulalia, oculta a la vez que desvela, uno de los secretos más importantes de la Masonería, y de todos los antiguos misterios y ritos iniciáticos. Nos habla de que se puede reconocer al hombre la más alta dignidad, al ocupar una posición central en este mundo. Esa posición le convierte en el único ser vivo de la tierra que puede establecer puentes27 con el Cielo; y es esta circunstancia lo que realmente le diferenciaría de los animales, en vez de la “tecnología”, como diría cualquier antropólogo. Mediante la práctica de los ritos adecuados, el hombre, durante mucho tiempo pensó que era posible desencadenar el descenso a la Tierra de las “influencias espirituales”, y así mismo establecer lugares sagrados donde se manifestase lo Transcendente. En esos lugares han buscado los 26 Rosendo Arús y Lorenzo Frau, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, La Propaganda Literaria, La Habana, 1891, entrada “Escuadra”. 27 Este es el origen del término pontifex o pontífice, que todavía detentan los Papas de Roma.


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iniciados incansablemente la oportunidad de ascender por la escalera de Jacob. El hombre moderno también tiene la impresión de ocupar la posición central en el mundo, pero con un significado opuesto al iniciático; se siente el centro no por ser el mejor posicionado para “construir” puentes hacia lo alto, sino por haber puesto gracias a su técnica, a la naturaleza bajo sus pies. Y ello porque parece que ha olvidado y considerado inexistentes, la que los antiguos consideraban su parte más importante, sus posibilidades superiores, que no son sino las de orden espiritual. Por el contrario, quienes trazaron estos símbolos en Santa Eulalia, a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo, parece que aún no habían provocado “la risa de los dioses”, esa que según Hesíodo28, le produjo a Zeus el hecho de que los hombres, al recibir la caja de Pandora, se deleitaran y vanagloriaran con las cosas que realmente serían la causa de su propia desventura. Los Cuatro Santos Coronados en Santa Eulalia. Se indicó más arriba que la capilla perteneciente al gremio de los Picapedrers de la iglesia de Santa Eulalia, estuvo dedicada hasta finales del siglo XIX a los Cuatro Santos Coronados. Los Cuatro Santos Coronados fueron los patrones de los masones operativos. La leyenda sitúa sus vidas en tiempos del emperador Diocleciano, a principios del siglo IV, cuando tuvo lugar la última gran persecución contra los cristianos. Se dice que cuatro hábiles talladores de piedra, escultores y constructores, por pro28 Hesíodo, Teogonía; Trabajos y Días; Escudo; Certamen, Alianza Editorial, Madrid, 2001, p. 77.


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fesar la fe cristiana, se negaron a construir un ídolo pagano (una estatua de Esculapio), lo que en el marco de la referida persecución, significó la ejecución inmediata de todos ellos, que fueron encerrados vivos en ataúdes de plomo y arrojados a un río. Con el paso del tiempo, estos cuatro mártires fueron tomados por quienes desempeñaban el oficio de constructor, como sus patronos. Es un fenómeno que se da por toda Europa. Desde muy antiguo a los cuatro santos se les suele representar portando una corona cada uno, de ahí que se les conozca como los Cuatro Santos Coronados. También suelen portar escuadras, compases, malletes y otras herramientas propias del trabajo de la piedra. En España, tenemos una variante propia de esta leyenda, que quiere situar el martirio de los cuatro santos en la ciudad de Girona, donde siglos después, con ocasión de la reconquista, fueron encontrados sus restos. A principios del siglo XIV, las reliquias recién encontradas fueron depositadas en la Capilla de los Cuatro Santos Coronados, construida en la imponente Catedral de Girona. Pues bien, a mediados del siglo XIV, con toda seguridad ante la sinceridad de la petición y la probada devoción del Collegi de Palma, algunas reliquias de esto santos fueron trasladadas desde la ciudad de Ter, hasta Palma, concretamente a la capilla que estos santos tenían en la iglesia de Santa Eulalia, que como vimos, era la del gremio de los Picapedrers. Sobre el significado oculto que pueda tener el culto a estos santos, se han propuesto interesantes hipótesis. Hay quien asocia su corona a la que al término de los misterios, conseguía, simbólicamente de manos de Proserpina, el iniciado en los Misterios de Eleusis, como símbolo o distintivo que hacía referencia a un determinado desarrollo


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iniciático. También hay sugerentes interpretaciones herméticas, sobre todo basadas en una variante de la leyenda, que hace a los santos descuartizar una estatua pagana, acto que se interpreta como la muerte del “hombre viejo”. Su posterior martirio se presta bien a una interpretación relacionada con la muerte ritual que da lugar al “hombre nuevo”, al iniciado.

Capilla de los Cuatro Santos Coronados en la Catedral de Girona.

En cualquier caso, no conviene olvidar lo indicado acerca de la Corona como símbolo de potencia espiritual o temporal, ni que “la corona era primitivamente un aro


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ornado de puntas en forma de rayos”29 lo cual es una referencia a “una emanación o una delegación de la fuente misma de la luz”30. Y parece que es ahí donde habría que buscar la significación originaria y más profunda a que, tanto en el caso de los Cuatro Santos Coronados, como en todos los demás, se presta este símbolo.

29 René Guénon, Symboles fondamentaux de la Science sacrée, op. cit., cap.XXVIII. Recordemos la cantidad de monedas romanas en las que el emperador aparece con una corona de este tipo. 30 Ibid.


Índice Introducción.

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Capítulo 1. Paseando por la iglesia de Santa Eulalia. p. 3 - “Comparable a una catedral”. - Algunas curiosidades: el nacimiento del Reino de Mallorca, el último testigo de la conquista cristiana y un extraño mapa del mundo. - Las dos Santa Eulalia. Connotaciones alquímicas de la cruz de San Andrés y del horno. - 1717: un punto de inflexión más que un punto de partida. Masonería Operativa en Santa Eulalia. Las Huellas de un colegio iniciático. - El enciclopedismo y los gremios. Concepto de iniciación. Iniciaciones de oficio. - Indicios de la existencia de un conocimiento esotérico en las cofradías de constructores medievales. - Estudio de la simbología masónica de una sepultura del año 1661. La tríada visible y la tríada oculta. Aproximación a su significado iniciático. - Los Cuatro Santos Coronados en Santa Eulalia.

Capítulo 2. Símbolos egipcios en el Paseo del Born. p. 39 - Palma en 1833: construcción del salón de la princesa. - Los comienzos del interés científico y esotérico por el país de las pirámides: Champollion, Cagliostro y los ritos egipcios de la Masonería. - La trepidante vida de Juan Antonio Monet: ¿acérrimo absolutista o moderado y masón? - El secreto de las esfinges del Born. - El obelisco de la Plaza de las Tortugas: un “Kneph masónico” hábilmente disimulado.


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Capítulo 3. Cuando la Piedra Filosofal se buscó en el Palacio de la Almudaina. p. 85 - Gobernadores, ángeles y piratas. - El laboratorio de un alquimista en la Torre del Ángel. - Alquimia espiritual, sopladores y el oro de los tontos. Interrogantes sobre Jaime Lustrach.

Capítulo 4. Bellver, los secretos de un Castillo único en el mundo. p. 107 -

La planta circular y su orientación hacia los puntos cardinales. Un impresionante ejemplo, ¿del gótico civil? La elección del lugar y la dimensión cósmica del edificio. Los números simbólicos en el castillo: la tetraktys pitagórica y la circulatura del cuadrado. - Las primeras Cortes de Mallorca. - La realeza sagrada. La Torre del Homenaje y su relación con la Estrella Polar. - Prisioneros en el castillo. Un masón acribillado a balazos.

Capítulo 5. Las profundidades del Canto de la Sibila. p. 148 -

Una increíble supervivencia del mundo antiguo. Los oráculos y el hombre premoderno. El último Rey de Roma y los misteriosos Libros Sibilinos. La cristianización de un uso pagano. Génesis del canto y la limpieza tridentina. - Más allá de la envoltura folklórica. El mensaje de la Sibila y la doctrina de las cuatro edades del mundo. - La cuestión del Anticristo. Jung, Nietzsche y el alcance universal del mensaje de la Sibila.

Capítulo 6. Tras los símbolos de la ilustración en Palma: la Real Sociedad de Amigos del País del Reino de Mallorca. p. 176 - Can Serra: la morada de un enciclopedista en el casco histórico de Palma.


Índice

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- Deriva de la Masonería desde los contenidos iniciáticos a las preocupaciones político-sociales y científicas durante la Ilustración. - Ilustración y Masonería en España. El caso de Jovellanos. - Carlos III y el nacimiento de las Sociedades Económicas de Amigos del País. - La Real Sociedad de Amigos del País del Reino de Mallorca de 1778. Economía, Razón y Ciencia para el progreso social. - El emblema de la sociedad mallorquina: nuevos significados para antiguos símbolos de origen masónico y tradicional.

Capítulo 7. Las siete Artes Liberales en una calle del centro. p. 205 - La casa de cultura y el “lapsus” de las autoridades franquistas. - Métodos de enseñanza tradicionales y métodos modernos: del conocimiento a la erudición. - Las Artes liberales y el Conocimiento esotérico. Los peldaños de la escalera. - Geometría, Masonería y el número siete. - A propósito de una discutible interpretación de Fulcanelli.

Capítulo 8. El Templo Masónico secreto de la Avenida de Portugal. p. 224 - Apogeo urbanístico con ocasión del ensanche de Palma. Los secretos de un edificio centenario. - Un edificio con forma de cuadrado, para cuatro escuelas distintas. La huella del último Krausismo mallorquín. - El Templo de Salomón: prototipo de las Logias masónicas y elemento aglutinante del edificio. La “Gloria” como presencia de la divinidad. - Exposición pública de los elementos básicos de una Logia en grado de Aprendiz mediante la ornamentación de la fachada. Las columnas Jakin y Boaz. La “Iluminación” del Templo masónico. - La Estrella, el Compás y otros elementos. - Entre el comercio y la Gran Obra.


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Capítulo 9. El Legado templario de Palma de Mallorca. p. 257 - Paseando por la calle del Temple. - Algo se esconde en el seno del Temple. Un camino hacia ninguna parte. - La comunicación con el Centro del Mundo. - De la abjuración del crucifijo al Bafomet: el Misterio templario. Sin noticias del Grial. - El tesoro mallorquín del Oratorio del Temple.

Capítulo 10. Una interpretación hermético-alquímica del Portal Mayor de la Catedral de Palma de Mallorca. p. 290 - Hermetismo, Alquimia y Cristianismo. - La importancia de situar la construcción del Portal Mayor en el contexto de su época. - La Inmaculada Concepción: misterio y representación. - El mensaje escondido en el Portal Mayor. - Referencias epigráficas a la Gran Obra alquímica. - La Estrella de cinco puntas como símbolo del “Hijo del Cielo y de la Tierra”.

Capítulo 11. El Solsticio de Invierno y la orientación de la Catedral de Palma de Mallorca. p. 327 -

Una visión impresionante. Vestigios de un conocimiento que se hunde en la Prehistoria. El mundo como caverna y las “puertas” solsticiales. La cuarta puerta de la Seu, un secreto de sus antiguos constructores. Pervivencia del concepto en la Masonería moderna.

Capítulo 12. El Grial en Mallorca.

p. 354

- La persecución de Valeriano y la salida de Roma. De las entrañas de la tierra a Valencia. - Huida ante el terror de la Grande Armée y su paso por Palma de Mallorca. - Breves apuntes sobre el misterio del Grial.

Epílogo.

p. 372


Obras publicadas en la colección “El Hilo de Ariadna”

1. René Guénon. Consideraciones sobre la Iniciación 2. Juan de Velarde. Picapadres, Francmasones y Alquimistas en Palma de Mallorca 3. Denys Roman. René Guénon y los Destinos de la Francmasonería 4. Denys Roman. Reflexiones de un Cristiano sobre la Francmasonería


Obras de René Guénon publicadas en la colección “El Anillo de Oro”

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

Consideraciones sobre la Iniciación La Metafísica oriental – San Bernardo Iniciación y Realización espiritual El Hombre y su devenir según el Vêdânta Consideraciones sobre el Esoterismo cristiano Estudios sobre la Francmasonería y el Compagnonnage El error espiritista


Obras publicadas en la colección “El Legado Masónico”

1. Textos Divulgativos Franceses (1736-1748) 2. Catecismos Masónicos (1696-1750) 3. “Yorkshire” Old Charges (1600-1818)




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