Revista El Cactus Nº 2

Page 55

54 I El Cactus

llamamos asignaturas pendientes. –¿Qué piensa del amor? –¿Qué pienso? Que me gusta sentirlo. Me parece que es todo, si se entiende el amor en el sentido más hondo. Es lindo, es lo que da vida. Solo se nace por amor, por cualquier forma de amor. Vivir sin amor, me parece muy difícil. Es tal vez la aspiración al modo en que deberían vivir los seres humanos. El amor platónico es eso. Y como vivimos siempre con el otro, el amor es cuidarlo, tratar de que tenga todo el bien posible. El amor es la separación entre lo humano y lo no humano. Las máquinas no aman.

No hay buenas y malas víctimas. Cuando se es víctima, se es una mala víctima. –¿Cómo es su relación con las mujeres? –Me han marcado la vida, las admiro mucho. Creo que son una especie distinta y muy superior a la de los hombres. No es una galantería, creo que es así. En general tienen intuición, una percepción de las cosas que no pasa por el cálculo. Y hay un hecho sustancial que creo es condicionante de todo: son las que dan la vida. Esto las vuelve un ser diferente y más perfecto. –¿Y la relación con su hijo Sergio? ¿Su carrera ha interrumpido el ejercicio de la paternidad? –No, no creo. Me dio otras formas, pero no considero que me haya interrumpido. Es como todas las cosas, es como enamorarse a la mitad de una carrera y perder, desde el punto de vista burocrático, un año, dos años, ¿quién puede decir que perdió los años? Sea como le haya ido en el amor. –Si tuviera la posibilidad de tomarse un café con algún personaje de la historia, ¿con quién sería? –Hay ininidad de gente que me gustaría conocer. A quienes admiro realmente los podría dividir en dos: los que admiro humanamente, amigos con quienes tomo café a veces física o

Año 2. Nº 2 / Diciembre 2013

Su hijo Pablo, víctima de la dictadura militar

Todavía no sé cómo murió “¿Quién puede decir cómo es el hijo y qué hijo puede decir cómo es el padre? –responde relexivo Héctor Schmucler -. Creo que fue una lástima que no se viniera conmigo a México porque seguramente podría estar vivo. Y creo que la experiencia de él fue la de una gran cantidad de jóvenes con muy buenas aspiraciones, pero que se equivocaron. Yo también me equivoqué; no estoy hablando desde una tesis de distancia, ni como el padre que sabe, ni el intelectual que mira. Hay momentos en los cuales hay una especie de ceguera, de creencia o de fe que obnubila todo. La última vez que vi a mi hijo, acá en Córdoba, era un militante montonero muy comprometido. La escena fue un poco dramática: estaba su hermano, la madre, yo y él. Y argumenté de todas las formas para decir que se estaba lanzando a la muerte inútilmente. Eso era lo que pensaba en ese momento. Y mi hijo me dijo: ‘sí, creo que vos tenés razón. En todo lo que decís, tenés razón. Pero acá está la sangre de mis compañeros’. Fue tan contundente que ya no había razón, ya no había demostración que valga. No sé si es la mejor respuesta, pero la entendí; fue muy contundente. Ya estaba todo dicho. Cuando me enteré que había desaparecido me afectó profundamente, pero no me extrañó. Ahora, ¿por qué se va a la muerte y por qué se mata en ese ir a la muerte? Yo creo que son actos de fe. No dejo de pensar que lo mataron torpemente, injustamente. Todavía no sé cómo murió, nadie sabe. Pero tampoco comparto su decisión de matar. A él lo mataron mal y él seguramente pudo haber matado tan mal como lo mataron a él. Y esto no quita un ápice la criminalidad de que lo hayan matado. Se puede cometer un crimen aun cuando a quien se mate sea un criminal. Hay algo que está por encima de todo: el derecho a disponer de la vida del otro. Esto quiere decir que el otro no tiene cómo defenderse. En ningún caso me parece que es justiicable. No hay buenas y malas víctimas. Cuando se es víctima, se es una mala víctima”.

mentalmente; y a quienes leo. Uh, he tomado tantos cafés leyendo sin que sepan los otros, sin que el actor lo sepa. El café como metáfora de un acto de intimidad. –¿Mira televisión? –Muy poco, de vez en cuando. Debo confesar que no me gusta. Puedo ver un noticiero o algún programa pero para ver qué pasa. Lo cual no es ninguna virtud, y a veces puede ser inhabilitante para criticar. Será por prejuicio, pero cada vez que veo algo digo: “Uh, que bien hubiera hecho de estar leyendo un par de páginas de un libro que me guste” (risas). –¿Cuál es su libro preferido? El de cabecera… –Uno, la Biblia: inabarcable. Un punto de referencia permanente. No soy religioso, pero me parece que es uno de los constantes. Y también, por decir uno de los tantos, el Quijote. Lo he leído varias veces en distintas etapas

de la vida. Siento que ahí ya está todo dicho. Vivimos una hiperinlación de escritos, y uno se da cuenta que cuando lee algo nuevo que realmente le interesa, ya se ha dicho. No es que sean inútiles las nuevas cosas, sino que hay constantes en los seres humanos. El amor es una constante; la idea de la muerte, la fragilidad humana son una constante, y desde que se conoce el pensamiento, porque hay escritura, estos temas se repiten. El olvido de que existen esas constantes tal vez nos ha llevado a cometer ciertas tonteras en la vida, donde creíamos que lo accesorio era lo fundamental. –¿Piensa en la vejez y la muerte? –Sí, claro. Cómo no voy a pensar en la vejez si estoy metido en ella. Y sí, también pienso en la muerte, por supuesto. Sé que llega. No me entusiasma la idea, pero enseña a aspirar a no perder el tiempo. No quiero decir que no me


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.