DIXI (He dicho) XXX

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XII. Que

el

Appetitus rationi apetito obedezca a

pareat la razón

Desde Aristóteles se arrastra la confusión de que “apetito” designa “deseo, pasión y voluntad”, y que éstos –así considerados- son impulsos ciegos y enceguecedores. El error aquí es pensar al apetito de un modo egoísta: son mis deseos y mis pasiones. El filósofo griego intenta corregir esa ética y política del Yo por medio de la luz de la razón para vivir bien, ordenando y sujetando racionalmente el apetito. Pero, recordemos, esto es una confusión filosófica; el deseo metafísico será un buen deseo si no es un deseo egoísta, sino un deseo del otro, enseña Emmanuel Lévinas. Y con esto cambia todo, el apetito se orienta a convertirme en el “guardián de mi hermano”; hacerme responsable infinitamente por el otro; eso es “amar al prójimo”, o sea, que el apetito obedezca al corazón, no a la razón.

ilustración: Gustavo lezcano / texto: Lalo Ruiz Pesce

¿Es verdad que el apetito debe obedecer a la razón? Todo será según se mire qué sea el apetito y qué sea la razón, y, partiendo de allí, intentar comprender a quién debe obedecer el apetito.


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