La ética de Cristo

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lado por Dios. En ese supuesto, como es lógico, para los creyentes en Cristo, el Evangelio nos suministra criterios "supra-humanos". Pero también es cierto que el Evangelio se puede leer como un mensaje que arranca de lo más hondo de la vida y que tiene como finalidad presentar a cualquier persona lo más humano que hay en nosotros los mortales. No olvidemos nunca que, según los relatos del Evangelio, a Jesús lo mató la religión y sus representantes oficiales. Y lo mataron precisamente porque Jesús antepuso la vida, o sea Jo humano y la dignidad de los seres humanos a no pocos deberes que impone la religión, es decir, lo sobrehumano. Ahora bien, desde el momento en que las cosas se ven así, el Evangelio, antes que un mensaje religioso, sin duda alguna es un mensaje para ¡a vida. No porque el Evangelio se desentienda de Dios, sino porque el criterio central del Evangelio de Jesús es que la mediación esencial entre el ser humano y Dios es la vida, la humanización de la vida. Ahora bien, si la ética de Cristo se debe entender a partir de este planteamiento, la consecuencia que de eso se sigue es que la ética de Jesús es, antes que nada, una ética "consecuencialista". Por supuesto, Jesús tuvo en cuenta las "normas" que Dios ha dictado a la humanidad. Pero a partir de una condición previa que es básica: con tal que tales normas, que se consideran "sagradas", "divinas" o "reveladas", no traigan como consecuencia de su cumplimiento más sufrimientos, más desgracias y más desastres a la humanidad. Todo lo contrario, una normativa cualquiera, por muy divina que se considere, si no nos hace más sensibles al dolor del mundo y a la felicidad de las personas, es una normativa que no viene ciertamente ciel Dios que anunció Jesús. En cualquier caso, la ética de Cristo tiene que ser una ética para lafelicidad, para hacer que nos sintamos más dichosos de haber nacido, y para hacer más felices a quienes nos rodean en la vida. Lo que supone hacernos más sensibles a todo lo que genera dicha o desgracia, bienestar o sufrimiento. En este sentido, no podemos sino estar enteramente de acuerdo con Richard Rorty cuando afirma que la felicidad humana sólo es posible fomentando lo que él llama "educación sentimental": haciendo viable la mayor sensibilidad de los hombres ante el dolor y el sufrimiento de los que son extraños a nosotros. Contribuir al bienestar de los demás erradicando el dolor innecesario es posible si nos olvidamos de ideologías, metafísicas, religiones y teologías que han influido más,


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