REVISTA RUMBO MINERO Nº 41

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viajero

dos en el misterio y el silencio; no es muy difícil evitar la duda mientras se está en plena ciudad, a lo mejor cómodamente sentado en el sofá de la sala, pero todo cambia cuando uno se para en la mitad de los bosques, entre la humedad y el sonido de los insectos y de las aves que no se dejan ver en ningún momento. En fin, que tales historias bastaron para mantener alejada a la gente de la zona durante muchos años, hasta que, en el 2006, una expedición liderada por el alemán Stefan Ziemendorff decidió que valía la pena tomar el riesgo y, armados de valor, llegaron hasta las cataratas con el objetivo de medirlas. Desde entonces, y en vista de que ninguno de los miembros del equipo de exploradores fue seducido por una sirena o devorado por un ofidio gigantesco, las cataratas se han convertido en un imán de turistas, y Cocachimba,

mismo, cambie de la noche a la mañana. De pronto, sus angostas calles se vieron repletas de gente ansiosa por internarse en el monte para conocer las maravillosas cascadas, y a ellos les tocaba hacer de anfitriones. Para satisfacer la creciente demanda, se abrieron hospedajes y lugares de comida, a la vez que un fervoroso deseo de mostrar las cataratas al mundo se apoderó de los habitantes de la región (quienes, además de hacer de guías, se han esmerado en hacer el camino que lleva a ellas lo más transitable y cómodo posible); y, del otro lado, apareció un nuevo factor del que no habían tenido que preocuparse tanto antes: el de la conservación. La región de las cataratas de Gocta y sus alrededores son muy ricas en biodiversidad. Entre las innumerables especies de animales y plantas que la habitan, no sólo

Para satisfacer la creciente demanda, se abrieron hospedajes y lugares de comida, a la vez que un fervoroso deseo de mostrar las cataratas al mundo se apoderó de los habitantes de la región (quienes, además de hacer de guías, se han esmerado en hacer el camino que lleva a ellas lo más transitable y cómodo posible por su lado, en un paradero obligatorio para todos ellos. Este suceso, claro está, ha hecho que la gente de Cocachimba, como el pueblo

no son pocas las que se encuentran en peligro de extinción (como el gallito de las rocas, o, en el caso de la flora, varias especies de orquídeas), sino que algunas son endémicas de la zona, y como tales,

particularmente vulnerables a desaparecer si se descuida siquiera un poco el medio ambiente en el que viven, o si se los mata indiscriminadamente. El mono choro de cola amarilla y el colibrí cola de espátula son los ejemplos más famosos de estas especies en la zona. Y, sin embargo, hasta hace algunos años la caza ilegal no era nada rara en la región, e inclusive estos animales eran presas comunes de los cazadores furtivos, al no haber ninguna entidad que protegiese la zona, ni (y esto es más importante aún) una noción de la importancia de preservar a las especies entre los lugareños. Con la explosión del turismo, sin embargo, y ante la doble presión de la demanda turística y los riesgos de la depredación de las selvas, los pobladores de la región han cobrado conciencia de la importancia de la conservación del medio ambiente, y ahora luchan por mantener la belleza de sus selvas intacta, así como la vida de las

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