El Descenso de la Realidad

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EL DESCENSO DE LA REALIDAD

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Carlos E. Lujรกn Andrade

EL DESCENSO DE LA REALIDAD

Ciudad Grifalda Ediciones 5


© Carlos E. Luján Andrade 2012 © de esta edición Ciudad Grifalda Ediciones, 2012 Edición Digital, Marzo de 2012 Prohibida la reproducción total o parcial Por cualquier medio sin permiso escrito del autor. Publicado en Perú.

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“Hay pequeños placeres que han sido para nosotros como son, al borde de los caminos, esos pequeños frutos de saqueo, agrios, y que se hubiesen querido azucarados” “Yo no sé lo que pude soñar esta noche. Al despertar todos mis deseos tenían sed. Se diría que mientras dormía hubiesen atravesado desiertos.” (Los Alimentos Terrestres / André Gide)

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Impaciencia Carezco de segundos en este recuento Y el tiempo inacabable se deshace comenzado Acabado Siempre corriendo en treinta direcciones Al amanecer, sobre la tarde y al llegar la noche A veces tienta imponer la árida espera Cuando el sueño abate al vigía de las madrugadas, El más presto para el descanso. Y sin embargo, no vuelves El poniente envejece como el viejo marzo Las voces se confunden con otras voces Las manías se desbaratan asfixiadas por otras también Y la sonrisa, tan preciada, se vuelve un rictus de complacencia y educación. El violento recuerdo destruye las horas, el día, el instante Aprisionando el ansia en los cementerios de la memoria.

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Escape Detenido en la posición perfecta Furtivo, contemplo el movimiento pequeñísimo Latiente de su respiración rosa Dibujada, perfecta y vertical Desdoblada en los intervalos de su intermitencia vespertina Que incesantemente comprime El refugio de la espera. En cada aparición Colorida y de próximo estío Levanta la soledad de su desidia Para exaltar la impaciencia ingenua Atacada por la certeza inventada. Se aguarda ahogado sobre los días. Y ya lo sabía Detrás de la red, dispuesto a atrapar El canto, la declaración, El espectro lánguido de un beso que nunca llega Antes muerto por un espasmo ajeno Por los suspiros de sus cabellos que galopan fuera de mí.

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Porque huye pequeñísima Astuta, perfecta, desprendiéndose Del que defraudado quiere la caricia De la que posee la figura de todas las estaciones Pero alma de mariposa.

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El error He tropezado con un Sol en eclipse He caído en la cima y su abismo He celebrado la derrota a medias He fallecido en mi nacimiento Despertando sin fabricar el ensueño. Te has rebelado sin tiranía Te has embarcado en estiaje Te has ignorado sin que pronuncien tu nombre Te has callado en el silencio Declarándote culpable sin acusación. Fuiste el ensayo sin estreno Fuiste un cuerpo sin deseo Fuiste una renuncia sin compromiso Fuiste sangre sin latido La desesperación de un rostro enterrado. Y la estaca que cercena la inmortalidad Me recuerda el vértigo de la creencia Del camino adecuado De la trayectoria imaginada Del origen de tu tristeza 13


De la sonrisa adivinada Para desprenderme de la tierra Divisar la lejanĂ­a del sereno prado y Ser arrojado con violencia hacia ĂŠl.

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Mandamiento Lamentando la caída del creyente Que no cree en el abecedario Que no cree en la numeración… Aprendió a decir sin entendimiento Aprendió a contar sin ganancia Entonces espera las palabras Y el resultado del latido Del evangelio mal aprendido…

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Prematuro Y el silencio despreciado por el gent铆o Perece en la quietud de la desesperaci贸n ajena. Y derrama su nada sobre tus palabras inconclusas Donde mendigas una ranura de mi reserva. Y culpable en la corteza de argumentos Queda expuesto el embri贸n de una raz贸n futura En tu hambre de voraz ave.

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La noche Al ser un entrometido en el universo pude detectar en las sombras proyectadas bajo los pies la oscuridad del estático movimiento, la negación del mundo exterior en la opacidad de las figuras que dibuja. Las sombras son el desafío al color de la naturaleza, privadas de la refracción de la luz y del fin de toda creación. Su función es denotar la oposición de la estrella y cuando esta se ubica en nuestro detrás, la silueta nos anticipa los pasos protegida con la figura del ser, siendo la única realidad el no alcanzarla nunca ya que rehúye simplificando las tres dimensiones en un espectro plano y directo multiforme, único e independiente que desafía la forma primigenia de donde emana, alimentando su albedrío de la luz negada. Al parecer las sombras serían los únicos entes que pueden vivir sin el calor de una estrella y más aún, cuando esta se encuentra ausente, se expanden, dominando como el sol el día, pero inmensa cambian de nombre… algunos le llaman noche.

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Obstinado He visto a la cadena cimbreante Apartar la bruma suspendida de una imagen Vagabunda Y que se tambalea. Cadena adherida a ella. La lucha por sobrevivir fuera del t铆mido flexible Transcurrir de la espera Para mantenerse suspendida, negada y Esclavizada a la obsesi贸n del grillete silencioso Indiferente a la vibraci贸n De lo que se quiere ir y no se le deja.

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La fotografía Acariciarás lo pasado en tus imágenes de cuando fuiste amada Y en ellas revivirás la mirada ausente de quién en tu recuerdo aún espera por ti.

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La respuesta No dejes la sepultura inacabada, échame el último montón de tierra que escondes, coloca la lápida, esculpe mi nombre y haz que descanse en paz.

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Preludio a la decepci贸n El planeta alimentado por la luz de una luci茅rnaga que ya no tarda en morir.

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Reflexión en un día de baño Y si es que la burbuja revienta es porque faltó más jabón.

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Desaparecido Y fui el voluntario de la maga que me prometi贸 el retorno De esta caja desesperada. Ahora espero por tus palabras que me hagan volver De este limbo donde decidiste no pronunciar mi nombre.

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Hundimiento Abrieron las compuertas y sĂłlo tenĂ­a el Ă­ndice de la mano derecha para contener toda la pena.

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A la deriva El hastío en días de suplicio En bosques de vida alegre Donde la carne emana hedores en flor y La voz, cánticos de pajarillo desafinado. Llama al cansado aburrimiento La fatiga abrumada de belleza En apariencia de estrella diurna Que perturba y nos induce a atenazar las barbas del Sol. ¡Vida de tedio! Como barcaza podrida Que el mar atormentado Se niega a precipitar.

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Atardecer Globo danzante con el aire invisible de compaĂąera, hundiĂŠndose con denso helio y no sabe si va con el motor apagado o con tripulante de liberadora caĂ­da libre.

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Retorno Horas, las que desentornillan los minuteros Enloquecen los segunderos aspavientos y el molino Va hacia lo estudiado momentos antes de la llegada Pilares verdes constantes inundan los cristales por donde veré Tu nueva imagen esplendorosa perdida y ahora encontrada. Sé de la primavera, donde extraviaste mi recuerdo o era abril De esos de antaño, donde se iban las memorias con nostalgia y algo de poesía. Y ya, los tiempos de mecánico amor me anticipan lo no reconocido Y yo te veré, y tú no te detendrás, pasarás de largo En la pasarela de los pasajeros múltiples, No verás mi espera, ni descubrirás mis dilatadas pupilas de infancia. Yo llego con la gravedad de la espalda al mundo, olvidado Cuando era ligero y podíamos volar con el parpadeo y una risa Y ya no, pues nada es para siempre, sólo las fotografías sepias de un álbum que no se olvida.

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El astronauta 1 Me acercaré furtivo a tu habitación y por el cerrojo veré la figura de tu existencia, adivinando cuando andes fuera de mi luz, tu vida enigmática; en la sombra fugaz, una alegría; en tu descenso, la curiosidad por algo deseado y perdido; en tu urgencia por atravesar la ventana, la espera de un deseo cumplido. Y así crearé un mundo perfecto, mío, donde habites. Pero sólo por esta noche, hoy iré con esa visión a madrugar en la naturaleza de mi creación, porque mañana, temprano, abriré tu puerta de par en par. 2 Fui natural, descendí atraído, gravitante y en tus tierras inoculé la semilla de mi planeta, y ante ella me senté a que apareciera tu luz, la estrella que hacía de tu mundo vergel de acogedora estancia. Esperé a que se asomara algo engendrado por mí en este valle. Tu fulgor intermitente no alcanzó, irregular y caótico; preguntándome cómo puede ser, es todo tan bello aquí y yo en penumbras. O quizás estoy en el pasado, en los campos otrora felices de verdor y esperanza. No alcanzó, mi planta apenas brotó, se humedeció y agónica se resiste al deceso y yo con ella me niego a su abandono. Por eso radiante y efímera luz, ¡Aparece incandescente! y aniquila en cenizas lo sembrado, un instante, desaparece la paradoja de sentir el calor de un

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Paraíso que no quiere a los justos, manda a tu arcángel y expúlsame sin penitencia.

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La sonrisa Desafía al sueño Destierra la fantasía de la alegría Quiebra el fuego iridiscente Y me niega la realidad Ciego mudo de memoria Para consumir los días Comprimido en ese recuerdo.

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Si fueras una estatua Estarías sobre pedestal marmoleado en medio de una metrópoli de alma renacentista, te bordearía una basílica de domo dorado y palacios de grandes ventanales y fachadas de ladrillo. Por tus faldas te rodearían los transeúntes deslumbrados, señores de frac y bastón acompañados de nobles señoras adornadas con trajes victorianos que acomodando sobre sus narices sus diminutos binoculares, anhelarían descifrar en los detalles de tus formas el origen y estilo de tu esplendor. Entre ellos sus debates serían incansables pues no llegarían a un acuerdo: unos dirían que eres una pieza griega perdida de Afrodita Urania y otros, una estatua de un alucinado escultor renacentista italiano. Estarían desesperados por descifrar los rasgos y la lozanía de tu piel que reflecta toda la plaza, y conmovidos porque desde dentro de tu presencia se irradiaría lo estelar, negando a la afortunada ciudad de un ocaso inminente pues cuando la estrella natural nos abandona, la tuya ocuparía hasta cada flanco yerto de lo construido para tu resguardo. Pero no hay consuelo, al verte no lo comprenden, no saben el origen de tu belleza, imposible que manos de hombre atormentado pueda reflejar en materia algo tan sublime, solo se escucha entre la multitud alguien que dice: “¿Y si no es real, si sólo es el melancólico recuerdo de la musa de un poeta al que algún Hefesto le ha arrebatado?”

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Una musa de cabellos ondulantes La musa de cabellos ondulantes representa su imagen de arte, sin embargo he quedado desvanecido, castigado de la mirada oscurecido después de intentar deslizarme por esas ondas eternas aunque sea en el ensueño, a través de las espirales oscilantes al despeinarse en un torbellino de su pasar y aunque sujeto inmenso aferrado a su infinita cabellera, soy lanzando distante hacia campo abierto por la negativa de sus ojos indiferentes… perdura en mis manos no sólo la fragancia privilegiada por aromatizarla –de la que siento su rencor al alejarla de ella- sino también el último tacto del éter, porque ¿quién puede confesar que ha podido sujetarse aunque sea un momento del cielo?

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Separación Aún imagino la ausencia de tus manos, La sombra de tu andar y la lejanía de la distancia Al precipitarte hacia silente viaje, Donde te desvaneces en abandono Entre el gentío del que ya siento celos. Así, arrepentido, te retengo en la conciencia Evocando incansablemente la estela de tu vestido, El sonido de tus frases con el que intento componer Alguna melodía acogedora en sueños imposibles. ¡Y cuántas veces repito dicho ejercicio! Deteniendo el latido, sometiéndome al ahogo Cuando estás próxima para atreverme luego, Y arder en un fuego indoloro, Hundirme en mareas inocuas Corrompiendo mis crepúsculos, a salvo Sentado sobre la pasividad del desgano desesperado, Regresivo hasta que vuelvas aparecida y Me lleves con tu tempestad hasta la vorágine De tu recuerdo.

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Contemplación Intenta contarme acerca de tu belleza Sacrifica en las vanas palabras un detalle solo tuyo, Mostrándome en las diversas expresiones de tu rostro Las infinitas formas de maravilla beldad que puedas generar Con la inspiración de tu pecho, con lo ondulante de tus labios Con la lentitud de tu parpadeo. Ese esbozo de limbo magnético que me otorgas Con la simpleza de un respiro, Amilana el ahogo del dulce vacío Aprisionado en la fría fosa profunda De noches frescas. Y a veces, luego de ser testigo de glamorosa bondad Embriagado, extiendo arriesgado mis brazos para percibir En ese trance, la materialidad de tu hermosura Arrepintiéndome en el acto Deteniendo la curiosidad de la piel Por el temor a fracturar la frágil presencia de tu espectro resplandor Conformándome, desde mis tinieblas, con la lumbrera de tu pasivo encanto.

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Enfermedad Te absorberé debajo de la litera cálida, Por tu dermis incrustaré el desgano resistido Que naufraga en los días de labor, Pero que hoy Envuelto en insignificante energía La pereza te deglute. Sé que pedirás permiso para que la ciudad Permita tu no existir sobre sus calles indiferentes. Sé que imaginas los pasos que te encaminan Donde entienden lo que aquí te desespera. Sé que deseas alejarte de lo placentero Para ser perforado por bullicio traqueteado Mereciendo en tu acribillamiento diario El dichoso festín del relajo. Hoy te alejaré de ese atroz infierno que explica tus pesares Convenciendo a lo que trasluce detrás de la ventana Tu actual desgano, Y te absorberé las ganas de vivir injurias Confiscando tu día con antibiótico febril delirio. 53


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Está bien No escribo historias Aunque se detengan una vez Por las sílabas acuosas de la que se espera significado. O es por la nostalgia del segundo cuento Por primera vez entendido. Aunque hoy no aprehendan lo pronunciado Impronunciable… pero está bien. Los que observan dentro de la hojas De páginas iletradas “tan mías” No atentan explosivamente sobre Lo dicho “tan mío”. Sus ojos no explotan mi abecedario Su desciframiento se extravía en el laberinto Multiforme que no descubre la felicidad que buscan … pero está bien.

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Puedo estacionarme con cientos de palabras impermeables Ya que son la figura de lo no imaginado La cosa inexistente que habiendo puesto “replay” Ni siquiera la hallan en la enciclopédica sabiduría de Las lenguas muertas. Es el mundo máximo, universo de una sola galaxia Una minúscula estrella de monocorde polvo estelar Centrípeta humanidad ininteligible para hombres de muchas voces De un idioma del que abandoné su comprensión.

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Invasores espaciales Detenido junto al vértigo observatorio, Uno con el índice La conmoción de formas estelares y La frágil constelación asida no alcanza el hastío. Al desordenar los nimbos la diviso, Era de cabellos negros Cubierta de una piel nacarada que asfixia el aliento: La hija del vuelo misterioso y Del intento de viaje interestelar. Y yo la espero sobre el gigantesco mundo donde ignaro habito. En él, viertes tu tibio perfume satelital, Similar al descenso de las siluetas nocturnas Dibujadas por las sondas volátiles Que sobre el páramo También se bañan con tus chascos de doncella refractaria. Estás dirigida y apresurada, Expulsada con lenta agonía a lo explosión de supernova Pues te imagino tentando seductora abducción Lanzando lumbre guerrera de tu boca.

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Y sin embargo, en alta mar o en La amplitud de tu cósmico vacío, ¿Hay lugar para mí? Descendida de Saturno o de Galaxia Láctea, ¿Es que no lo hay? Porque esta noche me sobrevuelas E inadvertido de visiones Sueño que juro ser testigo De la visita de furtiva invasora espacial.

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Creación casual En la mesa del café el planeta entero gira Y la noche nos imprime en su tenue oscuridad Nos presagian la cercanía cada vez Susurrando las conexiones apartadas bajo la hosca muchedumbre Aislados dentro de la esfera de palabras sincrónicas donde La sinapsis argumentativa bautiza nuevos satélites. Ahí, ciego de tu rostro, mirando el frenesí De la corriente sanguínea, torrente Olvido la vastedad ajena a tu presencia Moviéndose el punto gravitatorio de una vida pasada A ese instante gigante, centrípeto Y colocar en neutro las intenciones de narciso Para quebrar con mi máscara nueva y artesana Los memoriosos espejos reflectores, Identificando la vida y la muerte en la lozana senda trazada, La que otorgas con cada maretazo de tus formas. En ellas hallo la existencia: la adolescencia, la juventud La niebla del escalofrío, el amarillo de la mañana y el estremecimiento De una imaginada anticipada desnudez. La inocencia del primer universo Creado por una diosa en una tarde casual En donde deseo agónico abandonarme.

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El enamorado En el cuerpo La carne se oculta manipuladora Agitando las rosas precipitadas en invierno Parasitario Crecen blancos los pétalos De arriba abajo en la invención Profunda del nuevo movimiento Impregnando ramilletes insensatos Sujetos a la mano diestra del novio de cabeza En su perfume existe un filtro seductor Descubierto sereno, donde cada onza de rocío Se desparrama hacia el cuero vagabundo de calles antojadizas. Pero es terco, espera al revés la vida Idéntico a la vértebra del exoesqueleto, Y que el cuerpo divino lo rodeé en llamas Incinerándolo lentamente.

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Renuncia Me asfixio con las palabras del desaire Que habita en el intervalo vocal Diciendo la verdad de los don nadie Como canto mezclado de turbios espacios Cronos de hiel, sin salvarlos del horror Irresistible Cubierto de horas en náufragos minutos. Demasiada lentitud que sólo entienden las Plantas en el invierno. Demasiada lentitud de la luz estelar Demasiados segundos para la desesperación Labios mudos eternizados por la espera renunciada Como la aceptación de suprema condena. ¿Adónde va el tiempo que uno no quiere? El que se desperdicia meditando sobre su intrascendencia. No deseo ya los años, los días, ni las horas Recojan las encontradas sobre mi asfalto Que el tiempo me sobra.

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Conversación Cualquiera donde las aspas Raspan las brisas de rio ausente Contentan el hambre humano del lado Frío que no reclama. El nivel se alza hasta el cogote Y dices la última palabra para zambullirte En la razón de propios argumentos. No hay más claridad espacial, los sobretodos Impermeables desvían amores impactantes Yendo al vacío ajeno, el que no ha llenado su formulario de solicitud. Viaje de odisea atrapante de la desidia Asesina, ignorantes del discurso prometedor Siempre, convincente de todo de cualquiera. Si lo dices agotando tu abecedario, ¿dónde buscar más razones? Hundidos en turbio alta mar, lejano y oculto en arrecife Desconocido, ¿Cuántas palabras más hay por descubrir? O finalmente escondes tus vocales Para jamás hallar algún nuevo significado. 65


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Hibernación El cielo violeta se confiesa ante el vegetal dormido, iluminándolo con el halo que se apaga y no lo despierta, se ayuda del murmullo viento arremolinándose a su alrededor pero él continúa yacido ignorándolo. Ni el picoteo del cuervo, ni el reclamo de su umbela lo salvan del trance. El cielo ya es nocturno, el cuervo reposa en su nido y el polvo es manto indiferente para el que resiste su quietud de los que ya no pueden vivir sin movimiento.

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El Olvido Revueltos tus colores vespertinos Sobre el paso de cemento Despierta del letargo del que espera Y al frente allá Un candelabro en mi noche A la que abracé en mi insomnio Por la mañana intoxicado Corriendo detrás de la Embarcación embriagante Dispuesto a encenderme en la hoguera de ese ayer Siendo en un instante Centinela silencioso De impaciente resguardo de tu ausencia Fría que caía en gotas Al charco débil de las horas Y delirante la brasa No moría comenzando la brisa

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En espasmos de cielo despertado Por el giro rotativo de inertes horas. Completo profundo Saturado de siluetas extintas al tacto Bailantes y ensimismadas para absorbidas En las impuestas alegrías Extraviadas El hallazgo de aquellos desocupados Espacios de emociones Para insertar eso profundo Completo y saturado Frenético desde lo impaciente. E insistente lo taciturno Pierde la energía de su pena expectante Debilitada por su silencio del viento Mudo frío que corre indiferente como Asesina de banderas decepcionadas. Inmóvil el minuto Indeciso entre sus segundos, Extraviado en los bordes 70


De aquello que ya no corre O no quiere correr Y todo aquello cantado Y sujeto ha de caer oto単al Enfermo de la nada infinita Ayer, olvidado en la sombra De ese terrible estival Deseando no haber Deseado sentarse a esperar.

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Cuando ya no importe Lo amado confundido Resistía la cirugía de la muchacha a corazón abierto, Tamborileando la sonrisa desprendida subastada a tientas Donde tu león despeinado hace señas tras la jaula. El tibio amante separa las cuerdas rotas Al perder la melodía del instante en la sencillez Del canto verde manzana: la perdida elección Sobre ramaje epicúreo de acuarela torbellino. Se pudo elegir el comienzo, Alcanzar la duda desbaratándola A la primera llamada Siempre en nosotros y no en monólogo ausente. Fermentada la sangre de Neptuno Disuelta a las olas en borrasca Callando lo emancipado inalcanzable y Despierta despedida abundante. Pero ya desvirgada la tarde y Corrompida la oscuridad Con intermitencias del aburrimiento, 73


Se presenta lo irreconocible ensoĂąado Sin aroma ni propiedad, Un viejo sentimiento sin ancla Adherido a lo que se fue. Y habla del sacrificio pĂĄlido De las primeras sombras, De lo anciano de los recuerdos, De lo amado sin nombre, Y sin embargo, no desborda Ni invade, ni fulgura a la noche. Todo deviene cascada Cuando ya no importa.

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Ella Una mañana de setiembre a las 10 y 11 am Vi las sedas de cabellos largos descubriendo La estrella de sus ojos y el adornito de porcelana Donde ellos descansaban. Sus labios esmeraldas interrogaban por el tiempo Mientras detenido en él, era el descreído por fijarse en mía existencia. Y sin saberlo, lo trascurrido, lo que en ella era movimiento, Para mí se transformaba en limbo estático de ternura. ¿Cómo el alma puede ser cautiva de sí misma? ¿Su dulce voz fueron mi carcelera Al conocer viviente belleza? Aún se mantiene vigía, Porque la cercanía de la remembranza Hacen de los intentos de huida, vanos esfuerzos. Tenía un dulce andar de delicado existir Siguiendo baldosas amarillas para su caminar de niña, Preguntándome si quebraba el viento, Porque apenas iba sobre flores amarillas perlas Y paseaba por la vida como nube de algodón. 75


Lo hondo de su recuerdo vibra En el alma con instrumento que toca una Pieza de Liszt, abandonándose en su melodía silenciosa Bajo la compañía de ojos intensos, de boca de pequeños Dientes y de manos que cobijan pétalos de flor. Tantos años, tantos firmamentos Esperando tembloroso su llegar, observando entre gente desconocida Alguna fábula de oro que narre el capítulo Donde la princesa, vestida de seda, Reclame su pañoleta extraviada. Sólo irrumpía la realidad, Con historias mal contadas, Consolando la visión alucinada Que rescata a cualquier mortal de ríos salvajes y profundos. He degustado los días desmenuzando segundos Intentando cuál científico iluso, reconstruir los Minutos del primer encuentro, Hallando sólo tristes viajes de retorno al encontrar al vuelo, Que las horas pesan y los mensajes de juventud Ya no caben en madura conciencia.

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Desde hoy, las primaveras han extraviado su colorida natura La imagen del ayer, retrato estรกtico al que ya no Le reclamo dinรกmica. Pero siembre serรกs nimbo paseante en el cielo, Un hermoso capullo de rosa, una estival mariposa Un riachuelo de esmeraldas, el esbelto รกngel protector, Mi deseada especulaciรณn de eterna brevedad.

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INDICE Impaciencia

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Escape

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El error

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Mandamiento

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Prematuro

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La noche

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Obstinado

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La fotografía

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La respuesta

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Preludio a la decepción

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Reflexión en un día de baño

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Desaparecido

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Hundimiento

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A la deriva

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Atardecer

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Retorno

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El astronauta

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La sonrisa

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Si fueras una estatua

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La musa de cabellos ondulantes

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Separación

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Contemplación

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Enfermedad

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Está bien

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Invasores espaciales

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Creación casual

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El enamorado

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Renuncia

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Conversación

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Hibernación

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El olvido

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Cuando ya no importe

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Ella

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