Revista Conmebol Nº 131 - may/jun 2012 - español/inglés

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hora se van a desesperar más”. Waldir era un sabio. Era sereno, fumaba y miraba, no era de gritar ni de hacer gestos, nada de eso.

Cachito tiene una memoria que envidiaría una manada de elefantes. Recuerda cada detalle con absoluta precisión. -¿Cómo fueron los goles...? -En el primero hubo un rechazo del área nuestra, la paro de pecho, se la toco al Nene (Cubillas) y pico para buscar la devolución. El Nene me la tira, pero muy fuerte, y la para Gallo; como iba fuerte se le adelanta un poquito, justo cuando pasaba yo a la carrera. Me la llevo y me empiezo a ir, a ir, a ir... Cuando sale Mario Cejas le amago que voy

En 1985, Oswaldo Ramírez fue nombrado titular de la Federación Peruana por el Presidente Alan García. En esa condición llegó al Comité Ejecutivo de la CONMEBOL, que se ve en la foto de arriba: / In 1985, Oswaldo Ramírez was appointed head of the Peruvian Federation by President Alan García. As such, he arrived at CONMEBOL Committee Executive. On top: Rafael Esquivel , Dante Iocco, Oswaldo Ramírez. Sentados / Seated: Eduardo Deluca, Miguel Nasur, Nicolás Leoz, Rómer Osuna.

hacia el centro, él se arquea para ese lado y se la toco al primer palo. -Pero les empataron. -Sí, con un penal que no existió. Pero ya, lo cobraron y lo cobraron, a otra cosa. Antes de sacar del medio le dije a Hormazábal (Rafael, el árbitro): “usted sabe que no fue penal”. “Sí, pero ¿qué quiere, que nos maten...?” Y apenas sacamos vino el segundo. -Cuéntalo. -Del saque se la pasé a Chale y piqué de ahí nomás; Chale la metió larga pero salió Perfumo y neutralizó. Avanzó con la pelota, avanzó, tiró un pelotazo, y Chale metió la pierna como en plancha, le rebotó 52 CSF

y me cayó a mí a la izquierda. Tenía a Gallo a un lado y a Perfumo al otro, me dí como una vueltita y me fui derecho hacia al arco, a la salida de Cejas la toqué suave por arriba. Cejas voló para atrás, pero no llegó. La pelota entró picando, despacito. El chico que alcanzaba las pelotas detrás del arco se agarró la cabeza, no me lo olvido. A él le regalé la camiseta al final del partido. Se me prendió, me la pedía y se la dí. -¿Cómo fue la reacción del púbico al final? -No, todo bien. Mira, al hincha argentino hay que aguantarlo antes y durante el partido, pero cuando termina ya no es más problema. Nosotros salíamos en el bus y nos dijeron: “Todos al piso que nos pueden romper los vidrios”. Nos tiramos al piso y no pasaba nada, empezamos a escuchar que nos aplaudían y nosotros, desde el suelo, levantábamos la mano para saludar por las ventanillas. Por último ya vimos que estaba todo tranquilo, nos sentamos y no hubo inconvenientes.

-Imaginamos la llegada a Lima. -Ufff, mira, volvimos el martes. Había una multitud impresionante en el aeropuerto y centenares de policías custodiando que nada se descontrolara. Pero apenas se abrió la puerta del avión la gente se desbordó y arrasó con el operativo. Sin embargo, eso es normal en cualquier parte tras una gran conquista. Lo impresionante fue lo otro, la ida hasta la Casa de Gobierno. -¿Apoteótico...? -Nos pusieron un carro descapotable a cada jugador, íbamos en caravana saludando y eran miles y miles a ambos lados de la calle, por la Avenida Fawcett, la Avenida Colonial, la Plaza San Martín, el jirón de la Unión, hasta llegar a Palacio, todo lleno. Nunca visto, al menos en Perú. Con decirte que arribamos al aeropuerto a las nueve y cuarto de la noche y llegamos al palacio presidencial a la una y media de la mañana. -Y tú eras el héroe, Cacho... -Es difícil explicar eso, ese día, ese momento... Pienso que fui un predestinado. Mira, íbamos con traje y camisa blanca. Los puños de mi camisa llegaron negros, pero negros, porque la gente me agarraba, me tironeaba... A las cuatro y media de la mañana nos entregaron los laureles deportivos frente a una multitud. La gente empezó a gritar: “A-sue-to... A-sue-to...”. Querían seguir feste-

jando al día siguiente. Entonces el general Juan Velasco Alvarado, el presidente, sonriendo les pregunta: “¿Quieren asueto...?” ¡Síííííííííííííííííííííííííííííí....! gritó la muchedumbre. Y les responde: “Bueno, tienen asueto el 8 de octubre” (risas). El 8 de octubre lo habían declarado feriado los militares porque ese día se firmó la nacionalizacion del petróleo. Fue interminable, llegué a mi casa a las 6 de la mañana.

Oswaldo Ramírez ya había sido goleador absoluto del Perú en 1968. Y volvería a serlo luego. Fue el máximo artillero peruano de la historia durante años, hasta que su récord fue batido por Sergio Ibarra, un argentino (vaya revancha). Es el primer anotador peruano en la Libertadores y cumplió åuna campaña exitosa. Pero aquel 31 de agosto del ‘69 empezó todo de cero: sus goles se convirtieron en mito. En 1985, el presidente Alan García lo nombró titular de la Federación Peruana de Fútbol, el primer futbolista que llegaba a tal cargo, acaso en el mundo. Todo por aquellas dos corridas felices por la izquierda y esos goles que hicieron explotar de orgullo a una nación entera como nunca, desde el Imperio Incaico hasta hoy.


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