Libro Posturas Invertidas

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LAS POSTURAS INVERTIDAS

P. BRUN, Y. Y F. CANTALEJO, J.-P. LAFFEZ, E. LIBRAIRE, A.MAMAN, Y.MASQUELIER, Y. MILLERAND, B. MONTEGUDET, B. TATZKY, P. TOMATIS

Directora de publicación: Ysé MASQUELIER Directora de redacción: Elisabeth LIBRAIRE Dibujos: Pascale BRUN

Revue Française de Yoga Número 2 - Nueva serie 1990

ÍNDICE


Ysé MASQUELIER

Prefacio Los textos

Elisabeth LIBRAIRE

La Luna y el Sol

Andrée MAMAN

El vocabulario de los símbolos Léxico

Jean-Pierre LAFFEZ

Posturas invertidas y biomecánica

Yvonne MILLERAND

La postura sobre la cabeza, la vela, el arado o “el rey, la reina y la princesa”

Boris TATZKY

El acto de invertirse sobre la cabeza (shirshasana)

Béatrice MONTEGUDET

Testimonio

Patrick TOMATIS

La inversión indispensable Expresiones populares

Yolaine y Francisco CANTALEJO

La inversión vertical en el tarot a través del simbolismo, la mitología y el psicoanálisis. La crucifixión de San Pedro Bibliografía

Pascale BRUN Andrée MAMAN Patrick TOMATIS

Glosario general de posturas invertidas y sus variantes

PREFACIO

Ysé MASQUELIER, Tras estudiar arte y letras clásicas, hace un doctorado en historia de las religiones. Actualmente enseña religiones orientales en la universidad Inter Ages de Paris-Sorbona, también es profesora de yoga y, en la actualidad es Presidenta de la Federation Nationale des Enseignants de Yoga ydirectora de la Escuela Francesa de Yoga.


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Este número de la nueva Revue Française de Yoga es, como decimos a menudo, - debido a la pobreza de nuestro vocabulario moderno cuando se trata de la unidad de lo humano- un número “práctico”: número par, que se conjuga con el número impar de cada año, que trata más bien de temas “teóricos”1. Si, por casualidad, nuestros lectores entendiesen, que a través de esta aproximación doble, hay que diferenciar en el Yoga, por un lado, un aspecto reflexivo (que no conlleva necesariamente la experimentación), y por otro, una disciplina corporal (que no proviene necesariamente de una filosofía), estaríamos ante una falsa impresión. Mediante la elección de este ritmo binario, impuesto de todas formas por el objetivo que nos hemos trazado de editar dos obras al año- hemos seguido simplemente la tradición hindú por la cual el hombre dispone de dos instrumentos principales para su evolución: su cuerpo, o más exactamente, sus diferentes cuerpos; y su espíritu, o de una forma más precisa, los diferentes niveles de la psique. De este modo, la teoría no es letra muerta, y la práctica no puede resumirse en una gimnasia, por muy refinada que ésta sea. Una nos lleva a la otra, y en este balanceo entre los dos polos de la persona, el yogui encuentra su punto de equilibrio, siendo más allá del cuerpo y del espíritu que los asume unidos y los expande plenamente. Este número, que tiene como objetivo el estudio de un tipo de posturas muy destacadas, no empieza abordando la ejecución de las posturas invertidas; la dinámica de la obra tiene su origen aún más lejos, en los textos sagrados y en el simbolismo de la inversión. Nos ha parecido prioritario insertar los textos en una transmisión integral. La escucha de lo tradicional, lo que queda de la palabra del maestro cuando éste ha dejado de hablar, lo que puede adivinarse de su enseñanza oral en los trazos que nos llegan, de qué forma revive la experimentación personal, de generación en generación, un tratadomemoria, que sirve de hilo conductor: todas estas actitudes y cuestiones tienen como finalidad restituir el sentido de un ejercicio tan insólito como poner el ombligo por encima de la cabeza… Más aún, en este tiempo en el que la precisión intelectual no se aplica siempre, el recurso de la palabra evita las aproximaciones. Sólo, los tratados no se dejan penetrar con facilidad; hacen gala de un esoterismo curioso: ¿qué es esta luna y este sol que hay que reunir? ¿Este néctar que se agota poco a poco cuando el hombre está de pie, pero que dejaría de malgastarse al invertirse, ofreciéndole una vitalidad suplementaria? ¿Esta inmortalidad conseguida por un ejercicio pertinaz? Los yoguis de los Upanishads utilizan los símbolos de forma desmedida. ¿Desmedida?…Quizá, porque aquí los símbolos nos parecen el único lenguaje adecuado, aquél por el cual la sutileza de las transformaciones desencadenadas y sus repercusiones sobre el ser profundo, afloran a la conciencia. El hecho de que la preocupación de guardar en secreto técnicas consideradas difíciles haya arrastrado a algunos maestros a hablar sólo por medio de alegorías, no debe enmascarar la función esencial de estas imágenes-clave presentes en el conjunto del Yoga. Por esto, se ha colocado a continuación de los textos una exploración de sus grandes arquetipos, tarea 1

Como el número 1, sobre la transmisión “de maestro a discípulo”, o el número 3 que abordará los aspectos tradicionales de la noción de terapia.


delicada que Elisabeth Libraire y Andrée Maman han querido intentar, apoyándose en estudios complejos cuyas referencias se dan en la bibliografía. Manteniéndose como telón de fondo las posturas invertidas, aparecen en seguida las consideraciones de orden biomecánico y fisiológico. Podremos ver que, en el medio del Yoga, algunos, gracias a sus competencias, hacen un esfuerzo de investigación verdaderamente científico, que conduce al mismo tiempo a definir leyes que no tienen excepciones (salvo accidentes) y relativizan afirmaciones más corrientes, pero no conformes con la realidad. Jean-Pierre Laffez dirige estos trabajos hace tiempo, el suficiente como para hacernos comprender que la mecánica corporal, puesta en movimiento en la inversión, activa funciones que tonifican los órganos y se opera una recarga energética en el plano sutil. Cabe destacar la originalidad de un punto de vista que los libros de anatomía desdeñan aún, a pesar de que, desde hace algunos años, los terapeutas se han dado cuenta de su riqueza. Así pues, liberados de la preocupación de una exposición sistemática - ya sea de los símbolos o de la anatomía - los profesores de Yoga, despliegan un abanico de posibilidades ilimitadas que el Yoga propone en materia de posturas invertidas. Al mismo tiempo no lo han dicho todo; hubiera sido imposible. Pero lo esencial, pensamos, aparece con la diversidad propia de cada una de las aproximaciones: es la ocasión para recordar que la Federation Nationale des Enseignants de Yoga no es partidaria de un maestro único, sino que desea un espacio de libertad que preserve aquello que, en cada línea de transmisión, constituye sus articulaciones específicas, sus modos de reconocimiento. De ahí el desplazamiento de los acentos, de un artículo a otro: no hay que leerlos con un espíritu de oposición, ni con un falso espíritu de síntesis que pueda hacernos pensar en la posibilidad de mezclarlos, en la práctica personal o en los cursos que se impartan. La manera correcta de entender sus diferencias es, darse cuenta de cómo, a partir de la misma intuición primordial sobre las posibilidades ofrecidas por la inversión, se liberan y maduran con el tiempo diferentes líneas de fuerza, desembocando en unas prácticas coherentes, que forman cada una un todo. De todas estas prácticas, los autores proponen los principales aspectos; les hemos pedido que se mantuvieran centrados sobre cuatro grandes posturas invertidas: kapalasana, shirshasana, sarvangasana, halasana2. Su tarea consistía en exponer con todo lujo de detalles como se efectúan el inicio y el mantenimiento de cada postura; las condiciones físicas y psicológicas que deben desarrollarse para acceder a ellas, las posibles variantes sencillas, las compensaciones más deseables, los encadenamientos ocasionales,… Aquí podrá constatarse cuanto se valora la precisión del gesto y de la colocación. Nos protege de cualquier peligro, y es la única actitud que nos permitirá obtener de la postura los efectos que esperamos. También podremos apreciar el esfuerzo de los autores por situar la práctica en el marco de la actitud interior: ejercitarse en las posturas invertidas, es admitir en la conciencia los valores que conllevan, aceptar ser transformado lentamente por ellas. Esta dimensión se expresa con más fuerza en algunas páginas y no debería escapar al ojo atento del lector.

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Que se haya conservado el nombre en sánscrito no es cuestión de esnobismo, sino de falta de adecuación de las traducciones con el concepto que la postura encarna: “hacer la vela” tiene muy poco que ver con el verdadero sentido de sarvangasana, lo que, naturalmente, no obliga al profesor a hablar en sánscrito durante sus clases.


En este punto de la lectura, los más cercanos al Yoga habrán encontrado, a través de una misma obra, una síntesis de nociones desperdigadas en la cultura hindú y en los manuales occidentales consagrados al Yoga. Si este es el caso, el libro habrá completado una de sus funciones principales: ser un instrumento pedagógico nuevo, siendo que este tipo de obras no se han realizado hasta el momento. Por ello, aquellos que ignoran lo que es el yoga, o aquellos que aprenden sus primeros elementos, quedarán un poco desconcertados. Hemos explicado la importancia de lo simbólico, sobre la coherencia de las diferentes contribuciones a este número, y sin embargo, admitimos con agrado que se mantiene a veces un sentimiento de extrañeza: digamos que ponerse cabeza abajo ¿no es especialmente insólito, raro e incluso marginal? De ahí el deseo de mostrar otros modos de la misma forma de invertirse en contextos culturales muy diferentes: la elección se ha hecho sobre una gran tradición simbólica, la del Tarot, considerada a la luz de un auténtico conocimiento de sí mismo, de orden psicoanalítico; sobre el recuerdo de una leyenda medieval que exponía la reconquista de San Pedro para ser crucificado cabeza abajo; sobre una serie de expresiones populares, ya que el lenguaje habla forzosamente del cuerpo; sobre un testimonio personal que conecta la postura sobre la cabeza con la aceptación del tránsito y la realidad de la muerte.. puntos de vista aparentemente muy heterogéneos, pero indicadores de un sentido muy profundo que convergen en alguna parte. A continuación sigue una bibliografía corta, que no tiene nada que ver con el ejercicio detallado que habíamos intentado en el número 1 en el que se examinaron y resumieron setenta libros para que el lector sepa exactamente lo que esperar. Aquí las referencias se han desprovisto de cualquier comentario. Nos ha parecido más importante consagrar la energía de nuestro equipo a una búsqueda original, crear un glosario de posturas invertidas. De este modo se encuentran, aunque sólo se haga una mención de ellas, una serie de variantes que no habrían podido tener cabida en estos artículos que ya son de por sí largos; y nos hemos aproximado a un ideal exhaustivo muy difícil de alcanzar, ya que la cantidad ingente de variantes posibles no ha podido ser objeto de una recopilación completa. Este glosario de posturas invertidas permitirá sin duda al practicante descubrir otras formas de trabajar, y al profesor, proponer a sus alumnos ejercicios diferentes que desarrollen la flexibilidad o tonicidad de uno u otro segmento corporal, mejorar su sensibilidad o darles a conocer nuevas amplitudes respiratorias. Si alcanza su finalidad, el glosario será un soporte pedagógico individualizado y una esperanza hacia la creatividad. Estas son las ideas principales, los esquemas mentales que han dominado a la hora de elaborar este número. El azar aquí hubiera sido un mal consejero: había que hacer criba, una estructura de conjunto preside los contenidos y los reúne. Todo el equipo ha buscado, durante meses esta arquitectura en la que debían cohabitar el simbolismo racional, las ciencias modernas del movimiento, las diferentes aproximaciones en la enseñanza del yoga, y otras disciplinas convidadas a dialogar… Por último, fieles a la preocupación de belleza y armonía que ha presidido siempre en la Revue Française - y más aún ahora que se renueva - hemos querido que todos los dibujos proviniesen de la misma mano: forman el contrapunto del texto que animan, siendo a la vez firmes y elásticos ... como debe serlo toda postura clásica! No se


les puede concebir como un mero adorno, sino como la puesta en imágenes del gesto consciente y de la inmovilidad creadora hacia la que tienden los discípulos de los Yoguis.

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Existen tres arquetipos mayores que presiden la función universal de las posiciones invertidas, distinguiendo así el Yoga de una gimnasia que puede utilizarlas, incluso de la forma más refinada. Sin querer explicarlas - puesto que no se pueden explicar los arquetipos, sólo adivinarlos y encarnarlos - tracemos algunos datos depuradores en los que el dibujo, misteriosamente, reaparece aquí y allí, en toda esta obra, alrededor de un texto sagrado, de una precisión anatómica o del simbolismo cristiano. Cuando esto surge, es que el fundamento mismo de la práctica postural está en juego.

1.- Invertirse, es situar el corazón por encima de la cabeza. En la actitud normal, el corazón de carne tiene su lugar natural por debajo del nivel del cuello y de la caja craneal; la correspondencia simbólica establece pues una prioridad del centro mental, con sus funciones de orientación y análisis, sobre el centro cardíaco, lugar de asentamiento de las emociones y del amor propio. Así pues en la inversión es el corazón el que domina, y va a dar su impulso a la cabeza. Esta inversión sólo puede tener un sentido evolutivo, si va acompañada de una mutación: es la conversión de las energías del corazón que superan el régimen de las emociones y del deseo para acceder al del sentimiento y la voluntad. La transformación es radical, incluso si no se percibe tan bruscamente como aquí se dice; efectivamente, es el paso de la oscilación imprevisible de los afectos, a la estabilidad unificadora del sentimiento, aún es más, retornar la voluntad personal hacia la realización de la “voluntad de Dios”, o dicho de otro modo, la aceptación de “aquello que Es”. El hombre “retornado” es un ser nuevo, en el que el funcionamiento analítico y racional, sin dejar de ejercitarse, se sublima y se fundamenta en una instancia más elevada y extensa, que le imprime su impulso, ya que: “Más sutil que lo sutil, más grande que lo grande así es el Yo; escondido en el corazón de los seres; el hombre, exento de deseo, liberado de todo dolor, por la Gracia del creador, ve al Señor y su majestuosidad”3

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Shvetashvatara Upanishad, III,


2.- Invertirse es abandonar algo de sí sobre el hogar de la interiorización. Estamos asombrados del vocabulario ligado al simbolismo del corazón, y su resonancia a lo largo de la tradición hindú. El corazón se designa normalmente con cuatro palabras: guha, la gruta o la cueva a la que se retira el ermitaño desapegado del mundo; nida, o el nido al que regresa el pájaro hamsa, el pájaro migratorio que encarna el espíritu; padma, el loto, imagen cosmogónica y estructural en toda representación hindú y budista; y finalmente, ayatana, el santuario. Me gustaría destacar éste último término. El Maha Narayana Upanishad visualiza de este modo el centro sutil de corazón: “Coronado de llamas, santuario eminente de todas las cosas, resplandece… Ya que la llama acerada del Guía, menuda, erguida en él, se ha establecido, resplandeciente, igual que un rayo brillante en el seno de una nube obscura”4 Los sabios se han dado cuenta de que aquí, como en otros Upanishads de la misma línea, el antiguo ritual védico, se investía de un sentido nuevo, más comprometido y más personal: en lugar de ofrecer por medio de la meditación en Agni, el Dios Fuego, animales o substancias, en un sacrificio destinado a asegurar el saludo, el adepto de esta nueva vía se ofrece él mismo sobre el altar interno, abandona sus deseos pasajeros hacia una sabiduría más perdurable, da paso a una actitud de consumación, a una escucha que es el don de sí … Más aún, pasa de una moral sobre el tener a la libertad del ser. Naturalmente, esta mutación no se trabaja suficientemente en las posturas invertidas, pero en esa inversión de lo valores, que hace que el yo se libere por un lado de sí mismo a través del Agni íntimo, el “Fuego de dentro”, es donde estas posturas obtienen todo su sentido. También es cierto que pueden realizarse sin ningún conocimiento de sus implicaciones y sin embargo, serán las encargadas de hacernos partícipes de una apertura de la personalidad hacia zonas todavía desconocidas en la profundidad de cada uno. Todo abandono comporta sus resistencias: no soltamos tan fácilmente, por ello los aprendizajes son tan largos. Del corazón a la cabeza, el cuello constituye un istmo, una estructura muy frágil donde se encuentran y enfrentan las tensiones de los dos centros. ¿No es este el problema del hombre rebelde que se aproxima al misterio y que la tradición judía denuncia como “un pueblo de nuca rígida”5? En realidad pues, si existe algún “sacrificio”, es el de las rigideces en las que el yo se retira y la aceptación lo hace más fluido o lo hace desaparecer.

3.- Invertirse es volver a poner en su lugar lo que, un día se descolocó por un suceso que puso el mundo patas arriba”.

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Líneas 249-257 Ver a propósito de estas referencias el libro de Annick SOUZENELLE, “Le symbolisme du corps humain, De l´arbre de vie au schéma corporel” (Trad.”El simbolismo del cuerpo humano, del árbol de la vida al esquema corporal”). Edit. Dangles,1984 5


Dicho de otro modo, creemos vivir en un mundo al derecho, cuando se encuentra al revés; así, cuando realizamos una inversión, nos colocamos en el buen sentido… Concepto muy curioso que parecería una broma si no lo encontrásemos en las diferentes culturas tradicionales. El Veda compara la creación de este modo, el cosmos materializado en una higuera Asvattha, árbol sagrado pero invertido, con las raíces hacia lo alto y creciendo hacia abajo. En la iconografía cristiana, los ángeles caídos caen con la cabeza hacia la tierra, y lo mismo sucede a veces a Adán y Eva cuando son exiliados del Paraíso, que marca la “caída”6. En otro plano, cuando un niño, para nacer, da la vuelta en el seno materno con el fin de presentar primero la cabeza, nace al revés en un mundo al revés… Se puede entender mejor así, ese bello texto de la Leyenda Dorada que intenta expresar el martirio de San Pedro sobre un cruz invertida, texto que citamos en este libro y que se une a la inversión, el nacimiento y la vuelta iniciática en la aceptación de la muerte. Hemos asociado voluntariamente este texto medieval a los actuales testimonios, a través de los cuales surgen los mismos ecos, y de forma totalmente espontánea: sirva esto para ilustrar un yacimiento simbólico tan rico como el que contienen las posturas invertidas.

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Me gustaría cerrar esta introducción diciendo a aquellos a los que estas dimensiones escondidas pudieran inquietar un poco, lo que ya he sugerido al hilo de estas líneas: no es absolutamente necesario obligarse a entrar en estos términos para poder percibir las transformaciones somáticas y psíquicas que se instalan gracias a una práctica prudente y progresiva. No nos asustemos del simbolismo, pero que tampoco nos asombremos de la intensidad de las energías que se ponen en juego en estas posturas. Si tenemos en cuenta estos aspectos y no sólo aquellos que normalmente denominamos “prácticos” o “físicos”, es porque queremos darle un sentido original. Todo esto se enseñaba antiguamente por transmisión oral por parte de los maestros, lo que nos explica por qué los tratados son tan cortos, y nos remite al primer número de la Revue Française sobre las leyes de transmisión entre maestro y discípulo. En la actualidad, esta forma sigue vigente, pero tiene un carácter muy excepcional. Hemos pensado pues que, sin pretender sustituir a los grandes Yoguis, podemos en el presente, con un lenguaje muy actual, desarrollar nociones que, de otro modo, quedarían lejanas y acabarían quizás por perderse.

Ysé MASQUELIER

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Ver otros ejemplos de Mircea ELIADE, “Tratado de Historia de las religiones”; y en Tara MICHAEL, “Mitos y símbolos del Yoga”.


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