Salvador Ruedaaa

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A CERCA DEL AUTOR

Salvador Rueda (Málaga, 1857- id., 1933) Aunque este conto que de niño no servía más que para vagar a todas horas “pretendiendo descifrar los profundos misterios y las grandes maravillas”. Fue estudiante de latín, monaguillo, jornalero, guantero, carpintero, corredor de guías del puerto de Málaga, pirotécnico y oficial primero del Cuerpo facultativo de Archiveros Bibliotecarios, periodista y Arqueólogo. Destacándose Laboralmente como Poeta, escritor autodidacto y principalmente precursor español del modernismo. Este se dirigió a Madrid donde se le ofreció trabajo en la gaceta de Madrid, donde su poesía fue muy bien catalogada en Hispanoamérica, luego se volvió a marchar dedicándoles un poema en honor a su hospitalidad llamado “el milagro de América” (1929) Sus principales características de su poesía son “el magnífico colorido, y la nota de musicalidad. Los temas son variados pero se destacan principalmente al mundo de la naturaleza.


Con la presencia de disciplina que representaba Rubén Darío (Su maestro) Esté fue decayendo en importancia e influencia. Al Volver a su tierra Natal Salvador Rueda vivió modestamente en una casa cerca de la alcazaba, donde cayó enfermo en marzo de 1933 y murió el 1 de abril de ese mismo año. Rubén Darío al igual que Rueda formaba parte del modernismo, siento este el indicador y máximo representante. Sus poemas se basaban en sueños exóticos, memorables heroísmos y tempestades sublimes. pero ya en su época todo esto comenzaba a desgastarse y se ofrecía a la imaginación de los poetas como las armas inútiles que se conservan. Rubén Darío estaba llamado a revolucionar rítmicamente el verso castellano. A CERCA DE LOS POEMAS En las próximas páginas podrán observar los diversos poemas seleccionados por nosotros, ya que estos fueron unos de los poemas que lograron captar nuestra atención. Samuel Rueda en todos sus poemas trata de mencionar algo de nuestra naturaleza ya sea directamente o indirectamente, lo cual le da un mayor sentido al poema, por ser esta (la naturaleza) parte fundamental de nuestras vidas. Este poeta es claramente un ejemplo a seguir ya que el gracias a su esfuerzo y perseverancia logro sus metas, aunque para esto tuvo que hacer un gran esfuerzo sacrificándose como cualquier persona.


Catherine Miranda- Javiera Sanhueza 4°Medio B


NOVIA DE LA TIERRA Mirarte solo en mi ansiedad espero, solo a mirarte en mi ansiedad aspiro, y más me muero cuanto más te miro, y más te miro cuanto más me muero. El tiempo, pasa por demás ligero, lloro su raudo, turbulento giro, y más te quiero cuanto más suspiro, y más suspiro cuanto más te quiero. Deja a tu talle encadenar mi brazo, y, al blando son con que nos brinda el remo, la mar surquemos en estrecho lazo. Ni temo al viento ni a las ondas temo, que más me quemo cuanto más te abrazo, y más te abrazo cuanto más me quemo.



LAS CANÉFORAS Deteniendo severo magistrado su pie ante las canéforas preciosas, mira en sus caras de purpuras rosas el pudor por carmines dibujado. El temblador ropaje replegado les da esbeltez de vírgenes graciosas y llevan en las manos primorosas ricas bandejas de oro cincelado. Sobre el metal que espejeando brilla, del sacrificio llevan la cuchilla que al magistrado, cándidas, ofrecen. Y le bridan también trigo flamante, que en las caneas de oro rutilante rubios granizos con el Sol parecen.




LA CIGARRA Canta tu estrofa, cálida cigarra, y baile al son de tu cantar la mosca, que ya la sierpe en el zarzal se enrosca y lacia extiende su verdor la parra. Desde la yedra que a la vida se agarra y en su cortina espléndida te embosca, recuerda el caño de la fuente tosca y el fresco muro de la limpia jarra. No consientan tus élitros fatiga, canta del campo el productivo costo, ebria de sol y del trabajo amiga. Canta y excita al inflamado agosto a dar el grano de la rubia espiga y el chorro turbio del ardiente mosto.



EL AVE DEL PARAISO Ved el ave inmortal, es su figura; la antigüedad un silfo la creía, y la vio su extasiada fantasía cual hada, genio, flor o llama pura. Su plumaje es la luz hecha locura, un brillante hervidero de alegría donde tiembla U ardiente sinfonía de cuantos tonos casa la hermosura. Su cola real, colgando en catarata; y dirigida al sol, haz que desata vivo penacho de arcos cimbradores. Curvas suelta la cola sorprende, y al aire lanza cual tazón de fuente un surtidor de palmas de colores.



Afrodita Venus, la de los senos adorados que nutren de vigor savias y rosas; la que al mirar derrama mariposas y al sonreír florecen los collados; la que en almas y cuerpos congelados fecunda vierte llamas generosas, de Eros a las caricias amorosas ostenta sus ropajes cincelados. Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente de cuanto sueña y goza, piensa y siente; de cuanto canta y ríe, vibra y ama. En el niño es candor, eco en la risa; en el agua canción, beso en la brisa, ascua en corazón, flor en la rama.



Lejano amor

Mujer de luz, mujer idealizada, que apagaste tu lámpara de oro: aun pienso ver la escarcha de tu lloro dentro de tu ataúd amortajada. Vuelve a surgir de gloria coronada; sal otra vez del mármol incoloro; yo te amo, yo te vivo, yo te adoro, llena de luz como una desposada. Tu carne fue de nardos y panales, floreciente entre sábanas nupciales; resucita: yo te amo, yo te quiero. Dame tu boca en flor, esposa mía, y tu seno que hierve en armonía, lo mismo que un enjambre en un romero.



Las bodas del mar Ya acudes a tu cita misteriosa con el inquieto mar, luna constante, y asoma las playas de Levante, hostia de luz, tu cara milagrosa. En la onda azul, cual nacarada rosa, se abre tu seno con pasión de amante, y dibuja un reguero rutilante tu pie sobre la espuma en que se posa. El agua, como un tálamo amoroso, te ofrece sus cristales movedizos donde tiendes tu cuerpo luminoso. Y al ostentar desnuda tus hechizos, el mar, con un abrazo tembloroso, te envuelve en haz de onduladores rizos...



Tiene la mariposa cuatro alas...

Tiene la mariposa cuatro alas; tú tienes cuatro versos voladores; ella, al girar, resbala por las flores; tú por los labios, al girar, resbalas. Como luces su túnica, tú exhalas de tu forma divinos resplandores, y fingen ocho vuelos tembladores tus cuatro remos y sus cuatro palas. Ya te enredas del alma en una queja, ya en la azul campanilla de una reja, ya de un mantón en el airoso fleco. En el pueblo andaluz, copla, has nacido, y tienes ¡ave musical!, tu nido de la guitarra en el sonoro hueco.



Estambres y pistilos Bajo el velo del agua transparente impregnada de rayos luminosos, estambres y pistilos pudorosos se citan, para amarse, en el ambiente. Atravesando el líquido luciente asómanse los tallos amorosos, y a los himnos del viento rumorosos los desposa la luz resplandeciente. A la vez en las frondas escondidos, cuántas dulces escenas misteriosas entre los bosques formarán los nidos. El lento desplegarse de las rosas, el crujir de los granos, los latidos... ¡Oh concierto invisible de las cosas!



El cisne Visión impecable de nácar riente, ara de alabastro y hostiario viviente, cisne, frágil arco de la idealidad; alma que desfila bajo de tu cuello digna es del gran triunfo de gozar lo bello y del sol que alumbra la inmortalidad.

Sagrario que viertes pulcritus divina, filtro idealizado de luz cristalina, de las fuentes triste clarificador; tu lección de blanco, viste de pureza, viste armonía, viste de belleza, y abre castas risas de bondad y amor.

Tu blancor teológico lava de pecado, y, oración de plumas, tu ropón nevado habla de una eterna casta religión: la que da a las almas la naturaleza, la que da alegría, la que da belleza, la que de blancuras viste la ilusión.

Gracia de los cielos en tus plumas llueve, en tus plumas hechas de oración y nieve,


que a la boca invitan cual para rezar; hecho tu plumaje de altos resplandores, no está profanado ni por los colores y su luz ni el iris se atreve a tocar.


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