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El Sol de San Telmo

Número 21 Buenos Aires abril 2011

“Destacando nuestra riqueza humana”

www.elsoldesantelmo.com.ar

Novedades de 2011: ¡Salimos todos los meses! p.2 El iconoclasta: Osvaldo Giesso. p.3 La defensora: Patricia Merkin. p.5 Los tangueros: El pibe de oro, el milonguero y la cantante. p.6-7 El mozo de historias: Carlos Encina Alarcón. p.8-9 Los amigos del Mercado: Ángel y José Luis Arribas. p.10 El fileteador y filósofo: Martiniano Arce. p.12

GRATIS


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El Sol de San Telmo

Mensaje Editorial

Mensaje editorial y novedades de 2011

Nuestra Misión:

El Sol de San Telmo es un periódico no-partidario dedicado a fortalecer y celebrar el barrio de San Telmo y el Casco Histórico de Buenos Aires. Definimos nuestra visión editorial como periodismo comunitario. Valoramos toda comunicación que genere un foro abierto de participación y diálogo para las muchas voces que constituyen la comunidad de San Telmo. Reconocemos que vivimos en una época en la cual los medios (tanto masivos como independientes) ocupan cada vez más el espacio de intercambio y comunicación que antes ocupaban nuestros espacios públicos—las plazas, parques y veredas donde nuestros abuelos se juntaban para conectarse con el mundo y con sus comunidades. Por eso queremos revalorar el intercambio y la conexión humana a través de un periódico cuya identidad, contenido, y espíritu se definen a través de la participación activa de sus lectores y colaboradores. Todos los que viven o trabajan en el barrio, o simplemente le tienen cariño, están invitados a formar parte del debate sobre San Telmo: su patrimonio tangible e intangible, su pueblo y su futuro.

Our Mission:

El Sol de San Telmo is a non-partisan publication committed to strengthening and celebrating the neighborhood of San Telmo and the Historic District of Buenos Aires. We define our editorial vision as community journalism and value all communication that creates an open forum of participation and dialogue for the many voices that constitute the community of San Telmo. We recognize that we live in an era when the media (corporate and independent) increasingly occupy the role of exchange and communication that our public spaces once did—the plazas, parks and sidewalks where our grandparents gathered to connect with each other, with the world, and with their communities. This is why we want to revalue human exchange and connection through a publication whose identity, content and spirit are defined through the active participation of its readers and contributors. All those who live, work, or simply have a special affection for the neighborhood are invited to be part of the debate about San Telmo: its tangible and intangible heritage, its people and its future.

g Directora y editora: Catherine Mariko Black Director ejecutivo y propietario: Gonzalo Plaza Corrección: Flavia Vogel Colaboradores: Isabel Bláser, Amelia Borofsky, Omar Dianese, Daiana Ducca, Edgardo “Super 8” Gherbesi, Lucía Mercedes Maranzana, Diana Rodríguez, Clara Rosselli, Mirta Regina Satz, Marcelo Somma, Alejandra Tara El arte de nuestro logo es un fileteado del maestro Martiniano Arce www.martinianoarce.com Dirigir consultas al: 15-5374-1959 elsoldesantelmo@gmail.com www.elsoldesantelmo.com.ar Registro de Propiedad Intelectual: 872827

Dónde retirar El Sol: Todo Mundo Anselmo Aieta 1095 Panadería Cosas Ricas Perú 1081/85 Restaurant Manolo Bolívar1299 Librería Fedro Carlos Calvo 578 Del Limonero Balcarce 873 La Fundamental Pasaje Giuffra 370 San Antonino Bolívar 1087 AlmaZenArte Balcarce 1056 Dietética Harlem Perú 910 Panadería Tentempie Chile 626

Granja Mharley Mercado de San Telmo Bicicleta Naranja Pasaje Giuffra 308 Ferretería San Juan Av. San Juan 574 Nonna Bianca EEUU 425 Siempre Juntos Tacuarí 745 Kioscos de Diarios: - Carlos Calvo y Perú - Humberto 1 y Anselmo Aieta -Independencia y Perú -Piedras y Carlos Calvo -Piedras y Chile -Bolívar y México -Defensa y Brasil

Con esta edición del Sol de San Telmo hacemos hincapié en algo que todos sabemos: San Telmo es un barrio lleno de personajes. Desde el diariero de la esquina hasta unas cuantas caras famosas, estas calles suelen atraer a personas interesantes, atípicas y especialmente queribles. En el diccionario se encuentra la siguiente definición de personaje: “persona importante o famosa” pero para nosotros los personajes de San Telmo no son necesariamente los que vemos por la televisión (aunque hay algunos en estas páginas), sino que los que enriquecen el ambiente donde vivimos son importantes porque tienen o tuvieron una incidencia en el tejido social y cultural de San Telmo. En ese sentido, estos hombres y mujeres –de toda clase, oficio e ideología– enriquecen el capital humano que es uno de los recursos más valiosos que tenemos y que deberíamos que apreciar y defender. Obviamente, los retratos en este número son una muestra nomás: son individuos que nuestros colaboradores eligieron exponer dentro del poco espacio que tenemos. No pretende (no podría) ser completo, pero esperamos que sea de interés y gusto.

Ahora nos podrán leer todos los meses. Algunos lectores se darán cuenta que esta vez “El Sol” sale con 12

en vez de 16 páginas. ¿Por qué? La respuesta es que nuestro equipo de colaboradores tomó la valiente decisión de intentar publicar un número por mes, en vez de cada dos meses. Cuando “El Sol” salió a la calle por la primera vez, era un periódico mensual, pero por la falta de recursos humanos (y económicos) tuvimos que bajar la frecuencia a cinco números por año. Hoy, en nuestro cuarto año de existencia y luego de una consolidación filosófica e humana que mejor refleja el espíritu participativo del proyecto, seguimos creciendo sobre una fundación más fuerte y arraigada. Tanto ustedes los lectores, como nosotros, los productores, hemos comentado que sería preferible potenciar el trabajo de comunicación y desarrollo comunitario de “El Sol” con más contenido, más seguido. Vamos a intentar dar ese paso, achicando mínimamente cada edición, pero a cambio de más periodicidad y más contenido. Si hay atropellos en el transcurso del año, les pedimos paciencia porque esto es un proceso de aprender sobre la marcha.

Estamos editando un libro.

Fue aprobado un proyecto presentado por El Sol de San Telmo en 2010 en el Régimen de Mecenazgo del Ministerio de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Dicho proyecto consiste en editar un libro sobre el patrimonio cultural, intangible y viviente del Casco Histórico porteño: un libro de textos y fotografías que reúnen una selección de lo mejor que ha sido publicado en el periódico, más nuevo material, impreso sobre un suporte de buena calidad. Un libro que demuestra el valor ya mencionado de la riqueza humana en esta zona: su gente, sus usos y costumbres, sus oficios tradicionales, sus locales y espacios emblemáticos, sus historias locales y mucho más. La idea es llevar el discurso sobre el Patrimonio Cultural más allá de lo edilicio y paisajístico, y reconocer el valor social y cultural que permite que habitemos un Casco Histórico vivo, y no una mera escenografía muerta. ¡Y ustedes nos pueden ayudar! El programa del Mecenazgo facilita que PyMEs y empresas grandes puedan destinar el total o una parte de sus impuestos anuales a los proyectos aprobados. Por ejemplo, las empresas inscriptas en el Régimen Simplificado de Impuestos sobre Ingresos Brutos pueden destinar hasta el cien por ciento de su determinación anual. En vez de pagar ese monto al GCBA, se paga a estos proyectos de valor cultural, avalados y elegidos por el mismo GCBA. Esperamos que los comercios de la zona que nos conocen y comparten la visión de este libro nos acompañen para hacerlo una realidad.

Charla-debate sobre experiencias y lecciones de conservación patrimonial. ¿Cómo encarar un proyecto de preservación y puesta en valor en el Casco Histórico? ¿Qué fuentes de apoyo existen para realizarlo? ¿Cuáles son las problemáticas y lecciones que podemos estudiar para fortalecer la futura protección patrimonial? El Sol de San Telmo y la revista TELMA copresentan una charla y debate sobre los desafíos y posibilidades en emprendimientos que implican una protección y conservación del patrimonio histórico. Arquitectos, restauradores y referentes del rubro en el ámbito privado compartirán sus experiencias e intercambiarán ideas con representantes del Estado para identificar modelos y metodologías prácticos. Invitados especiales: Liliana Barela, Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico; Arq. Luis Grossman, Dirección General del Casco Histórico; Arq. Fernando Diez, editor revista SUMMA; Stephen Woods, restaurador privado.

Miércoles 4 de mayo, 19hs

La Casa de Liniers (Dirección General Patrimonio e Instituto Histórico) Venezuela 469 Informes: www.elsoldesantelmo.com.ar o escribir a elsoldesantelmo@gmail.com


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Personaje querible: Osvaldo Giesso

abril 2011 Número 21

El iconoclasta

Osvaldo Giesso: arquitecto, bohemio y padrino del San Telmo contemporáneo Es difícil poner en palabras exactamente lo que hace a Osvaldo Giesso tan querible y tan mítico. Se podría hablar de su visión, siempre años delante de su época, o de su creatividad y energía incansables para generar nuevos espacios y propuestas culturales. Se podría referir al sinfín de nombres de gente famosa, referentes nacionales del arte moderno y de la cultura, que lo adoran y respetan -muchos debiendo sus comienzos a la generosidad que siempre brindaba con entusiasmo-… pero son cosas que se han dicho y publicado miles de veces (últimamente, y en muy buen formato, el libro Mundo Giesso, 2011, que citamos ampliamente en esta nota). Lo cierto es que el hombre que muchos consideran que inventó el San Telmo de hoy tiene un espíritu entrañable, lúdico y contagioso. Su socia de muchos proyectos creativos, Adriana Budich, quien también editó el mencionado libro, lo puede describir con más autoridad: “Hombre-niño, que ríe, juega y danza, que experimenta el carácter insensato de la vida y no necesita ajustar el destino a la existencia… Genovés indiscutible. Construyó su casa con laberintos borgeanos como una morada, un nido para vivir, habitar, pero también para crear, compartir y alojar. El mítico Espacio Giesso, en el que añade y derriba paredes, que se metamorfosea según la ocasión, el viento del Sur, o vaya a saber qué sueño delirante”. Ya que mencionamos el Espacio Giesso, podemos empezar ahí. Llegó al barrio en 1967, a sugerencia de un primo que invirtiera en San Telmo en asociación con un emprendimiento comercial. Aunque el negocio nunca se concretó, ya había encontrado el edificio de Cochabamba 360, y decidió comprarlo. Cuenta que cuando llegó, “San Telmo era una zona desconectada del centro, los porteños pasaban sin detenerse”. El edificio de Cochabamba tenía doscientos años de antigüedad, estaba arruinado y destinado por decreto municipal a demolición, luego de haber sido una comisaría y posteriormente un conventillo donde llegaron a vivir más de 20 familias. “Pero la casa me atrapó, trasladé mi estudio, me di cuenta de que tenía una casa quinta silenciosa a cinco minutos del centro, comencé a conocer el barrio y me quedé”. Cuenta que usó el concepto de reciclaje en las obras de recuperación porque era más económico encontrar materiales antiguos que nuevos. Por su vínculo con el vanguardista Instituto Di Tella, convocó a sus amigos artistas para ayudarlo a reciclar la casa, cuyos rejas fueron intervenidas por Enio Iommi, los cielo rasos por Luis Wells, el bar por Rodríguez Arias y Juan Stoppani, las puertas por Rogelio Polesello, y muchos otros nombres que ya son parte del panteón del arte moderno argentino. En 1972 y 1976, adquirió las dos propiedades linderas y las agregó a la original, creando el “laberinto borgeano” que ejemplifica el Espacio

Giesso. En la actualidad, el conjunto se compone de cuatro casas unidas edificadas a principios del siglo XIX, y cuenta con 2.500 metros cubiertos que fueron desarrollados, en distintas épocas, como sala de dibujantes, sala de espectáculos para 80 personas, showroom, bar, taller de carpintería, y teatro. “Yo siempre decía que jamás iban a entrar a robar a esta casa, porque

no iban a poder salir sin mi guía. Pero entraron, robaron y salieron”, va el refrán de Giesso. En esa época, pleno auge del Instituto Di Tella, una procesión de artistas de la vanguardia del arte moderno pasaron por el Espacio Giesso. “Se acercaron Jorge Romero Brest y Ernesto Deira y quedaron enloquecidos, era el auge del pop, inmediatamente se instalaron las reuniones con Luis Felipe Noé, Marta Peluffo, Guido Di Tella, Jorge Romero Brest, Julio Ginas y otros”. Muchos se contagiaron y decidieron radicarse en la zona. Giesso dice que tuvo “suerte de no ser crítico de arte y no estar embanderado con ninguna corriente”, pero fue uno de los grandes patrocinadores del arte moderno del país, ya ofreciendo sus salones para muestras de artistas que no hubieran podido conseguir una galería convencional, su (también mítica) casona en la calle Cangallo como atelier para artistas, o generando enlaces y promoviendo la divulgación de estas nuevas propuestas. La lista de figuras importantes que él ayudó es demasiado larga para incluir, pero grandes nombres desde Rómulo Macció, Carlos Gorriarrena, Alberto Heredia y hasta Marta Minujín dicen que él los apoyó cuando pocos lo quisieron hacer. Por esa época se organizaban las comidas de Giesso, conocidas por sus grandes porciones de fideos o paella, y asistidas por los círculos eclécticos que lo rodeaban. Álvaro Castagnino comenta: “Giesso es un gourmet y gran cocinero, sus comidas en su casa de San Telmo eran imperdibles por la propuesta gastronómica y por la convocatoria de amigos, intelectuales y artistas que enriquecían los encuentros con ideas, iniciativas, diálogos y discusiones”. “En una época hicimos un altar; era una mesada de cocina que miraba al comedor y estaba protegida por vidrios y el que cocinaba era visto”, recuerda Giesso. También compró platos blancos grandes para que la gente que iba a comer pudiera pintar un plato, y luego poder seguir usándolo como propio. En 1971, Giesso, asociado con Julieta Ballvé, Luis Diego Pedreira y Juan Antonio Pérez Prado, inauguró en Cochabamba 360 una sala de teatro. Al poco tiempo abrieron las siguientes dos salas, una en la calle Estados Unidos y la otra en Carlos Calvo. En los posteriormente llamados “Teatros de San Telmo” se pudieron ver espectáculos como Expornoshock, con Ladivaverde; Orquesta de señoritas, dirigida por Jorge Petraglia; Cuplés cupletistas, con María Gondell, Dina Roth, Eleonora Noga Alberti, Música Ficta y Cuarteto Zupay, entre otros. Aun en plena dictadura militar, el Espacio Giesso era un refugio de libertad de expresión y creatividad, y esto seguramente influyó en su nombramiento como Director General del Centro Cultural Recoleta, en 1983. A un año de asumir el mando de la nueva continúa p.4


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El Sol de San Telmo

Personaje querible: Julio José Cardenas institución, su asistencia creció desde 25.000 a 300.000 visitantes, gracias a las propuestas innovadoras (como el “Laberinto Minujinda”) que siempre sorprendieron con su alto grado de transgresión, riesgo y originalidad. Son tantas, tantas cosas más que se podrían decir de su carrera -el invento del “loft argentino”, sus posteriores experimentos en arte “para perturbar y preocupar” en vez de ser meros “objetos de adorno”, su compromiso hasta hoy a darles una oportunidad a artistas desconocidas (ver recuadro)- pero terminamos con el elogio emotivo de otra vecina de San Telmo, la cineasta independiente Narcisa Hirsch: “Su manera de vivir, trabajar, donar su espacio y su persona, fue para mí un modelo y también una confirmación de que ese modo de vivir y de trabajar era posible, que no había que tomar partido por una clase social u otra, por una ideología u otra, sino que se podía ser políticamente correcto, ideológicamente libre y, ante todo, personalmente creativo, que se podía vivir poéticamente”.

El que sonríe igual

Julio José Cardenas: querido por sus perros y por sus vecinos también

Emiliano Mora

Transgresión y transformación Como ilustración de la generosidad y el apoyo que Giesso sigue brindando a los artistas que rompen con los esquemas convencionales en el arte, me presentó a Emiliano Mora el día de nuestra entrevista y casi (diría yo) parecía querer que la nota fuera sobre este joven artista en vez de sobre él. “Es un loco lindo -me decía con visible entusiasmo-. Hace cosas insólitas para un artista”. Estas cosas insólitas incluyen una serie de acciones-intervenciones en 2001 titulada “Corralito”, en la cual Mora se vistió con un traje (o una máscara) cocido de bifes de milanesa crudos, y caminaba (filmado) por las salas de ArteBA y el Museo de Bellas Artes. “ Tener esa carne, que compré en Coto, puesta sobre mi carne cambió el sentido de la misma. No se come, es como una capa sobre tu cuerpo que no te deja respirar. Fue una forma de expresión crítica en el momento”, cuenta Mora. Una vez terminada la obra, se fue del país y nunca más volvió a comer carne. Dice que en esa época “Giesso fue el único que me apoyó. Tiene una mente tan abierta, no se deja llevar por los mandatos del mercado como otros espacios creativos”. Cuando nos conocimos a fines de marzo, estaba preparando otro proyecto: esta vez sacaba toda su obra de pintura, que había sido guardada durante años, y la destruía en el Espacio Giesso. Luego, con la ayuda de algunos cartoneros (que sacaron los materiales que les servían), dejó los restos en las puertas del Museo de Arte Moderno. Aunque Giesso y otros que asistieron a la inauguración del proyecto opinaban que era una locura destruir toda la obra, Mora explicó:“ Esto le quita plusvalía a mi trabajo, y también permite que se recicle. Es una transformación, un trabajo energético. Va a quedar más liviano”. —Catherine Mariko Black

Caminando por las calles de San Telmo lo veo venir a Julio, acompañado por sus seis perros, los trae a todos atados menos a uno de ellos, que le obedece y solito sigue sus pasos. Me saluda con su amplia sonrisa y la amabilidad que lo caracteriza, charlamos un rato mientras le cuento por qué lo estaba buscando y él accede a darme la nota. Caminamos juntos por Humberto Primo, hasta llegar casi a la esquina de Balcarce, allí donde para siempre. Se disculpa, pero antes que nada debe atar a sus perros, darles agua y comida. Una vez hecho esto, entonces sí se dispone a empezar con la entrevista. Julio es un hombre muy querido por los vecinos del barrio. Quizás sea porque en él se puede ver a una persona transparente, o quizás sea esa sonrisa siempre pintada en su rostro la que inspira confianza. Tiene 55 años y hace tres que vive en la calle. “Antes vivía con mi familia en Berazategui, con mi hijo que ahora tiene 21 años y mi pareja… hasta que me separé y me fui. La relación con mi hijo continúa, él siempre viene a verme”, relata. Mientras estamos allí sentados conversando, pasa una señora, vecina del barrio, y lo saluda, llama a cada uno de los perros de Julio por su nombre y cuenta que lo conoce de la Iglesia San Pedro Telmo, a la que él asiste frecuentemente a bañarse y comer. “Me gusta San Telmo porque me respetan como ser humano, tanto andar por todos lados, encontré en este barrio buena gente”, confiesa Julio. Pero en la calle sus verdaderos amigos son sus seis perros: Ramón,

Foto: Lucía Mercedes Maranzana

Yolanda, Mangolito, Pedro, José y Sofía, que más que amigos –según sus propias palabras– son su familia. La responsabilidad de tener que cuidarlos es lo que le da fuerza para seguir adelante y le da ganas de estar mejor. “Los perros son mi familia, son fieles, me dan amor y calor cuando tengo frío. Tuve una época, al principio, en la que estaba deprimido, metido en el alcohol y en la droga… pero cuando encontré a Pedro me dije, ´no puedo estar así, tengo que cuidarlo´ y parece que Dios me escuchó porque apareció Yolanda y así los fui encontrando a todos”, cuenta. Julio es tan querido por los vecinos del barrio que hay personas que lo ayudan no solo con alimentos para él sino también colaborando con la comida de sus perros. Hace poco, Julio comenzó a trabajar en el ciber café que se encuentra justo enfrente del lugar donde él para, allí sus dueños le ofrecieron la oportunidad de que pueda ayudar lavando copas o cocinando. Trabajar allí le brinda a Julio “más esperanza y ganas de salir adelante”, según sus propias palabras. Su más anhelado sueño es tener una casa, con un terreno grande para que su familia, es decir, sus perros, tengan espacio para correr. —Daiana Ducca


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Personaje querible: Patricia Merkin

abril 2011 Número 21

La defensora

Patricia Merkin, directora de la empresa social Hecho en Buenos Aires sona se le ofrece una oportunidad concreta y digna de inclusión social, la mayoría de las veces toma esa oportunidad y la hace propia. Haber demostrado que es posible que una persona marginalizada y sin oportunidades aprenda o re-aprenda la vida laboral y a través de la autogestión recupere identidad, autoestima. Es maravilloso darse cuenta en la práctica diaria de una empresa social (como lo es HBA) de qué manera las personas asociadas a la suciedad, la violencia que genera la pobreza; olvidadas por todos, confinadas a vivir en la más absoluta desesperanza, productos de un sistema que excluye, comienzan, mediante una propuesta de trabajo digna, a ganar autonomía, sentirse útiles para sí mismos y para los demás. De cómo personas destinadas a engrosar las filas del fracaso social, se van convirtiendo no solo en parte del problema sino también en parte de la solución.

¿Por qué elegiste este barrio para vivir y para instalar la oficina de Hecho en Buenos Aires (HBA)? Porque con mi ex-compañero de trabajo y de vida decidimos, en aquel momento, lanzar el proyecto desde San Telmo, territorio fértil para movilizar acciones sociales y solidarias. No cambiaría San Telmo por ningún otro barrio de la ciudad.

¿Cómo surgió HBA? La historia se remonta a 1998: llegan a mis manos algunas ediciones de The Big Issue (modelo referente de publicaciones vendidas por gente en situación de calle en Inglaterra) que me trajo un amigo que en ese momento estaba viviendo en Londres. Cuando leí la revista, y conocí el concepto innovador de empresa social que estaba detrás, me entusiasmé con la idea de poder lanzar un proyecto similar en Buenos Aires: era un modelo de empresa social solidaria, que promovía una comunicación diferente. Empoderaba a las personas afectadas por la exclusión y las convertía en parte de la solución. En ese momento, el desempleo en la Argentina era de 17 ó 18 por ciento, la cantidad de personas que quedaban fuera de las oportunidades laborales crecía (cerraban fábricas, se transformaba el mercado laboral, no se ponían instrumentos de inclusión al servicio de la gente que quedaba afuera de las oportunidades). Poca gente se daba cuenta de eso; el concepto de solidaridad estaba dormido. En efecto, era una idea a probar: funcionaba en Londres, en Milán, Ciudad del Cabo, ciudades alemanas, suecas. Pero en América Latina no había una experiencia similar. Por otra parte, era prácticamente imposible conseguir financiamiento (ni público ni privado): todos –decían– querían ver que la revista estuviera funcionando. El British Council finalmente nos asignó un pequeño monto destinado a una capacitación con los colegas de The Big Issue y les pedimos que nos dejaran usar ese dinero para sacar la primera edición. Como no teníamos oficina, recorríamos las calles, los comedores, las parroquias, los lugares de afluencia de personas en situación de calle y sin trabajo para invitarlos a sumarse. Y les dábamos un papelito en el que tenían nuestros números de teléfono y podían llamarnos con cobro revertido. Así es como se fue armando la red de venta. Tras dos años de trabajo, y con ese pequeño aporte del British Council, HBA saca su primera edición en julio de 2000, como una revista destinada a ofrecer una oportunidad de generación de ingreso digno a personas en situación de calle y sin trabajo, como una alternativa que pudiera desafiar las prácticas asistencialistas que reinaban (y siguen dominando) a nuestra sociedad. Desafiar significa romper con la habitual forma de hacer “acción social” mediante ayudas asistenciales que

¿Cómo se relacionan esas ideas con un producto editorial y periodístico? Nuestro balance social no está nunca separado de nuestro balance periodístico. Nos hemos sumergido en temas ambientales, enfoques sociales y culturales, teniendo siempre como premisa ser honestos y directos con nuestros lectores, ofrecer un producto de calidad que interese e informe a los lectores y que sea una voz para nuestros vendedores. Nos enorgullece haber logrado crear un triángulo virtuoso entre el lector, el vendedor y la organización. Un circuito en el que el vendedor es influenciado positivamente por el lector; a su vez, el lector cambia al vendedor y el vendedor enriquece a la organización que edita la revista.

¿Qué cambios presenciaste en el barrio?

Foto: Marcelo Somma

perpetúan a las personas en su situación de pobreza sin ofrecerles herramientas concretas que puedan cooperar con su inclusión y promuevan su autonomía. Poner esto en marcha significaba combinar periodismo y acción social. Desde un principio entendí que el mensaje sobre inclusión integral, solidaridad social en acción podía fortalecerse editando la revista, justamente por el valor social que tiene la comunicación. A casi once años de nuestro lanzamiento, con una tirada de 5.000 ejemplares, hoy editamos 20.000 distribuidos por unos 180 vendedores.

¿Cuáles son las cosas que te motivan? La motivación principal es haber comprobado que cuando a una per-

Los cambios de San Telmo a lo largo de la última década confirman aquello de que la única constante es el cambio. De la mano del auge turístico, pero sobre todo de la especulación inmobiliaria, llegaron las iniciativas comerciales en desmedro de la calidad de vida cotidiana que los vecinos realmente necesitan. No obstante, la afluencia de extranjeros en el barrio le suma diversidad y lo convierte en un lugar cosmopolita y eso es interesante porque enriquece al barrio.

¿Cómo ves la realidad de esta zona Sur de Buenos Aires? En esa zona hay mucho déficit habitacional y mucha gente viviendo en emergencia social. En ese sentido, promovería iniciativas de hábitat y de servicios comunitarios que puedan generar integración social y cultural. Crearía un Centro Comunitario de Servicios –hoy inexistente– ¡y pondría Wi Fi en todo el barrio para todos sus habitantes! —Daiana Ducca


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El Sol de San Telmo

Personajes queribles: los tangueros de San Telmo

Los Tangueros Guillermito Fernández: hijo del barrio Tiene 53 años, pero para todos sigue siendo “Guillermito”. Es que canta desde que tiene uso de razón. “Aprendí a cantar antes que a hablar, a los dos años hablaba a media lengua, pero ya cantaba perfecto”, cuenta Guille, nacido y criado en San Telmo. En el living de su departamento de la calle Carlos Calvo al 600, el músico recibió a El Sol de San Telmo. “Esta casa es donde yo me crié –cuenta con una sonrisa–. `Yo soy de San Telmo´, como dice la milonga que grabé allá por los años ‘80. Mis viejos tenían un comercio en Defensa 916. Mi viejo empezó con una zapatería y después cambió de rubro y allá por el ‘64, ya tenía un negocio familiar: una librería–juguetería, que atendían mi papá y mi primo, y al fondo funcionaba una peluquería, en la que trabajaban mi mamá y mi tía”. Se codeó con los más grandes: Aníbal Troilo, Cátulo Castillo, Atilio Stampone, Lucio Demare, Roberto Grela y muchos otros. Compuso música para cine, incluso para la productora de Clint Eastwood. Realizó cinco giras exitosas por Japón, acompañado por la orquesta de José Colángelo. Su octavo disco, “Tangos”, que también produjo, ganó el premio Gardel en 2002. Además creó y condujo el ciclo “Sarpando Tangos”, por Canal 7. A pesar de su extensa carrera, se muestra sencillo, convida un mate y abre su corazón para hablar de su vida. A veces divertido, otras melancólico, pero siempre sincero. “En el año ‘58, cuando yo nací, mis viejos venían a San Telmo todos los días, porque vivían en Wilde y tenían el negocio aquí –recuerda –. Cuando tenía seis años, empecé el colegio, ellos decidieron vender su casa de Wilde y alquilaron un departamento en la calle Balcarce al 961. Era un edificio art decó de los años ‘50, divino. Vivíamos en un segundo piso. Tengo recuerdos muy lindos, porque la portera, que era gallega y se llamaba Carmen, cantaba a dúo conmigo: ella desde la planta baja y yo desde el segundo piso. Usábamos el pulmón de manzana como cámara de reverberancia”.

¿Y los vecinos que decían? Encantados (risas).

¿Venís de una familia de músicos?

Sí. Mi mamá cantaba muy bien, tocaba el piano, el clarinete, componía y escribía. Era la directora de la Banda Argentina de Alpargatas. Mi abuelo y mi tío eran músicos. Cuando nos vinimos a vivir aquí mi viejo, con otros cinco comerciantes de San Telmo, fundó una pequeña empresa que se llamaba Crédito Defensa. Era una sociedad crediticia, una clara antecesora de la tarjeta de crédito. Le daban bonos a los vecinos, que podían comprar en los negocios de la calle Defensa, y después la sociedad crediticia los financiaba. Era la época donde había mucha plata, la gente compraba. Pero luego vino la catástrofe. Estos cinco comerciantes, como dice el tango, “eran cinco hermanos”. Pero un buen

día uno de ellos se fue con la plata de la sociedad. Mi papá quedó en la calle, él había vendido dos casas en Wilde, un departamento en Mar del Plata. En una economía que se venía a pique, mi viejo se fundió y cayó en una gran depresión. A pesar de que la veta musical venía del lado materno, era su padre quien lo llevaba a clases de canto con diversos profesores barriales. Fue alumno de Adelma Vera, quien había sido guitarrista del dúo de las muy famosas hermanas Vera y ya era una señora muy mayor (te hablo del tiempo de Rosita Quiroga y de Gardel) Yo seguía sintiendo que nadie me enseñaba nada. Un día, siendo yo muy chiquito, gané un concurso en la Plaza Dorrego, eran las “Guitarreadas Crush”. Como no había guitarras de mi tamaño, yo cantaba con la guitarra y mi viejo me la sostenía con la mano desde abajo. A los diez años, en esa plaza, el jurado estaba integrado por Sebastián Piana y Lucio De Mare, quien tenía un bolichito en Balcarce y Pasaje Giuffra que se llamaba “Malena al Sur”, y él me invito a cantar. Yo aparecí un día y lo escuché tocar a Lucio De Mare, y le dije a mi papá: “No quiero que me busques más maestros, ya encontré el que quiero. Empecé con él y con Carlitos Figari, un gran pianista que también daba clases en la calle Humberto Primo. Toda mi tangueridad la gané en San Telmo. Canto desde siempre, no recuerdo épocas de no cantar. Cuando tenía 6 años ya cantaba en el club San Telmo, con Alberto Castelar.

¿Qué cosas te gustan del barrio?

Sin duda, creo que San Telmo es el barrio más lindo de Buenos Aires. Hay que cuidarlo mucho. Es un barrio como pocos, sensacional, con mucha historia. ¡Vos ves fotos de San Telmo del siglo XVIII y son maravillosas! Ahora es el diez por ciento de lo que era en aquella época.

¿Cómo fue tu experiencia de vivir en Estados Unidos?

Fue positiva -por un lado- y -por otro- no tanto. Creo que de los errores se aprende más que de los aciertos. Yo estaba en Estados Unidos aprendiendo. Cantaba tangos en las asociaciones argentinas, producía, hacía arreglos, trabajaba en los estudios de grabación, hacía todo lo que tenía que ver con la música, fui asistente de producción de conciertos. Yo hablo bien inglés. Trabajé en shows en Las Vegas. Pero lo mío era aprender: estudiaba ingeniería de sonido, música con diferentes profesores.

Por entonces hiciste un cambio de estilo musical...

Yo compartí estudios con grandes músicos, como Gatica, Alex Acuña o John Peña, músicos que iban a sesionar. Cuando yo producía, a veces me sobraban horas y grababa cosas que había compuesto. Iba probando diferentes estilos: grabé dos baladas, dos boleros, dos tangos en tiempo continúa p.11 de boleros, cosas que se me iban ocurriendo.


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Personajes queribles: los tangueros de San Telmo

abril 2011 Número 21

Foto: Alejandra Tara.

Salvador García: milonguero y matero Venía caminando por Independencia y lo vi sentado en el umbral con su camiseta de Yupanqui y una gorra rosa que hay que ser muy macho para usarla. Me confesó más tarde: “a la gente no le gusta y a mí me encanta que no le guste. Una vez me gritó un tipo desde un auto ´¡La gorra es horrible pero qué bien te queda!´”). Ojotas, y la infaltable pava y mate.

¿De dónde sos, Salvador?

Nací en Tucumán, pero me fui a los tres años y mi familia se radicó en Lomas de Zamora.

personaje de aquí, muchos te conocen y Con su pelo color bordó y su risa resonante, Anny Su marido Leonardo es músico de rock y blues, y Rossi está sentada frente a mí en un café del barrio parte de su trabajo era comprar y vender guitarras. formás parte del espíritu del lugar.

Tomar mate en la puerta no tiene momentos, solo mis ganas, no hay ni día ni hora. Tal es así que una vez pasé el Fin de Año así, solo. Sonaban los pitos y yo yerbeando en el umbral. Fue uno de los comienzos de año más felices de mi vida. Vos bailás canyengue, ¿por qué este estilo y no otro? Yo soy milonguero y como bailarín, profesionalmente hablando, elegí el canyengue.

¿Nos explicás qué es el canyengue? Pero ahora estás viviendo en San Telmo... Es el tango que se bailaba en la orilla, en los lupanares, los burdeles, las calles de adoquín, por eso el ¿desde cuándo y porqué? Hace cinco años yo era habitué de la milonga La Independencia y una vez su dueño, quien además es director de cine, me propuso trabajar en una película. Así es como nos hicimos amigos. Como yo vivía en Lomas, un día me dijo: ¡Qué te vas a ir a esta hora y con esta lluvia! ¡Quedate! Y así se dio que me quedé, ya por un largo rato. Duermo en unas habitaciones de arriba. A él le conviene y a mí también, porque para un milonguero venirse todos los días a la milonga desde Lomas es un trámite...

Anny Rossi: la cantante deambulante

paso es más levantadito, porque el piso era irregular. Yo lo elegí porque es donde más puedo expresar mi sentimiento con el tango, por la métrica, la cadencia, lo pintoresco y alegre que es, y porque me parece puro. Te da muchas posibilidades de crear, es desacartonado y amo esa música de Canaro. ¡Con la Regi cuando nos juntamos siempre salen pasitos nuevos!

¿Cuál es tu orquesta de tango preferida? Di Sarli.

También sos un excelente bailarín de ¿Cómo te sentís en el barrio? Ya sos un folklore... continúa p.11

Parque Patricios, donde nació y sigue viviendo. “Parque Patricios es un barrio donde los vecinos te saludan -dice-. Y en San Telmo pasa lo mismo, la gente me dice ´¡hola tanguera! ¿Cómo estás?´. Hay encuentros con amigos, se escucha música en la plaza. Lo lindo es que es como mi barrio”. Anny llegó a San Telmo por primera vez hace diez años. “Soy una cantante de tango, esto es lo que soy”, afirma. Cuenta que descubrió el tango de chica, escuchándolo en su casa familiar entre sus abuelos y tíos. “Mi papá tocaba la guitarra y mis dos abuelos también eran guitarristas y todos los hermanos, todos los varones del lado de mi papa, tocaban y cantaban tango. Bueno, escuché tanto que de grande también elegí el tango”. Anny empezó a cantar públicamente en las funciones escolares de sus hijos. Cuando pedían la ayuda de los padres, Anny siempre se ofrecía para cantar en los actos de Fin de Año y los eventos de la escuela. Un día, una mujer le dijo que tenía que presentarse en un concurso: “Y le dije que no, no iba a competir” Pero la mujer insistía tanto que al final Anny accedió ¡y ganó! “Me entusiasmé”, cuenta.

“Un día me dijo, ‘¿por qué no le decís a uno de los guitarristas que pasan por aquí y para ver si podés hacer música, por lo menos como un hobby?´” Así que le hizo la propuesta a un guitarrista que se llamaba Lucio, y él aceptó. Salieron a buscar lugares donde tocar, acompañados al principio por Leonardo. Fueron a Palermo y La Boca, pero no encontraron mucho interés. Luego vinieron a San Telmo, donde fueron muy bien recibidos y empezaron a tocar en la Plaza Dorrego. Varios restaurantes los invitaron a tocar por una noche, que de pronto se convirtió en todas las noches de la semana. Después de esto, Leonardo llevó a Anny a un sombrerero artesanal y le compró su primer sombrero, diciendo: “ahora que tenés lugares para cantar, necesitás un sombrero”. Seis meses después, Lucio se fue a Italia con su familia, pero aunque a Anny le daba un poco de vergüenza salir sola, decidió hacer algo distinto, cantando a capella. “Con el tiempo, empecé a crear un estilo propio, que ningún otro hace. Mi estilo es tanguero porque realmente siento el tango y opino que el público capta lo que siento en cada canción. continúa p.11


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El Sol de San Telmo

Personaje querible: Carlos Encina Alarcón

culturales. Era la época de Los Melli, Batato Barea, las chicas de Gambas al Ajillo… y en este sentido El Británico fue recuperando en alguna medida lo que había sido a principios de la década del setenta. Mucha vida nocturna, por lo tanto comencé a trabajar con Manolo desde la medianoche hasta las ocho de la mañana. ¡Se armaba cada reunión entre copas! Claro, al no cerrar nunca, El Británico daba la oportunidad de una cita segura a cualquier hora en una época en la que San Telmo se iba poblando cada vez más. Eso sí, siempre hubo solitarios, que no podían dormir o vaya a saber uno porqué se quedaban solos, en silencio, durante horas mirando la nada”.

Los Gallegos

El mozo de historias

Carlos Alarcón en su nuevo bar “Marazul”. Foto: Omar Dianese.

Carlos Encina Alarcón, uno de los tres mozos del (antiguo) Bar Británico Defensa y Brasil. ¿Cómo empezar el relato sin caer en la visión amarillenta de un lugar común? Si uno dice “la esquina encantada” pareciera referirse más bien a la vidriera comercial de un bazar de magia. Aunque ciertamente exista en el lugar mucho de sortilegio, mucho de encantamiento. Si uno afirma que ahí Buenos Aires viste de lengue y percal hasta podría sonar absurdo, ridículo. Aunque así se pasean ante nuestra mirada cantidades de turistas extranjeros que rinden culto a la pinta gardeliana. Si uno mira la esquina desde el Parque Lezama experimenta la sensación de estar entre las páginas de “Sobre Héroes y Tumbas”. Entonces, lo más atinado sería evitar preámbulos y cruzar el umbral sin más vueltas. Una vez adentro, sí. Vale todo. No hay lógica ni normativa alguna que determine límites entre la realidad y la fantasía. Ahí sí, la que quiere viste de percal, al que le place usa lengue, los que así lo deseen pueden colmar la mesa de hechizos. Cada cual describirá su parque, cada cual su ochava. Anclados en esas mesas que no admiten los caprichos del tiempo, cada uno escribirá su historia como quiere. Como puede o como la recuerde. Todo es posible, hasta desprenderse de la misma historia que uno acarrea puertas para afuera. Carlitos cuenta la suya, bandeja en mano, mientras continúa repartiendo cubanas y cafés recién molidos. No importa que ahora camine las baldosas de otro bar. En otro barrio. Con otros parroquianos. Pero basta de prólogo. Va la historia de Carlitos en El Británico. Sírvase de ella. Como el café fresco y muy bien tostado.

“La historia mía con El Británico arranca en 1985, cuando a partir de la falta de trabajo empiezo con los gallegos en el turno de la tarde. Había regresado después de haber pasado un tiempo en el extranjero. El bar comenzó a mutar más hacia la reunión nocturna. Empezó a haber más gente de noche que durante la mañana y la tarde, lo que hizo necesario ayudar al turno noche que era comandado por Manolo, uno de los tres gallegos. La gente que salía de los cines, del teatro, que venía de la calle Corrientes,

Entonces llaman de parte de Néstor Kirchner. Atiende nomás el gallego y dice: ‘Horacio hay un llamado para ti de parte de un tal Kirchner. Hombre, que tu sabes que no me gusta que la gente llame acá.’

g sobre todo los viernes y los sábados, directamente se iba hacia El Británico, que mantenía la tradición de estar abierto las veinticuatro horas. En San Telmo también empezó a darse un movimiento interesante que inició el Parakultural y al que se fueron agregando otras expresiones

“Trillo arrancaba a las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Cuando yo empecé, en el ‘85, tenía más dinamismo. Jodía con todo el mundo, con las minas y demás. Pero con el tiempo se fue poniendo mayor, más gordo y le costaba levantarse tan temprano. El veía entrar a un cliente habitué que solía tomar café y ni se le acercaba a preguntarle: directamente venía con el café, para hablar lo menos posible. Pero claro… ¡a veces la gente tenía ganas de otra cosa! Con José Miñones, fallecido en abril de 2009, empezaba el turno de la tarde. Era el más canchero. Yo desde el vamos empecé a llevarme bien con él porque le tiraba ideas y era el único que me daba bola. Los otros dos estaban esquematizados en el café con leche y medialunas, la hamburguesa, los sandwichitos de miga y el whisky nacional. Pero José Miñones era un tipo distinto, como un gentleman entre los tres. El que mantenía una línea, una ética en el lugar a pesar de tratarse de un bodegón en el que todo parecía ser un desorden. Él mantenía un orden, era la voz parlante de las ideas para mejorar la atención. Era un gran mediador. Cuando alguno se ponía loquito él no confrontaba, le daba tiempo para que bajara solo y se calmara de a poco. ¡Y a la noche! Venían grupos de diez o doce personas y Manolo ya se empezaba a poner chinchudo y a protestar. Le cambiabas una mesa de lugar y te podía romper la bandeja en la cabeza. Le tocabas los servilleteros o los ceniceros y te podía llegar a mandar una carta documento. Él quería tener todo como le parecía y no había manera de que entendiera otra forma. A partir de las veintitrés y hasta las seis de la mañana había toda una serie de requisitos que cumplir porque si se hacían ruidos molestos llamaban a la comisaría 14, venía un patrullero y terminábamos saliendo con una cantidad de sandwichitos todos para ellos. Manolo era muy elemental, muy frontal. Agarró del cuello a varios”.

Anécdotas y personajes

“Anécdotas de El Británico hay muchas. Generalmente de noche. Venían muchos músicos. Willy Crook, Medina con sus letras, Pinchesky sacando melodías de su violín… continúa p.9


p. 9 Personaje querible: Carlos Encina Alarcón

abril 2011 Número 21 Pero hacían algo que a Manolo lo ponía loco. Llenaban la mesa de letras escritas en las servilletas… ¡Eso a Manolo no le gustaba nada! Entonces se armaban las discusiones. Por otro lado, nunca tuvo oído para la música. Así que cuando a eso de las tres de la mañana a Pinchesky se le ocurría, muy suavemente, tocar una melodía con el violín, Manolo se empezaba a poner nervioso. Daba vueltas y vueltas alrededor de la mesa y pedía por favor que se dejara de tocar el violín. Pero Pinchesky con un par de whiskis encima se ponía rebelde, y no le daba bola. Un día estaban trabajando en la calle cambiando el empedrado y habían bajado un camión de arena. ¡Pinchesky esa noche terminó enterrado con su violín en la montaña de arena! Manolo decidió en ese momento que toda la barra no entraba más, era una barra como de ocho o diez… ¡Y para qué! Empezaron a cantarle “¡Gallego no volvemos nunca más!” Y yo cobrándoles y tratando de mediar. Ahí se cruzan al parque y la siguen contra Manolo. Había griterío y hasta de uno de los edificios llamaron a la policía. Pero toda la amenaza de no volver nunca más se terminó cuando a las cinco llegaron las medialunas de El Sol del Plata, y ahí todo el mundo otra vez en una mesa de El Británico a tomar café con leche. Con cuatro o cinco bandejas que bajaron de la camioneta se acabó la rebeldía”.

conseguirles alguno de esos personajes que andaban dando vueltas porque no podían entrar al café, hasta que se dieron cuenta que el indicado era él porque ahí adentro no tenía otra cosa que hacer. Le dicen: ‘¿Y usted no se anima?’ A lo que Trillo responde: ‘Y bueno hombre, estar sentado por estar…’. Muy bien, lo sientan con una camisa bien de los años ‘50 que él ya llevaba puesta porque era su vestimenta de todos los días, y lo ponen a tomar cerveza en la mesa con una copa de época. Primera joda que se tuvo que bancar Trillo: su camisa totalmente fuera de tiempo. Empieza la filmación y él se empezó a dormir. La cosa es que vamos todos a ver la película y está Trillo en primer plano dormitándose sobre la mesa. Entonces el personaje de Granado le dice al Che Guevara: ‘¡Dale, animate! ¡Querés terminar así?’ Eso quedó para siempre y cuando lo cargaban diciéndole si iba a volver a filmar, él decía: ‘¡No, no, este año no filmo más!’”.

“En una elección, la que fue de Alfonsín a Menem, se puso dura la prohibición del consumo de alcohol para la jornada electoral. La noche anterior el bar podía estar abierto pero no se podía vender alcohol a partir de las diez de la noche hasta las seis de la tarde del día siguiente. Entonces Manolo empezó a negociar con la gente… bah, los dos, “Otro habitué y vecino es Horacio González. Cuando Kirchner lo buscaba Manolo y yo. Que la botella de cerveza la ponen debajo de la mesa, que para ofrecerle la Dirección de la Biblioteca Nacional, cansado de llama- el whisky se los servimos en tazas de té… en fin. La cuestión es que a rlo a la casa y no encontrarlo porque su esposa decía que estaba en el las tres de la mañana cayó la policía a los tres bares: El Mirador de Balbar, pidió el número de teléfono para llacarce, El Británico y El Hipopótamo. marlo ahí. Llama al Británico y atiende ¡Una mesa tenía nueve cervezas esconEmpieza la filmación y él se empezó a didas abajo! Por consiguiente terminManolo al que no le gustaba nada que llamaran ahí a los parroquianos porque dormir. La cosa es que vamos todos a ver aron los tres bares cerrados pero claro, tenían que pasar atrás de la barra. antes se llevaron detenidos al encargala película y está Trillo en primer plano Entonces llaman de parte de Néstor do y dos parroquianos de cada boliche dormitándose sobre la mesa. Kirchner. Atiende nomás el gallego y porque sino se iba a llenar la comisaría. dice: ‘Horacio hay un llamado para ti de ¡Estaban todos tomando alcohol! parte de un tal Kirchner. Hombre, que tú De El Británico se llevaron a Manolo y sabes que no me gusta que llamen acá’. a tres habitué pibes jóvenes. Todos a la Todos nos quedamos pendientes de ese comisaría 14. Se cargaron también a llamado. Va Horacio, atiende y vuelve a la mesa con la noticia… ¡Lo Julio de El Hipopótamo y a Guillermo de El Mirador. Como eran todos habían nombrado Director de la Biblioteca Nacional! Por teléfono en El bolicheros conocidos les dejaron un sector grande de la comisaría. Británico. Fue una historia que quedó para la posteridad”. Primero: Manolo llegó con un trapo rejilla en la mano que le incautaron y dejaron afuera. Segundo: les hicieron sacar cordones y cinturones, y “Trillo tiene muchas. Pero una que quedó entre los habitué fue cuando Manolo andaba con un pantalón que se le caía todo el tiempo. Así que filmaron Diarios de Motocicleta sobre la vida del Che. al otro día cuando los dejaron libres la anécdota era que se la pasaron Estaba ambientada en los años ‘50 y el bar estuvo alquilado desde las viendo los calzoncillos de Manolo. Dicen que iba y venía caminando sin seis de la mañana. Así que ese día lo único que Trillo tenía que hacer era parar, y como no sabía que el bar estaba cerrado gesticulaba y se la paestar sentado fuera del foco de grabación, y así fue, tomando cerveza saba lamentando: ‘¡Cómo va a quedar ese muchacho solo!’, al tiempo desde la mañana. que se olvidaba de los pantalones que se le caían hasta las rodillas. Empezaron a trabajar con toda la gente vestida de acuerdo a la década Ese domingo todo San Telmo sabía que a Manolo se le caían los pantaldel ‘50, pero alguna gente citada para hacer de extra resulta que no ones en la 14”. —Omar Antonio Dianese llegaba. Entonces le preguntaron a Trillo si no tenía inconvenientes en A continuación en el próximo número...

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p. 10 Personajes queribles: los hermanos Arribas del Mercado de San Telmo

El Sol de San Telmo

Los amigos del Mercado

Ángel y José Luis Arribas – carniceros del Puesto 54

Entramos en el Mercado de San Telmo para conversar con esos dos amigos del barrio que atienden la carnicería del puesto # 54: los hermanos Arribas, referentes de los vecinos cuando hablamos de la calidad de la carne, de la familiaridad y el buen trato. Al encontrarnos y aunque no nos veamos durante un tiempo, fluye el afecto inmediatamente y nos ponemos a charlar como siguiendo un diálogo invisible en el tiempo que nunca fue interrumpido. El “hola Isa!” abre paso -sin más trámite- a la conversación fluida que debemos interrumpir para bien de los clientes. Abre el fuego Angel que es el hermano mayor de cuatro y fue quien inició esta actividad hace ya 50 años. Se casó a los 27, tiene 2 hijos –pastores evangélicos- y su mujer también es dueña de un negocio en el barrio. Ahora vive al lado del Mercado, después de haberlo hecho en Quilmes, en San Juan al 1200, en la calle Santiago del Estero “donde todavía está la casa” y en Cochabamba al 600. Conoce el barrio y a la gente que lo habita, como pocos. Cuenta que trabajaba en el campo con unos tíos y “como era un pibe y familiar, no me pagaban mucho. Además no me gustaba, porque era muy sacrificado”, entonces se vino a la ciudad y mientras esperaba para entrar en una empresa y tenía que ganarse la vida, empezó a trabajar en el Mercado del Sud, que estaba entre las calles Lima, la cortada Achupallas, Bernardo de Irigoyen y San Juan. Cuando lo llamaron de la empresa “hice números y me di cuenta que lo que me ofrecían no se podía comparar con lo que ganaba en el puesto” y se quedó con el oficio de carnicero. Dice que el ambiente ha cambiado mucho en el Mercado, “antes estaba lleno de puestos de carne y había mucha competencia, no era fácil. Pero nunca tuve problemas con nadie… que cada uno haga su vida, yo trabajo y me voy”. Cuando le hacemos referencia a que ellos tenían cola de clientes en el peor momento de la crisis, Angel contesta firmemente y con orgullo “porque nosotros siempre brindamos limpieza, trato, educación y el peso justo de la balanza”. Tiene 70 años, conserva el mismo porte de siempre y dice que no quiere retirarse “…con lo que gana un jubilado!!”, pero luego inclina la cabeza para confesar en voz baja “con mi señora tenemos un departamento en Mar del Plata y nos vamos cada tanto 3 o 4 días, la pasamos bárbaro… pero ¿qué voy a hacer en mi casa todo el día?”. Estamos conversando y Maximino –cliente y dueño de varios negocios del barrio y del centro- se acerca y nos cuenta que es de Puerto Madero pero que viene a comprarles “por la calidad de sus carnes y de su trato”. Así es siempre con ellos, todos conversan con todos en el puesto #54.

Ángel y José Luis Arribas. Foto: Edgardo “Super 8” Gherbesi

“Yo quiero que el cliente no se sienta cliente, me gusta llamarlo por su nombre. Saber el nombre cambia la cosa”. —José Luis Arribas

g La cola de la carnicería se sigue alargándo, entonces Angel “cubre” a José Luis para que podamos conversar con él. Mientras lo esperamos, escuchamos que habla con una clienta: “llévese esto para la cacerola. Este pedazo si lo hace a la cacerola es lo mejor… hágame caso a mi”. Es un ejemplo de su trato cotidiano, no puede disimular su aspecto de

buen tipo y sabe que las buenas formas y el “’hola, cómo está’…es la llave”. “Yo quiero que el cliente no se sienta cliente, me gusta llamarlos por su nombre. Saber el nombre cambia la cosa”. Nos sentamos en el banquito que media con el mostrador y nos cuenta “soy el más chico de los hermanos. Angel me lleva 10 años y era el preferido de mi mamá”. Cuando le preguntamos cómo se dedicó a este rubro dice -con respeto- “acompañando a mi hermano… aprendí mirándolo. Un día tuvo un accidente y hubo que abrir el puesto y lo abrí yo”. Pero antes que eso, “terminé la primaria e hice un curso de secretariado en la UPA (Universidades Populares Argentinas) que no servía mucho” y agrega “no me gustaba, empecé de casualidad, mi sueño hubiese sido ser campesino…porque nací en el campo –Alberdi- y cuando tenía siete años mi familia tuvo que mudarse a la ciudad. Cada vez que tenía que comprar delantales nuevos me daba rabia porque sabía que por un tiempo más tenía que seguir”. Luego nos enteramos que “una vez tuve la posibilidad de entrar en una oficina de cadete. El domingo a la noche me puse a llorar… y al otro día no fui”. Se hizo un silencio en la conversación y con sorpresa su cara expresaba que ese fue –entonces- el momento en que, sin darse cuenta, decidió ser carnicero. Está en pareja desde hace muchos años y tiene 2 hijos –uno que ya era de su mujer y otro de ambos, Máximo-. Se le nota en la sonrisa y en la emoción de sus ojos que está muy orgulloso de él cuando dice: “es un pibe único, siempre se levanta bien, es muy inteligente”. Cuando le preguntamos a quién sale, dice que su padre, que era martillero, también era muy inteligente. Comenta que en sus cuarenta años de atender, ha visto que “Todo cambió. Este sistema de mercado en su momento superó a la feria de la calle. Y al sistema del mercado lo mató el supermercado. Acá no hay tarjetas, no hay estacionamiento… todo eso hace al cambio.” Igualmente, aclara, “Yo voy a estar hasta que me saquen con los pies para adelante”. Antes de irnos, queremos saber el nombre de algunos clientes famosos y nos dicen “un montón…Guillermito Fernández, Pallarois, Luppi, Arana, Piero y por carácter transitivo Bono porque le vendemos nuestra carne a La Brigada y él estuvo comiendo ahí”. Ya es tarde, en el puesto Angel y un ayudante están lavando el mostrador y chistosamente le decimos que nos están “echando a baldasos”, suena la risa franca de José Luis que nos contagia a todos. —Isabel Bláser y Clara Rosselli


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Personajes queribles: tangueros (continuado)

abril 2011 Número 21

Continuación de Tangueros (desde las páginas 7-8) Guillermito Fernández

Entonces empecé a mandar demos a las discográficas. Me llamaron de Sony, que les interesaba el producto, para que fuera a Nueva York, yo vivía en Los Ángeles. Fui, me preguntaron si tenía todos los temas, yo les dije que sí. No tenía nada. Ni me acordaba qué había mandado. Ahí lo convoqué a Roberto Livi e hicimos un disco de baladas. En un año se convirtió en un hit en Latinoamérica. Tengo discos de oro en México, Estados Unidos, Venezuela, Colombia, Chile, y un disco de platino en Argentina.

para seguir evolucionando. Pero ahora no, estoy feliz porque en el diminutivo está el cariño de la gente que me vio crecer. —Diana Rodríguez

Salvador García Bueno... eso de excelente... La zamba también tiene lo suyo...

¿Si tuvieras que elegir entre Di Sarli y los Hermanos Ábalos?

Está bravo, pero elijo a Di Sarli. Tanto la zamba como el tango son dan-

¿Y por qué pensás que no fue tan positiva la experiencia zas muy profundas pero también diferentes. En la zamba uno trata de en Estados Unidos? enamorar al otro, la mirada es única, en ella está casi todo el juego de la Porque a veces el medio y el éxito efímero te van llevando a lugares donde no querés estar. Nunca dejé de cantar tangos, por entonces me reuní con el director de Sony, que era Tomas Muñoz, y mi productor, Roberto Livi, y les propuse hacer un disco de tango internacional. Y me sacaron carpiendo: que era una locura, que el tango no vendía. En esa momento salían Montaner, Franco De Vita, Ricky Martin, estaba lleno de baladistas, pero cantantes de tango no había. A los 30 años ya sabía lo que quería, yo quería cantar tangos. Más allá de los millones y de las limusinas, siempre fui un tipo de convicciones firmes, de estar seguro de lo que quiero. Entonces me pregunté: “¿por qué estoy metido en esto, si yo no quiero ser Ricky Martin?”. Sin desmerecerlo a él, que me parece que es un artista fuera de serie, de hecho yo no podría hacer lo que hace él, pero no es lo que a mí me gusta. En esa época se juntaron Roberto Livi y Tomas Muñoz y produjeron el disco de tango de Julio Iglesias. Yo les había llevado la idea completa, qué tipo de arreglos, todo. Estuve trabajando con un productor amigo, que se llama Rudy Pérez, que hoy en día es productor de Cristina Aguilera y Luis Miguel, es una estrella, el productor latino pop número uno, y habíamos preparado unos demos con un par de tangos, como los queríamos, y me re copiaron la idea, y lo hicieron con Julio Iglesias. Fue un éxito mundial.

¿Qué proyectos tenés para este año?

Con Luis Longui, que es un músico bandoneonista, hermano del alma, socio mío, estamos por sacar un libro-disco para chicos. Se llama “El tango es puro cuento”. Es muy sentimental, nostálgico, dramático, como es el tango. El libro está dibujado por quince de los mejores caricaturistas del país, entre ellos, Tute, que es un “santelmista”. Los chicos son tanto o más sentimentales que los adultos. Tengo invitados de lujo como Pedro Aznar, Dolina, Teresa Parodi, el Negro Fontova y el Chino Laborde, entre otros. Después del éxito de Un amor de tango en Mar del Plata, estamos pensando en reponerlo. Lo armamos con Manuel González Gil, Luis Longui, Federico Mizrahi y yo. Pensamos traerlo a Buenos Aires, pero no hay teatros disponibles.

¿Cómo te cae que te sigan llamando “Guillermito”?

Bien, en una época no me gustaba, me parecía que era un impedimento

seducción y no se sabe el resultado. Y en el tango los dos se entienden solo con el lenguaje de los cuerpos y lo más importante es compartir la pisada. Al menos eso es lo que yo más disfruto, pisar a tiempo. Pisar a tiempo, me quedé pensando mientras me iba y caminaba de regreso. Pisar a tiempo, como en la vida —Mirta Regina Satz

Anny Rossi Nunca me canso de cantar, y la gente me dice -incluso gente que ha viajado por el mundo- que soy única en lo que hago”. Dice que ya no canta en la Plaza Dorrego, aunque es el lugar más pintoresco de San Telmo, y que lo que hace “no es un show” para turistas. “Realmente, trabajo por los argentinos. El turista va más para buscar el baile de tango, pero el tango para mí es como un pasaje, habla de un barrio, un recuerdo, un amor. Cuando canto estoy viendo qué interpreto”. De su repertorio de ciento y pico de tangos, “Canzonetta” es uno de los que más le gusta. “Mis abuelos eran italianos y el tango habla de los inmigrantes que no podían regresar a su país”, dice y explica que a veces no lo puede terminar de cantar porque le dan ganas de llorar, recordándolos. Actualmente, todos los días salvo los domingos, Anny se levanta y hace sus tareas de madre y ama de casa. Luego, entre las ocho y nueve de la noche agarra su sombrero y sube al colectivo hacia San Telmo, donde empieza su recorrido cantando tangos en los bares y restaurantes históricos del barrio. “Soy cantante de tango y madre de casa –dice-. Dejo la mesa puesta para la familia, me arreglo, saco el sombrero y me voy a trabajar”. Empieza su recorrido en el Bar de Cao, luego al Bar La Poesía y de ahí al Desnivel y El Federal, terminando en el restaurante Manolo. Los sábados también canta en la Tasca de los Cuchilleros. El recorrido entero le lleva entre dos y tres horas. Cuando nos vimos se estaba recuperando de una cirugía de la cadera, y lamentaba “¡Cuánto extraño mi trabajo! Extraño cantar y estar en movimiento”. Por suerte, ya está cantando de nuevo y vale la pena escucharla. —Amelia Borofsky

¿Tenés fotos antiguas? Fotografía: Abuelo Francisco con su colectivo, Avenidas Caseros y Juan de Garay, año 1931. “Mi abuelo Francisco era un inmigrante llegado de Ourense, España. Primero fue chofer de taxi, y después fue chofer de las líneas 12 y 60, ni bien apareció el colectivo. Era un militante anarquista de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), que desde este país colaboró con la lucha antifascista y se murió joven”. —Valeria Suárez Este proyecto es una colaboración entre varias instituciones zonales para rescatar la memoria fotográfica del Casco Histórico porteño. Invitamos a los vecinos a prestarnos sus fotos anteriores al año 2000 para crear un archivo digital y una muestra.

Más información: www.santelmorecuerda.blogspot.com


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El Sol de San Telmo

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El fileteador y filósofo: Martiniano Arce Para mí Martiniano es mucho más que un artista de pinceles y caballete porque lleva su filosofía del arte a todo lo que hace. “Tenemos que hacer las cosas bien, porque somos bien hechos”, es una de las frases que suele decir, y revela su actitud frente la vida, a la vez sagrada y sencillísima. Austero, juguetón, místico, afectuoso, galán, amante de la belleza y del buen chiste, este maestro es mi personaje querible del barrio. —texto y foto: Catherine Mariko Black


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